EL VALLE DE LAS REINAS: Ta Set Neferu |
Por Teresa Bedman. |
Conferencia
impartida en el Museo de Antropología. México, 1998. Correo: [email protected] |
Ta
Set Neferu, o
la Sede o el lugar de la belleza,
fue el nombre que recibió la necrópolis donde fueron enterradas las
reinas y los príncipes durante las dinastías XIX y XX. Aunque si bien
es cierto que se han localizado las tumbas de la princesa Ahmés[1],
de príncipe también llamado Ahmés[2]
y de un salto funcionario llamado Amen-Hotep que fue Visir durante el
reinado de Tutmosis I, entre otras, todas ellas datadas en la dinastía
XVIII. El Ta Set Neferu o
Valle de la Reinas y que en la actualidad recibe el nombre árabe de
Biban el-Harin, se encuentra situado al suroeste del Valle de los Reyes.
El Valle de los Reyes
estuvo consagrado a la diosa Merseget, la
que ama el silencio. Pues bien, del mismo, Ta Set Neferu estuvo
consagrada a otra diosa a la diosa Hat-Hor. El jesuita Sicard,
como ya recordarán fue el primero que identifica la actual ciudad de
Luxor con la antigua Tebas, pero no da importancia a los monumentos que
se encontraba en la otra orilla. La primera vez que se visita el Valle
de las Reinas y se descubre
como tal fue en 1816, cuando
Belzoni localiza la primera de las tumbas reales, se trataba de la
tumba de la reina Tyti QV 52, que había sido saqueada en la antigüedad.
Al no encontrar objetos de valor, Belzoni decide no seguir profundizando
en el valle pues piensa que carecía de interés. El primer estudio
profundo del Ta Set Neferu se debe a los viajeros y anticuarios Roberto
Hay y Linplum durante 1826 que realizan una serie de apuntes sobre las
tumbas que localizaron en el valle. Como por aquel entonces aún no se
habían descifrado la lengua jeroglífica se dedican realizar una copia
fidedigna de los cartuchos y de todos los textos que localizan. La copia
de estos manuscritos en la actualidad se encuentran en la biblioteca del
Museo Británico de Londres. En 1828 uno de los
grandes precursores de la egiptología moderna, el inglés John Gardner
Wilkinson recorre el valle descubriendo 24 tumbas. Por
aquel entones el valle comienza a mostrar cierto interés para los egiptólogos
y en 1829 se envía la primera expedición científica, la franco-toscana,
al frente de Champollion y Rosellini, que descubrirán e identificarán
las tumbas que ya habían sido descubiertas por los anteriores así
tenemos las tumbas de : Sat-Ra, Isis, Tyti, Nebet-Tauy, Merit-Amón,
Bentanta. Entre los años
1842-1845, recorre el Valle de las Reinas lo que se ha venido a llamar
“la eficacia prusiana”, al frente de la cual estaba el célebre
egiptólogo Carl Richard Lepsius, que durante cuatro años recorrerá el
valle, documentándolo, y recuperando numerosas piezas, muchas de las
cuales terminarían siendo la base del comienzo del futuro Museo de Berlín.
Lepsius, inicia la exploraciones en el valle a finales de noviembre de
1844, haciendo un nuevo inventario de todas ellas. Lepsius localizaría
la tumba QV 80 que ya había sido marcada por Hay y Wilkinson, pero
curiosamente ignorada por Campolión y Rosellini. La QV 80 correspondía
a la reina Mut-Tuya, esposa del Sethi I y por lo tanto, madre del
afamado Ramsés II. Entre los años
1853-1857 otro prusiano se hace cargo de los trabajos que se estaban
realizando en el Valle: Heinrich Brugsch, que realiza importantes
descubrimientos, pero quizás el más importante es que fue el primero
en explorar la gruta que se encontraba en la montaña en cuyas laderas
se encuentra el Valle de las Reinas. Así llegamos a
principios de este siglo. A partir de 1903 se hace cargo de los trabajos
a realizar en el Valle de las reinas, la Misión Arqueológica Italiana,
al frente de Ernesto Schiaparelli, que era el Director del Museo Egipcio
de Turín. La Misión Arqueológica
Italia fue la primera de todas las que habían pasado por allí que
realizó una excavación sistemática en el Valle, y esto fue debido a
que Schiaparelli contó, durante cinco años, con un magnífico
colaborador como fue Francesco Ballerini, que aplicó el rigor sistemático
propio de la escuela oriental germana cuyo modelo seguía. Los primeros
años de campaña de la Misión Italiana fueron duros, pues carecían de
medios, vivían en tiendas de campaña…. En esta primera campaña descubren la tumba de la reina Sat-Ra, QV 38,
esposa de Ramsés I y por lo tanto madre de Sethy I, la tumba QV 30, que
es anónima y las tumbas más importante, la QV
43 y 44, nada menos que la tumba de Ja-em-Uaset, y la de
Seth-her-jepesef, hijos de Ramsés III, Fueron localizadas con sus sarcófagos
y con un extraordinario mobiliario funerario. Estamos ya en 1904.
Durante la segunda campaña descubren la tumba QV 55 perteneciente al
hijo real Amon-her-jepesef, hijo también Ramsés III. Pero la sorpresa
salta en esta segunda campaña, cuando descubren la tumba de la Gran Esposa Real, Señora de las Dos Tierras, Nefertary
Merit-en-Mut. La joya del Valle de las Reinas. Los años siguientes
y aún en la actualidad se sigue trabando en este valle y aún nos tiene
que deparar muchas sorpresas. En las pocas
diapositivas que hemos ido viendo y para aquellos que conozcan en
persona el Valle de las reinas, se habrán hecho la misma pregunta que
me formulé yo la primera vez que visité el Valle y la misma que se
hicieron otros antes yo. ¿Por que las pinturas que cubren las paredes
de este valle se encuentran tan deterioradas? ¿Por qué
el visir del faraón aconsejaría a este que sus amada esposa y
sus hijos fuesen depositados en este valle de caliza tan pobre? En el
valle se han encontrado numerosas tumbas pero muchas de ellas fueron
abandonadas al comienzo de su excavación por problema de derrumbes ya
que el terreno, de caliza muy frágil no era apto para este tipo de
perforaciones. Además de este problema asistía otro, y era que con
relativa frecuencia caian trombas de agua que corrían por el valle
arrasándolo todo. Pero a
pesar de esto, muchas fueron construidos y algunas con mejor suerte han
llegado hasta nosotros. Bien, sin duda, la
respuesta del porqué se construyeron en este lugar las necrópolis de
las reinas así como las de sus hijos, debamos encontrarla en la propia
consagración del lugar a la diosa Hat-Hor. El primer peligro que
tuvieron que sortear los arquitectos del rey fue el de los aguaceros. En
dirección al oeste construyeron una especie de dique-presa que en la
actualidad se encuentra derrumbado. Subiendo por él se llega al fondo
del Valle, frente a la fachada de la gruta, perforada por una alta y
estrecha abertura, quedan restos de una presa más pequeña Sobre este tema la
Dra. Cristiane Desroches-Noblecourt ha investigado durante los últimos
años y descubrió que tras esta presa mas elevada se encuentra un
tercer muro formado por bloques que dan al interior de la majestuosa
gruta y que recoge el agua de la lluvia y que al rebosar forma una magnífica
cascada. Sin duda los antiguos
sacerdotes vieron en este fenómeno natural una predestinación que
encarnaba a la propia diosa Hat-Hor que pasaba de ser la muerte temida a
ser el amor deseado. Ella acogía a los difuntos y los enlazaba
irresistiblemente en el seno de sus entrañas para devolverlos haciéndolos
nacer de nuevo para la vida eterna. Cuando el agua de la
tormentas desembocaba por la cascada y corría con su máximo caudal
hasta el dique construido en la parte mas baja, podían reconocer en
ella las aguas del renacimiento que escapaban del seno de la gran diosa,
en el momento del parto celeste. Este inmenso juego de
la naturaleza, que según pensaban y creían los antiguos egipcios, una
mano divina había modelado, debió representar un papel de
extraordinaria importancia en toda la zona. Las riadas
benefactoras debidas a la diosa Hat-Hor, que se producían en la zona
eran conocidas ya desde la antigüedad, pues se sabe que el arquitecto
de Amen-Hotep III, el gran Amen-Hotep hijo de Hapu, hizo construir el templo de Millones de Años de su señor en
un eje perfecto que conduce directamente hacia la gruta del Valle de las
reinas. Pero volviendo de
nuevo al Valle, si nos adentramos en la gruta, esta forma una especie de
abrigo donde fueron localizadas numerosos grafitis que se remontan hasta
el periodo predinástico. Esta gruta en algún momento del año debía
recibir visitas a decir por la cantidad de pintadas e inscripciones que
han sido localizadas. Estas pinturas, según los expertos, quieren ver
en ellas una especie de ex-votos dejados allí por los peregrinos. Todas
las inscripciones hacen referencia a lluvias torrenciales o al “agua
del cielo” como lo llamaban los antiguos egipcios: ·
“En
el años 62 de Ramsés II” ·
En
el años 4 de Mineptah, vigesimoséptimo
día del cuarto mes de la estación shenu”. ·
Año
2 del reinado de Ramsés III, vigesimocuarto día de la estación de
shenu” La Misión Arqueológica
Francesa al frente de la Dra. Cristiane Desroches Noblecour, continuó
con sus investigaciones e hizo una serie de prospecciones en la gruta.
Después sacar mas de un metro de tierra y cascotes sin encontrar nada
la Dra. Desroches estaba convencida que gruta había sido realizada por
la mano del hombre. Al quitar unas rocas que con toda seguridad se habían
desprendido de la montaña localizaron tres cuerpos que habían sido
sepultados por un antiguo alud de piedras. Cerca de los cuerpos fueron
localizadas unas vasos de barro que fueron datados en la dinastía XIX,
por lo tanto el accidente ocurrió durante este periodo. Cuando la Misión
Francesa llegó al fondo de la cuenca, la gruta en total tiene
aproximadamente unos 25 metros, comprobaron que las paredes de la gruta
presentaba un color rojizo, y que en tres niveles superpuestos
comenzaron aparecer mezclados con barro numerosos fragmentos de vasijas
de color ocre rojo. Las vasijas presentaban una “rotura ritual”.
Junto con estos vestigios de alfarería aparecieron restos de pezuñas
de asnos, huesos de cerdo, huesos de pata de ternera, cornamentas de un
tipo de cérvido, cáscaras de huevos de avestruz. La Dra. Desroches-Noblecour,
sostiene que este lugar era una santuario, y estos eran los restos de
las ofrendas realizadas para evitar accidentes durante el embarazo. Según su teoría
este lugar representa el regazo de la madre divina Hat-Hor. Pero hay más. Se
sabe que el niño real, desde el comienzo de la historia de Egipto
estaba identificado, con varios aspectos de contexto animal y vegetal.
Así por ejemplo se le identifica como “el joven ternero”[3],
o como un niño saliendo de una flor de nenúfar. En casi todas las
publicaciones en lugar de nenúfar encontramos loto, pero esta planta
acuática de origen indú, no será introducida en Egipto hasta época
greco-romana. Según la teoría de
la Dra. Desroches Noblecour, uno de los nombre del nenúfar en es nefer
y por lo tanto el plural de esta palabra sería neferu.
Ella sostiene que Ta Set Neferu
habría que traducirlo por la “ sede o el lugar de los nenúfares”.
Pues la gruta representaría el renacimiento místico de los difuntos.
Para fundamentar su teoría ella sostiene que tanto en las ceremonias
reales como en las privadas siempre encontramos estas dos iconografía
juntas, las flores de nenúfares y la vaca sagrada representando a la
diosa Hat-Hor. En cuanto a la representación de esta flores en todo
tipo de ceremonia yo les recomiendo que se lean el libro de La
droga en el Antiguo Egipto de Dña. Begoña del Casal, que también
nos da una interpretación sobre el porqué estas flores en ciertas
ceremonias. Bien, siguiendo con
la teoría de la egiptóloga
francesa, dice que casualmente localizó una estela que se encuentra en
el Museo Britanico y que había sido dedicada a la diosa Hat-Hor por un
escriba llamado Jen-jer-jop-sef, el texto de la estela es curiosa y dice
lo siguiente:
“¡Oh Hat-hor… fuí traido al mundo en tu pórtico, que
introduce al templo de Dyeser-Dyeseru (Templo de Hatshepsut), al lado de
la Menset (templo cercano de Ahmes Nefertary divinizada), Comí panes de
ofrendas al lado de los nobles difuntos. Deambulé en el Set Neferu. Pasé
la noche delante de la gruta. Bebí agua. Quebré en trozos las vasijas
en el agua del portico de la Menet (gruta). Sumergí en el agua juncos y
nenúfares, para tí….” Así pués el nombre
que recibió la gruta era Menet y parece ser que se hacía algún tipo
de ritual cuando como
denominaban los egipcios caía el Agua del cielo. La misión francesa
mientras hacia este tipo de descubrimientos fue levantando los muros de
lo que en la antigüedad había sido las pesas donde se suponía que se
retenía el agua y en donde cientos de peregrinos se acercaban
en alguna fecha señalada, para tomar o llevarse este agua que
para los antiguos egipcios debía ser bendita. Pero por fin
como Egipto siempre termina pagando a quienes creemos en él, el 31 de
diciembre de 1990, una lluvia torrencial como hacía décadas que no se
veía, cayó sobre Tebas. Al día siguiente todos los integrantes de la
misión francesa corrieron a las presas a ver lo que había sucedido y
vieron con sorpresa que el agua se había quedado estancada en las
diferentes presas y que iba saltando y cayendo en cascada como debieron
verlo los antiguos sacerdotes que consagraron la montaña y el valle a
la diosa Hat-Hor. Las tumbas del Valle
de las Reinas: TUMBA
DE SAT-RA, QV 38. Esposa de Ramsés I.
Dinastía XVIII. Lleva los títulos de
Esposa Real; Gran Madre del Rey; Señora de las Dos Tierras; Señora del
Alto y Bajo Egipto. TUMBA
ANÓNIMA, QV 40. Anónima. De
estructura, decoración, temática y color muy semejantes a la de
Nefertary. Lleva los títulos de Hija del Rey; Gran esposa Real; Señora de las Dos
Tierras; Señora del Alto y Bajo Egipto. Nunca fue utilizada. En este valle fueron
enterrados al menos cinco de los hijos de Ramsés III. No está claro
quienes eran estos príncipes, que edad tenían ni de cómo ni cuando
murieron. Lo único que se sabe es que Ramsés III ordenó preparar
estas tumbas en el años 18 de su reinado. Por lo tanto el misterio esta
servido. ¿Tenían alguna enfermedad que preveían sus próximas
muertes?. ¿Por qué los enterraron el en Valle de las Reinas? Ahora se
sabe que los hijos de Ramsés II fueron enterrados o mejor dicho fueron
preparadas sus tumbas en el Valle de los Reyes. ¿Se intentaba recuperar
una antigua tradición que venia de la dinastía XVIII?. No hay
respuesta. Se sabe que el en el templo de Ramsés III en
Medinet Habu, en el segundo patio, hace representar a sus hijos: trece
príncipes y catorce princesas. En relación a los príncipes se conoce
el nombre de diez de ellos, todos ellos llevan el título de
Portaestandarte a la derecha del rey. Pero lo curioso es que estos príncipes
no son los mismos que aparecen en las tumbas. Se sabe tambien, que las
tumbas 42 y 43 son anteriores y que las que corresponden a Jaem. Uaset
y Amón-her-jep-sef, son simultaneas. La tumba de Set-her-jep-sef
nunca contuvo la momia del príncipe pues esté alcanzó la corona de
Egipto y reinó con el nombre de Ramsés VIII. Casi todas las tumbas
tienen una forma muy semejante, son de las llamadas en forma de jeringa,
es decir un corredor rectilíneo. Otra de las características
de estas tumbas es que en la decoración de ellas la figura de los príncipes
siempre va precedida de la de Ramsés III, su padre, que es el verdadero
protagonista de todas las escenas pintadas en sus paredes. Otra de las características
es el color. Excepcional. TUMBA
DE SETH-HER-JEPESEF, QV 43. Hijo de Ramsés III. Dinastía XX. Lleva los títulos de
Hijo del Rey; Hijo del Rey Ramsés III Heka-iun; Hijo del rey, el
primero a su derecha; Hijo primogénito del rey; TUMBA
DE JA-EM-UASET, QV 44. Hijo de Ramsés III Dinastía XX. Lleva los títulos
de: Hijo del rey; TUMBA
DE AMON- HER- JEPESHEF, QV 55. Hijo de Ramsés III. Dinastía XX Lleva los títulos
de: Hijo del rey; Príncipe hereditario; Escriba real; Comandante de
carros; Comandante del carro de la plaza de User-Maat-Ra, Merit-Amón;
Comandante del Jefe de Carros. TUMBA
DE NEBET-TAUY, QV 60. Dinastía XIX. Lleva los títulos de
Hija del Rey; Esposa del Rey; Gran Esposa Real; Señora de las Dos
Tierras; Señora del Alto y Bajo Egipto, TUMBA
DE NEFERTARY MERIT-EN-MUT, QV 66. Esposa del Ramsés
II. Dinastía XIX. Lleva los títulos de
princesa hereditaria, Esposa del Rey; Gran Esposa Real; Señora de las
Dos Tierras; Señora del Alto y Bajo Egipto; Señora de Toda la Tierra;
Esposa del dios. Una empinada escalera
conduce a la primera de las salas de la tumba. Los textos de esta
primera cámara está relacionado con el capítulo 17 del Libro de los
Muertos y nos muestran a Nefertari jugando con el Senet. A continuación
el pájaro Benu, una garza de color ceniza que evoca el alma de Ra, una representación del cuerpo momificado de Nefertary que se
encuentra custodiado por los diosas Isis y Neftis. El
significado de la tumba. Todo el complejo
programa decorativo de la tumba de Nefertary, evoca un viaje ritual del
alma de la difunta descendiendo al mundo subterráneo. Esto es el reino
de Osiris, que está simbolizada en la sala del sarcófago o sala del
oro, a la cual accede Nefertary después de cruzar las puerta de los capítulos
144 y 146 del Libro de los Muertos. Tiene aquí la gestación y el
renacimiento del alma de la reina, que vuelve a la antecámara, se
transfigura y resplandece según el capítulo 17 del Libro de los
Muertos, ilustrado por la decoración mural de esta parte de la tumba.
Finalmente Nefertary aparece en pleno día, asimilada a Ra ascendiendo
en el horizonte oriental del cielo, siguiendo una imagen evocada en el
techo de la puerta de la entrada de la tumba misma. |