LA TUMBA PERDIDA DE AMEN-HOTEP I Teresa Bedman. del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto.
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El
mundo de los faraones est� plagado de enigmas por resolver. Son muchos
los misterios que todav�a ocupan a los investigadores en nuestros d�as.
Lejos de poder pensar que conocemos todos los secretos del mundo de los
antiguos egipcios, resulta evidente que existen muchas lagunas de la
historia de este antiguo pueblo pendientes de ser llenadas o, al menos,
aclaradas. La antigua Tebas, magn�fica capital del sur de Egipto, fue el lugar de residencia principal de los reyes de la dinast�a XVIII, durante el Imperio Nuevo egipcio, hacia el 1550-1319 a. de C. All�, los soberanos que hicieron el Egipto m�s poderoso nunca conocido, se hicieron construir sus espl�ndidas tumbas, buscando para albergarlas los poderosos roquedos y uadis de la orilla oeste del Nilo
Posteriormente,
los reyes de la dinast�a XVIII, en un momento no determinado con
seguridad, decidieron comenzar a hacerse excavar sus tumbas en un uadi
situado detr�s del circo natural de Deir El Bahari, el llamado 'Valle
de los Reyes'. Pero,
�cu�l fue el primer soberano que decidi� cambiar el lugar de excavaci�n
de su tumba desde los contrafuertes orientales de la cadena monta�osa
tebana hasta los protectores recovecos del valle de los reyes?. La
respuesta no es sencilla. Para unos habr�an sido Thutmosis I, o su
hija, la reina Hatshepsut, mientras que para otros el iniciador de tal
costumbre habr�a sido su inmediato antecesor, el segundo soberano de la
dinast�a, Amen-Hotep I, Dyeser-Ka-Ra. �Pero,
cu�l es el fundamento de esta duda?. �Sabemos con certeza cual fue la
tumba de Amen-Hotep I ?. �Conocemos su emplazamiento?. Ciertamente no.
Esta es, junto con la de Thutmosis II, una de las dos tumbas
pertenecientes a soberanos de la dinast�a XVIII que a�n est�n por
identificar.
Una
investigaci�n policial de hace m�s de tres mil a�os. A
finales del Imperio Nuevo la crisis econ�mica e institucional
agarrotaba a Egipto. Ya nada se respetaba. Incluso las venerables
moradas de eternidad de los soberanos estaban siendo saqueadas. En
el reinado de Rams�s IX (hacia el 1126-1108 a. de C.) se produjeron
parte de estos terribles acontecimientos. Conocemos por el papiro Abbot que, en el a�o 16 de este rey se orden� realizar una
inspecci�n de la necr�polis real para conocer el estado de las tumbas. Los
inspectores reales que llevaron a cabo el informe redactaron lo
siguiente: ' �(en cuanto) al
horizonte eterno (tumba) del rey Dyeser-Ka-Ra, �vida, salud y fuerza!,
el hijo de Ra, Amen-Hotep, �vida, salud y fuerza!, que mide 120 codos
hacia abajo, desde su t�mulo, (situada) al norte del 'Templo del Jard�n'
de Amen-Hotep, �vida, salud y fuerza!�ha sido inspeccionada en este d�a
y ha sido encontrada intacta por estos inspectores�.' . Estos
son los �nicos datos que nos fueron transmitidos para poder localizar
la tumba de Amen-Hotep I. Sin
embargo, tambi�n sabemos que la tumba de Amen-Hotep I no permaneci�
intacta por mucho tiempo m�s. Hacia el a�o 1063 a. de C., durante el
reinado de Smendes, sacerdote-rey de la dinast�a XXI, la momia de su
antecesor fue restaurada y vuelta a enterrar en su tumba, la cual, hab�a
sido violada. Finalmente, fue necesario sacarla de su lugar original de
enterramiento diez a�os despu�s de esta restauraci�n, para ser
depositada en otra tumba y, m�s tarde, llevarla, durante el reinado de
Sheshonk I, (hacia el 945 a. de C.) con las de otros reyes del Imperio
Nuevo a su lugar definitivo de reposo en la Cachette de Deir el Bahari
hasta su descubrimiento por Gast�n Maspero en
1881. As�
pues se hab�a recuperado el cuerpo del rey, pero se hab�a perdido,
quiz�s para siempre, el conocimiento del lugar donde se encontraba la
tumba de este poderoso soberano. Arthur
Weigall y la tumba KV 39. Justo
al borde del valle de los reyes al principio del siglo XX los coptos
Chenuda Macarios y Butros
Andraos hab�an descubierto una extra�a tumba dotada de tres c�maras y
distribuida con un extra�o doble eje exc�ntrico. En 1908 el egipt�logo
Arthur Weigall, que por cierto no gozaba de las simpatias de Carter, hab�a
explorado este monumento sugiriendo que se trataria de la tumba de
Amen-Hotep I, basando sus suposiciones tambi�n en la descripci�n del
papiro Abbott. En efecto pretendi� identificar el t�mulo descrito por
los inspectores reales de Rams�s IX, con el grupo de caba�as utilizadas por los obreros de la
necr�polis que estaban encima de la tumba. Las
rencillas entre egipt�logos no son cosas de hoy. Carter
y Weigall no se llevaban especialmente bien entre s�. Para el primero,
el segundo era decididamente un est�pido que le sacaba de quicio.
Carter
tambi�n record� que los
reyes de la dinast�a XVII inclu�an dentro de su monumento funerario
una forma piramidal. El sab�a que Amen-Hotep I era continuador de las
tradiciones del fundador de la dinast�a, luego el ahay de la tumba de
Amen-Hotep I nunca pod�a haber sido un grupo de caba�as, y, sin
embargo, el Templo del Jard�n de Amen-Hotep no pod�a ser otro que el
templo funerario que el rey se hab�a hecho construir justo al borde de
la zona cultivada de la orilla este del Nilo. El
tiempo dio decididamente la raz�n a Carter. En el oto�o de 1989 el
egipt�logo John Rose reexcav� la tumba y encontr� r�tulos de piedra
arenisca con los cartuchos de diferentes reyes de la dinast�a XVIII,
pero ninguna se�al de Amen-Hotep I. Entra
en escena Howard Carter. Es
bien conocido que este genial arque�logo llev� a cabo numerosas
investigaciones en la necr�polis de Tebas antes de conseguir su m�s
importante descubrimiento: la tumba de Tut-Anj-Amon .
En
1912, cuando Carter buscaba antig�edades para Lord Carnarvon en Luxor,
fueron a ofrecerle a su casa unos fragmentos de jarras de alabastro que
llevaban grabados cartuchos con los nombres de Amen-Hotep I y de su
madre, la reina Ahmes-Nefert-Ary. Carter
pregunt� al vendedor de donde proven�an esos trozos de jarras y el
mercader le dijo - de la monta�a- �de qu� monta�a? -inquiri� el
arque�logo, a lo que el hombre contest� - de El Dra. Se refer�a a la
colina de Dra Abu el Naga. Fue necesario ofrecer dinero a Gad Hassan, que as� se llamaba el hombre, para que revelase el exacto emplazamiento de la tumba de la que proced�an los fragmentos con nombres reales.
No
obstante encontr� nueve vasijas fragmentadas con el nombre de
Amen-Hotep I, otras ocho con el de la reina Ahm�s Nefert-Ary, tres con
el nombre de Ahmosis, y otra dos con los cartuchos del rey hicso Apofis
y de su hija Heret. Decididamente,
Carter crey� haber descubierto la tumba de Amen-Hotep I y ello porque,
adem�s de haber encontrado los restos con los nombres de los padres del
rey y con los del suyo, comparado el paraje y las caracter�sticas de la
encontrada con la descripci�n del monumento, seg�n el Papiro Abbot,
ambas parec�an coincidir en todo. �Pero,
estaba Carter en lo cierto?. Las
cuestiones pendientes. El
tiempo ha pasado y hoy a�n, no hay acuerdo entre los egipt�logos para
decidir que la tumba de Amen-Hotep I se haya descubierto. Tenemos la
momia del rey, tenemos la descripci�n hist�rica de la ubicaci�n de su
morada de eternidad, tenemos la existencia de dos enterramientos
propuestos para identificar con ellos, dicha morada de eternidad. Sin
embargo, los detractores de Carter, que todav�a los tiene, se niegan a
reconocer que fue �l quien descubri� la tumba de Amen-Hotep I, en la
necr�polis de Dra Abu el Naga, en tanto las evidencias m�s elementales
echan por tierra las teor�as de Arthur Weigall en torno a la KV 39. Carter
concluy� sus investigaciones afirmando que la tumba descubierta por los
ladrones y excavada por �l, hoy numerada bajo las siglas 'AN B', era la
de la reina Ahm�s Nefert-Ary y la de su hijo, el rey Amen-Hotep I. No
obstante, la cuesti�n permanece no resuelta de modo definitivo. As�
pues, podemos hablar de 'la tumba de Amen-Hotep I' como uno de los
misterios todav�a por
desvelar en el Valle de los Reyes.
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