El color del faraón.
Una de las mayores
colecciones privadas de arte egipcio del mundo llega al Conde Duque.
Nueve mil personas en
solo dos semanas la han contemplado. La exposición Azules egipcios
está dando la campanada. ¿Será el resultado de una atracción fatal
provocada por los ritos mágicos a los que tan dados eran los egipcios y que
envuelven las 200 piezas de esta muestra? ¿O será la ausencia casi total
en la oferta artística madrileña de una cultura que suele llevar aparejado
el éxito del público? esta vez, además, no ha hecho falta el clásico
repertorio de sarcófagos y momias. Quizás lo han querido también los dioses del Nilo: uno de los dos impulsores de la muestra, el Instituto de Estudios del Antiguo Egipto, desarrolla en Tebas la Misión Arqueológica española Proyecto Sen-en-Mut, para sacar a la luz una cámara secreta del templo de Deir el Bahari. El templo donde precisamente el Mayor Myers tuco el privilegio de contemplar cómo se desvendaban las momias de la tumba de Ramsés II. El Mayor Myers llegó en 1882 a El Cairo. Una década después salió convertido en un devoto de su cultura antigua, protestando por la afluencia de un turismo por primera vez masivo a los lugares de interés, y con una colección particular impresionante, superior al millar de piezas. Evidentemente, eran los últimos tiempos del coleccionismo privado a gran escala, pero que le permitieron vivir experiencias como ésta en el Valle de los Reyes: "Entré con el guía, sintiendo un pequeño agujero en nuestros estómagos, y bajamos gateando unos cien pies hasta una cámara excavada donde había muchos fragmentos y momias tiradas por todo el lugar". Ni Indiana Jones. GRAN CALIDAD. En la Sala de las Bóvedas del Conde Duque, en el primer espacio se han situado los diarios del Mayor Myers, con textos como el anterior. "Aunque Myers nunca fue un egiptólogo -explica Francisco Martín Valentín, uno de los dos comisarios de la muestra-, tenía una gran sensibilidad. Y el resultado fue la colección de un aficionado que valoraba sobre todo las piezas como obras de arte, una colección personal y de gran calidad". El Mayor Myers, haciendo gala también de su educación británica, acabó donando su colección al college donde se formó, el de Eton. La mitad de las 200 piezas que nos llegan ahora son inéditas y no han sido exhibidas nunca antes, ni siquiera en esta prestigiosa institución. Pero falta por responder la pregunta del millón ¿Por que "azules egipcios"? Con técnicas y materiales muy distintos, los "azules" son cerámicas que tienen en común el ser una pasta que, al pasar por el horno, adquiere ese color por la precipitación, en general, de cuarzo y cobre. Pero también es la mezcla del color con el lapislázuli, como el azul añil que colorea el cabello de los dioses y la de cobre y turquesa, que da el celeste de la renovación, etc. "Myers reunió el mas prestigioso conjunto de azules egipcios, en su parte más distinta. Pero no es ni mucho menos el único apartado de la colección, como puede verse", señala Martín Valentín. LUZ Y SOL. Aunque esa pasta daba otros muchos colores, para el egipcio el azul simbolizaba la luz y el sol, por un lado, y la regeneración, por las aguas del Nilo que inundaba sus tierras fertilizándolas anualmente. "Por eso -explica Teresa Bedman, también comisaria-, el suelo de la exposición se ha cubierto de un tono negro: el negro del limo de las inundaciones, por el que los primeros egipcios bautizaron a su tierra como La Negra. Las vitrinas verticales iluminadas de blanco serían las plantas de papiro que crecían y surgían del limo". Pero, además de los azules, con grupos mundialmente únicos como las copas en forma de loto o los cuencos de marjal con peces que hubiesen firmado Picasso o Klee, el repertorio de piezas es un recorrido histórico agrupado en las cuatro grandes áreas artísticas y artesanas del Antiguo Egipto: Dioses, Realeza, Vida cotidiana y Muerte. La muestra puede leerse siguiendo una a una las piezas, para recordar, por ejemplo, el carácter hermafrodita de los grandes dioses. Ahí están las miniaturas, que el comisario Martín Valentín no duda en calificar de "colosales", y que no llegan a dos centímetros. Al observarlas con la lupa incorporada, nos arrojan rostros de un naturalismo extremo. También pueden verse el fragmento de sarcófago del jefe de obras del edificio para las fiestas reales de Thutmosis III o la completísima portadora de ofrendas del Imperio Antiguo. Además, la muestra admite visiones de conjunto, como la que se inicia en la estatuilla de la diosa de las enfermedades que irrumpían al bajar las aguas, Sejemet. A ésta se la contentaba mágicamente con los menats azules, situados en otra vitrina cercana. Las mujeres agitaban estos instrumentos, mientras los hombres las acompañaban con el sonido metálico de los sistros, ubicados en una tercera vitrina. El Conde Duque alcanza con esta muestra uno de los mejores momentos artísticos. Algo lógico, con una programación que apuesta, desde hace cinco años, por el tirón y la calidad de propuestas como ésta de Azules egipcios. EL EXPERTO. Juan Martín Rojo, es uno de los dos arquitectos del I.E.A.E., responsable de las excavaciones españolas en Tebas. En su opinión Azules egipcios huye de los tópicos para sacar a la luz la variedad mágica y artística que les esconde: "Dices Egipto y automáticamente, se piensa en las pirámides. Pero cuando se levantan las pirámides este pueblo ya contaba con mil años de Historia. Con el Egipto Antiguo parece como si el tiempo estuviese detenido durante 3.000 años. Esta exposición tiene la cualidad de recorrer todas las etapas y de descubrirnos su variedad antes, durante y después de las pirámides. Porque también siguió dando sus frutos durante la romanización, como puede verse en la muestra". Madrid, 18 de Marzo de 2005. Fuente: Metrópoli Autor: José Ignacio Aguirre.
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