La
droga en el Antiguo Egipto
CASAL ARETXABALETA, B del
- VERTIDO DE LÍQUIDOS.
Revisemos ahora las
escenas de vertido de líquido en manos y copas de los celebrantes. Es
frecuente encontrar estos cuadros en las tumbas del final de la dinastía
XVIII, donde siempre aparece un/a sirviente con un pequeño recipiente en
las manos escanciando líquido sobre la copa o las manos de algún
celebrante.
Las explicaciones más
comunes que se encuentran en los textos especializados nos hablan de agua,
cerveza, vino o perfume, y cualquiera de las cuatro versiones se ha
aceptado como buena, pero analicemos las posibilidades.
- Agua para abluciones
que, teniendo en cuenta tamaño de los recipientes, no daba para mucho
aseo.
- Bebidas alcohólicas. Es
sabido que las ánforas destinadas a contener cerveza y vino siempre fueron
voluminosas.
- Perfumes. La poca
capacidad de los frascos, siempre idénticos en forma y tamaño, indica que
su contenido podía ser costoso, en este caso estaría el perfume.
Pero, ya que el
estupefaciente se puede administrar en forma líquida, es posible pensar
que se escanciara desde pequeños recipientes, puesto que su peligrosidad
exigía moderación en el uso; como puede ser el acaso de una invitada al
ágape de Nebamon (TT nº 90, registro inferior de la pieza nº 37986,
conservada en el British Museum) que rechaza el cuenco ofrecido por una
sirvienta, que lleva en la otra mano un pequeño frasco y una servilleta .
La pintura de la tumba de Djehuti/Dejhutiemhab (TT nº 45) recoge
la escena, menos frecuente, de una sirvienta derramando líquido
en las manos que una dama se acerca a la boca.
Este mismo cuadro se repite con más detalle en el cuarterón
superior izquierdo, del panel exterior derecho, de la decoración
del cofre de oro del tesoro de Tutankhamon (pieza nº 108. Museo
de El Cairo) . En ella, el rey, sentado en una silla, sujeta el
característico frasco del que cae un chorro sobre una mano
extendida de su esposa, de donde ella bebe directamente.
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F. X
Tumba de Djehuti/Dejhutiemhab.
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El texto que acompaña a la pareja deja claro que no se trata de una escena
doméstica, sino de alto contenido religioso y transcendente para el que
estaba indicada la ingesta ritual de la droga. Por otra parte, es
imposible creer que Ankhesenamon bebiera un perfume grasiento.
En éste, como en todos los
casos de vertido de líquido, los recipientes tienen forma de ampolla,
idéntica a la pieza cerámica de 26,9 cm de altura (nº 59.2. Brooklyn
Museum)
y varias más conservadas en el Museo de
El Cairo, en cuya decoración se incluyó la baya mandrágora; puede que
simbolizando el contenido al que estaban dedicadas el jugo de mandrágora.
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MASAJES O TOQUES CORPORALES.
Veamos una curiosa escena recogida en la tumba de Rekhmire
una señora recibe en el torso una unción practicada por una criada, con el
bálsamo que otra porta en un recipiente. Curiosamente, la dama no lleva
cono ni diadema en la cabeza, ni tampoco aparece
en la escena el frasco en forma de ampolla, por lo
que se deduce que estamos ante un hecho diferente a los revisados con
anterioridad.
F. XI
Tumba de Rekhmire.
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En relación con él, y volviendo a las escenas representadas en algunos
objetos del tesoro de Tutankhamon, en el respaldo del trono de oro (nº
91 del inventario de Carter) se recoge otro acto de unción
delicadamente, como en una tierna caricia, la reina Ankhesenamon
aplica “algo” sobre el collar de su marido. Como vamos a ver más
adelante, hay razones para creer que el contenido de la copa que la
reina lleva en la otra mano es otra droga untuosa destinada a dar por
concluido el trance místico. |
El análisis del conjunto
permite ver tres collares el del rey, el de la reina y un tercero
depositado sobre un velador. Empecemos por revisar los componentes
narcóticos que, en forma de bayas, están presentes en la escena. En primer
lugar los collares, comenzando desde la banda mas próxima al cuello.
- Collar del rey, 4ª banda
dulcamara, lugar exacto en el que su esposa aplica el ungüento.
- Collar del velador, 4ª
banda, dulcamara.
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Remate del colgante del
cinturón del rey
dulcamara.
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Dos grandes ramos enmarcando a la pareja
pétalos de adormidera.
También se representaron
bayas de dulcamara en los rosetones y la cenefa que decoran la carlinga de
un carro de Tutankhamon (pieza nº 120 del catálogo de la tumba. Museo de
El Cairo) y en dos pendientes del mismo rey, cuatro bayas por cada pieza,
donde se alternan con las cobras que forman el remate inferior (Museo de
El Cairo, nº de inventario 61961 A y B).
El estímulo cardíaco y el
efecto diurético que el jugo de sus bayas produce en el ser humano pudo
estar destinado a activar una rápida oxigenación del cerebro, ayudando en
la recuperación del letargo ocasionado por la mandrágora. Su
representación en el respaldo del trono puede estar en relación con las
responsabilidades gubernamentales que teóricamente ejerció el monarca,
sugiriendo que, cuando actuaba como rey, sus sentidos estaban en
condiciones idóneas. Para justificar la presencia de bayas de dulcamara en
la cenefa del carro sirve el mismo razonamiento.
Hasta aquí, se ha considerado la evolución que tuvo el uso de la
mandrágora y, por último, su asociación con la dulcamara durante el
Imperio Nuevo (1550-1070) en el Egipto Faraónico; pero, por seguir el
paso a la solanácea se han dejado al margen otros aspectos muy
importantes relacionados con el uso de otras substancias, enteógenas o
simplemente modificadoras del estado normal de la consciencia, que
tuvieron a su disposición los antiguos egipcios y cuya revisión, algo
ampliada, es importante hacer antes de cerrar esta investigación. |
F. XII
Baya de dulcamara.
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BEBIDAS ALCOHÓLICAS
En Egipto, el vino y la
cerveza se elaboraron desde el Imperio Antiguo mediante procedimientos
sencillos recogidos en pinturas, relieves y estatuillas a partir de la
dinastía IV (2575-2465 a. C.).
Es sabido que el abuso del
alcohol incide en la conducta humana aminorando los reflejos, la
vigilancia y el equilibrio, propiciando conductas aberrantes y violentas,
para convertirse con el tiempo en una dependencia que puede conducir hasta
el coma etílico e incluso a la muerte. El alcohol es una droga depresora
de la actividad cerebral, y está englobado dentro del grupo de drogas
duras como la mandrágora y el opio.
Menos conocida es su
utilidad para disolver los alcaloides contenidos en las raíces secas de
las solanáceas, que aún deshidratadas siguen conservando todas sus
propiedades narcóticas, y que el tanino que se encuentra en el vino tinto,
bebida predilecta de los antiguos egipcios, si hacemos caso de la
abundante iconografía, contrarresta el envenenamiento causado por la la
intoxicación de mandrágora.
EL
LOTO
El
loto blanco, Nymphaea lotus o Nymphaea alba, y el
loto azul, Nymphaea caerulea,
son dos variedades de flores que vemos repetidas hasta la saciedad en las
paredes de los monumentos de todas las etapas históricas de la
civilización del Antiguo Egipto. Estas plantas, lejos de ser
exclusivamente decorativas, en parte, son alimenticias y también tienen
reconocidas propiedades afrodisiacas.
Algo menos difundido es el
conocimiento de que sus rizomas poseen unos alcaloides considerados como “poderosos
agentes alucinógenos apomorfina, nuciferina y nornuciferina, aislados de
los rizomas de Nymphaea ampla...” (SCHULTES y HOFMANN (1993) 73). Y
que, "parecen actuar como sedantes nerviosos debido a la acción de
alcaloides como la ninfeína y otros similares. En algunos lugares de
Francia se han empleado los órganos subterráneos de la Nymphaea alba para
preparar una clase de cerveza; (en la misma variedad botánica) ...se
han encontrado compuestos similares a la apomorfina, que, en dosis
mayores puede producir efectos psicóticos”. (GUÍA INCAFO (1991) 242).
Y para terminar con las
peculiaridades del loto, queda por decir que, en el Antiguo Egipto, la
variedad “Nymphaea nelumba era utilizada como una droga en la medicina
popular” (BIBÉ, (B.A.E.D.E. (1994) 165). En Grecia y Roma se conocían
sus efectos narcóticos y medicinales, como lo demuestra Dioscórides
diciendo “el jugo de las
hojas aplicado a la frente y las sienes, provoca sueño”,
una práctica idéntica a la propuesta
anteriormente para la explicación del uso del cono funerario. Pero sigamos
con Dioscórides “La raíz se arranca en otoño y se seca colgada. Molida
y mezclada con vino quita la disentería” (DIOSCÓRIDES Cap. CVLII), que
bien puede ser el efecto cólico producido por la intoxicación de
solanáceas.
Por tanto, de la
iconografía egipcia puede deducirse que el loto no sólo fue representado
como una inocente flor cuyo perfume se aspiraba durante los funerales o
escenas llamadas de jardín o harén. Mediante el mensaje que nos llega a
través de las imágenes, se puede repetir la lectura hecha anteriormente
con la baya de mandrágora la alusión, simbolizada en su forma más bella, a
la droga tranquilizante y de efecto alucinógeno que contienen las
ninfeáceas.
A través del conocimiento
de sus poderes narcóticos, en el loto, asociado al alcohol, puede
descubrirse el primer indicio del empleo de substancias estupefacientes en
los funerales del Antiguo Egipto.
LECHUGA
Lactuca,
representada con su gruesa
raíz, parda y bien visible en todos los casos, junto al loto, la cerveza,
y el vino, es una característica iconográfica plasmada en las tumbas,
también, desde las primeras dinastías y, como veremos a continuación,
tampoco ella es sólo el alimento que a simple vista puede parecer, dado
que sus cualidades posibilitan que se usara como narcótico desde el
principio de la cultura egipcia.
Se dice que, en los
primeros siglos del Cristianismo, los anacoretas de la Tebaida usaban la
lechuga para controlar el demonio de la carne. En el mismo sentido, San
Isidoro de Sevilla (570-636 d. C.) recoge en sus Etimologías (Cap. XVII -
10, 11) que la planta debe el nombre “a la abundancia de su leche (lact,
lactis)”, que “aumentaba
la leche de las madres que estaban amamantando”
y también coincide en que “en los hombres, disminuye sus deseos
eróticos”. Atendiendo a éstos textos, no parece que en la Antigüedad
sus efectos se consideraran precisamente afrodisíacos como intentan
hacernos creer algunos especialistas en Egiptología.
F. XIII
Lechuga de una mesa de ofrendas.
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Cuando ha florecido , el jugo de la raíz
de la lechuga dulce (L. sativa), es un sedante suave y se
conoce como tridacio. En caso similar está el producido por la lechuga
silvestre (L. virosa), llamado lactucario, un calmante
mucho más activo que, según el botánico Von den Burg, alumno de Linneo,
es un jugo venenoso y soporífero, siendo más abundante en los
ejemplares procedentes de las regiones meridionales. |
Mediante incisiones en su
raíz fresca, la lechuga silvestre libera una masa gomosa y oscura con
propiedades similares a las del opio. De ahí su denominación como “opio
de la lechuga, un sedante que por sus efectos no euforizantes, se
aproxima más a los barbitúricos, cosa que lo diferencia del opio, que si
lo es...” y “... no crea dependencia” (GUÍA INCAFO (1991)
1023).
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