LOS HICSOS: UNA NUEVA VISI�N

 

Por D�a. Teresa Bedman

Ponencia presentada durante el VII Congreso Internacional de Egipt�logos 

Cambridge,1995.

Correo: [email protected]

 

Pocos problemas han preocupado tanto a arque�logos e investigadores del oriente Medio, como poder llegar a descifrar el origen de los Hicsos, por lo tanto, resolver el �problema Hicso�, arrojar�a una preciosa luz, en el vac�o hist�rico que supuso el final del Imperio Medio, y que dio paso al llamado Segundo Per�odo Intermedio.

Pero este �problema�, hoy por hoy, sigue siendo de dif�cil soluci�n, pues cuando intentamos encontrar evidencias hicsas en los anales egipcios, nos topamos, en muchos casos, con la propia negaci�n de su existencia, siendo esta negaci�n la afirmaci�n  m�s rotunda de su propia importancia.

 Tanto egipt�logos como asiri�logos, durante a�os, se han empe�ado en identificar a una sola etnia llamada Hicsos. �Pero quienes fueron estos? �Fue un pueblo o varios los que se lanzaron a la incierta traves�a de llegar al sue�o verde, que era el Delta de Kemet?.

Para sujetar esta teor�a, nos basaremos en las propias fuentes egipcias, en la arqueolog�a y en los profundos trabajos de Redford y Bietak. Tambi�n expondremos como aproximadamente hacia el 1.652, existieron en Egipto cinco dinast�as paralelas reinando en Tebas, Sois y Avaris, circunstancialmente por no m�s un a�o, lo que nos da la pauta ara discernir el gran drama que se estaba viviendo. Des estas dinast�as, veremos como la XIII y XVII (tebanas) una, es continuaci�n de la otra. Y de c�mo la XV (de los Hicsos en Avaris), la XVI (de gobernadores locales) y la XVII (de egipcios en

 Tebas) reinan simult�neamente entre 1.650 y 1.544 a.C., como reinos independientes pero tributario de Avaris. De c�mo estos Hicsos son aceptados de una forma no traum�tica, de sus aportaciones a Kemet, y de la apertura y enriquecimiento que supuso el reinado  Hicso para los egipcios aunque desgraciadamente la propaganda oficial posterior (sobre todo a partir de la XVIII dinast�a, se encarg� de difundir todo lo contrario, reviviendo el viejo mito de Horus y Seth, identific�ndose la propia realeza como el Horus victorioso que hab�a vencido una vez m�s, a Seth. Y as�, los Hicsos, pasaron a ser los �feroces destructores que reinaron sin Re�. [1]

 

ANTECEDENTES: El final de la XII dinast�a.

A finales del Imperio Medio, Egipto padec�a una debilidad estructural interna por el hecho de haber comenzado como un estado feudal, y aunque aparentemente Sesostris III hab�a terminado con todo tipo de poder local, la realidad fue, que de una forma aletargada, se segu�an conservando muchos factores de esta independencia. El rey, fue reconocido como jefe de una sociedad, pero este reconocimiento subsisti� s�lo, mientras �ste fue poderoso. La mayor parte de los reyes de la XII dinast�a, poseyeron estas cualidades, pero sabemos poco de sus �ltimos gobernantes, bien porque ella hubiesen perdido poder bajo la presi�n de fuerzas exteriores, o bien, porque careciesen de los talentos necesarios. A este debilitamiento real, se uni� el individualismo latente de los pr�ncipes locales, lo que precipit� el quebrantamiento del estado. As� debi� ocurrir tras la muerte de Amenemhat IV, lo que provoc� una crisis y un vac�o de poder, que se vieron e la obligaci�n de elevar al trono a su reina: Sebeknefrure, posiblemente como regente de un hijo menor. Pero el debilitamiento del poder pol�tico debi� ser tan fuerte que la XII dinast�a, se extingui� en la impotencia, tomando el regio poder un tal Sekhemre JutoWe (� Jutaui)[2] , QUE BIEN SE CAS� CON LA REINA Sebeknefrure o Despoj� a �sta de su autoridad, inaugurando as� la XIII dinast�a tebana.

La XIII dinast�a debi� ser sin duda un per�odo de incertidumbre pues, en aproximadamente 133 a�os, suben al poder 51 reyes. A esta inestabilidad real, hay que a�adir un per�odo de �vacas flacas�, de hambrunas que sacudir�n a Oriente, Palestina y el levante Mediterr�neo. Egipto, a pesar de su inestabilidad din�stica no sucumbir� ante esta primera crisis, ya que el gran aparato administrativo segu�a funcionando. Bietak relaciona el cambio de los mercados tradicionales de Biblos y Megiddo (por falta de mercanc�as), con los asentamientos de una nueva poblaci�n de comerciantes en Avaris. Estos emigrantes estar�an formados en su mayor�a por sirios-palestinos. En la zona de Tell el Daba, la misi�n austr�aca ha localizado en los �ltimos a�os, una serie de santuarios de tipo cananeo, con una extensi�n de aproximadamente 3.500 m2 de �rea sagrada, lo que nos puede dar una idea de la importancia de esta colonia.

Pero tambi�n tenemos constancia de que se producen hambrunas dentro de Egipto hacia finales de la XIII dinast�a. Condicionantes clim�ticos desestabilizaron el sistema agr�cola. En el desfiladero de Semna y en la isla de Askut en Nubia, una serie de grafitos registran, con cierta preocupaci�n unos niveles desusadamente elevados de inundaci�n. Tambi�n en una estela, procedente del templo de Karnak, nos habla de la inundaci�n  que sufri� el propio templo de Am�n. Estos datos, unidos a la ya precaria estabilidad real, producen un debilitamiento y una segunda crisis de tal calibre que el estado egipcios sucumbe y se fracciona, abriendo nuevas heridas pol�ticas y reapareciendo el viejo sistema se�orial del Alto Egipto. En el Delta, que no hab�a existido nunca este sistema se�orial, ya que la zona era m�s propicia a la agricultura y al comercio, el momento es aprovechado por gobernadores o por altos cargos de la administraci�n del propio estado egipcio para hacerse con el poder. Y como si formase parte de un rito c�clico, hacia el 1715 a.C. Egipto se fracciona en dos reinos: una feudal en el Alto Egipto con capital en Tebas al frente del cual se encuentra un rey llamado Ibiya Wahibre y otro en el Bajo Egipto, con capital en Xois, reinado por Menibre Nehesi inici�ndose en esta zona la XIV dinast�a.

De este Menibre  Nehesi, llamado �el negro� y bas�ndose en este apodo,  tradicionalmente se ha venido diciendo que ya era vasallo de los Hicsos. Creemos que 1715 es una fecha muy temprana para pensar ya en una instalaci�n de la dinast�a Hicsa. Pensamos que m�s bien Nehesi pudiera ser un alto funcionario de la administraci�n egipcia, extranjero, que da un golpe de mano ante la creciente inestabilidad. Creemos que para hablar del comienzo del reino Hicso tendr�amos que bajar la fecha hasta aproximadamente el 1650 a.C., pues siguiendo la cronolog�a propuesta por Hayes y Rose, en esta fecha, en la XIV dinast�a de Xois, se sienta un rey llamado Seth Shanu. Para este mismo a�o se propone el comienzo del reinado de los gobernadores locales, lo que tradicionalmente se ha venido llamando el reino de los �peque�os Hicsos�, es decir la XVI dinast�a, encabezada por Yakebmu. Rose, propone una dataci�n para el comienzo de la XV dinast�a (la Hicsa) de 1652 a.C., que consideramos err�nea, pues si en la zona de Xois y en la de Avaris, existen ya a partir de 1650 unos tributarios o gobernadores locales, tiene que existir obligatoriamente ya, un reinado Hicso establecido, con capital en Avaris.

Para la XIV dinast�a de Xois, Hayes y Rose, dan una cronolog�a que va de 1715 a 1650 a.C.(65 a�os) y formada por 34 reyes. Para la XV dinast�a de Abr�s las fechas propuestas  ser�an del 1650-1544 a.C. (108 a�os), con 6 reyes. Para la XVI dinast�a, de 1650-1552 a.C. (98 a�os) con 28 gobernadores. Y para la XVII dinast�a tebana de 1652-1554 a.C., (98 a�os), con 15 reyes (ver cuadro adjunto).

 

LA CUESTI�N �TNICA:

 

Siempreque se habla de los Hicsos, surgen las preguntas �qui�nes fueron?, �de donde ven�an?.

Hacia el 2000 a.C. se produce un cambio clim�tico en Europa. A lo largo de toda la historia de la humanidad los pueblos se han movilizado siempre por condicionantes econ�micos o bien obligados a moverse por otros pueblos m�s fuertes. Tenemos tambi�n constancia que, un pueblo de origen indoeuropeo llamado Hurrita, procedente posiblemente de la regi�n del lago Van, presiona la zona septentrional de Mesopotamia. Militarmente son superiores y conocedores del caballo y del carro como elemento de guerra. De estos Hurritas se sabe que invaden Asiria, Mesopotamia Central, Siria y Palestina y se han localizado restos arqueol�gicos identificados como Hurritas en Tell Billa (cerca de N�nive), Karkemish, Alepo, Qatna y Kadesh. Creemos que no ser�a muy desacertado pensar que estos bien pudieran haber sido el agente movilizador que puso en marcha el mecanismo de la emigraci�n de otros pueblos hacia el Delta de Egipto. Adem�s, hay que pensar que Egipto, fue desde siempre el sue�o verde de multitud de pueblos sedientos y que si no hab�a sido invadido hasta ese momento, fue porque sus soberanos hab�an sido fuertes. La escasez de alimentos en los mercados tradicionales, tambi�n es otro factor que hace que todos los ojos se vuelvan hacia Egipto.

Si analizamos el vocablo �Hicso� = �pr�ncipes de pa�ses extranjeros�, nos est� ya indicando la propia pluralidad de quienes formaban este grupo. Consideramos err�nea pues la postura de aquellos que intentan encontrar un solo pueblo al que podamos identificar como Hicso.

Del texto de Maneton, a pesar de que hay que tomarlo con mucha precauci�n, podemos sacar varias conclusiones. En primer lugar �l hace referencia a �gentes de oscura raza venida del Oriente�. El t�rmino �oscura raza�, se puede interpretar de dos modos:

 

a)      Que no se sab�a la procedencia �tnica.

b)      Que el color de su piel era oscuro (el color de la piel de los habitantes del Delta es la m�s clara de todo Egipto, es de tipo caucasiano).

Si recordamos la tumba n� 3 de Jnoumhotep, en Beni Asan, los registros de su pared norte, nos est� describiendo la entrada de �asi�ticos� en Egipto. A estos asi�ticos, por su indumentaria podr�amos clasificarlos como de tipo cananita. Como se puede apreciar en estas pinturas, se tratan de clanes completos, esposas, hijos y enseres. El color de su piel es muy similar a la egipcia. Los rasgos de su cara son semitas: nariz t�picamente aguile�a, el ment�n alargado, utilizan barba...... En el yacimiento de Tell el Daba, se han localizado algunas estatuas de este per�odo. Los rasgos distan mucho de ser similares: no utilizan barba, la nariz es achatada, el rostro redondeado, los ojos almendrados, labios gruesos, el color de su piel no nos es posible clarificarlo pues las estatuas est�n realizadas en granito, aunque este es de color negro.

El estado actual de la cuesti�n enfoca hacia los sirio-cananeos, como los candidatos m�s id�neos[3]. La estratigraf�a y una gran variedad de hallazgos arqueol�gicos sustentan esta teor�a. Los restos Hicsos encontrados en Tell el Daba, corresponden a los estratos del Bronce Medio II BC. Bietak, tambi�n ha localizado abundantes restos de cer�mica, este mismo tipo de cer�mica ha sido localizado en el yacimiento de Tell-el Yahudijeh, correspondiendo tambi�n a la misma cronolog�a del estrato del Bronce Medio II BC. Pero esta �claridad� arqueol�gica, choca con la propia oposici�n egipcia: en la llamada �Estela de Amada�, del tiempo de Amenhotep II (1431-1405), se hace referencia a los �Hicsos� de una parte y a los �Pr�ncipes de Retenu� (Palestina)[4], de otra. Es decir que los egipcios los diferenciaban, eran etnias diferentes.

A pesar de que hay unas claras aportaciones Hurritas, no se han encontrado restos de esta civilizaci�n en yacimientos egipcios. Los restos Hurritas m�s pr�ximos se han localizado den Kadehs.

Recientemente Bietak ha localizado los cimientos de una gran fortificaci�n que puede corresponder a una ciudadela. M�s al sur de �sta, ha localizado otra m�s peque�a y otras dos m�s en las inmediaciones de la primera. Tambi�n parece ser que entre las fortificaciones existi� una zona que bien era de cultivo o se trataban de zonas ajardinadas. Esto estar�a relacionado con la secuencia cultural del mundo Palestino, que estaba constituido por peque�as confederaciones de peque�os estados bajo el liderazgo de una ciudad principal y su rey. �ste gobernaba bajo un sistema de vasallaje. Este sistema explicar�a la lista real de la XVI dinast�a.

Otro dato curioso es la forma de enterramiento. Las necr�polis localizadas en el yacimiento de Tell el Daba, nos habla de una poblaci�n con costumbres urbanas. En 1966 la misi�n austr�aca localiz� un peque�o cementerio familiar, de tipo claramente no egipcio, que correspond�a a rituales y costumbres Sirias del Bronce Medio II. Junto a las sepulturas de ni�os, con restos quemados y custodiados en �Pithoi�, se encontraron otras tumbas en fosa, con revestimiento de ladrillo crudo y cubierta arqueada. El ajuar funerario estaba compuesto por pu�ales de hoja triangular y hachas de guerra de tipo sirio. Este tipo de enterramiento con t�cnica de b�veda era muy com�n en la zona de Mesopotamia.

Influidos por los textos de Manet�n y de Flavio Josefo, tenemos la tendencia de ver a los Hicsos como unos feroces destructores, viendo guerreros, posiblemente donde no hubieran tantos. Si volvemos de nuevo al texto de Flavio Josefo, �l mismo nos indica: �Sin dificultad, ni combate...�. La arqueolog�a parece corroborar estas palabras, pues los niveles de incendio localizados, estar�an en estratos correspondientes a la XIII dinast�a. No se han localizado restos que nos indique que hubo resistencia y asedio a ciudades. Para hablar de luchas entre Hicsos y egipcios tenemos que esperar hasta Seqenenre Taa II, que ser� quien comience las hostilidades. El propio nombre de Avaris �Hwt w�rt� �Cuartel general del departamento�, nos est� indicando que los Hicsos heredaron unas estructuras comerciales preexistentes en la zona. Avaris pasar�a a ser un gran complejo comercial como lo hab�a sido hasta ese momento la zona de Biblos. Se ha especulado mucho sobre un Imperio Hicso�. Creemos que deber�amos pensar m�s en una expansi�n comercial aprovechando los cauces egipcios que en la fuerza de las armas. Como ya hemos visto anteriormente tan solo podemos dar una duraci�n aproximada para el per�odo Hicso de 108 a�os.  Un tiempo demasiado corto para pensar en el levantamiento de un gran Imperio militar. La hip�tesis en la que estamos trabajando propone que el mundo Hicso cre� bajo estructuras egipcias y experiencia propias, un gran Imperio comercial. Concordando esto con los grandes almacenes localizados en Avaris con restos de �nforas de aceite, vino.... Tambi�n se sabe que a la zona se trasladaron grandes artesanos en la fabricaci�n de barcos y que los Hicsos controlaban el comercio fluvial. Los �ltimos hallazgos de la misi�n austriaca, son miles de fragmentos arquitect�nicos, procedentes de suelos y paredes de lo que puede ser un palacio. La decoraci�n es lo m�s significativo, pues son restos de pintura mino�ca. Como bien dice Bietak, �es dif�cil la explicaci�n de este tipo de pintura en Tell el Daba�. Su hip�tesis de trabajo se basa en nexos din�sticos entre ambas cortes. Ser�a �sta una explicaci�n l�gica y nos aclarar�a en gran medida la tapa de alabastro localizada por Evans en Cnosos con el nombre del rey Hicso  y el Tebano, existieron  acuerdos fronterizos, de pastos, as� como el pago de impuestos. Estas alianzas se cimentaron con casamientos diplom�ticos. En el yacimiento de Tell el Daba, se ha localizado el fragmento de una inscripci�n con el nombre de una princesa llamada Tany donde se la denomina �hermana del rey�. Su nombre est� rodeado por un cartucho, lo que la vincula a la familia real hicsa. La part�cula �Ta� de su nombre es muy caracter�stico de la XVII dinast�a y nos hace pensar en la procedencia tebana de la princesa[5]. Tambi�n hay constancia de acuerdos similares con el reino de Kush.

 

APORTACIONES HICSAS:

Los estudios de Hayes nos han permitido precisar que es en este per�odo cuando se introducen en Egipto instrumentos musicales de cuerda. Tambi�n es en este per�odo cuando los egipcios conocen el arco compuesto, la armadura de malla, las dagas y espadas curvas de bronce[6]. Las empu�aduras de estas dagas correspondientes a los yacimientos Hicsos tienen formas de creciente lunar. El mismo tipo de iconograf�a aparece tambi�n en las cabezas de hacha. Este tipo de armas con similar iconograf�a fueron conocidos en Sumer y Anatolia hacia la primera mitad del tercer milenio[7]. Tambi�n podemos afirmar que es en este momento cuando se adoptan ciertas joyas que son de origen totalmente asi�tico como son los pendientes, alfileres.... A este momento corresponde la utilizaci�n del telar vertical.

Pero la m�s discutida de todas las novedades se mueve en torno a la introducci�n en el mundo egipcio del caballo y del carro de guerra. Para algunos el elemento Hurrita de los Hicsos ser�a el responsable de esta introducci�n, aunque no est� comprobado que los Hicsos utilizasen el caballo y el carro de guerra para conquistar el Delta, parece que su utilizaci�n nos llevar�a al final de su reinado. La primera menci�n del caballo, la encontramos en la segunda estela de Kamose. 

 

C O N C L U S I O N E S:

 

1)      Que tras un per�odo de incertidumbre y caos que se produjo a partir de la XIII dinast�a que llev� a Egipto a una divisi�n del poder real cre�ndose dos reino, uno en el Alto Egipto con capital en Tebas y otro en el Delta con capital en Xois, llega de nuevo la calma y la prosperidad con la llegada de una serie de pueblos que se confederan y forman una nueva dinast�a en el delta (la XV y XVI dinast�as Hicsas), pero que al mismo tiempo sigue existiendo en el Alto Egipto un reino independiente egipcio con capital en Tebas (XVIII dinast�a egipcia).

 

2)      Que estos nuevos soberanos para nada interrumpieron las costumbres egipcias, sino que en muchos casos las tomaron como propias. Durante este per�odo se copian papiros que recog�an tradiciones anteriores. Esto s�lo se puede llevar a cabo en momentos de paz y de florecimiento econ�mico.

 

3)      Que no hay un mismo origen �tnico para los Hicsos. Este pueblo se nutri� de Hurritas (al menos de tradiciones) pero sobre todo de Sirios, Cananeos y Palestinos.

 

4)      Que no debemos seguir viendo a los Hicsos como un pueblo guerrero y destructor, aunque hubiera una casta militar dentro de ellos. Que se trat� en su mayor�a de comerciantes emigrados por una ca�da en los mercados tradicionales de Biblos y Meggido. Que su gran expansi�n, no se debi� a una expansi�n territorial de conquista por las armas sino a razones de �ndole comercial. Y que su presencia en puntos tan distantes como son Cnosos, Bogazkoi, Bagad, Palestina, Gebelen y Khus, se debe a razones econ�micas y comerciales y no a un gran Imperio Hicso.

 

B I B L I O G R A F I A:

 

Bietak, M: Avaris and Piramesses. London 1986.

Grimal, N.: Historie de L�Egipte ancienne. Paris, 1988.

Habichi, L: The second stela of Kamose, Gl�ckstadt, 1972.

Hayes, C.W.: The sceptre of Egypt. The Hiksos period and the New Kingdom (1675-1080 B.C.).

Petrie, W.M.F.: Hyksos and Israelites Cities. London, 1906.

Redford, D.B.: The Hiksos invasion in history and tradition. Orientalia 39. 1970.

Egypt, Canaan, and Israel in Ancient Times. New Jersey, 1992.

Egypt and Canaan in the New Kingdon. Beer-Sheva, 1990.

Rose, J. The sons of Re. Cheshire, 1985.


[1] Hatshepsut, en su templo de Deir el Bahari.

[2] El Canon Real de Tur�n, da para el comienzo de la XIII dinast�a a dos reyes. Jutouere Wegaf (1785 a.C.) y a Sejemkare Amenemhet (sonbef, 1783 a.C.), no mencion�ndose ni en la lista real de Abydos ni en la de Sakkara. Khutowere puede proceder de Tebas. Se ha localizado  una estatua con su nombre (actualmente se encuentra en el Museo de Jartum), tambi�n en una inscripci�n en Medamud y en una estela procedente de Karnak. De Sejemkare Amenemhet (sonbef), al igual que el anterior no se le menciona en la lista real de Abydos ni en la de Sakkara. No hay inscripci�n conocida.

[3] Kempinsky 1985, Dever 1985, Mazar 1990.

[4] Bietak 1980, Stock, 1942.

[5] Carter, localiz� en la tumba de Amenhotep I, un fragmento de jarra sobre el cual se encuentran inscritos los nombres de Apopi Auserre, y la hija real Herith. Parece ser que esta princesa se cas� con uno de los reyes de la XVII dinast�a, de quien descender�an directamente los  soberanos de la XVIII dinast�a, siendo esta ka explicaci�n de porqu� una jarra marcada con el nombre de la princesa junto con el de Apopi, aparece en la tumba de Amenofis I. Schulman. Diplomatic mariage in the Egyptian New Kingdon. JNES 38.1979, p�g. 177-182.

[6] Hayes. Egipto: Desde la muerte de Ammenemes III hasta Sequenre II. Londres, 1988.

[7] Engberg. Reconsiderando a los Hicsos. Chicago, 1939.