DESARROLLO (cont.)
Conociendo estos antecedentes no es
aventurado suponer que hasta la muerte de Thut-mose III, el grueso del
cuerpo de carros del ejército egipcio estaba compuesto por los vehículos
arrebatados a sus enemigos vencidos o a lo que ellos llamaban entrega
de tributos de países extranjeros(L. VI),
que más bien debieron ser trueques de mercancías caras.
Las pruebas que apoyan esta hipótesis son los nutridos ejemplos de carros
que aparecen en representaciones egipcias realizadas durante los reinados
de Thut-mose III(L. VII) y Amen-hotep
II, los cuales se corresponden fielmente con modelo utilizado por sirios,
ugaríticos(L. VIII) y micénicos(L.
IX).
No se
sabe cuándo aprendieron los egipcios las técnicas de la fabricación de
carros.
No obstante, existen pruebas irrefutables de la construcción del
modelo cananeo en la tumba de Hepu (TT 66)(L. X),
visir de Thut-mose IV.
En otras anónimas,
(Ls. XI y XII) nuevas pinturas muestran a artesanos egipcios
esmerándose en la realización de las diversas piezas que componen dichos
vehículos, tanto con ruedas de cuatro radios como de seis.
Las
prestaciones que se exigían a un carro concluido -resistencia, ligereza y
maniobrabilidad- precisaban la manipulación o supervisión de maestros
experimentados en la utilización exacta de los variados materiales que lo
componían, especialmente en el
conocimiento de las costosas maderas que Egipto no producía y tuvo que
importar. Los primeros maestros carreteros debieron ser cananeos, a juzgar
por la utilización de ruedas de cuatro radios y colocación de su eje en la
parte trasera de la caja,
un modelo que usaba el propio faraón Amen-hotep II(L.
XIII).
Por un
anillo de oro con una escena de cacería sabemos que su hijo, Thut-mose IV
(1398-1387 a.C.), continuó por algún tiempo usando el mismo tipo de carro,
aunque en su búsqueda de mejoras, pronto rompiera con la tradición para
guerrear sobre un vehículo dotado con ruedas de ocho radios(L.
XIV). Puede que duplicar los radios diera mayor consistencia a las
ruedas, pero sin duda aumentaba el peso y, quizá, por eso, el nuevo modelo
no llegó a prosperar.
No es posible asegurar si la novedad se desechó
durante el breve reinado de Thut-mose IV o al comienzo del de Amen-hotep
III, el cual fue representado únicamente sobre el modelo hitita: de seis
radios por rueda y la caja sujeta al eje mediante casquillos.
Esta innovación, junto con muchas otras observadas en la
transformación que sufrió la sociedad egipcia del momento, pone de
manifiesto la llegada de hititas a la corte egipcia o la prosperidad de
los ya asentados con anterioridad en el país del Nilo.
Inmediatamente, el éxito de la novedad rodada se hizo extensivo a los
militares de alto rango, como atestigua el carro hallado en la tumba de Yuia, contemporáneo de Thut-mose IV y Amen-hotep III.
Ninguno de los faraones siguientes volvió a
ser representado sobre un vehículo con ruedas de cuatro radios. Y, si
creemos en los bajorrelieves policromados que, representando la batalla de
Kadesh, nos dejó Ramsés II (1279-1212 a.C.), aceptaremos que en su época
todo el cuerpo de carros del ejército egipcio ya había sido renovado con
el modelo de vehículo militar hitita.
Dado que
la rica iconografía egipcia tiene una información incalculable y
respuesta para muchas incógnitas, en este caso nos demuestra cómo el
abundante pero obsoleto contingente de carros estilo cananeo,
desechado por los militares, se siguió utilizando en la vida civil.
Como
ejemplo ofrecemos el de User-hat Nefer-hef, un sacerdote secundario del templo del Ka Real
de Sethy I. En un mural pintado de su tumba (TT 51) se recoge el desfile
de porteadores de su ajuar funerario, entre cuyas piezas destaca un carro
con ruedas de cuatro radios
muy parecido al expuesto en el Museo de Florencia.
También
el apunte sobre un ostracón, hecho por un artesano de Deir el-Medina(L.
XV), nos muestra a otro ciudadano anónimo manejando el tiro de un
carro, de idéntico aspecto cananeo.
CONCLUSIONES
1. Egipto comenzó su guerra de
liberación contra los hicsos usando el sistema de tropas de infantería
transportadas por barcos de la armada, y no valoraron las prestaciones del
carro ligero de combate hasta que las observaron de cerca, al adentrarse
en la región siro-palestina guerreando en pos de sus enemigos.
2. Gracias a los datos epigráficos que
nos ha legado el periodo faraónico podemos asegurar que el primer cuerpo
de carros del ejército egipcio estuvo formado por los vehículos y animales
de tiro incautados durante las campañas militares contra los cananeos u
otros pueblos influenciados por ellos. A su vez, la iconografía de templos
y tumbas deja bien a las claras que no todos los equinos uncidos a los
carros fueron caballos, sino que también se sirvieron de robustos onagros,
que por su poca docilidad son mucho más difíciles de manejar.
3. Una vez establecida la paz con las
ciudades sirias y palestinas, Egipto recibió nuevos aportes de carros que
igualmente pudieron llegar como pago de un tributo o simplemente por la
vía comercial. La afluencia de estos vehículos debió ser muy celebrada,
porque se reflejó en las pinturas de buena cantidad de las tumbas
nobiliarias de Tebas, capital del estado.
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