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Los ni�os y sus afecciones en el Antiguo Egipto. |
Por Dr. Jos� Ignacio Velasco Montes. EL MUNDO DE LOS NI�OS. Es curioso contrastar que al buscar
bibliograf�a sobre el tema de los ni�os y la medicina �sta es exigua y lo
mismo ocurre con la iconograf�a.
Y es lógico, pues uno de los problemas que existen es la dificultad para que se conserve y pueda estudiarse el débil cuerpo de un bebé o un infante en su caso. Es por esta falta en los cementerios de momias de ni�os o de restos
de �stos exista un m�nimo de informaci�n. Es m�s, hay constancia que los que
viv�an escaso tiempo muchas veces no eran ni enterrados y se dejaban a merced
de las alima�as del desierto o serv�an de alimento a los cocodrilos.
Ni el agua, nada purificada, le resolver�a muchos problemas que posiblemente le complicar�a con infecciones intestinales.
�C�MO ERA LA VIDA DE UN NI�O? La vida era cruel, muy cruel, en el entorno de vida de los egipcios de aquellas lejanas �pocas. La sociedad egipcia deb�a seguir luchando contra el caos que significaba vivir en un medio ambiente hostil, que lentamente van consiguiendo superar conforme se extinguen especies de animales peligrosos, se va controlando el agua del Nilo en sus crecidas, se ha dominado el calendario y se sabe con cierta certidumbre cuando empezar� la inundaci�n y, con la experiencia de anteriores periodos fastos y nefastos, se crean dep�sitos estatales para sobrevivir a hambrunas causadas por exceso o defecto en la cantidad de agua que baja desde el Alto Egipto hasta el Bajo Egipto.
S�lo los dioses, y el rey que era �casi� uno
de ellos, pod�an vencer y aplacar ese estado de cosas que hac�an la vida en Kemit
extraordinariamente dificultosa. Seg�n el sincretismo sacerdotal, Kemit,
el �Pa�s de las Dos Orillas�, en sus inicios y con �l todo el mundo, surge
del Nun, del Isfet, del caos. Cuando el mundo se establece, la
lucha va a continuar por los tiempos de los tiempos. Va a ser la serpiente
Apopis, la serpiente de Seth, la que luche en cada momento contra la Maat,
que es el equilibrio contrapuesto. En su concepci�n, los habitantes de Kemit
consideran que dentro el Universo no hay sino una peque�a bolsa, apenas una
burbuja de Maat, rodeada de un infinito caos que trata de hacerla desaparecer
para que se reestablezca el desorden. Es una lucha permanente de las fuerzas
inorg�nicas del Isfet que trata de prevalecer sobre el orden c�smico:
la Maat. Es por ello que el rey, cada d�a, debe realizar una serie de
funciones m�gicas y rituales --para eso es el rey y es divino--, y conseguir
que la Maat sea m�s fuerte y mantenga controlado al caos. Si esta magia ritual diaria no se mantuviese en el tiempo, el
caos[3]se apoderar�a del pa�s y del Universo, y las
desgracias se suceder�an a lo largo y a lo ancho del pa�s tal como se indica
en determinadas inscripciones: �No ser�a Kemit un
pa�s lleno de templos, sino de tumbas y cad�veres... �El Hapi Nilo seria
vencido, y el r�o se llenar�a de sangre...� Y los egipcios, ante el caos que puede asaltarles, y al que temen
sobremanera, iniciar�an un asustado llorar, gemir, lamentarse y gritar en el
que s�lo se escuchar�an deseos de desaparecer ante el p�nico que les
sobreviene: ��Ojal� estuviera
muerto!�
Sin embargo, ciertas normas de vida y
costumbres ancestrales en la forma de vivir y depender del Estado, como las
corveas, se han conservado hasta muy recientemente, hasta 1.889. Otras, como
la recogida de excrementos para combustible, el acarreo del agua, o el
vincular la soluci�n de los problemas, como la salud, a la Heka, la
magia, se han mantenido y en gran parte se conservan en nuestros tiempos[4]. En un mundo como el descrito, las indefensas criaturas que son los ni�os, s�lo pueden llegar a adultos en base a una serie de condicionantes en los que una buena madre y la aleatoria suerte, juegan papeles casi id�nticos.
Es evidente que una cierta proporci�n de ni�os sobreviv�an, se hac�an adultos e hicieron unas obras que tienen perplejos a muchos millones de personas. Quiz�, visto desde una �ptica deformada por la medicina, esa supervivencia dio lugar a una gran cantidad de personas �superdotadas� puesto que, evidentemente, los m�s d�biles sucumb�an. Sin embargo, ten�an muy claro que, sin ceremonias m�gicas adem�s del uso de los tratamientos de la �poca, no podr�an sobrevivir y lo com�n era aceptar que se consegu�a todo gracias a los dos caminos empleados: medicina m�s magia o viceversa[5].
LOS PAPIROS M�DICOS CON REFERENCIA INFANTIL. Las referencias a los ni�os y su problem�tica
son muy escasas. Apenas unos pocos datos para juzgar sus dificultades para
salir adelante en un medio muy hostil. Es por ello que incluso en los papiros
m�dicos casi no se encuentra nada que haga referencia a los m�s peque�os. El Papiro Ramesseum, uno de los m�s antiguos,
pues data del Imperio Medio, entre 1.900 - 1.700 a. C., Dinast�as XI � XIV,
conservado en la Universidad de Oxford, hace claras referencias a los
cuidados del reci�n nacido[6]. Un �nico papiro trata de forma clara las enfermedades infantiles, junto con las ginecol�gicas: es el Papiro de Erman, Dinast�a XVIII, fechado entre 1.450 a 1.350 a. C. [7] Sin embargo en el Papiro de Kahum, Dinast�as
XI - XIV, en el Imperio Medio, en torno a los a�os 1.900 a 1.700 a. C., se
trata el tema del sexo del que va a nacer mediante la interpretaci�n de las
caracter�sticas de las facies de la madre[8], aspecto que incluso en la actualidad algunas
mujeres dicen reconocer, y no s�lo por el rostro, sino tambi�n por la forma
del vientre de la embarazada, con aciertos que sobrepasan la media aleatoria
de aciertos a pesar ya que las posibilidades de acertar por casualidad, al
ser dos sexos, est�n siempre dentro de un 50%. Otro papiro en el que se escribe algo sobre
los ni�os y su problem�tica es el Papiro de Carlsberg, fechado entre 1.330 a
1.070 a. C., en el Imperio Nuevo entre las dinast�as XVIII � XX. La realidad es que las fuentes de informaci�n
sobre la pediatr�a en los lejanos tiempos es muy parca en hablar de las
enfermedades infantiles. La patolog�a infantil, no ha sido nunca tratada de
una manera espec�fica, como puedan serlo las afecciones de los adultos, de
las que se conocen muchos detalles y que podemos encontrar en Swnw (I, II
y III) en la biblioteca Virtual Howard
Carter del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto[9], entre otras publicaciones que se citar�n a lo
largo de este trabajo. Una vez que el neonato ha superado las
dificultades inherentes al parto, va a comenzar una lucha por parte de la
madre, o la nodriza en su caso, para lograr sobrevivir a esos primeros a�os
de vida en los que la mortalidad tiene unas cotas muy altas. El primer problema es la lactancia.
�No comas pan
habiendo otro necesitado y tus manos se extiendan a �l. Deja que se explique
el que te acusa falsamente. Duplica el pan que das a tu madre. Ll�vala como
ella te ha llevado. Mucha carga ha tenido en ti. Su seno ha estado en tu boca
durante tres a�os. Aunque sintiera aversi�n por tus excrecencias, nunca te ha
rechazado. Y no te ha dejado en el suelo, luego que te dio a luz tras tus
nueve meses. Ha ofrecido su pecho a tu boca durante tres a�os, con paciencia.
Te ha llevado a la escuela, y mientras te ense�aban a escribir, ella se
sosten�a durante tu ausencia, cada d�a, con el pan y la cerveza de su casa.
Ahora que est�s en la flor de la edad, que has tomado mujer y que est�s bien
establecido en tu casa, dirige los ojos c�mo se te dio a luz, c�mo fuiste
amamantado, como todo fue obra de tu madre. Qu� no tenga ella que
vituperarte, y levantar las manos a Dios, porque �l escuchar�a su clamor�� EL NOMBRE Y LA INFANCIA FELIZ. En las paredes de las casa, buscando una protecci�n
complementaria a otros sistemas de magia, encantamientos, f�rmulas y
talismanes, se sol�a pintar a la madre y el hijo reci�n nacido, lo que quer�a
implicar que ambos pudieran seguir juntos muchos a�os. Los padres buscaban
todos los caminos posibles para lograr tener una prole que les atendiera en
la vejez y se ocuparan de su entierro y repetir cada d�a su nombre para tener
la vida del �m�s all� asegurada en alguna forma. Esta claro que las madres cuidaban de sus hijos con amor y
sacrificio y, tras el nacimiento, se ocupaban, de inmediato de algo tan
importante como su salud: ponerle un nombre. El nombre, el Ren, era de suma
importancia para el reci�n nacido y tambi�n para los adultos. Se supon�a que
el nombre oral o escrito hac�a revivir al nombrado. El nombre es uno de los nueve
elementos esenciales del ser, la f�rmula secreta de su esencia y estructura.
El nombre era de una gran importancia para sobrevivir. Si desaparece el
nombre, no importa si hay momia, cabezas de reposici�n o estatuas en buen
estado no hay otra vida para el representado. Si las estatuas o la momia no
tienen escrito el nombre, es como si no hubiera nada, era como no haber
nacido. Es por ello que los egipcios deseaban tener hijos, pues �stos
recordar�an su nombre, echar�an agua sobre sus tumbas y eso les dar�a vida.
Pero al mismo tiempo los padres se ocupaban que, nada m�s nacer, los hijos
tuvieran un nombre. Para acceder a la vida, despu�s de la muerte, el Ka
necesitaba del cuerpo material y para ello deb�a mantenerse incorrupto,
ten�an que embalsamarlo y que as� consiguiera superar el paso del tiempo.
Pero adem�s deb�a estar presente, inscrito el nombre del personaje, sin el
cual todo lo dem�s no servir�a para nada. La mortalidad infantil era muy elevada. Detr�s de cada nacimiento aparec�an una serie de etapas de enfermedades y afecciones cong�nitas que iban a hacer muy dif�cil la supervivencia.
Para el neonato, cada d�a que pasaba era un gran paso hacia la
supervivencia. Los primeros d�as ten�an una tasa muy alta de muertes. No era
hasta transcurrido el primer mes que la posibilidad de sobrevivir empezaba a
mejorar. La causa de esta morbilidad se encontraba en las enfermedades
infecciosas por razones de la escasa higiene. Hacia el a�o, la curva de
mortalidad era ya de nivel mucho m�s normal. Estaba claro que exist�a una
manifiesta selecci�n natural y los que mor�an en los primeros tiempos eran
los m�s d�biles, los enfermos o con defectos cong�nitos o aquellos que ten�an
claras deformidades f�sicas de alg�n tipo. Influ�a tambi�n el nivel econ�mico y social del entorno familiar. Los cementerios de ni�os han ofrecido pocos datos pues los entierros de los ni�os muy peque�os eran poco ortodoxos, dependiendo del tiempo de supervivencia, si la madre sobrevivi� o no al parto, etc�tera. Como ya hemos dicho, los nacidos muertos o que lo hac�an casi de inmediato, eran abandonados sin enterrar pues, ni siquiera ten�an nombre. Si sobreviv�an por un tiempo, de forma que hab�an existido unas relaciones familiares suficientes para cogerles cari�o, los ni�os a ser enterrados iban preparados como los adultos, cuidadosamente momificados si eran pudientes o envueltos en lienzos o esterillas de hoja de palma en los menos acomodados.
FAMILIAS NUMEROSAS. A pesar de la gran mortalidad, las familias egipcias eran muy
numerosas. La media de ni�os era de 8 ni�os paridos, de los que pod�an morir
1 a 3 a lo largo del 1� a�o y la pubertad. Esto dejaba una prole final por
familia de entre 4 y 6 cr�os. Era precisamente esa alta mortalidad lo que
hac�a que las mujeres estuvieran pariendo continuamente a lo largo de su vida
f�rtil. El nombre del ni�o lo eleg�a preferiblemente la madre y mucho menos
interven�a el padre. Lo m�s habitual era el elegirlos, acord�ndolo entre
ambos[13]. Una tendencia en el nombre era usarlo muy
corto, como Ti, Abi, Tui, etc�tera. En otras ocasiones era una frase
completa, como: Dyed-Ptah-iuf-Anj, cuya traducci�n ser�a: �Ptah dice que
vivir�, lo que indica el miedo que los padres ten�an a las muy f�ciles
muertes de sus hijos. La gran tendencia era poner a sus hijos bajo la
advocaci�n de un dios: como Hori, que era algo como �ahijado del dios Hor�.[14] Los nombres usados eran muy l�ricos, fruto del momento y la moda.
Era muy frecuente poner el nombre de dioses o del rey, o bien de reyes
pasados e incluso de los presentes. As� se conocen nombres como: �Bienvenido seas� �Es lo que yo quer�a� �La ni�a bonita est� con nosotros� �Thot es poderoso� �Ra es amoroso� �Snefru es bueno� �Larga vida a Kefr�n�. �Que Am�n te proteja�
Al nombre puesto por la madre, se le sol�a a�adir un diminutivo de
m�s uso cuando se llegaba a ser de m�s edad. El nombre de las personas es un
componente importante del Ka de ese individuo. Al igual que pensar en una
persona desaparecida es, en cierto modo, una manera de hacerla revivir, al
menos durante ese espacio de tiempo que dura el pensamiento, el nombre del
individuo tiene una importante funci�n de lograr un retorno a la vida. El
nombre existe pues como una segunda creaci�n del individuo: nombrar a una
persona es hacer que exista despu�s de la desaparici�n f�sica de su cuerpo;
aqu� podemos encontrar la raz�n de las numerosas escrituras del nombre del
difunto tanto en su tumba, en las estelas y en su templo funerario. En Egipto exist�an dos nombres:����������������������������������������������������������������������������������� a.- Peque�o nombre: era
el de uso com�n y, por tanto, conocido. b.- Gran nombre: era
reservado y oculto. Los nombres egipcios eran significativos y se pod�an usar tanto
para hombres como para mujeres. En ellos encontramos que la terminaci�n va a
indicar el sexo del portador en muchas ocasiones. As�: b.- Femeninos � Terminan en T.� � Sat-Am�n � Hija de Am�n.
LA ALIMENTACI�N DEL NI�O. Este aspecto era fundamental para su supervivencia. Pod�a ser una
lactancia materna o la del ama de leche {nodrizas de pago} en el caso de
muerte de la madre o que esta fuera de la alta sociedad o, sencillamente, que
no tuviera leche. La preocupaci�n fundamental de la madre, la Nebet Per, el ama
de la casa, era tener una leche buena y abundante. Los m�dicos �opinaban�
sobre la leche oli�ndola. Si no era buena se recurr�a a la magia, a
determinados cambios en la alimentaci�n de la madre y otros extremos no
siempre excesivamente l�gicos en la actualidad aunque, evidentemente, s� lo
eran en aquellos momentos. A los ni�os se les amamantaba durante 3 a�os por varias razones:
�
Era buena Si ol�a a man�[15] seco (buen olor) �
Era mala� �Si ol�a a pescado malo (hedor)
1.- Alimentar al ni�o. 2.- Aumentar la
fertilidad de otras posibles madres. 3.- Curar las quemaduras. 4.- El tratamiento de
enfermedades de los ojos. ����������� 5.- Tratar de cortar las
diarreas infantiles. ����������� 6.- Curar los
resfriados, neumon�as, bronquitis, tos, etc�tera, del neonato.
Esta leche era guardada con fines farmacol�gicos y se la empleaba
como potente medicamento. Pero su uso siempre iba acompa�ado de ensalmos, talismanes
y magia para reforzar ese poder intr�nseco del producto l�cteo. Hab�a una
serie de ideas, de usos com�n pero popular, en las que la frontera entre la
magia y la farmacolog�a estaban claramente diferenciadas. Es el caso
siguiente: si una madre con un hijo enfermo, se com�a una rata y pelaba bien
los huesos y �stos se guardaban en una bolsa que se colgaba del cuello del
ni�o, el lactante se supon�a que mejorar�a mucho de las posibles afecciones
que sufriera. LA IMPORTANCIA DE LAS NODRIZAS. Para las familias de alta cuna y los adinerados, se empleaban
nodrizas que hab�an tenido un hijo var�n que, para que la madre verdadera no
diera el pecho, se ocupaban de alimentar al ni�o. Como exist�a una alta tasa
de mortalidad femenina en el parto (madres muy j�venes y otras dificultades
m�dicas y f�sicas de las mujeres) el puesto de nodriza (sobre todo en
familias de muy alto nivel) estaba muy bien pagado y solicitado. Dicho puesto
lo ocupaban mujeres de todas clases sociales que, en ocasiones ten�an varios
ni�os, los �hermanos de leche� que con el tiempo llegar�an a una intensa
amistad. Las nodrizas reales eran muy apreciadas y en una gran cantidad de
ocasiones acababan cas�ndose con personajes importantes de la corte. Hay un
caso excepcional en la historia, el que un rey que eligi� a la hija de su
criada y nodriza como primera esposa, como es el caso del rey Tutmosis III[17]. A las nodrizas reales, las que hab�an
amamantado al rey de ni�o, se les rend�an honores casi divinos cuando mor�an. La nodriza firmaba un contrato legal en el que quedaban
especificadas una serie de condicionamientos de gran importancia: 1.- Fijaci�n del
estipendio. 2.- Establecimiento de la
duraci�n del trabajo. 3.- La nodriza no pod�a,
durante la lactancia, tener contactos sexuales para evitar
embarazos y que as� se acabara la lactancia antes de tiempo. � A�n as�, exist�a una alta mortalidad infantil y las terap�uticas
eran escasas o ineficaces. El uso de amuletos protectores para el ni�o era lo
habitual, as� como la magia y otros recursos exot�ricos que seg�n el
resultado final eran o no eficaces. Un caso especial de cuidados muy especiales, no de
nodriza, es el de la princesa Neferu Ra, hija de la reina Hatshepsut, por
parte de su preceptor y posible padre, Sen-en-Mut.[18][19] Los ni�os eran amamantados sin recato por parte de la
madre y se daba el pecho en cualquier lugar y momento si el ni�o lo
solicitaba., La lactancia era larga, m�s que en otros pa�ses de la �poca, al
menos se daba el pecho durante 3 a�os. Al terminar la lactancia hab�a un
nuevo pico de mortalidad durante 1 a�o [entre los 3 y los 4] hasta que el
ni�o se adaptaba a los alimentos s�lidos, problema que generalmente se deb�a
a infecciones intestinales. Cuando el ni�o empezaba a andar, sobre el a�o m�s o
menos, dejaba de ser una carga para su madre. Que comieran y vestirlos no era
muy problem�tico y se pod�an ocupar de ellos las hermanas mayores. Con el
clima egipcio iban desnudos durante a�os. Las ni�as ya mayores, en �poca
tard�a, se empiezan a poner la t�nica de mujer. OTROS ASPECTOS. Los egipcios amaban a los ni�os. En un relato de un naufragio le indica una buena serpiente a un n�ufrago �T� llegar�s a tu pa�s y llenar�s tu regazo de ni�os y gozar�s de una vida mejor en el seno de tu familia�[20], Los ni�os eran en su infancia, muy econ�micos para sus padres.
El trabajo es habitual en los ni�os al llegar a cierta edad. Las ni�as se ocupan de sus hermanos m�s peque�os y otras labores de la casa en una preparaci�n para el matrimonio que les va a llegar en poco tiempo.
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[6]Cuenca-Estrella, M. y Barba, R. La medicina en el Antiguo Egipto. Editorial Aldebarán. Madrid, 2.000. Pág. 36 a 39.
[7]Ibídem. Pág. 39.40 y 169
[8]Ibídem, Pág.38.
[9]Velasco Montes, Dr. José Ignacio. Los Swnw (I, II y III). Marbella. 2.005.
[10Juaneda Magdalena, Manuel.- La lactancia. Necesidad humana y divina.- Amigos de la Egiptología. Sección de Medicina.
[11]Piñero, E. J. Literatura y oficio literario em el Antiguo Egipto. Editorial Kier, S. A. Buenos Aires. 1.973. Pág. 100 a 102.
[12]Cuenca-Estrella, M. y Barba, R. Op. cit., 2.000. Pág. 146.
[13]Strouhal, Eugen. La vida en el Antiguo Egipto. Ediciones Folio. Barcelona, 1.994. Pág. 21 a 30.
[15]Moliner, María. Diccionario de uso del español. Tomo II.- 2ª Edición. Madrid. 2.002. Pág. 252.
[16]Strouhal, Eugen Op. cit. 1.994. Pág. 24.
[17]Strouhal, Eugen Op. cit. 1.994. Pág. 23.
[18]Bedman, Teresa. Reinas de Egipto. El secreto del poder. Editorial Oberon. Madrid, 2.003. Pág: 102.
[19]Bedman, Teresa y Martín Valentín, F. Sen-en-Mut. El hombre que pudo ser rey de Egipto. Editorial Oberon. Madrid, 2.004. Pág: 190.
[20]Montet, Pierre. Op. cit. 1959. Pág.66.
[21]Montet, Pierre. Op. cit. 1959. Pág. 67.
[22]Jacq, Christian. Las egipcias. Editorial Planeta.- Barcelona, 2.000. Pág: 233.
[23]Reeves, Nicholas. El antiguo Egipto. Los grandes descubrimientos. Editorial Crítica. Barcelona 2.002. Pág. 19.
[25]Silverman, David P.- El Antiguo Egipto. Editorial Blume. Barcelona. 2.004. Pág: 91.