LA TUMBA PERDIDA DE AMEN-HOTEP I

Teresa Bedman.

del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto.

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El mundo de los faraones est� plagado de enigmas por resolver. Son muchos los misterios que todav�a ocupan a los investigadores en nuestros d�as. Lejos de poder pensar que conocemos todos los secretos del mundo de los antiguos egipcios, resulta evidente que existen muchas lagunas de la historia de este antiguo pueblo pendientes de ser llenadas o, al menos, aclaradas.

La antigua Tebas, magn�fica capital del sur de Egipto, fue el lugar de residencia principal de los reyes de la dinast�a XVIII, durante el Imperio Nuevo egipcio, hacia el 1550-1319 a. de C.

All�, los soberanos que hicieron el Egipto m�s poderoso nunca conocido, se hicieron construir sus espl�ndidas tumbas, buscando para albergarlas los poderosos roquedos y uadis de la orilla oeste del Nilo

En los confines del terreno cultivado, al borde del desierto y buscando la sequedad de la arena y el lecho rocoso para que sus cuerpos se conservaran por toda la eternidad, los reyes tebanos, ya desde los tiempos de la dinast�a XVII, hacia el 1650-1550 a. de C., se hab�an hecho excavar monumentos funerarios con corredores, salas y pozos para preservar sus cuerpos y sus ajuares funerarios en lugar seguro.

Estos soberanos y sus familias, que hab�an luchado contra los invasores hicsos, eligieron para hacerse construir sus tumbas la zona m�s septentrional de las estribaciones orientales de la cadena de colinas que separaban el desierto occidental de los cultivos del valle en dicho lugar.

Posteriormente, los reyes de la dinast�a XVIII, en un momento no determinado con seguridad, decidieron comenzar a hacerse excavar sus tumbas en un uadi situado detr�s del circo natural de Deir El Bahari, el llamado 'Valle de los Reyes'.

Pero, �cu�l fue el primer soberano que decidi� cambiar el lugar de excavaci�n de su tumba desde los contrafuertes orientales de la cadena monta�osa tebana hasta los protectores recovecos del valle de los reyes?.

La respuesta no es sencilla. Para unos habr�an sido Thutmosis I, o su hija, la reina Hatshepsut, mientras que para otros el iniciador de tal costumbre habr�a sido su inmediato antecesor, el segundo soberano de la dinast�a, Amen-Hotep I, Dyeser-Ka-Ra.

�Pero, cu�l es el fundamento de esta duda?. �Sabemos con certeza cual fue la tumba de Amen-Hotep I ?. �Conocemos su emplazamiento?. Ciertamente no. Esta es, junto con la de Thutmosis II, una de las dos tumbas pertenecientes a soberanos de la dinast�a XVIII que a�n est�n por identificar.

 

Una investigaci�n policial de hace m�s de tres mil a�os.

A finales del Imperio Nuevo la crisis econ�mica e institucional agarrotaba a Egipto. Ya nada se respetaba. Incluso las venerables moradas de eternidad de los soberanos estaban siendo saqueadas.

En el reinado de Rams�s IX (hacia el 1126-1108 a. de C.) se produjeron parte de estos terribles acontecimientos. Conocemos por el papiro Abbot que, en el a�o 16 de este rey se orden� realizar una inspecci�n de la necr�polis real para conocer el estado de las tumbas.

Los inspectores reales que llevaron a cabo el informe redactaron lo siguiente: ' �(en cuanto) al horizonte eterno (tumba) del rey Dyeser-Ka-Ra, �vida, salud y fuerza!, el hijo de Ra, Amen-Hotep, �vida, salud y fuerza!, que mide 120 codos hacia abajo, desde su t�mulo, (situada) al norte del 'Templo del Jard�n' de Amen-Hotep, �vida, salud y fuerza!�ha sido inspeccionada en este d�a y ha sido encontrada intacta por estos inspectores�.' .

Estos son los �nicos datos que nos fueron transmitidos para poder localizar la tumba de Amen-Hotep I.

Sin embargo, tambi�n sabemos que la tumba de Amen-Hotep I no permaneci� intacta por mucho tiempo m�s. Hacia el a�o 1063 a. de C., durante el reinado de Smendes, sacerdote-rey de la dinast�a XXI, la momia de su antecesor fue restaurada y vuelta a enterrar en su tumba, la cual, hab�a sido violada. Finalmente, fue necesario sacarla de su lugar original de enterramiento diez a�os despu�s de esta restauraci�n, para ser depositada en otra tumba y, m�s tarde, llevarla, durante el reinado de Sheshonk I, (hacia el 945 a. de C.) con las de otros reyes del Imperio Nuevo a su lugar definitivo de reposo en la Cachette de Deir el Bahari hasta su descubrimiento por Gast�n Maspero en  1881.

As� pues se hab�a recuperado el cuerpo del rey, pero se hab�a perdido, quiz�s para siempre, el conocimiento del lugar donde se encontraba la tumba de este poderoso soberano.

 

Arthur Weigall y la tumba KV 39.

Justo al borde del valle de los reyes al principio del siglo XX los coptos Chenuda Macarios  y Butros Andraos hab�an descubierto una extra�a tumba dotada de tres c�maras y distribuida con un extra�o doble eje exc�ntrico. En 1908 el egipt�logo Arthur Weigall, que por cierto no gozaba de las simpatias de Carter, hab�a explorado este monumento sugiriendo que se trataria de la tumba de Amen-Hotep I, basando sus suposiciones tambi�n en la descripci�n del papiro Abbott. En efecto pretendi� identificar el t�mulo descrito por los inspectores reales de Rams�s IX,  con el grupo de caba�as utilizadas por los obreros de la necr�polis que estaban encima de la tumba.

Las rencillas entre egipt�logos no son cosas de hoy.

Carter y Weigall no se llevaban especialmente bien entre s�. Para el primero, el segundo era decididamente un est�pido que le sacaba de quicio.

Por eso cuando Weigall asegur� que la KV 39 era la tumba de Amen-Hotep I, Carter hizo saber su disconformidad a los cuatro vientos. El papiro Abbott hablaba de que "�la tumba de Amen-Hotep I media 120 codos hacia abajo desde su ahay�". Weigall confundi� dicho t�mulo con un grupo de caba�as de obreros situado en la cima de la colina en la que se ubicaba la tumba. Adem�s, la tumba se ubicaba en el papiro, como "al norte del Templo del Jard�n de Amen-Hotep". �D�nde estaba ese Jard�n en el Valle de los Reyes?, - pregunt� Carter.

Carter tambi�n record�  que los reyes de la dinast�a XVII inclu�an dentro de su monumento funerario una forma piramidal. El sab�a que Amen-Hotep I era continuador de las tradiciones del fundador de la dinast�a, luego el ahay de la tumba de Amen-Hotep I nunca pod�a haber sido un grupo de caba�as, y, sin embargo, el Templo del Jard�n de Amen-Hotep no pod�a ser otro que el templo funerario que el rey se hab�a hecho construir justo al borde de la zona cultivada de la orilla este del Nilo.

El tiempo dio decididamente la raz�n a Carter. En el oto�o de 1989 el egipt�logo John Rose reexcav� la tumba y encontr� r�tulos de piedra arenisca con los cartuchos de diferentes reyes de la dinast�a XVIII, pero ninguna se�al de Amen-Hotep I.

 

Entra en escena Howard Carter.

 

Es bien conocido que este genial arque�logo llev� a cabo numerosas investigaciones en la necr�polis de Tebas antes de conseguir su m�s importante descubrimiento: la tumba de Tut-Anj-Amon . 

En 1912, cuando Carter buscaba antig�edades para Lord Carnarvon en Luxor, fueron a ofrecerle a su casa unos fragmentos de jarras de alabastro que llevaban grabados cartuchos con los nombres de Amen-Hotep I y de su madre, la reina Ahmes-Nefert-Ary.

Carter pregunt� al vendedor de donde proven�an esos trozos de jarras y el mercader le dijo - de la monta�a- �de qu� monta�a? -inquiri� el arque�logo, a lo que el hombre contest� - de El Dra. Se refer�a a la colina de Dra Abu el Naga.  

Fue necesario ofrecer dinero a Gad Hassan, que as� se llamaba el hombre, para que revelase el exacto emplazamiento de la tumba de la que proced�an los fragmentos con nombres reales.

Carter, que en esa �poca se dedicaba a comprar antig�edades para Lord Carnarvon, decidi� comunicar a su cliente las excitantes noticias que auguraban el descubrimiento de una tumba real del Imperio Nuevo, a�n no localizada. El noble ingl�s decidi� apoyar a Carter facilit�ndole los fondos necesarios para llevar a cabo la excavaci�n. En el invierno de 1914 Carter comenz� a limpiar la entrada de la presunta tumba real. Se encontraba situada en las �ltimas estribaciones norte�as de la colina tebana. Los hallazgos no fueron todo lo espectaculares que cab�a esperar, pero lo cierto es que los ladrones de tumbas ya la hab�an saqueado suficientemente antes de revelar su ubicaci�n a Carter.

No obstante encontr� nueve vasijas fragmentadas con el nombre de Amen-Hotep I, otras ocho con el de la reina Ahm�s Nefert-Ary, tres con el nombre de Ahmosis, y otra dos con los cartuchos del rey hicso Apofis y de su hija Heret.

Decididamente, Carter crey� haber descubierto la tumba de Amen-Hotep I y ello porque, adem�s de haber encontrado los restos con los nombres de los padres del rey y con los del suyo, comparado el paraje y las caracter�sticas de la encontrada con la descripci�n del monumento, seg�n el Papiro Abbot, ambas parec�an coincidir en todo.

�Pero, estaba Carter en lo cierto?.

 

Las cuestiones pendientes.

El tiempo ha pasado y hoy a�n, no hay acuerdo entre los egipt�logos para decidir que la tumba de Amen-Hotep I se haya descubierto. Tenemos la momia del rey, tenemos la descripci�n hist�rica de la ubicaci�n de su morada de eternidad, tenemos la existencia de dos enterramientos propuestos para identificar con ellos, dicha morada de eternidad. Sin embargo, los detractores de Carter, que todav�a los tiene, se niegan a reconocer que fue �l quien descubri� la tumba de Amen-Hotep I, en la necr�polis de Dra Abu el Naga, en tanto las evidencias m�s elementales echan por tierra las teor�as de Arthur Weigall en torno a la KV 39.

Carter concluy� sus investigaciones afirmando que la tumba descubierta por los ladrones y excavada por �l, hoy numerada bajo las siglas 'AN B', era la de la reina Ahm�s Nefert-Ary y la de su hijo, el rey Amen-Hotep I.

No obstante, la cuesti�n permanece no resuelta de modo definitivo. As� pues, podemos hablar de 'la tumba de Amen-Hotep I' como uno de los misterios  todav�a por desvelar en el Valle de los Reyes.