Se suspenden temporalmente las visitas a la pirámide más pequeña de Gizeh. Desde el pasado 1 de enero la pirámide de Micerino, en Gizeh,
permanecerá cerrada al público. La controvertida medida, tomada a Iniciativa del Consejo Superior de Antigüedades Egipcias, obedece al
inicio de las necesarias obras de mantenimiento de la monumental
estructura, sin que hasta el momento se haya especificado la duración de las mismas. Como compensación, esta institución ha optado por abrir
la vecina pirámide de Kefrén, que podrá visitarse mientras duren los trabajos. Según el informe del Consejo, el monumento esta seriamente
deteriorado a causa de la humedad originada por los miles de visitantes que se acercan a él cada año, sin que una restauración llevada a cabo
en 2001 hubiera solucionado todos los problemas de conservación.
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Micerino, hijo de Kefrén y nieto de Keops, fue el faraón de la dinastía
IV (2613-2494 a.C.) que gozó de un reinado más largo, de casi tres
décadas de duración. Como monarca se distinguió por restituir al clero
algunos de sus antiguos privilegios, por lo que la tradición ha
guardado de él un recuerdo mucho más humano que de sus predecesores,
empeñados en incrementar la fortaleza del poder real frente a la
poderosa clase sacerdotal (que es, de hecho, la que conservaba en sus
documentos la memoria de los reyes de Egipto).
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Las menores dimensiones
de su pirámide respecto a las de sus predecesores en el trono (la suya mide 65 metros de altura, mientras que la de Keops alcanza los 146 y la
de Kefrén los 143) también han contribuido a dar forma a esa imagen del
rey.
Fuente: Historia National Geographic nº 14
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