UNA TABLILLA DEL FARA�N DJER CON CALENDARIO Federico Lara Peinado La Cronolog�a, como es sabido, constituye una de las columnas vertebrales de la Historia, pero la misma, en el contexto del Mundo Antiguo, presenta serios problemas, dada la escasez de referencias exactas y la especial manera de dataci�n que utilizaron las civilizaciones pret�ritas, en especial las del Pr�ximo Oriente y de Egipto. En el pa�s de los faraones tanto la cronolog�a absoluta (distancia temporal entre hechos) como la relativa (relaci�n temporal de dos o m�s hechos entre s�) son muy dif�ciles de establecer. Las f�rmulas anuales, por su brevedad y por la falta absoluta de referencias cronol�gicas, no contribuyen mucho a fijar la ubicaci�n temporal de los acontecimientos. Las mismas, para las primeras dinast�as, descansan en datos muy centrados en acontecimientos puntuales y de car�cter local. Tampoco las f�rmulas que se establecieron para fechar el reinado de los faraones sirven de mucho, dada la ambig�edad de las mismas y la falta absoluta de fechas de referencia. Los listados de reyes, que los hubo en distintos lugares y que manejar�a en �poca ptolemaica -siglo II a.C.- el sacerdote Manet�n de Sebennytos, no sirven debido a su estado incompleto y al hecho pol�tico de solaparse reinados de reyes, regentes y herederos. Sin embargo, se dotaron muy pronto de un c�mputo temporal, basado en lo que se ha llamado ciclo sot�aco. De acuerdo con el mismo, el a�o egipcio (renep) fue de 365 d�as (herew), dividido en 12 meses (abed) de 30 d�as, c�mputo al que ya antes de la IV dinast�a a�adieron cinco d�as epag�menos (hereyw renpet), conmemorativos desde un punto de vista religioso con los nacimientos de Osiris, Horus, Seth, Isis y Neftis, pero que en realidad sirvieron para adecuar el a�o solar al a�o civil y evitar as� muy evidentes desfases temporales y estacionales. El a�o civil, cuya duraci�n iba de cosecha a cosecha, de acuerdo con la divisi�n de las estaciones agron�micas akhet (inundaci�n), peret (germinaci�n) y shemw (calor), era un cuarto de d�a m�s corto que el solar, por lo cual cada cuatro a�os el calendario civil quedaba desfasado con respecto al astron�mico en un d�a, cada 120 a�os en 30 d�as y cada 1461 a�os solares nada menos que en 365 d�as. Pasado ese tiempo volv�an a coincidir el a�o solar con el a�o civil u oficial ("a�o bald�o" o "a�o vago"). En la pr�ctica, para el egipcio com�n, el ciclo sot�aco no ten�a relevancia, debido a sus desfases y el calendario civil tampoco le inquietaba, dado que incluso, hasta en los templos, los a�os se contabilizaban en per�odos de 360 d�as (11360). El material documental y arqueol�gico que nos ha llegado del Egipto antiguo es numeroso y muy importante, pero analiz�ndolo se puede ver que la visi�n que los egipcios dieron a sus textos en nada se semeja a la Historia, dado que la sucesi�n diacr�nica y el principio de causa-efecto, no se tuvo en cuenta, sino que se limitaron a actualizar el d�a a d�a o los reinados de acuerdo con el orden ritual del cosmos, en el que el concepto Maat (Verdad y Justicia) y la presencia del fara�n era lo m�s significativo. No se esforzaron en crear un tiempo global con proyecci�n diacr�nica, falt�ndoles, pues, una fecha referencia], como tuvieron, por ejemplo, los griegos (la Primera Olimp�ada) o los romanos (la fundaci�n de Roma). Para ellos todo era relativo, si bien asociado a eventos emanados de la figura del monarca y que constituyen el aporte b�sico para el estudio de la cronolog�a. La pobreza referencial se testimonia en el listado de reyes, aparte del siempre complejo problema de la identificaci�n de los personajes reales. Entre los documentos con "listas reales", poseemos la Piedra de Palermo, que recoge datos hasta el reinado de Neferirkara (2.446-2.426 a.C.); la Tabla de Karnak, en donde se incluyeron nombres de 61 reyes hasta la dinast�a XVIII; la Tabla de Abidos, de tiempos ram�sidas, conteniendo otros 76 nombres reales; la Tabla de Saqqara, con 57 nombres; y, sobre todo, el C�non real de Tur�n, de �poca ram�sida (muy da�ado), con los nombres de 90 faraones, iniciados con el hipot�tico rey Menes. Gracias a los mismos y a las listas de Erat�stenes (III a.C.) y de Manet�n se ha podido articular una secuencia din�stica, muy incompleta y nada cient�fica, de personajes, mucho de los cuales tan s�lo constituyen un nombre o parte de su titulatura. Es un hecho comprobado, a partir de la Historiograf�a, que la mayor parte de egipt�logos manejan las referencias cronol�gicas de acuerdo con los autores que ellos consideran autoridad en el campo egiptol�gico y sobre todo sobrevalorando el listado de Manet�n, cuyo original tampoco ha llegado. Como ejemplo, �se ha podido determinar cu�ndo comenz� la primera dinast�a? O mejor cu�ndo se produjo la unificaci�n de Egipto, tradicionalmente escindido en dos pa�ses?. Evidentemente, leyendo los grandes manuales e incluso trabajos especializados no encontramos en absoluto consenso a la hora de determinar una fecha de arranque, ni, por supuesto, el marco temporal en el que vivieron los faraones. Perm�taseme, a t�tulo de an�cdota -muy conocida, por otra parte- recordar aqu� los trabajos de Escal�gero (1.540-1.609), un erudito protestante de los Pa�ses Bajos, quien, manejando un resumen bizantino del precitado Manet�n de Sebennytos, situ� el comienzo de la primera dinast�a en el a�o 5.285 a.C. Esta fecha no dej� de causar asombro en su tiempo, porque en una de sus m�s c�lebres obras, el Thesarus temporum, que por el siglo XVI corr�a de mano en mano, Escal�gero hab�a determinado, de acuerdo con sesudas deducciones extra�das de la Biblia, que el mundo lo hab�a creado Dios en el a�o 3.949 a.C. El propio Escal�gero se hab�a anticipado en 1.336 a�os a su propia fecha para la Creaci�n. Ante aquel desfase hubo que recurrir a "tiempos de anticipaci�n", lo que era absurdo, y a pensar, para corregir su propia cronolog�a, en que algunas dinast�as habr�an reinado al mismo tiempo y en distintos lugares de Egipto. EL CICLO SOTIACO El intervalo entre dos salidas heliacas consecutivas de la estrella Sepedet (Sothis o Sirio, de magnitud estelar -1'46, de tipo espectral AO, perteneciente a la constelaci�n del Canis maior) constitu�a en Egipto el ciclo sot�aco. El hecho de la desaparici�n de la citada estrella por el horizonte, coincidiendo con la salida del Sol, iba aparejado con el comienzo de la crecida del r�o Nilo. Esta singularidad, verificable cada 19 de julio del calendario juliano, en la latitud de Menfis, marcaba el principio del a�o. A�o que constaba de 365'25636 d�as solares, lo que lo aproximaba mucho al a�o tr�pico solar (365'24220 d�as). Tan importante acontecimiento ser�a, sin duda, notificado al pa�s, pues significaba pautas de comportamiento social, y sobre todo, econ�micas. Del mismo nos han llegado algunas referencias. Por ejemplo, los registros del templo de Illahun (papiros de Kahun) recordaron aquel hecho, si bien en un claro desfase con relaci�n al calendario civil. De acuerdo con uno de los papiros, bajo Sesostris IR, de la dinast�a XII, en su a�o s�ptimo se apareci� Sothis, el 16 de Farmuthi, en vez del primero de Thot ("la salida de Sothis ocurrir� el d�a 16 del cuarto mes de la estaci�n de peret"). Esta referencia nos dar�a la fecha +/- del a�o 1.872 a.C. Podr�a fijarse, por lo tanto, el inicio de la dinast�a XII hacia el 2.000 a.C. Un calendario de fiestas religiosas del templo de Elefantina, de �poca di Thusmosis III, de la dinast�a XVIII, tambi�n consign� la salida de 1, mencionada estrella, el d�a 28 del mes Epiphi en lugar del primero de Tha ("el tercer mes de la estaci�n de shemw, el d�a 28, el d�a de la salida d Sothis "). Al no especificarse a�o alguno, tal observaci�n hubo de haber ocurrido entre el 1.490 y el 1.446 a.C. del reinado de tal fara�n. Tambi�n en el reverso del famoso Papiro Ebers se halla incluido un calendario con el registro de la elevaci�n heliaca de Sothis, asimismo con un evidente desfase, pues se se�ala que en el a�o noveno de Amenofis II 1i salida del astro tuvo lugar el d�a 9 del mes Epiphi ("en el tercer mes de la estaci�n de shemw"). De acuerdo con los c�lculos modernos esta fecha si ha fijado en el a�o 1.540 a.C. (otros apuntan entre el 1.550 y el 1.547 a.C. el comienzo de la dinast�a XVIII podr�a fijarse, pues, en torno a tal fecha, s bien hoy se prefiere situarla entre el 1.567 y el 1.552 a.C. Se ignora por qu� los astr�nomos egipcios, que conoc�an el retraso cuatrienal de la elevaci�n sot�aca de Sothis/Sirio y el desfase que significaba calcular la observaci�n en Menfis, Heli�polis o Elefantina, no quisieron corregir su calendario civil y adaptarlo al astron�mico, mucho m�s correcto. De cualquier manera, R. A. Parker, en 1.950, en su magistra obra The Calendars of Ancient Egypt adelant� que en Egipto existieron funcionando a un tiempo tres calendarios: uno civil, un segundo, de tipo lunar natural, y otro tercero, de car�cter lunar paralelo, pero de connotaci�n religiosa. De acuerdo con el escritor romano Censorino se sabe que en el a�o 131 de nuestra Era se produjo la coincidencia del amanecer hel�aco de Sirio con el primer d�a del calendario oficial egipcio. Un sencillo c�lculo permite saber que otra coincidencia hubo de tener lugar 1.461 a�os antes, esto es en el 1.322-1.321 a.C. (principios de la Dinast�a XIX); otra a comienzos de Reino Antiguo (2.783 a.C.), y finalmente otra en el 4.244 a.C. �CU�NDO SE ADOPTO EL CALENDARIO EGIPCIO? La primera fecha antes apuntada, el a�o 1.322-1.321 a.C. (inicio de la hoy, obsoleta Era de Menofres),es demasiado cercana para aceptar que ei aquellos a�os se hubiera adoptado el calendario egipcio, cuya creaci�n hubo de coincidir, l�gicamente, con el principio de un per�odo sot�aco aparte de saberse que para los Textos de las Pir�mides (cap. 965) e calendario ya estaba formado bien entrado el tercer milenio a.C., y tener noticia de otro, recogido en el Papiro Ebers, asociado probablemente dicho calendario a cuestiones m�dicas. No faltan quienes aceptan que en el a�o 4.244 a.C. se habr�a podido ya idear el calendario egipcio, pero tal fecha, en opini�n del matem�tico O. Neugebauer es inaceptable, por hallarse inmersa en tiempos neol�ticos -y por lo tanto predin�sticos-, cuando todav�a las t�cnicas eran muy rudimentarias. No obstante, un petroglifo de Nej�n, de tiempos predin�sticos, descubierto por A. I. Radwan y J. O. Mills, podr�a ser manejado para calibrar un a�o astron�mico. En nuestra opini�n, que tomamos de otros estudiosos, se puede aceptar la fecha del 2.783 a.C. como la m�s probable para la fijaci�n de un calendario egipcio, a pesar de la "compresi�n o recorte cronol�gico" que debe darse a determinadas dinast�as. Debe remarcarse que durante la primera dinast�a muchos acontecimientos anuales se recogieron en la Piedra de Palermo. L�gicamente, si son registros anuales, por deducci�n se puede aseverar que Egipto estaba en posesi�n de un control cronol�gico computable por per�odos. Por otro lado, debemos indicar, que la representaci�n de las estaciones y del calendario fue hecho muy com�n en tumbas y sarc�fagos para asegurarse el difunto con ellos la continuidad de su devenir c�smico, asoci�ndose as�, como han se�alado algunos egipt�logos, al desarrollo eterno de los millones de a�os. Entre otros ejemplares podemos aludir aqu�, brevemente, a las figuraciones de las estaciones de la tumba de Mereruka, en Saqqara, de las dinast�a V; la de dos estaciones en el hipogeo de Pa-Hery en El Kab, de la dinast�a XVIII. El calendario, a veces, se complementaba con ciclos astron�micos, figurados tambi�n en importantes tumbas. B�stenos recordar el cielo astron�mico de la tumba de Senenmut, en Deir el-Bahari, quien fuera arquitecto y favorito de Hatsehpsut; el t |