LOS COLOSOS DE MEMNON

 

Estas dos enormes estatuas monolíticas se alzaban a ambos lados de la puerta monumental del primer pilono del templo conmemorativo de Amen-Hotep III, hoy completamente destruido, considerado el mayor de todos los templos tebanos. Este templo se construyó en el lado más alejado de la llanura fluvial del Nilo, fue destruido por las inundaciones anuales y utilizado como cantera para extraer materiales para la construcción. Los dos colosos representan al faraón divinizado y son el más vivo testimonio de aquella grandiosa construcción; las estatuas miden 16’6 metros de altura y se esculpieron en dos bloques de cuarcita procedentes de la cantera de Gebel el-Ahmar, cerca de El Cairo.

A consecuencia del terremoto del año 27 a.C., como refiere Estrabón (véase Estrabón, Geografía, XVIII, 1, 46), el coloso del norte se derrumbó parcialmente. A partir de entonces, por la mañana, tenía lugar un fenómeno extraordinario; debido al calor de los rayos solares y a la humedad de la noche, la estatua emitía sonidos que, según Pausanías, parecían una cítara. Los antiguos griegos buscaron una explicación en la historia legendaria que Homero escribió sobre Memnón, el hijo de Eos (Aurora) y luego reapareció en Tebas como estatua y todas as mañanas profería lamentaciones al ver a su madre ascendiendo en los cielo. Este fenómeno, que adquirió mucho fama en la antigüedad y atraía visitantes de todas las partes de la región (como demuestran las numerosas firmas e inscripciones griegas y romanas que aparecen en el pedestal y los pies de la estatua), cesó después de las obras de restauración que se hicieron por orden del emperador Septimio Severo a finales del siglo II d.C.