DEL IMPERIO MEDIO A LAS POSTRIMER�AS DEL IMPERIO NUEVO.
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Por Teresa Bedman. |
Conferencia impartida en el Palacio de Fern�n N��ez, Madrid 1997 |
Correo: [email protected]
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El
Imperio Medio es el per�odo de la historia de Egipto que comprende
desde finales de la dinast�a XI hasta el fin de la dinast�a XII,
es decir desde el 2040 hasta 1777 a.c aproximadamente. Es una �poca mal
conocida pues apenas nos han
llegado monumentos.
El reinado de Mentuhotep II ser� de suma importancia, como veremos
a continuaci�n, y al mismo tiempo muy conflictivo a la hora de su
estudio, debido en parte , a la complejidad de su titulatura. En el Canon
de Tur�n se menciona a los reyes de la dinast�a XI (los Antef y
los Mentuhotep), donde se alude a un Mentuhotep
y le da un reinado de 51 a�os. Seguidamente se menciona a otros
siete reyes, y �siete a�os vac�os�, d�ndonos un total de 143 a�os
para los reinados de los Antef y los Mentuhotep. Estos �ltimos aparecen
en el siguiente orden: Mentuhotep I, Mentuhotep II, Mentuhotep III,
Mentuhotep IV y Mentuhotep V.
Esta sucesi�n de
monarcas fue objeto de pol�mica
durante largo tiempo, siendo los estudios de Stock (1949) y los de
Gardiner (1956), los que establecieron que de los cinco reyes no son cinco
sino tres, ya que el Mentuhotep que reunificar�a Egipto aparece con tres
nombres de Horus diferentes correspondientes a tres fases diferentes de su
reinado. As� tenemos que Mentuhotep II se llam�: �
el HORUS
SEANJIBTAUI �el que hace vivir
el coraz�n de las dos tierras �, que adoptar�a a la muerte de su
padre Antef III. Se sabe que
con este nombre conquistar� el norte del pa�s. �
el HORUS
NETERY-HEDJET,�el Se�or de la
Corona Blanca�, fue el nombre que adopt� en el 2040 a.C., tras su
victoria sobre Heracle�polis. �
el
HORUS SEMATAUI, �el
unificador del Doble Pa�s�, t�tulo que adopta hacia el a�os 39 de
su reinado, como culminaci�n de su carrera pol�tica.
En opini�n de Hayes y Grimal, el nombre de Mentuhotep le fue dado
al primer rey tebano en el origen de la dinast�a (2160 a.C.), cuando
Tebas s�lo dominaba el sur del pa�s. Este Mentuhotep, considerado tradicionalmente
como el fundador de la dinast�a tebana, llevaba el nombre de Horus �tepy-a�,
es decir �el antepasado�. Con
este nombre de Horus s�lo aparece en la lista Real de Karnak (actualmente
en el Museo del Louvre).
Seg�n el Canon de Tur�n, a Mentuhotep II le suceder� su hijo
Mentuhotep III, que s�lo reinar� doce a�os. A este le suceder�
Mentuhotep IV, que s�lo reinar�a durante dos a�os y que no es
mencionado en ninguna lista real.
Con la victoria sobre Heracle�polis, Mentuhotep II se proclamar�
soberano de las Dos Tierras:
�El horus Netery-Hedjet, �Se�or de la Corona Blanca�, El rey del
Alto y Bajo Egipto, Neb hepet ra, el hijo de Ra, Mentuhotep...�[1]
A pesar que
adopta ya el t�tulo de �nsw bit�,
se sabe que el pa�s no est� en este momento unificado. No sabemos a
ciencia cierta cuando se produjo este momento. Para lograr esta, hemos de
suponer que llev� a cabo una pol�tica frente a los nomarcas f�rrea. Sus
habilidades como diplom�tico unido al fuerte aparato militar debieron
sugerir a los nomarcas, a
pesar de que estos eran poderosos, sobre todo
los del Egipto Medio, que era mejor estar al lado de la corona.
Por los pocos documentos que han llegado hasta nosotros, podemos
discernir los m�todos seguidos: �
Depuso al
nomarca de Asiut, que hab�a sido colaborador de
los reyes heracleopolitanos. �
Dio
recompensas a la fidelidad a los nomarcas de los nomos
de Oryx y de la Liebre, as� como a lo restantes del Alto Egipto,
respet� sus privilegios . �
Controla el
norte del pa�s por medio de inspectores tebanos, sobre todo Heracle�polis,
que ha convertido en provincia dependiente del nomo de Heli�polis. �
Perseguir�
a sus enemigos pol�ticos, que se hab�an refugiado
en el Oasis de Dajla.
Para
afianzar definitivamente su autoridad, organizar� la administraci�n, que
la centralizar� en Waset
(Tebas), la capital. Fortalecer� e
incentivar� la actividad econ�mica, se rodear� de un cuerpo de
funcionarios de su entera confianza que ocupar�n los m�s altos cargos en
el control de la administraci�n central y provincial: �
Restablece
el cargo de visir, que coordinar� todas las funciones administrativas. �
Crea el cargo de �Gobernador
del Norte�, controlando desde Heracle�polis hasta el Delta. �
Nombrar� un �Gobernador
del Sur�, que controlar� la zona
m�s meridional del Alto Egipto. �
Designar�
como �Gobernador de los desiertos
del Este� a Meru, un
funcionario de su total confianza.
Sin embargo, esta
estructura del funcionarizado adolec�a de una burocracia letrada
eficiente y disciplinada, lo que provocar�a deficiencias importantes en
la administraci�n.
En cuanto a la
administraci�n provincial, �sta permanecer�a, en manos de las m�s
antiguas familias locales, confiada a los funcionarios estatales y
militares.
Egipto, de esta
manera, volv�a a estar bajo el control de la monarqu�a, aunque no de
forma absoluta, los pr�ncipes locales respetados por el monarca, segu�an
actuando con gran autonom�a, conservaban sus prerrogativas, consider�ndose
verdaderos se�ores de su territorio, aunque hubieron de reconocer al rey
como a un hijo de Ra y gobernante absoluto, mediante la perpetuaci�n del
dogma tradicional. Pero la realidad estaba en que este dogma del
absolutismo divino del rey ser�a un aspecto superficial, ya que lo que subyac�a
en el fondo era, una tendencia separatista muy pronunciada.
La reestructuraci�n
administrativa culminar�a hacia el a�o 30 del rey.
Como HORUS SEMATAUI,
Mentuhotep II, realizar� una pol�tica exterior encaminada a someter a
los nubios que se hab�an independizado durante el vac�o de poder.
Reforzar� las fronteras tanto de Nubia como del Delta Occidental y
Oriental. Las campa�as que realizar� hacia Nubia (2010 a.C.), ser�n m�s
por el control de la zona que por ocupaci�n. Restablecer� las antiguas
rutas caravaneras, la explotaci�n de minas y el reclutamiento de soldados
nubios. Por el contrario, las
campa�as libias y asi�ticas ser�n punitivas y de sometimiento, haciendo
tan s�lo una �nica menci�n a la realizada a las minas de turquesas del
Sina� y a las canteras del Imperio Antiguo. En cuanto al comercio
exterior se sabe que se limit� a importar madera y a crear una extensa
franja fronteriza para aislar al Delta de futuras incursiones n�madas.
Tanto Mentuhotep II
como su sucesor Mentuhotep III hicieron gala de ser hombres piadosos,
grandes constructores y amantes del arte, diseminando el Alto Egipto de
santuarios y capillas que decoraron con ricos relieves.
El arte provincial
del grabado, tosco y desma�ado, como consecuencia de un aislamiento art�stico
en el que estaba sumid el Alto Egipto antes de la reunificaci�n,
evoluciona en ambos reinados, hasta unos niveles de perfecci�n y
elegancia, muy posiblemente debido a la llegada de artistas menfitas a los
talleres reales.
Los relieves de
principios de la dinastia XI, a partir de la reunificaci�n, seguir�n las
reglas estrictas del sistema axial y del canon de proporciones. El arte
del grabado, en tiempos de Mentuhotep III llegar� a ser el modelo cl�sico.
Su riqueza iconogr�fica quedar� acrecentada por el dominio t�cnico con
que se trabaja la piedra. La estatuaria real en piedra, que hab�a ca�do
en desuso en el Bajo Egipto durante el Primer Periodo Intermedio, se
mantuvo, por el contrario en el Alto Egipto, donde se siguieron fabricando
en los talleres provinciales. Se caracterizan por se de muy grandes
proporciones, aparentemente toscas y muy desproporcionadas, aunque su
calidad se mide en raz�n de las simetr�as que presentan.
Asistimos al triunfo
de la religi�n osiriana que se asienta en Abydos y que a lo largo de la dinast�a
XI, se convierte en el centro principal de su culto. Siguiendo esta moda,
al rey se le identifica como Osiris y este tipo de estatuaria ser� la
precursora de las estatuas y pilares osirianos posteriores.
En este momento de
estabilidad pol�tica sube al trono de Egipto la dinast�a XII, que estaba
formado por ocho soberanos (siete reyes y una reina) y que gestar� un
nuevo modelo de reino cuyas instituciones pol�ticas, religiosas, econ�micas
as� como sus canones culturales, ser�n tomados como modelos en las
generaciones siguientes.
El Canon de Tur�n
sit�a a la muerte de Mentuhotep III �siete a�os vac�os�, que
corresponden con el reinado de su sucesor y �ltimo rey de la dinast�a
XI. Un nuevo rey, Amenemhat, sube al trono de las Dos Tierras, tomando
como nombre de Horus el de UHEM-MESUT,
�El que renueva los nacimientos�, y que
como parece que nos indica su nombre es el primero de una nueva
familia en el trono de Egipto.
Sabemos que la
transici�n de poder de una dinast�a a otra no se hizo de una manera pac�fica;
incluso hab�a al menos dos pretendientes al trono. De todos modos, parece
que el ascenso al trono de Amenemhat no fue cuestionada por la mayor�a,
los lazos con la dinast�a XI no se rompieron del todo y no existi� vac�o
de poder.
Pero no vamos hablar
de los amenemhat sino que vamos avanzar en la dinast�a hasta situarnos en
las proximidades de 1879 a.C., que es cuando presumiblemente, sube al
trono de Egipto el que ha sido tomado como prototipo del rey egipcio, el
legendario JA-KAU-RA Sesostris
III.
Una de las primeras
decisiones del nuevo rey fue terminar con el problema de los nomarcas, ya
que algunos de ellos segu�an teniendo importantes cuotas de poder desde
el Primer Per�odo Intermedio. Los reyes de la dinast�a XII, uno tras
otro, hab�an ido menguando ese poder con h�biles medidas pol�ticas. El
nuevo rey puso fin a la cuesti�n suprimiendo pura y simplemente el cargo
de nomarca.
La nueva organizaci�n
pol�tica sit�a a todo el pa�s bajo la autoridad directa de la
Residencia a trav�s de tres departamento llamados
Waret[2],
�Waret del Norte�, �Waret del Sur� y �Waret de la Cabeza del
Sur�, que coincid�an geogr�ficamente con el Bajo y Alto Egipto,
los dos primeros y el tercero con Elefantina y con la Baja Nubia.
La larga paz reinante
bajo los reinados de Amenemhat II y Sesostris II hab�an animado a las
tribus sudanesas a infiltrarse peligrosamente al norte de la tercera
catarata. De nuevo Sesostris III tomar� medidas en�rgicas. Comienza por
hacer ensanchar el canal que el rey Merenre[3]
hab�a mandado excavar para facilitar el paso de los navios por los r�pidos
de la primera catarata. Este canal ser� utilizado en el a�o 8 en una
primera expedici�n punitiva contra Kush, una segunda en el a�o 10 y una
tercera en el 16.
En el a�o 19, los
egipcios remontan el r�o hasta la Segunda Catarata donde la frontera es
reforzada por una cadena de fortalezas de adobe entre Semna y Buhem. En el
Pr�ximo Oriente se conoce una campa�a de Sesostris III en la zona de
Sirio Palestina destinada a controlar a los Mentjiau.
Tras la muerte de
Sesostris III le sucede en el trono su hijo NI
MAAT RA ,Amenemhat III. Durante los cuarenta a�os que dura su
reinado este rey llev� a Egipto a la cumbre de la prosperidad, culminando
la gran obra de consolidaci�n del pa�s basada en la centralizaci�n de
la administraci�n. La paz reinar� tanto en el exterior como en el
interior.
La puesta en
explotaci�n del Fay�m, con un aumento de las tierras cultivables
en m�s de 7.000 hect�reas, va unido
al desarrollo de nuevos sistemas de irrigaci� en el Valle del Nilo y con
la intensa actividad en las minas y en las canteras. Toda esta intensa
actividad econ�mica se traduce en numerosas construcciones que hacen del
reinado de Amenemhat III una de la cimas de la grandeza de Egipto.
A su muerte le
suceder� su hijo Amenemhat IV que tendr� un breve reinado de cuatro a�os.
Como sucediese en el
Imperio Antiguo, el Imperio Medio se cierra con el reinado de una mujer,
la reina del Alto y Bajo Egipto Neferu Sobek.
Cuando la reina sube
al trono del Doble Pa�s parece que la situaci�n de Egipto tiende de
nuevo a degradarse, quiz�s por las mismas razones que causaron el fin del
Imperio Antiguo. Es poco lo que se conoce del reinado de esta soberana.
Incluso no est� clara su filiaci�n, se piensa que fue una hermana del
rey Amenemhat IV.
No existen documentos
que nos informen del fin de esta dinastia XII, pero la siguiente, con la
que comienza el Segundo Periodo Intermedio, parece que sigue una sucesi�n
leg�tima de la XII, pues toma el poder un tal Sekhemre Khutaui, que bien
se cas� con la reina Neferu Sobek o despoj� a esta de su autoridad,
inaugurando asi de este modo la dinast�a XIII.
Esta, debi� ser sin
duda un per�odo de incertidumbre pues en aproximadamente 133 a�os suben
al poder 51 reyes. A esta inestabilidad rea, hay que a�adir un per�odo
de �vacas flacas�, de hambrunas que sacudir�n a Oriente, Palestina y
el levante Mediterr�neo. Egipto, a pesar de su inestabilidad din�stica n
sucumbir� ante esta primera crisis, ya que el gran aparato administrativo
segu�a funcionando. Bietak relaciona el cambio de los mercados
tradicionales de Biblos y Megiddo (por falta de mercanc�as), con los asentamientos
de una nueva poblaci�n de comerciantes en Avaris. Estos emigrantes estar�an
formados en su mayor�a por sirios-palestinos. En la zona de Tell el Daba,
la misi�n austriaca ha localizado en los �ltimos a�os, una serie de
santuarios de tipo cananeo, con una extensi�n de aproximadamente
3.500m2 de �rea sagrada, lo que no puede dar una idea de
la importancia de la colonia. Pero tambi�n tenemos constancia de
que se producen hambrunas dentro de Egipto hacia finales de la dinast�a
XIII. Condicionantes clim�ticos desestabilizaron el sistema agr�cola. En
el desfiladero de Semna y en la isla de Askut en Nubia, una serie de
grafitos registran, con cierta preocupaci�n unos niveles desusadamente
elevados de inundaci�n. Tambi�n en una estela, procedente del templo de
Karnak, nos habla de la inundaci�n que sufri� el propio templo de Am�n.
Estos datos, unidos a la ya precaria estabilidad real, producen un
debilitamiento y una segunda crisis de tal calibre que el Egipto, sucumbe
y se fracciona, abriendo nuevas heridas pol�ticas y reapareciendo el
viejo sistema se�orial del Alto Egipto. En el Delta, que no hab�a
existido nunca este sistema se�orial, ya que la zona era mas propicia a
la agricultura y al comercio, el momento es aprovechado por gobernadores o
por altos cargos de la administraci�n del propio gobierno egipcio para
hacerse con el poder. Y como si formase parte de un rito c�clico, hacia
el 1715 a.C., Egipto se fracciona en dos reinos: uno feudal en el Alto
Egipto con capital en Tebas al frente del cual se encuentra un rey llamado
Ibiya Wahibre y otro en el Bajo Egipto, con capital en Xois, gobernado por
Menibre Nehesi, inici�ndose en esta zona la dinast�a XIV.
De este Menibre
Nehesi, apodado �el negro� y bas�ndose
en este sobrenombre, se ha venido diciendo tradicionalmente que ya era
vasallo hicso. Creemos que 1715, es una fecha muy temprana para pensar ya
en una instalaci�n de la dinast�a hicsa. Pensamos que m�s bien, Nehesi,
pudiera ser un alto funcionario de la administraci�n egipcia, extranjero,
que da un golpe de mano ante la creciente inestabilidad. Creemos que para
hablar del comienzo del reino Hicso trendr�amos que bajar la fecha hasta
aproximadamente el 1650 a.C., pues siguiendo la cronolog�a propuesta por
Hayes y por Rose, en esta fecha, en la dinast�a XIV de Xois, se sienta
una rey llamado Seth Shasu. Para este mismo a�o se propone el comienzo
del reinado de los gobernadores locales, que tradicionalemente se han
venido llamando el reino de los
�peque�os Hicsos�, es decir la dinast�a XVI, encabezada por Yakebmu.
Rose, propone una dataci�n para el comienzo de la dinast�a XV (la hicsa)
de 1652 s.C., que consideramos err�nea, pues si en la zona de Xois y en
la de Avaris, existen ya a partir de 1650 unos tributarios o gobernadores
locales, tienen que existir obligatoriamente ya, un reino Hicso
establecido, con capital en Avaris.
Para la dinast�a XIV
de Xois, Hayes y Rose, dan una cronolog�a de 1715-1650 a.C., (65 a�os) y
formada por 34 reyes. Para la dinast�a XV de Avaris las fechas propuestas
ser�an de 1650-1544 a.C., (108 a�os), con 6 reyes. Para la dinast�a XVI
de 1650-1552 a.C., (98 a�os) con 28 gobernadores. Y para la dinast�a
XVII tebana de 1652-1554 a.C., (98 a�os) con 15 reyes. Las propuesta que
hice en el Congreso Internacional de Egipt�logos celebrado en Septiembre
de 1995 en Cambridge fue subir esta cronolog�a, no al 1715 como proponen
algunos autores porque considero que es muy tempana, pero tampoco bajarla
hasta el 1652 a.C., ya que 65 a�os son muchos a�os para una dinast�a
inestable y de transito como debi� ser la de Xois.
Siempre que se habla
de los Hicsos, surgen las preguntas de �quienes fueron?, �de donde ven�an?
Hacia el 2000 a.C.,
se produce un cambio clim�tico en Europa. A lo largo de toda la histor�a
de la humanidad los pueblos se han movilizado siempre por condicionantes
econ�micos o bien obligados a moverse por otros pueblos m�s fuertes.
Tenemos tambi�n constancia que, un pueblo de origen indoeuropeo llamado
Hurrita, procedente posiblemente de la regi�n del lago Van, presiona la
zona septentrional de Mesopotamia. Militarmente son superiores y
conocedores del caballo y del carro como elemento de guerra. De estos
Hurritas se sabe que invaden Asir�a, Mesopot�mia Central, Siria y
Palestina y se han localizado restos arqueol�gicos identificados como
Hurritas en Tell Billa (cerca de N�nive), Karkemish, Alepo, Qatna y Qadesh.
Creemos que no ser�a muy desacertado pensar que estos bien pudieran haber
sido el agente movilizador que puso en marcha el mecanismo de la emigraci�n
de otros pueblos hacia el Delta de Egipto. Adem�s, hay que pensar que
Egipto, fue desde siempre el sue�o verde de multitud de pueblos sedientos
y que si no hab�a sido invadido hasta ese momento, fue porque sus
soberanos hab�an sido fuertes. La escasez de alimentos en los mercados tradicional,
tambi�n es otro factor que hace que todos los ojos se vuelvan hacia
Egipto.
Si analizamos el
vocablo �hicso� = �pr�ncipes de pa�ses extranjeros�, nos est�
indicando la propia pluralidad de quienes formaban este grupo.
Consideramos err�nea pues, la postura de aquellos que intentan encontrar
un s�lo pueblo al que podamos identificar como Hicso.
Del texto de Manet�n,
a pesar de que hay que tomarlo con mucha precauci�n, podemos sacar varias
conclusiones. En primer lugar �l hace referencia a �gentes de oscura
raza venida del Oriente�. El t�rmino �oscura raza�, se puede
interpretar de dos modos: �
Que no se sab�a la procedencia �tnica. �
Que el color de su piel era oscuro (el color de la piel de
los habitantes del Delta es la
m�s clara de todo Egipto, es de tipo caucasiano).
Si recordamos la
tumba n�3 de Khnoumhotep, en Beni Hassan, en los registros de su pared
norte, nos est� describiendo la entrada de �asi�ticos� en Egipto. A
estos asi�ticos, por su indumentaria podr�amos clasificarlos como de
tipo cananita. Como se puede apreciar en estas pinturas, se trata de
clanes completos, esposas, hijos y enseres. El color de su piel es muy
similar a la egipcia. Los rasgos de su cara son semitas: nariz t�picamente
aguile�a, el ment�n alargado, utilizan barba... En el yacimiento de Tell
el Daba, se han localizado algunas estatuas de este per�odo. Los rasgos
distan mucho de er similares: no utilizan barba, la nariz es achatada, el
rostro redondeado, los ojos almendrados, labios gruesos, el color de su
piel no nos es posible clarificarlo pues las estatuas est�n realizadas en
granito, aunque este es de color negro.
El estado actual
sobre el posible origen �tnico de los Hicsos apuntan hacia los
sirio-cananeos, como los candidatos m�s id�neos. La estratigraf�a y una
gran variedad de hallazgos arqueol�gicos sustentan esta teor�a. Los
restos hicsos encontrados en Tell el Daba, corresponden a los estratos del
Bronce Medio II BC. Bietak, tambi�n ha localizado abundantes restos de
cer�mica, este mismo tipo de cer�mica ha sido localizada en el
yacimiento de Tell-el Yahudiyeh, correspondiendo tambi�n a la misma
cronolog�a de estrato del Bronce Medio II BC. Pero esta �claridad�
arqueol�gica, choca con la propia oposici�n egipcia: en la llamada
�estela de Amada�, del tiempo de Amenhotep II (1431-1405), se hace
referencia a los Hicsos de una parte y
a los �Pr�ncipes de Retenu� (Palestina) de otra. Es decir que
los egipcios los diferenciaban, eran etnias diferentes.
A pesar de que hay
unas claras aportaciones hurritas, no se han encontrado restos de esta
civilizaci�n en yacimientos egipcios. Los restos hurritas m�s pr�ximos,
se han localizado en Kadehs.
Recientemente Bietak
ha localizado los cimientos de una gran fortificaci�n que puede
corresponder a una ciudadela. M�s al sur de esta, ha localizado otra m�s
peque�a y otras dos m�s en las inmediaciones de la primera. Tambi�n
parece ser que entre las fortificaciones existi� una zona que bien era de
cultivo o se trataban de zonas ajardinadas. Esto estar�a relacionado con
la secuencia cultural del mundo palestino, que estaba constitu�do por
peque�as confederaciones de peque�os estados bajo el liderazgo de una
ciudad principal y su rey. Este, gobernaba bajo un sistema de vasallaje.
Este sistema explicar�a la lista real de la dinast�a XVI.
Otro dato curioso es
la forma de enterramiento. Las necr�polis localizadas en este yacimiento,
nos hablan de una poblaci�n con costumbres urbanas. En 1966, la misi�n
austr�aca localiz� un peque�o cementerio familiar, de tipo claramente
no egipcio, que correspond�a a rituales y costumbres sirias y del Bonce
Medio II. Junto a las sepulturas de ni�os, con restos quemados y
custodiados en �pithoi�, se encontraron
otras tumbas en fosa, con revestimiento de ladrillo crudo y
cubierta arqueada. Los cuerpos yac�an en posici�n levemente contra�da
sobre uno de sus lados. El ajuar funerario estaba compuesto por pu�ales
de hoja triangular y hachas de guerra de tipo sirio. Este tipo de
enterramiento con t�cnica de b�veda era muy com�n en la zona de Mesopot�mia
Influidos por los
textos de Manet�n y de Flavio Josefo, tenemos la tendencia a ver a los
Hicsos como unos feroces destructores, viendo guerreros, posiblemente
donde no hubieron tantos. Si vamos al texto de Flavio Josefo, �l mismo
nos indica: �Sin dificultad, ni combate...�. La arqueolog�a parece
corroborar estas palabras, pues
los niveles de incendio localizados, estar�an en los estratos correspondientes
a la dinast�a XIII. No se han localizado restos que nos indiquen que hubo
resistencia y asedio a ciudades. Para hablar de luchas entre hicsos y
egipcios tenemos que esperar hasta Seqenenre Taa II, quien ser� quien
comience con las hostilidades.
El propio nombre de
Avaris Hwt w�rt �Cuartel general del departamento�, nos est�
indicando que los hicsos heredaron unas estructuras comerciales
preexistentes en la zona. Avaris pasar�a a ser un gran complejo comercial
como lo hab�a sido hasta ese momento la zona de Biblos. Se ha especulado
mucho sobre un �imperio hicso�. Creemos que deber�amos pensar m�s en
una expansi�n comercial aprovechando los cauces egipcios, que en la
fuerza de las armas. Como ya hemos visto anteriormente tan s�lo podemos
dar una duraci�n aproximada para el periodo hicso de 108 a�os. Un tiempo
demasiado corto para pensar en el levantamiento de un gran imperio
militar. La hip�tesis en la que estamos trabajando
propone que el mundo hicso cre� bajo estructuras egipcias y
experiencias propias, un gran imperio comercial. Esto, estar�a n
concordancia con los grandes almacenes localizados en Avaris con restos de
�nforas, aceite, vino... Tambi�n
se sabe que a la zona se trasladaron grandes artesanos en la fabricaci�n
de barcos y que los hicsos controlaban el comercio fluvial. Los �ltimos
hallazgos de la misi�n austriaca, son miles de fragmentos arquitect�nicos,
procedentes de suelos y paredes de lo que puede ser un palacio. La
decoraci�n, es lo m�s significativo, pues son restos de pintura minoica.
Como bien dice Bietak, �es dif�cil
la explicaci�n de este tipo de pintura en Tell el Daba�. Su hip�tesis
de trabajo se basa en nexos din�sticos entre ambas cortes. Ser�a esta
una explicaci�n l�gica y nos aclarar�a en gran medida, la tapa de
alabastro localizada por Evans en Cnosos con el nombre del rey hicso Khian.
Tambi�n se sabe que entre el reino hicso y el tebano, existieron acuerdos
fronterizos, de pastos, as� como el pago de impuestos. Estas alianzas se
cimentaron con casamientos diplom�ticos. En el yacimiento de Tell el
Daba, se ha localizado el fragmento de una inscripci�n con el nombre de
una princesa llamada Tany donde se la denomina �hermana
del rey�. Su nombre est� rodeado por un cartucho, lo que la vincula
a la familia real hicsa. La part�cula �ta� de su nombre es muy
caracter�stico de la dinast�a XVII y nos hace pensar en la procedencia
tebana de la princesa. Tambi�n tenemos constancia de acuerdos militares
entre los hicsos y el reino de Kush
Pasada la crisis del
asentamiento Hicso, todo Egipto se encuentra pagando tributos a estos
soberanos extranjeros. La documentaci�n contempor�nea, no nos aportan
muchos datos sobre el estado pol�tico del Alto Egipto. Tan s�lo un
documento localizado en Coptos sobre un decreto de Nebkheperre Antef, nos
lanza una luz sobre lo que pod�a estar ocurriendo en el Alto Egipto. El
texto alude al tercer a�o de este rey donde al parecer se cometi� un
crimen en el templo de Min en Coptos, el culpable , un tal Teti, hijo de
Minhotep se vio despose�do de sus funciones que ejerc�a en el templo. La
maldici�n dice:
�En cuanto a todo rey del Alto Egipto, en cuanto a todo jefe que
se muestre compadecido hac�a �l, no podr� recibir la corona blanca, ni
ce�ir� la corona roja. No podr� sentarse en el trono de Horus y las dos
diosas (Uadjet y Nejbet), no lo favorecer�n como favorecen a quienes
ellas aman�.
Seg�n este texto,
parece que en esa �poca exist�an muchos reyes del Alto Egipto y que se
pod�a llegar al poder sin ser de sangre real. Por este motivo, creo, que
la dinast�a XVII fue contempor�nea de las XV y XVI hicsas. Tebas ser�a
un reino casi independiente donde la principal consecuencia de la invasi�n
hicsa fue la de haber robustecido la feudalidad, lo que explica que la
monarqu�a reapareciera en Tebas con el advenimiento de la dinast�a XVII,
bajo la forma de una realeza propiamente feudal, en la que el rey era
elegido por los pr�ncipes de los nomos. La invasi�n hicsa no fue
suficiente motivo para anular de golpe
el resultado de muchos siglos de evoluci�n. Y aunque diezmados
econ�micamente, aceptaron ser tributarios del Delta, hasta que su poder
local fue lo suficientemente fuerte otra vez.
Pero a pesar de unas
aparentes buenas relaciones, lo cierto es que la aristocracia tebana, jug�
el papel de organizar el peque�o reino y reavivar entre sus s�bditos el
sentimiento nacional y hacer nacer en ellos el deseo de expulsar de Egipto
al extranjero.
Manet�n atribuye
seis reyes para este per�odo: Salitis, Bnon, Apajnam, Apofis, Innas,
Kertos, y da una duraci�n exagerada de 259 a�os de reinado. El
Canon de Tur�n, como ya hemos mencionada, atribuye un reinado de
108 a�os para la dinast�a XV. Seg�n esto el primer rey hicso estar�a
ya en el trono de Avaris hacia el 1652 a.C., fundando la dinast�a XV.
Hacia el 1650 a.C., sube al trono Nubkare, fundando una dinast�a paralela
de pr�ncipes hicos: la XVI.
Mientras tanto, en la
zona tebana, en 1652 a.C., sube al trono
Rahotep que fundar� la dinast�a XVII, y que es contempor�nea de
la XV y XVI.
Hacia el 1594 a.C., Apofis
I se hace con el trono. Hace pol�tica matrimonial, casa a su hija Herit
con un rey tebano, lo que no se sabe es, si fue, como consecuencia de
estrechar a�n m�s lo lazos de amistad o para sofocar las tensiones que
del lado tebano comienzan producirse. La monarqu�a tebana, se hab�a
contentado con el papel de mera vasalla hicsa conservando un halo de
�independencia�. Se sabe que los pr�ncipes tebanos de �ste per�odo,
no se caracterizaban precisamente por su fuerza: Djehouty, contempor�neo
de rey hicso Kyan no permaneci� en el trono de Tebas m�s de un a�o. De
su sucesor Mentuhotep VII, del que se ha localizado una esfinge en Edfu,
se sabe que no realiz� ninguna gran haza�a y que su reinado no fue
demasiado largo. Pero a Apofis I, no le ser� tan simple mantener la paz
con sus vecinos tebano, pues sangre nueva sube al trono de Tebas. Apofis I,
tendr� como aponente a Antef VII. El origen de este rey es incierto.
Desarrollar� una gran labor constructiva que ha quedado patente en
Coptos, Abydos, El Kab, Karnak. A Antef VII, por parte tebana, le sucede
Senakhtenre Taa, el anciano. Su esposa Teticheri, durante la dinast�a
XVIII, fue objeto de culto, como la gran abuela del libertador Ahmosis. A
este le suceder� su hijo Sequenenre Taa, quien comenzar� ya de una forma
abierta las hostilidades con los Hicsos, que son recogidas en el papiro
Sallier Y, aunque este es una copia de �poca de Menptah. Se sabe que el
joven rey se lanza al combate y muere en la batalla. Su momia fue
localizada por Masper� 1881 en la cachette de Deir el Bahari, con
evidentes signos de una muerte violenta producidos por los golpes de un
hacha de tipo Bronce Medio II similares a las encontradas en Avaris. Le
suceder� su hijo Kamose que tambi�n morir� en los enfrentamientos.
Muerto su esposo,
muerto su hijo, y con un futuro rey de no m�s de cinco a�os, la Gran
Esposa Real Ahotep, se pone al frente de la monarqu�a tebana. Se inicia
la dinast�a XVIII, y ella ser� la precursora de una serie de mujeres que
tendr�n una importancia crucial en el desarrollo de esta dinast�a.
Sin duda la reina tom�
el poder, haciendo una aut�ntica regencia durante la minor�a de edad de
Ahmosis, pues sabemos que �l no reanuda la lucha contra los hicsos hasta
el a�os 15 de su reinado. Entre el a�o 15 y el 22 se sabe que Avaris fue
tomada y el ejercito enemigo perseguido hasta la fortaleza de Sharuhen (Canaan);
el asedio dur� 3 a�os con la victoria finalmente para el ejercito
egipcio.
La primera mitad de
la dinast�a XVIII, se caracteriza por un proceso expansi�n territorial.
As� tenemos que Ahmosis y su ejercito restaurar�n
las antiguas vias comerciales dirigi�ndose al pa�s de Djahy
(Fenicia). Posteriormente el fara�n realizar� tres campa�as de castigo
contra Nubia llevando las fronteras hasta Buhem (segunda catarata).
Con Amenhotep I, el
proceso de expansi�n no se detiene y as� continua la ocupaci�n egipcia
de Nubia llegando hasta Karoy en las proximidades de la tercera catarata.
Aunque es dudosa parece que existi� una campa�a contra los libios. La
informaci�n de la expansi�n egipcia de este periodo lo encontramos en la
tumba del funcionario Ahmosis
hijo de Abana, en el Kab.
Con la regencia de la
reina Hatshepsut sobre Thutmosis III, comienza una era caracterizada por
la paz en los territorios egipcios ocupados, que conlleva el que la reina
realice una pol�tica interior activa de reconstrucciones y organizaci�n
nacional; es en definitiva, una pol�tica en la m�s pura tradici�n
egipcia de los Imperio Antiguo y Medio. Simult�neamente prepara su
derecho al trono en el a�o 7 de su reinado, relegando a Thutmosis III a
un segundo plano y haci�ndose rodear de un equipo extraordinario, en el
que destacan Hapuseneb como el Sumo Sacerdote de Am�n y Senenmut como su
administrador y Jefe de obras, sus m�s fieles valedores.
Hatshepsut, hija de
Am�n, como lo expresa la teogamia en Deir el Bahari y en las
inscripciones del reposadero de la barca de Am�n (capilla roja), emprende
innumerables obras en los templos egipcios, destacando especialmente las
llevadas a cabo en Karnak. Un hecho singular en su reinado es la expedici�n
realizada al Pa�s de Punt en el a�o 9. La construcci�n m�s importante
llevada a cabo por Hatshepsut es su templo funerario en Deir el Bahari.
Thutmosi III como corregente emprende expediciones militares al Sina�.
A la muerte de
Hatshepsut en el a�o 22, Thutmosis III queda como �nico rey, debiendo
hacer frente a una coalici�n de 330 pueblos asi�ticos sublevados bajo
los auspicios de Mitanni y dirigidos por el rey de Kadesh.
Desde Gebel Barkal,
en la cuarta catarata del Nilo hasta el E�frates, Thutmosis III consigue
el mayor Imperio de la historia de Egipto. Seg�n los Anales de Karnak, el
rey domina en Asia Menor a un total de 110 estados. Su ejercito estaba
compuesto por dos divisiones de infanter�a con un total de 8.000 hombres
divididos en arqueros y
unidades de choque. Anexo a cada ejercito, una unidad de carros compuesta
por 150 carros. Fue tambi�n un gran constructor, embellece Karnak y manda
construir su templo funerario al lado del de Hatshepsut.
En este per�odo de
aproximadamente cincuenta a�os se producir�n una serie de
acontecimientos, incluido parcialmente Amarna, cuyo desarrollo produce la
sensaci�n de que es en estos momentos cuando la historia de Egipto hace
una inflexi�n que marca el inicio del declive de esta gran civilizaci�n.
Thutmosis IV sucede a
su padre Amenhotep II, pero existen indicios que parecen apuntar hacia la
posibilidad de que el nuevo rey no reun�a todos los requisitos de una
completa legitimidad para ser el rey de Egipto. Adem�s existe otro
documento llamado �Estela del Sue�o�,
estela que se encuentra entre las patas de la Esfinge de Gizeh. En dicho
texto es el mismisimo dios Khepri-Re-Atum, quien le otorga el derecho para
ocupar el trono de las Dos Tierras, es decir, la divinidad solar en sus
plenas tres manifestaciones: nacimiento, cenit y ocaso. De esta forma se
acerca las tesis tradicionales solares de Heli�polis, buscando el apoyo
de este antiqu�simo centro religioso como contrapeso al cada vez, m�s asfixiante
poder del dios Am�n tebano.
El reinado de
Thutmosis IV, no fue muy extenso, actualmente se calculan en 10 a�os la
duraci�n del mismo (hay otra tesis que le atribuyen 20 a�os de reinado)
Su pol�tica de construcciones es muy intensa para el corto per�odo de su
reinado. Construy� un templo solar en las inmediaciones de la Esfinge de Gizeh.
De igual modo se constata una importante actividad constructiva ordenada
por el monarca en las inmediaciones de Menfis
Pero la mayor parte de las construcciones que han llegado hasta nosotros
corresponden del Templo de Am�n en Karnak. En su nombre se construy� un
patio alrededor del Santuario del templo con pilares osiriacos, al que los
textos llaman la Sal Uadjet. Tambi�n manda construir un espl�ndido p�rtico
delante del Pilono de Thutmosis I. Hay testimonio de su actividad en el
Templo de la diosa Mut (aunque su constructor fue Amenhotep III). Se trata
de una capilla en la que se representa una teogamia, en muy mal estado,
referida a Thutmosis IV, como hijo divino de Am�n. Una vez m�s, se
confirma la necesidad de afianzar la legitimidad para ocupar el trono,
esta vez, proclam�ndose hijo de Am�n (al igual que lo hizo la reina
Hatsetsup y posteriormente lo har� su hijo Amenhotep III).
A su muerte le sucede
su hijo Amenhotep III, que era un ni�o de aproximadamente 10 a�os. En el
a�o 2 de su reinado contrae matrimonio con una mujer representante de la
nobleza local del Egipto Medio y posiblemente lejanamente emparentada con
la prestigiosa reina Ahmosis-Nefertari, esposa del fundador de la gloriosa
dinast�a XVIII, el rey Ahmosis. Se trata de la reina Tiy, hija de Tuya y
Yuya. Su padre Tuya, era muy probablemente una guerrero de ascendencia
unitaria, en tanto que la madre Yuya pertenec�a a la nobleza local de la
ciudad de Akhmin, donde ostentaba entre otros t�tulos, el de
�Superiora de las Reclusas Miu�. Lo extra�o de este matrimonio es
que por primera vez (no hay otro paralelo), el nombre de particulares no
pertenecientes a la casa real, se vea unido al de un rey, lo que atentaba
contra todas las tradiciones conocidad hasta ese momento. Este ser� el
inicio de los ambiciosos planes establecidos por la familia pol�tica del
soberano que llevar� a cabo la influyente, intrigante y poderosa reina
Tiy.
El reinado de
Amnehotep III, podr�amos dividirlo en cuatro etapas: �
Desde el inicio hasta
el a�o 11 del rey:
Ser�
un periodo estable y tranquilo donde se continuar� con
las directrices pol�ticas establecidas por su padre. �
Desde el a�o 12 a 28:
Este
ser� el periodo m�s estable y fruct�fero del reinado de
Amenhotep III. Se produce una intensa consolidaci�n de las
relaciones tanto nacionales como internacionales. �
Desde el a�o 28 al 30:
En
estos a�os se produce la subida al trono del heredero de
Amenhotep III, su hijo Amenhotep IV en corregencia con su
padre. Tambi�n tienen lugar los preparativos y celebraci�n de su
Primer Jubileo.
Durante toda estas
fases del reinado de Amenhotep III fue decisiva la presencia en la sombra
de un hombre excepcional, Amenhotep hijo de Hapu. Este hombre gobern� de
hecho en Egipto durante los 30 primeros a�os del reinado de su soberano.
Procedente de la
ciudad que actualmente lleva el nombre de Athribis en el Delta Oriental,
no se sabe muy bien como lleg� a gozar de la confianza del rey, aunque es
claro que representaba la influencia del clero de Am�n frente a las
intrigas palaciegas de la familia real.
Conocemos su carrera administrativa,
a trav�s de una serie de estatuas biogr�ficas descubiertas en diversos
lugares, principalmente en el Templo de Am�n en Karnak. Sabemos que, con
cerca de 50 a�os, Amenhotep hijo de Hapu, fue nombrado Jefe de todos los
Escribas Reales. Mas tarde se le asign� el cargo de Jefe de las Levas en
todo Egipto, lo que le hacia tener capacidad de disponer de todas las
fuerzas de trabajo en todos el pa�s. Como motivo de la celebraci�n del
Primer Jubileo del rey, fue nombrado Intendente General de todos los
trabajos y con jurisdicci�n completa para controlar los impuestos, los
elementos productivos y hasta el ejercito. Los curioso de este personaje
es que ostenta el poder m�s completo sobre la administraci�n egipcia y
sin embargo, no posee ninguno de los t�tulos administrativos usuales en
el Imperio Nuevo.
De los textos de sus
estatuas se desprende que Amenhotep hijo de Hapu, era un experto en el
conocimiento de los libros antiguos, y estaba instruido en las ense�anzas
secretas del dios Thot, patr�n de la magia. Este hombre, era, sin duda,
conocedor de los arcanos del conocimiento egipcio. Probablemente de ah�
proceder�a su gran poder. Titular del gobierno real de Egipto, siempre
fue representado bajo el aspecto de un smple y humilde escriba.
Concentr�ndonos en
el examen del per�odo a que se refieren los a�os 28 al 29 de Amenhotep
III, es de destacar el inicio de la preparaci�n de la Gran Fiesta Jubilar
que se calebrar�a en el a�os 30. Probablemente en esta �poca se puso en
marcha en todo el pa�s bajo la direcci�n de Amenhotep hijo de Hapu, un
grandioso proyecto constructivo, como nunca antes se hab�a llevado a
cabo. Se concluir� el Templo del Ipet Resit o el Harem Meridional (Templo
de Luxor). En el se recoger�n escenas del Jubileo del fara�n y la c�lebre
teogamia por la que Amenhotep III es reconocido como hijo carnal del dios
Am�n.
Para la celebraci�n
tambi�n de este Jubileo, Amenhoteo hijo de Hapu construy� para su rey el
Templo de Soleb en Nubia, donde Amenhotep III se autodeific� como
encarnaci�n viviente del dios Aten.
Tambi�n construy�
para su soberano en el a�o 8, �Pr
h�j �La ciudad de la alegr�a� , su residencia real en la orilla
oeste de Tebas (hoy se conoce como Malkata). Muy pr�xima a esta en Kom el
Heittan levant� un espl�ndido templo funerario del que hoy solo restan
los llamados Colosos de Memnon.
Hay constancia de la
ejecuci�n de m�s obras, en Elefantina, en Menfis, el templo de Mont� y
Mut en Karnak. Tambi�n por orden directa del rey, Amenhotep hijo de Hapu,
inicia una campa�a de construcciones de tumbas en la necr�polis tebana
para albergar los cuerpos y los ajuares de los funcionarios que han
colaborado activamente en la celebraci�n del Primer Jubileo o Fiesta Heb
Sed.
Esta fiesta jubilar
que deb�a celebrarse cada 30 a�os de reinado, con el fin de renovar m�gicamente
la vitalidad y la fuerza del fara�n, tuvo en el caso de Amenhotep III una
trascendencia especial�sima.
En los texto que se
encuentran en la tumba de Kheruef, se nos indica que, para esta ocasi�n
se consultaron libro antiqu�simos para reproducir los ritos de renovaci�n,
que ya nadie recordaba en Egipto. Para la celebraci�n de estos
complicados ritos m�gico-religiosos, se requer�a la participaci�n
personal de diversas personas (todos altos personajes de la corte) que
desempe�ar�an diversos papeles interpretando, o a�n mejor, activando m�gicamente
personalidades m�ticas, especialmente fuerzas espirituales, que llevan en
los textos nombres incomprensibles para nosotros hoy. Hay que mencionar,
que en las persecuciones que se llevar�n a cabo contra los cortesanos de
Tebas de Amenhotep III durante el reinado de Akhenaten, se procede de modo
especialmente sa�udo contra los cortesanos que desempe�aron estas
representaciones m�gicas.
Todo este esplendente
mundo de refinamiento, poder, estabilidad y riqueza, har� crisis de modo
inexcusable con la muerte (muy posiblemente le hicieron desaparecer) de
Amenhotep hijo de Hapu, que se debi� producir entre el a�o 30/31, pues
hay un documento conocido como el decreto de constituci�n de la fundaci�n
funeraria de su templo que est� fechada en el a�o 31 del rey.
Por lo tanto, nada m�s
celebrarse el Jubileo del Rey, este gran hombre, desaparece y se inicia la
cuarta y �ltima fase del reinado de Amenhotep III. �
Desde el a�o 31 hasta 38/39.
Seg�n todos los
indicios en el a�os 28 se produjo la iniciaci�n de una corregencia entre
el anciano Amenhotep III y su hijo Amenhotep IV. En un principio se
establece un pacto pol�tico-religioso entre las corrientes solares de la
casa real y la autoridad del poderoso
Am�n tebano, representada por el clero y por los cortesanos de
Amenhotep III, a cuya cabeza estaba Amenhotep hijo de Hapu. Pero este acto
se romper� a los dos a�os de iniciada la corregencia, pues se producen
una serie de acontecimientos, en virtud de los cuales comienza a caer la
corte ortodoxa del viejo rey y, con la ayuda de la reina Tiy y otros
miembros de su familia, se procede a la sustituci�n y supresi�n de
funcionarios leales a Am�n, por otros nuevos que se inclinan
decididamente por el culto a Re-Horakhty en su nombre de Atem.
Coincidiendo con el Jubileo del a�o 30 de Amenhotep III, parece que se
celebra en el a�o 2/3 de su hijo un an�malo jubileo para el dios Atem.
Estos acontecimientos se pueden constatar en la tumba TT55 de Ramose.
Amenhotep IV, construye un templo a su dios en la zona este del recinto de
Karnak el Genef pa Iten.
Desaparecidos sus
funcionarios leales, Amenhotep III, se encuentra cada vez mas viejo y
enfermo, controlado exclusivamente por la familia de la ambiciosa Tiy.
Sabemos que a�n celebrar� otros dos Jubileos m�s, en el a�o 34 y en el
37.
Durante los a�os que
median entre el 2� y el 3� Jubileo, se desencadenan feroces
persecuciones contra los funcionarios que a�n quedaban del antiguo
aparato administrativo, de los que fueron posiblemente responsables Tiy y
el Padre divino Ay y los tres hijos de este: Aenen, Primer profeta de Mont�,
que presidir� la coronaci�n de Amenhotep IV en Hermontis, Nefertity, seg�n
todos los indicios hermana de �ste �ltimo y por lo tanto hija de Ay, y
el general Makhtmin, otro oscuro y ambicioso personaje que perpetuar� sus
influencias hasta el reinado de Tut-anj-amon
Amenhotep III morir�n
entre el a�o 38/39 y su enterramiento se llevar� a cabo en el valle
occidental en el tumba 22. Con su muerte se abre un par�ntesis de
atormentados acontecimientos en la historia de Egipto que traer� consigo
la extinci�n de la dinast�a XVIII.
El pr�ncipe
Amenhotep, el futuro Amenhotep IV, era hijo de la reina Tiy y de Amenhotep
III, pero no fue el primer heredero al trono. Sabemos que existi� un
hermano llamado Tutmosis que debi� morir o le hicieron desaparecer entre
los a�os 16 al 27 de su padre. Como ya he comentado anteriormente, es muy
posible que el nuevo rey subiera al trono en corregencia con su padre
hacia el a�o 28 de este. Sabemos que Amenhotep IV, siendo pr�ncipe, se
educ� en Menfis, capital del Bajo Egipto, muy cerca de la capital
religiosa e Heli�polis, lo que, sin duda, facilitar�a tambi�n su
aprendizaje en los antiguos cultos solares. Al subir al trono, el nuevo
rey sabemos que era Sumo Sacerdote del dios Ptah de Menfis y de un dios
reciente, al dios Atem. Estas dos caracter�sticas, dan forma a algunas de
las cuestiones que caracterizar�n su reinado. Por una estela del Jefe de
escultores Bek, sabemos que este fue directamente instru�do por su
Majestad a prop�sito de lo que deb�a hacers en materia art�stica.
Cuando fue entronizado, el nuevo rey celebr� sus ceremonia de coronaci�n
en dos capitales de alto signifado solar: Heli�polis y Hermontis. En
Tebas capital tradicional para acceder al trono para los reyes del Imprio
Nuevo no se celebr� ninguna ceremonia con este motivo. Por razones que
tambi�n desconocemos no despos� a su hermana la princesa Satamon, sino a
Nefertity, que seg�n todos los indicios parece que due hija de Ay.
Cuando desaparece
Amenhotep hijo de Hapu en el a�o 30/31 de Amenhotep III, se produjeron
profundas reformas de orden art�stico, pol�tico y religioso que
anunciaban una ruptura total. Esto lo podemos apreciar muy bien en las
tumbas de Ramose y en la de Jeruef.
A partir del a�os 5
de su reinado, modifica su nombre de Amenhotep IV por el de Ajenaten. Este
hecho pudo coincidir con la elecci�n del lugar donde se ubicar�a su
ciudad Ajet-Aten �El horizonte de Aten�. A partir de este momento se trasladan
artesanos y obreros especializados desde Tebas a Amarna, al objeto de
construir r�pidamente una ciudad. Se calcula que en a�o 6 Ajet-Aten,
estuvo lista para ser ocupada.
En el a�o 12
Ajen-Aten se decide a celebrar una especial ceremonia de pleites�a y
sumisi�n a su realeza en la Corte de Amarna. Esta entrega total a su dios
Aten le hacen descuidar su pol�tica exterior. De nuevo hay revueltas e
intrigas constantes en Asia. Para calmar los �nimos se sigue con la pol�tica
de alianzas matrimoniales, Ajen-Aten se casa con la princesa Taduhepa,
hija de Tushratta. Pero los hititas hab�an destruido el reino de Mitani y
ya nada se interpon�a entre ellos y la zona de influencia egipcia en
Asia. La aparente dejaci�n del ejercicio del poder militar, hace pensar
que Ajen-Aten era contrario al empleo de la fuerza, pero m�s bien cabe
pensar que el rey, encerrado en su universo de El Amarna, hac�a poco o
ning�n caso de los acontecimientos del gobierno Egipcio y sus zonas de
influencias.
En este mismo a�o la
situaci�n en Amarna parece degradarse, se habla por diversos autores de
una posible epidemia que diezma a la familia real y a la poblaci�n de la
nueva ciudad. La reina Tiy que resid�a en Amarna desaparece poco despu�s
de estas fechas, e igual sucede con la reina Nefertity, siendo reemplazada
en su papel en la corte por su hija mayor Merit-Aten.
Ajen-Aten, llevando a
cabo una costumbre s�lo conocida en estos �ltimos momentos de la dinast�a
XVIII, despos� a su propia hija Merit-Aten, de la que se sabe tuvo otra
Merit-Aten-ta-Sherit. En el extra�o mundo de relaciones incestuosas de El
Amarna, la princesa ser�a entregada como esposa m�s tarde a Semenkare,
que muy posiblemente fuese otro hijo de Amenhotep III y por tanto hermano
o medio hermano de Ajen-Aten. Aunque sabemos muy poco de este personaje,
si conocemos que fue nombrado corregente del propio Ajen-Aten y que su
reinado no durar�a m�s de 3 � 4 a�os, as� como que s hizo construir
su tumba en Tebas y no en Amarna. Concretamente un grafito fechado en el a�os
3 de Semenkare, nos dice que el templo funerario de este rey se hab�a construido
en el recinto de Am�n, lo que evidencia un acercamiento al clero de este
dios buscando, probablemente, una reconciliaci�n.
Este personaje debi�
jugar un extra�o papel en la corte de Amarna. De un lado conocemos esta
escultura inacabada en la que
se ve a Semenkare sentado sobre Ajen-Aten unidos por la boca y de otra
parte sabemos que utiliz� el t�tulo de Nefer-Neferu-Aten que, antes hab�a
llevado la propia Nefertity y que disfrutaba del ep�teto �amado de su
Se�or�, lo que ha inducido a ciertos autores a pensar en una uni�n
homosexual.
La tercera de las
hijas de Ajen-Aten, Anjes-en-pa-Aten, fue igualmente desposada por su
padre y de �l tuvo una hija.
Todos estos datos
evidencia una total decadencia del ambiente amarniense donde las continuas
evoluciones del cisma religioso desembocaban, a trav�s de la creencia en
que Ajen-Aten era el propio disco viviente, en una serie de aberraciones
en un intento de preservar la
sangre solar.
En el a�o 17
Ajen-Aten desaparece de la historia en medio de muy oscuros acontecmientos,
subiendo al trono un ni�o llamado Tut-anj-aten. El origen del joven rey
es objeto hoy d�a de una fuerte controversia. Mientras que para algunos
autores Tut-anj-aten, ser�a hijo de Ajen-aten y de su segunda esposa real
Kiya, para otros ser�a un hijo menor de Amenhotep III. Poco antes de su
coronaci�n, se casa con la tercera hija de Ajen-Aten, Anj-es-en-pa-aten,
y pasan a residir a la ciudad de Menfis. No obstante, alrededor del joven
rey, segu�a vivo y latente, el nefasto entramado familiar de la reina Tiy.
Se trataba del Padre divino Ay, tio del joven rey y abuelo de la reina. Ay
fue promovido durante el reinado de Tut-anj-amen a lo cargos de Visir y
Regente. Otro personaje influyente, fue el general Najt-Min, probablemente
hijo de Ay, y un militar de carrera llamado Pa-Aten-em-heb, que
posteriormente restaurar�a por el de Hor-em-heb, que se cas� con la
princesa Mut-nedyk-met, hija de Ay y hermana de Nefertity, y a trav�s de
la cual adquirir�a derechos para ocupar en su d�a el trono de las Dos
Tierras.
La situaci�n, a la
subida al trono de Tut-anj-aten, era ca�tica. En el a�o 4 de su reinado
cambia su nombre por el de Tut-anj-amon. Restaura los antiguos cultos, reconstruy�
los templos, manda hacer nuevas estatuas de los dioses, aboli� el culto
al dios Atem. Continu� con la obra interrumpida de Amenhotep III en los
templos de Luxor y Soleb. Mand� construirse su tumba en el valle occidental,
no lejos de la de su padre, pero nunca la ocup�.
Es casi seguro, que
el gobernante en la sombra durante estos a�os fue el Padre Divino Ay.
Tut-anj-amen muri� sin descendencia durante el d�cimo a�o de su reinado
y con el se extingui� la gloriosa familia de Ahmosis, fundador de la
dinast�a XVIII.
En estos momentos el
Imperio as�atico se desmorona. Los egipcios hab�an sido derrotados en
Siria y los hititas, rompiendo un pacto de no agresi�n con Egipto,
hab�an invadido el L�bano. Posiblemente sea �ste el momento en
que debe ubicarse la carta encontrada en los archivos hititas de la ciudad
de Boc-az-Koey, en la que la reina, probablemente Anj-es-en-Amen, pide a
Shupiliuluima, rey de los hititas, que la env�e a uno de sus hijos para hacerle
rey de Egipto. El rey envia a su hijo Zennanza que nunca llegar�a al
valle del Nilo, pu�s fue asesinado durante el viaje.
Todos estos grav�simos
acontecimientos, debieron suceder durante el periodo de las exequias de
Tut-anj-amen (setenta D�az), que debieron ser vigilados muy de cerca por
el Padre Divino Ay, quien ofici� en los funerales del joven rey y despu�s
se coron� como nuevo fara�n de Egipto. Se cree que desposar�a a la
viuda del rey fallecido, su propia nieta Anj-es-en-Amen, para acabar de
legitimar su accesi�n al trono. Tras este acontecimiento la joven reina
desaparece. De hecho Ay se hace representar en la tumba que usurpa a
Tut-anj-Amen en el Valle Occidental de Tebas con su esposa Teye.
El reinado de Ay es
corto, se calcula que unos cuatro a�o. A su muerte sobrevenida tambi�n
de un modo r�pido, le sucede el General Hor-em-heb, que debi� contar con
el apoyo del clero de Am�n para suprimir y suceder a Ay en el trono.
A pesar de haber
accedido al trono siendo ya mayor, Hor-em-heb rein� cerca de 27 a�os,
durante los cuales actu� con gran energ�a, reorganizando a Egipto en el
interior, mientras en el exterior derrot� a los hititas, asegurando de
nuevo las fronteras de Egipto.
Al carecer de
descendencia para sucederle en el trono, nombra sucesor a otro militar
procedente del Delta, el general Pa-Ramesus, el futuro Rams�s I, fundador
de la dinast�a XIX
El ascenso de la
dinast�a XIX llevar� a Egipto a su �ltimo momento de esplendor. Tres
ser�n los monarcas que destacaremos de este per�odo: Sethy I, Rams�s II
y Rams�s III.
Cuando Sethy I sucede
a su padre este estaba asociado al trono,
y ostentaba el cargo de comandante en jefe del ejercito. Lo que
cabe destacar de su reinado fue que logr� reconducir la pol�tica
exterior de Egipto pacificando la zona de Sirio-Palestina y que equilibr�
y afianz� en el trono de las Dos Tierras a su estirpe.
En la zona que hoy conocemos como Gurna, mand� levantar su templo
funerario, pero ser� sobre todo en Abydos donde podemos admirar el
refinamiento en el relieve que se alcanza en este per�odo.
Su tumba, localizada
en el Valle de los Reyes, es uno de las m�s impresionantes. Decorada con
textos de libros funerarios, destacas su hermoso techo astron�mico.
Descendiente de
militares pero tambi�n hijo de Dios, el joven pr�ncipe Rams�s fue desde
el principio designado para suceder a su padre Sethy I. Su nombre de
coronaci�n ya nos indica su designio Setep-en-Ra, �el que Ra ha
escogido�.
Rams�s ten�a
aproximadamente 25 a�os cuando sube al poder, era ya un pr�ncipe
experimentado que estaba al corriente de las gesti�n del imperio. Su
reinado fue uno de los m�s largos, 67 a�os, y durante este tiempo
escribi� una p�gina gloriosa en la historia de Egipto. Cubri� el Valle
del Nilo con estelas y monumentos. El nombre de Rams�s ha quedado
imborrable en el tiempo.
Originario del Delta,
de una ciudad llamada Per-Rases, la
antigua Avaris, capital de los hicsos.
Rams�s as� como todos los ram�sidas trasladan la capital de
Luxor a Per-Rams�s. De ahora en adelante la capital ser� una nueva
ciudad, en los l�mites entre Egipto y Asia, una ciudad medio egipcia,
medio as�atica, una verdadera capital para un vasto imperio cosmopolita.
Su primera esposa fue
Isis-Nofret, que como �l era originaria del Delta. Para afianzar su peso
en el Alto Egipto toma como segunda esposa a una joven y noble dama de la
corte de Tebas. El amor que profes� a esta mujer le llev� a convertirla
en su Gran Esposa Real: se trataba de
Nefertary-Merit-em-Mut, �por la que el sol brilla�. A partir
del a�o 1 de su afamado esposo la vemos participando en todos los actos
oficiales, en el Templo de Luxor, en Karnak, ayuda a mantener buenas
relaciones diplom�ticas con los hititas cuando se hubo alcanzado la paz
con estos. Su muerte debi� acontecer aproximadamente en el a�o 25 de Rams�s,
pues en la ceremonia de la inauguraci�n del Templo de Abu Simbel, ser�
su hija la que oficie la ceremonia. Su tumba es la m�s bella del Valle de
los Reyes.
Rams�s II reforz�
su poder, desarrollando los emplazamientos egipcios ya existentes y
haciendo construir m�s de 7 templos entre la primera y la segunda
catarata. Vamos a ver algunos de su monumentos.
Rams�s II falleci�
despu�s de uno de los reinado mas largos que la historia de eguito
recuerde, dejando al pa�s en la cumbre de la potencia y de la influencia
cultural, pero tambi�n una familia en medio de dificultades de sucesi�n,
a pesar que la tradici�n le atribuye m�s de cien hijos. Desgraciadamente
el soberano, que celebr� 14 fiestas Heb Sed, vio la muerte de la mayor�a
de sus herederos. A Meren-Ptah, su hijo decimotercero, le dej� el t�tulo
y el gobierno del pa�s de los Dos Tierras.
A partir de este
momento se abre una crisis que terminar� con la extinci�n de esta dinast�a.
Y con usurpaciones y
cambios bruscos de poder se inicia la dinast�a XX. Su segundo soberano, Rams�s
III, ser� el �ltimo gran rey del Imperio Nuevo, y muy posiblemente el �ltimo
gran rey de Egipto.
Este tomar� como
modelo a Rams�s II, sus sucesores har�an lo mismo, pero �l fue qui�n
tuvo m�s voluntad de asimilaci�n, desde la elecci�n de la titulatura
hasta la construcci�n de un templo funerario siguiendo como modelo el
Rameseum.
Aunque Rams�s III no
llegase a igualar a su glorioso predecesor, bajo su autoridad Egipto tuvo,
por �ltima vez, un peso espec�fico con el vecino Oriente.
Rams�s III eligi�,
para construir su propio templo funerario, un lugar situado a 1 Km.
aproximadamente del Rameseum. Su nombre actual es Medinet Habu e indica en
realidad la ciudad cristiana instalada dentro del recinto del templo,
durante la conquista �rabe.
Cuando Rams�s III
decidi� constuir este templo, el lugar ya ten�a un complejo comenzado
por Amenhotep I y terminado por Hatshepsut y Tutmosis III que fue objeto
de sucesivas ampliaciones hasta la �poca romana.
El primer patio da
acceso al palacio que comprende, adem�s de las salas de representaciones,
tambi�n estancias privadas. La batallas de Rams�s III son representadas
en el interior del templo y sobre todo en la parte exterior del muro del
recinto. Este, narraba a�o a a�o, las campa�as militares del rey, sobre
todo la batalla naval contra los Pueblos del Mar. Estos relieves eran
vistos por el pueblo, convirti�ndose el templo en una escaparate de la
propaganda real. Los textos y las representaciones de car�cter militar
son, en sentido propio, un monumento que se escapa al tiempo por su valor
de arquetipo: Rams�s III aqu� vence eternamente a los confederados
libios y a los Pueblos del Mar.
A partir del a�o 12,
el reinado de Rams�s III, comenzaron las dificultades, tanto en el
exterior como en el orden interno. Retir� su visir de Athribis y tuvo que
controlar las asignaciones a los templos. En Deir el Medina, la ciudad
donde viv�an los obreros encargados de la construcci�n de las tumbas
reales, pararon sus trabajos y se fueron a lamentar al visir Ta que resid�a
en el Rameseum. Las dificultades eran imputadas a motivos econ�micos,
pero denotan un debilitamiento del estado frente al clero, y a las
propiedades de los templos, a quienes se les hab�a dado demasiado poder.
Tambi�n tenemos noticias de una conjura para asesinar al rey, pero
este plan fracas� y los conjurados fueron invitados a suicidarse.
En poco menos de un
siglo le sucedieron ocho soberanos. Todos llevaron el nombre de Rams�s y
todos tuvieron como referencia, de alg�n modo, a Rams�s II, convertido
en el modelo de la pasada grandeza del pa�s.
Al final de esta
dinast�a XX, encontramos un Egipto dividido de nuevo en sus dos fronteras
naturales: el Alto y el Bajo Egipto. Nunca volvi� a tener el esplendor de
la dinast�a XVIII o la gloria de la XIX.
Kemet, la tierra
negra, el pa�s donde gobernaban los hijos de Ra estaba condenado a su extinci�n,
pero en su larga agon�a a�n nos deparar�
momentos de gloria, momentos de belleza, como ninguna otra civilizaci�n. BIBLIOGRAF�A Aldred,C:
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