EL REINADO DE AMEN-HOTEP IV Y EL FINAL DE LA DINASTÍA XVIII

 

Por. D. Francisco Martín Valentín.

Director del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto.

Correo: [email protected]

 

El príncipe Amen-Hotep, el futuro Amen-Hotep IV, era hijo de la reina Tiy y Amen-Hotep III, pero fue el primer heredero del trono.

Amen-Hotep IV. © I.E.A.E.

Con mejores derechos que él, sabemos existió un hermano, llamado Thutmosis, del que conocemos la existencia a través de un látigo que lleva su nombre, procedente de la tumba de Tut-Anj-Amón y un sarcófago procedente de Serapeum, destinado a guardar los restos momificados de su gato preferido. Sabemos que fue el primogénito de Amen-Hotep III y ostentó los cargos de Gobernador de Menfis y Sumo Sacerdote del dios Ptah de la misma ciudad.

El fallecimiento de este príncipe, acaecido entre los años 16 al 27 de su padre, ocupó su puesto con los mismos títulos y derechos el futuro Amen-Hotep IV.

Es muy probable que el nuevo rey subiera al trono en corregencia con su padre y que esto podría haber sucedido hacia el año 28 del reinado de aquél.

Sabemos que siendo príncipe se educó en Menfis, capital del Bajo Egipto, muy cercana, además de la capital religiosa de Heliópolis, lo que, sin duda, facilitaría también su aprendizaje de los antiguos cultos solares.

Por otra parte, sabemos que como Sumo Sacerdote del Ptah de Menfis, llevaba el título del “Mas Grande de los Artesanos”, puesto que dicho dios era el dios de las artes.

Ya al subir al trono, el nuevo rey era también sumo sacerdote del culto de un dios reciente, el dios Aten. Aunque su presencia en los textos puede remontarse hasta el Imperio Antiguo, en los textos puede remontarse hasta el Imperio Antiguo, en los textos de las pirámides, no es menos cierto, que allí tan solo se habla de Aten, el disco, como sede material del dios Re.

Esas dos condiciones (Sumo Sacerdote de Ptah de Menfis y del dios Aten) dan forma a algunas de las cuestiones que caracterizarán el reinado del nuevo faraón. Por una estela del Jefe de escultores Bek, sabemos que este último fue directamente instruido por su Majestad a propósito de lo que debía hacerse en materia artística. De otra parte el uevo rey propiciaba el culto del dios solar Aten a quien se había dado el epíteto que lo definía como “Re-Horakhty que se regocija en el horizonte en su manifestación de luz, que es el disco Aten”.

Cuando fue entronizado, el nuevo rey celebró sus ceremonia de coronación en dos capitales de alto significado solar; en el Bajo Egipto de Heliópolis, también llamada On del Norte; en el Sur en Hermontis también llamada On del Sur.

Sin embargo, en Tebas, capital tradicional para acceder al trono para los reyes del Imperio Nuevo no se celebró ninguna ceremonia con este motivo para Amen-Hotep IV. Otra confirmación del programa solar del nuevo rey, nos lo proporcionan los cinco nombres de su protocolo real, o conjunto de los cinco nombres reales.

 

Veamos los de Amen-Hotep IV.

El de Horus:  “Toro poderoso con las dos altas plumas (en referencia al dios solar

                         Montu)”.

 

El de las Dos Señoras: “Grande es su realeza en Karnak”. 

                                       (en el Santuario de Aten existente  antes de la construcción del

                                       Gem,t pa, Iten, al este de Karnak).

El de Horus de Oro: “Que lleva las Coronas de Hermothis”

                                   (ciudad solar del Sur de Egipto).

El de la caña y la abeja:           “Perfectas son las evoluciones de Re: él es el único que

(Rey del Alto y del Bajo Egipto)     pertenece a Re”.

El de Hijo de Ra: “Amen-Hotep divino regente de Tebas”.

Por razones desconocidas no desposó a su hermana, la princesa Sat-Amon,  sino a Nefert-ity, que según todos los indicios parece que fue hija de Ay, hermano de la reina Tiy.

DuranteРlos cinco primeros años de su reinado, fijó su corte en Tebas, en la orilla este; la primera gran obra de su reinado fue la apertura de canteras de gres en Gebel El Silsilah para construir el Santuario de su dios Aten al Este del recinto de Karnak.

Es en los relieves de este nuevo templo, donde se representa al nuevo dios, tal y como Amen-Hotep IV lo concebía en estos momentos. Se suprime su imagen zoomorfa de halcón y le otorga la de un disco solar del que salen múltiples rayos en forma de brazos terminados en manos. Del úreus que sale el disco solar cuelga la cruz de vida o anj, al mismo tiempo se encierra su nombre dentro de un cartucho real.

Como decíamos más arriba, el rey encarga a su Jefe de Escultores Bek, la transformación de las expresiones artísticas, introduciendo un sistema totalmente nuevo, sin sujeción a ninguna de las normas o cánones ortodoxos hasta tal momento existentes.

Esta transmisión inmediata, sin pasos aparentemente intermedios, se puede constatar en la Tumba de Ramose en Sheik Abd El Gurnah (TT 55).

De hecho se constata el trabajo en diversos monumentos tebanos de dos equipos de artesanos, unos con el concepto tradicional de la estética y técnicas y otros como ejecutores de nuevas concepciones y técnicas, tal y como se puede observar también en la Tumba de Jeruef en el Asassif (TT 192).

 

Tumba de Ramose TT 55. 

Amen-Hotep IV. Evidencia de la corregencia entre padre e hijo. © I.E.A.E.

En el año 2 al 3 de Amen-Hotep IV, se estima se celebró un anómalo festival Sed, en honor de su nuevo dios, Aten. Estas ceremonias tendrían su principal escenario en el llamado por los textos “Gemet-Pa-Iten”; o santuario del dios Aten construido por el rey al Este del Santuario de Amon de Karnak.

Se trataba de un modelo de templo solar a cielo abierto, seguramente inspirado en los antiquísimos santuarios de Heliópolis, que luego se reproduciría en la nueva ciudad de Akhet-Aten. Era básicamente un patio rectangular de unos 130 metros de ancho por 200 de largo, y estaba rodeado por un muro de 5 metros de altura.

En el interior se erigían una serie de colosos adosados a su perímetro, que representaban al rey de un modo anómalo, como si sufriere graves trastornos endocrinos y en forma asexuada.

Incluían los edificios del recinto una especie de palacio con “ventana de apariciones”, especie de balcón protocolario desde donde Amen-Hotep IV y Nefert-ity entregaban recompensas a sus funcionarios, quizás simbolizando las propias bendiciones que el disco solar otorgaba a sus criaturas. Los textos nos hablan además de otros edificios, que llaman Rud-Menu y Teni-Menu, cuyo uso y significado no está claro. Completaba el conjunto la piedra Ben-Ben, especie de monolito, objeto material de culto solar.

Ultima representación de Amen-Hotep, hijo de Hapu, el valuarte de 

Amen-Hotep III.

 Tumba de Ramose, TT 55.

© I.E.A.E.

Durante los primeros cinco años de reinado, mientras la corte de Amen-Hotep IV, residió en Tebas, se sucedieron diversos acontecimientos que preparan los eventos posteriores. En el año 2-3, se celebró asimismo el Jubileo de Amen-Hotep III, de su año 30 de reinado.

Desaparecido Amen-Hotep hijo de Hapu en el año 30-31 de Amen-Hotep III, (coincidente con el 3-4 de Amen-Hotep IV) se produjeron profundas reformas de orden artístico, político y religioso que anunciaban la ruptura total.

 

Durante estos cinco primeros años, se supone que nacieron las princesas Merit-Aton, Meket-Aton y Ajes-en-pa-Aton, las otras tres hijas de la nueva pareja real nacerían probablemente  en Akhet-Aton en los años 9, 10 y 11 de Aj-en-Aton (Tell el Amarna).  Se trata de Nefer-Neferu-Aton, Nefer-Neferu-Ra y Setep-en-Ra.

A partir del año 5 se producen sustanciales cambios, puesto que, en primer lugar, Amen-Hotep IV, modifica su nombre por el de Aj-en-Aton. Ese hecho pudo ser coincidente con la elección del lugar donde se ubicaría la ciudad y la realización de las ceremonias de consagración de su futuro recinto al dios Aten.

Estos hechos los conocemos por las llamadas estelas-fronteras, que, en número de catorce, hizo erigir marcando los límites geográficos de la futura ciudad.

En ellas nos cuenta como su padre el divino Aten le reveló a él solo la existencia de un lugar, nunca antes dedicado a dios alguno, donde quería que fundase la nueva ciudad.

Estos cambios parece que podrían coincidir con la celebración del segundo Jubileo del faraón Amen-Hotep III, en el año 34 de su reinado.

 

La nueva ciudad se llamaría Akhet-Aten “El Horizonte de Aton”.

 

Además con este motivo se produce el llamado, primer cambio del nombre teológico-didáctico de Aton.

A partir de este momento, el rey comienza a trasladar artesanos y obreros especializados desde Tebas a Amarna, al objeto de construir rápidamente su nueva ciudad.

Se calcula que en menos de un año, en el sexto de su reinado, Ajet-Aton estuvo lista para comenzar a ser ocupada.

Se comienzan a excavar tumbas de estructura muy semejante a las de la necrópolis tebana, aunque la mayoría de ellas, quedaron inacabadas.

La decoración de estos monumentos nos indica que se ha suprimido totalmente la mención a las creencias funerarias esenciales tradicionales y a sus dioses. A cambio, en todas ellas, se observa una anormal presencia exclusiva de escenas de la familia real controlando la vida en la ciudad (los muelles reales, los carros de guerra, los soldados que van y vienen etc...). En algunas de las tumbas utilizadas se encontraron al ser excavadas, algunos fragmentos del llamado “Libro de los muertos”, como prueba inequívoca de que los nuevos adeptos a la religión atoniana no estaban dispuestos a renunciar a sus tradicionales creencias a cambio de nada.

Pareja real. © I.E.A.E

La nueva ciudad se componía básicamente de un gran núcleo central, con el Templo Mayor de Aten, el archivo donde se han hallado las célebres “cartas de El Amarna”, El Templo Menor y el barrio de los funcionarios alrededor del Palacio Real.

Los integrantes de la familia real poseían cada uno de ellos un pabellón personal.

Las necrópolis se dividían en dos, una al norte y otra al Sur del recinto de la ciudad, en tanto que la Tumba Rea, se hallaba excavada en un Uadi, llamado hoy Darb-el-Melek, a medio camino entre aquéllas.

La ciudad, que poseía sus muelles, sus barrios obreros, y casas-tipo con jardines silos y estanques, se autoabastecía de todo cuanto necesitaba, constituyendo, desde luego un pequeño y cerrado universo, donde se desarrollaba el endogámico drama de la familia real.

En los años que siguieron a la celebración del Segundo Jubileo de Amen-Hotep III, este pudo pasar a residir en Akhet-Aten, al menos de modo temporal, alternando este lugar de residencia con la capital del Bajo Egipto, Menfis. En todo caso el tercer jubileo del anciano rey, se documenta en Tebas. Sucede esto en el año 37/38. La última inscripción que se conoce con el nombre del padre de Aj-en-Aton es, como ya dijimos del año 38.

En la tesis de la corregencia larga, este año coincidiría con el año 12 de Aj-en-Aton. Así pues, falleció Amen-Hotep III, parece verosímil que Aj-en-Aton, rey ya, en solitario, decidiese celebrar, una especial ceremonia de pleitesía y sumisión a su realeza en la corte de Amarna. Es ésta la célebre recepción de embajadores de países extranjeros que para llevar tributos se celebró en el año 12, y que refleja la tumba de Meryne (nº 2).

De hecho la realidad exterior del mundo egipcio y su imperio asiático era otra totalmente diferente. Las revueltas e intrigas en Asia eran constantes y el príncipe Aziru, vasallo del rey de Egipto, se revolvía contra ése en alianza con Shuppiliuliuma, rey de los hititas. De este modo la frontera norte de la zona egipcia de influencia en Asia se veía seriamente amenazada. No obstante Aj-en-Aton, había seguido la política de alianzas familiares de su padre, para lo que desposó a Taduhepa, hija de Tushratta en el año 36 de Amen-Hotep III.

Los hititas habían destruido el reino de Mitani y ya nada se interponía entre ellos y la zona de influencia egipcia en Asia. La aparente dejación del ejercicio del poder militar, hace pensar que Aj-en-Aton era contrario al empleo de la fuerza, pero más bien cabe pensar que el rey, encerrado en su universo místico de El Amarna, hacía poco o ningún caso de los acontecimientos del gobierno de Egipto y sus zonas de influencia.

De hecho, parece que hacia el final del reinado de Aj-en-Aton, se hicieron ciertos preparativos militares para llevar a cabo una campaña de castigo en GEZER, aunque no tenemos constancia de si ésta se llevó o no a cabo.

Poco después del año 12 fallece la princesa Meket-Aton siendo enterrada en una de las cámaras anexas de la Tumba real.

La situación en Amarna parece degradarse gradualmente; se habla por diversos autores de una posible epidemia que diezma a la familia real y a la población de la nueva ciudad. La propia reina Tiy que residía en Amarna desaparece después de estas fechas, e igual sucede con la reina Nefert-ity, siendo reemplazada en su papel en la Corte por su hija mayor Merit-Aton.

En las excavaciones llevadas a cabo en la Tumba Real, se han encontrado fragmentos de ushebtis de Nefert-ity  lo que hace pensar que la reina también fue enterrada allí.

De otra parte la existencia de relieves e inscripciones en que se observa la sustitución de los nombres y títulos de Nefert-ity por los de Merit-Aton, parecen avalar también la posibilidad de una caída en desgracia de la reina antes de su inmediata muerte.

Aj-en-Aton llevando a cabo una costumbre sólo conocida en estos últimos momentos de la dinastía XVIII, desposó a su propia hija Merit-Aton, de la que, se sabe, tuvo otra hija, llamada Merit-Aton-ta-Sherit.

En el extraño mundo de relaciones incestuosas de El Amarna la Princesa sería entregada como esposa más tarde de Se-Menen-Ka-Ra que, probablemente fuere otro hijo de Amen-Hotep III, y, por tanto, hermano o medio hermano de Aj-en-Aton.

Aunque sabemos muy poco de este personaje, sí conocemos que fue nombrado corregente del propio Aj-en-Aton y que su reinado no duraría más de 3 ó 4 años, así como que se hizo construir su tumba en Tebas y no en Amarna, concretamente un grafito fechado en el año 3 de Se-Menen-Ka-Ra nos dice que el templo funerario de este rey se había construido en “el recinto de Amón”? lo que evidenciaría un acercamiento al clero de este dios buscando, probablemente, una reconciliación.

Se-Menen-Ka-Ra 

© I.E.A.E.

Este personaje debió jugar un extraño papel en la Corte de Amarna. De un lado conocemos la escultura inacabada de Berlín en la que se ve a Se-Menen- Ka-Ra, sentado sobre Aj-en-Aton unidos por la boca y de otra parte sabemos que utilizó el título de Nefer-Neferu-aten que, antes había llevado la propia Nefert-ity y que disfrutaba del epíteto “amado de su Señor”, lo que ha inducido a ciertos autores a pensar en una extraña unión homosexual  entre Aj-en-Aton y Se-Menen-Ka-Ra, asumiendo ambos de anómala manera el papel de pareja real.

La tercera de las hijas de Aj-en-Aton, Anj-es-en-pa-Aton, fue igualmente desposada por su padre y de él tuvo una hija.

Todos estos datos evidencian una total decadencia del ambiente amarniense donde las continuas evoluciones del Cisma religioso desembocan, a través de la creencia en que Aj-en-Aton era el propio disco viviente (Aton), en una serie de aberraciones al amparo del intento de la preservación de la sangre solar.

El final concreto de todo este aparato monárquico no nos es conocido. Sólo sabemos que Se-Menen-Ka-Ra debió morir hacia el año 15 del reinado de Aj-en-Aton, algo después fallecerá su esposa Merit-Aton y con todo ello parece caer desplomándose el edificio familiar de Aj-en-Aton.

Reina Tiy.

Pero, mientras tanto: ¿Qué había sido de la reina Tiy, tras la muerte de su esposo?. Sin duda pasó a residir permanentemente en Amarna, donde su hijo le había entregado un palacio para habitar en él. Su nuevo Intendente, Huya, sucesor de Jeruef, que fue beneficiado con la concesión de una tumba en la necrópolis de Akhet-Aten, hace representar a la anciana reina en los actos de la Gran Recepción de Tributos del año 12 de Aj-en-Aton.

Es casi seguro, que tendría preparada su propia tumba en Amarna (o quizás en la Tumba Real de la ciudad). Sin embargo, quizás fuera enterrada en la Tumba de Amen-Hotep III (KV 22) en el Valle Occidental de Tebas.

En todo caso, se cree que su momia pudiera ser la que se encontró en compañía de otras de personajes reales en la tumba de Amen-Hotep II (KV 35) del Valle de los Reyes, a donde fue llevada en tiempos de la Dinastía XXI, tras ser sacada de la (KV 55) tumba del Valle de los Reyes que pudo albergar los restos de otros personajes reales de Amarna.

Cyril Aldred piensa que la persecución de los demás dioses del panteón egipcio se llevó a cabo en los últimos años del reinado de Aj-en-Aton, y que con anterioridad, tan solo se conformó el rey hereje con retirar la percepción de recursos a otros templos para entregarlos a los templos del dios de su exclusivista religión.

Sea lo que fuere, lo cierto es que hay persecuciones de los nombre de Amon y de otros dioses, tanto en los templos como en el interior de las propias tumbas de la necrópolis tebana. Los edictos de prohibición de los nombres de Amón y Mut, se cree que fueron dictados tras la muerte de Se-Menen-Ka-Ra.

Este sería el último acto del drama amarniense. Tras el año 17 Aj-en-Aton desaparece de la historia en medio de muy oscuros acontecimientos.

 

 

LOS ACONTECIMIENTOS DESPUÉS DEL “EPISODIO AMARNICO”:

El entorno del faraón hereje se deshace tan pronto como él mismo desaparece. El pueblo egipcio creía probablemente que toda la tragedia de Egipto era debida a que su rey había quebrantado el Maat.

A la muerte de Aj-en-Aton sube al trono el rey-niño Tut-Anj-Aton.

El origen del joven rey es objeto hoy día de una fuerte controversia. Mientras que para G.T. Martín y otros, Tut-anj-Aton, sería hijo de Aj-en-Aton y de su segunda esposa real Kiya, conforme a la interpretación dada al relieve anepigráfico existente en la cámara de enterramiento de la princesa Maket-Aton, en la tumba real de El Amarna, para otros, se trataría del menor de los hijos varones del Rey Amen-Hotep III, y por tanto hermano, o medio hermano de Aj-en-Aton y Se-Menen-Ka-Ra.

Algo antes de su coronación  se casó con la princesa y, ambos pasaron a residir a la ciudad de Menfis donde se le consagró como nuevo Rey del alto y del Bajo Egipto, a la edad de nueve o diez años. No obstante, alrededor del joven rey, seguía vivo y latente, el nefasto entramado familiar de la reina Tiy, ya desaparecida. Se trata del padre divino Ay, tío del joven rey y abuelo de la reina. Ay fue promovido durante el reinado de Tut-Anj-Amon a los cargos de Visir y Regente. Otro personaje influyente, fue el general Najt-Min probablemente hijo del anterior, y además un militar de carrera llamado en época amarniense Pa-Aten-em-heb, que luego restauraría su nombre por el de Hor-em-heb, que se casó con la princesa Mut-Nedjemet, hija de Ay y hermana de la reina Nefert-ity, y a través de la cual adquiriría derechos para ocupar en su día el trono de las Dos Tierras.

Tumba de Tut.-Anj-Amon en el Valle de los Reyes.

© I.E.A.E.

La situación, a la subida al trono del rey-niño, era, al parecer caótica. Tras cambiar su nombre y el de la reina por los de Tut-Anj-Amon y Anj-es-en-Amon, respectivamente, en el año 4 de su reinado, dicta un decreto real del que se hacen copias para su instalación por todo el país, del que se ha encontrado un ejemplar usurpado por Hor-em-heb, en Menfis, se trata de la llamada “Estela de la Restauración” que entre otras cosas dice:

“Cuando su Majestad se convirtió en Rey, los Templos, de un punto del país al otro, estaban en ruinas. Sus santuarios, abandonados, se habían convertido en rincones salvajes donde crecían las malas hierbas, como si nunca hubieran existido.... El País estaba desorganizado, pues los dioses lo habían abandonado. Si un ejército era enviado al Asia para ampliar las fronteras de Egipto, no tenía ningún éxito. Si se pedía a un dios para obtener alguna cosa, Él no venía. Si a una diosa, tampoco venía. Sus corazones se habían hecho tan duros que lo que había sido hecho estaba destruido...”.

El nuevo faraón reconstruyó los templos, mando hacer de nuevo estatuas de los dioses; abolió el culto del dios Aten y continuó la obra interrumpida del rey Amen-Hotep III en los templos de Luxor y de Soleb, mandando construirse su tumba en el Valle Occidental, no lejos de la de su posible padre.

Ajet-Aten, fue paulatinamente abandonada por sus funcionarios y habitantes, quienes se llevarían consigo los restos mortales de los fallecidos en la ciudad herética, para darles tradicional sepultura en sus lugares de origen.

Es casi seguro, que el gobernante en la sombra durante estos años fue el Padre Divino Ay.  Tut-Anj-amon murió sin descendencia durante el décimo año de su reinado y con él se extinguió la gloriosa familia de Ahmosis, fundador de la Dinastía XVIII.

Su muerte pudiera haber sido provocada por las ambiciones de las personas que le rodeaban, y en todo caso, conforme se desprendió del examen de su momia, a consecuencia de una herida existente en su mejilla izquierda.

En estos momentos el Imperio Asiático de Egipto se desmoronaba. Los egipcios habían sido derrotados en Siria del Norte y los hititas, rompiendo un pacto de no agresión con el rey de Egipto, habían invadido los territorios existentes entre el Líbano y el antilíbano.  

Probablemente sea este el momento en que debe ubicarse la carta encontrada en los archivos hititas de la ciudad de Boc-az-Koey, en la que una reina, probablemente Anj-es-en-Amon, pide a Shupiliuliuma, rey de los hititas, que la envíe a uno de sus hijos para hacerle rey de Egipto.

El rey enviaría a su hijo Zennanza que nunca llegaría al valle del Nilo, puesto que fue asesinado durante su viaje.

Todos estos gravísimos acontecimientos, que debieron suceder durante el período de las exequias de Tut-Anj-Amon, (unos setenta días según los ritos tradicionales), debieron ser vigilados muy de cerca por el Padre Divino Ay, quien ofició en los funerales del pequeño rey como su sucesor, y después se coronó nuevo faraón de Egipto.

Se cree que desposaría a la viuda del rey fallecido, su propia nieta Aj-es-en-Amon para acabar de legitimar su accesión al trono, aunque tras este acontecimiento la niña-reina desaparece de la historia. De hecho Ay se hace representar en la tumba usurpada a Tut-Anj-Amon en el Valle Occidental de Tebas con su esposa Tiyi.

El reinado de Ay, fue muy corto; se calcula que no superó los cuatro años. A su muerte, sobrevenida también de modo rápido y sorprendente, a pesar de ser ya un anciano al subir al trono, le sucede el General Mor-em-heb, quien residiendo en Menfis como Comandante Militar del Bajo Egipto, con la misión de impedir la invasión e Egipto por los hititas y sus aliados, estaba lejos de las intrigas de Tebas. 

Hor-em-heb, se hizo construir una hermosa tumba en la necrópolis de Sakara, que nunca llegó a utilizar, siendo enterrado como rey de Egipto, en la que quedó inconclusa en el Valle de los Reyes de Tebas (KV 57).

Hor-em-heb, debió contar con el apoyo del Clero de Amón Tebano para suprimir y suceder a Ay en el trono de Egipto.

El conocido grupo escultórico del nuevo faraón, existente en el museo de Turín, nos muestra al nuevo rey, protegido por Amon, quien le entrega la realeza, aunque en la inscripción consta el reconocimiento del faraón al dios Horus de Hutnesut, lugar de su nacimiento, como divino patrón que le ha elegido para gobernar la tierra de Egipto.

 

Dice el texto entre otras cosas:

 

“....Después de muchos días, el hijo primogénito de Horus de Hutnesut, se presentó en Tebas, la ciudad del Señor de la eternidad.... después, en Karnak para presentarle (Horus) a Amon, a fin de transmitirle la función real que él cumpliría hasta el fin de sus días....

La divina Eneada prodigaba alabanzas que se elevaban hasta lo alto del cielo: Ved, Amón ha llegado.... su hijo (está) delante de él para fijar la Corona sobre su cabeza y exaltar su duración por toda una vida....

Alabaremos a Amón a causa de él. Tu nos has traído a nuestro protector, dale los Jubileos de RE, los años de Horus como Rey, pues él es quien satisfará Tu corazón en Karnak, así como en Heliópolis y en Menfis, es él, quien convertirá estos lugares en duraderos”.

Hor-em-heb, vuelve a explotar las canteras de gres de Gebel-el.-Silvileh para concluir monumentos y construir otros, usurpando los construidos por Tut-Anj-Amon y sus antecesores.

Del estado anárquico de Egipto cuando sube al trono, nos informa su célebre Decreto, cuyo texto nos ha llegado parcialmente en una estela que en origen debía tener cinco metros de alta por tres de ancha y que el rey mandó colocar delante del X pilono de Karnak que también mandó construir:

“...Así pues, Su Majestad deliberó con su corazón para extender su protección sobre el país entero... pare rechazar el mal y destruir la mentira; sus proyectos son un refugio eficaz a fin de expulsar la violencia....Mirad, su Majestad velaba día y noche, pensando en aquello que podría hacer y ser útil al País Bien-Amado, buscando (realizar) acciones benéfica.... 

Se trajo al escriba de Su Majestad, quién tomó su paleta y un rollo de papiro y se puso a escribir, reproduciendo todas las palabras del Rey, después el mismo dictó el Decreto..... Decreto sellado cerca de Su Majestad, para poner término a los actos de bandidaje en el País....”.

El contenido del documento que contempla una reforma administrativa profunda con supresión de cargos e impuestos y con normas para corregir y castigar las actuaciones de funcionarios venales y corruptos, nos da la medida de la situación de caos y anarquía que debía imperar en Egipto tras el episodio amárnico.

A pesar de haber accedido al trono siendo ya mayor, Hor-em-heb reinó cerca de 27 años, durante los cuales actuó con gran energía, reorganizando a Egipto en el interior, mientras en el exterior derrotó y rechazó al rey hitita Arnu-Uanda, asegurando de nuevo las fronteras de Egipto.

Al carecer de descendencia para sucederle en el trono, nombre su sucesor a otro militar procedente del Delta, el general Pa-Ramessu, el futuro Ramsés I, fundador de la Dinastía XIX.

 

 

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