DEL IMPERIO MEDIO A LAS POSTRIMERÍAS DEL IMPERIO NUEVO.
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Por Teresa Bedman. |
Conferencia impartida en el Palacio de Fernán Núñez, Madrid 1997 |
Correo: [email protected]
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El
Imperio Medio es el período de la historia de Egipto que comprende
desde finales de la dinastía XI hasta el fin de la dinastía XII,
es decir desde el 2040 hasta 1777 a.c aproximadamente. Es una época mal
conocida pues apenas nos han
llegado monumentos.
El reinado de Mentuhotep II será de suma importancia, como veremos
a continuación, y al mismo tiempo muy conflictivo a la hora de su
estudio, debido en parte , a la complejidad de su titulatura. En el Canon
de Turín se menciona a los reyes de la dinastía XI (los Antef y
los Mentuhotep), donde se alude a un Mentuhotep
y le da un reinado de 51 años. Seguidamente se menciona a otros
siete reyes, y “siete años vacíos”, dándonos un total de 143 años
para los reinados de los Antef y los Mentuhotep. Estos últimos aparecen
en el siguiente orden: Mentuhotep I, Mentuhotep II, Mentuhotep III,
Mentuhotep IV y Mentuhotep V.
Esta sucesión de
monarcas fue objeto de polémica
durante largo tiempo, siendo los estudios de Stock (1949) y los de
Gardiner (1956), los que establecieron que de los cinco reyes no son cinco
sino tres, ya que el Mentuhotep que reunificaría Egipto aparece con tres
nombres de Horus diferentes correspondientes a tres fases diferentes de su
reinado. Así tenemos que Mentuhotep II se llamó: ·
el HORUS
SEANJIBTAUI “el que hace vivir
el corazón de las dos tierras “, que adoptaría a la muerte de su
padre Antef III. Se sabe que
con este nombre conquistará el norte del país. ·
el HORUS
NETERY-HEDJET,”el Señor de la
Corona Blanca”, fue el nombre que adoptó en el 2040 a.C., tras su
victoria sobre Heracleópolis. ·
el
HORUS SEMATAUI, “el
unificador del Doble País”, título que adopta hacia el años 39 de
su reinado, como culminación de su carrera política.
En opinión de Hayes y Grimal, el nombre de Mentuhotep le fue dado
al primer rey tebano en el origen de la dinastía (2160 a.C.), cuando
Tebas sólo dominaba el sur del país. Este Mentuhotep, considerado tradicionalmente
como el fundador de la dinastía tebana, llevaba el nombre de Horus “tepy-a”,
es decir “el antepasado”. Con
este nombre de Horus sólo aparece en la lista Real de Karnak (actualmente
en el Museo del Louvre).
Según el Canon de Turín, a Mentuhotep II le sucederá su hijo
Mentuhotep III, que sólo reinará doce años. A este le sucederá
Mentuhotep IV, que sólo reinaría durante dos años y que no es
mencionado en ninguna lista real.
Con la victoria sobre Heracleópolis, Mentuhotep II se proclamará
soberano de las Dos Tierras:
“El horus Netery-Hedjet, “Señor de la Corona Blanca”, El rey del
Alto y Bajo Egipto, Neb hepet ra, el hijo de Ra, Mentuhotep...”[1]
A pesar que
adopta ya el título de “nsw bit”,
se sabe que el país no está en este momento unificado. No sabemos a
ciencia cierta cuando se produjo este momento. Para lograr esta, hemos de
suponer que llevó a cabo una política frente a los nomarcas férrea. Sus
habilidades como diplomático unido al fuerte aparato militar debieron
sugerir a los nomarcas, a
pesar de que estos eran poderosos, sobre todo
los del Egipto Medio, que era mejor estar al lado de la corona.
Por los pocos documentos que han llegado hasta nosotros, podemos
discernir los métodos seguidos: ·
Depuso al
nomarca de Asiut, que había sido colaborador de
los reyes heracleopolitanos. ·
Dio
recompensas a la fidelidad a los nomarcas de los nomos
de Oryx y de la Liebre, así como a lo restantes del Alto Egipto,
respetó sus privilegios . ·
Controla el
norte del país por medio de inspectores tebanos, sobre todo Heracleópolis,
que ha convertido en provincia dependiente del nomo de Heliópolis. ·
Perseguirá
a sus enemigos políticos, que se habían refugiado
en el Oasis de Dajla.
Para
afianzar definitivamente su autoridad, organizará la administración, que
la centralizará en Waset
(Tebas), la capital. Fortalecerá e
incentivará la actividad económica, se rodeará de un cuerpo de
funcionarios de su entera confianza que ocuparán los más altos cargos en
el control de la administración central y provincial: ·
Restablece
el cargo de visir, que coordinará todas las funciones administrativas. ·
Crea el cargo de “Gobernador
del Norte”, controlando desde Heracleópolis hasta el Delta. ·
Nombrará un “Gobernador
del Sur”, que controlará la zona
más meridional del Alto Egipto. ·
Designará
como “Gobernador de los desiertos
del Este” a Meru, un
funcionario de su total confianza.
Sin embargo, esta
estructura del funcionarizado adolecía de una burocracia letrada
eficiente y disciplinada, lo que provocaría deficiencias importantes en
la administración.
En cuanto a la
administración provincial, ésta permanecería, en manos de las más
antiguas familias locales, confiada a los funcionarios estatales y
militares.
Egipto, de esta
manera, volvía a estar bajo el control de la monarquía, aunque no de
forma absoluta, los príncipes locales respetados por el monarca, seguían
actuando con gran autonomía, conservaban sus prerrogativas, considerándose
verdaderos señores de su territorio, aunque hubieron de reconocer al rey
como a un hijo de Ra y gobernante absoluto, mediante la perpetuación del
dogma tradicional. Pero la realidad estaba en que este dogma del
absolutismo divino del rey sería un aspecto superficial, ya que lo que subyacía
en el fondo era, una tendencia separatista muy pronunciada.
La reestructuración
administrativa culminaría hacia el año 30 del rey.
Como HORUS SEMATAUI,
Mentuhotep II, realizará una política exterior encaminada a someter a
los nubios que se habían independizado durante el vacío de poder.
Reforzará las fronteras tanto de Nubia como del Delta Occidental y
Oriental. Las campañas que realizará hacia Nubia (2010 a.C.), serán más
por el control de la zona que por ocupación. Restablecerá las antiguas
rutas caravaneras, la explotación de minas y el reclutamiento de soldados
nubios. Por el contrario, las
campañas libias y asiáticas serán punitivas y de sometimiento, haciendo
tan sólo una única mención a la realizada a las minas de turquesas del
Sinaí y a las canteras del Imperio Antiguo. En cuanto al comercio
exterior se sabe que se limitó a importar madera y a crear una extensa
franja fronteriza para aislar al Delta de futuras incursiones nómadas.
Tanto Mentuhotep II
como su sucesor Mentuhotep III hicieron gala de ser hombres piadosos,
grandes constructores y amantes del arte, diseminando el Alto Egipto de
santuarios y capillas que decoraron con ricos relieves.
El arte provincial
del grabado, tosco y desmañado, como consecuencia de un aislamiento artístico
en el que estaba sumid el Alto Egipto antes de la reunificación,
evoluciona en ambos reinados, hasta unos niveles de perfección y
elegancia, muy posiblemente debido a la llegada de artistas menfitas a los
talleres reales.
Los relieves de
principios de la dinastia XI, a partir de la reunificación, seguirán las
reglas estrictas del sistema axial y del canon de proporciones. El arte
del grabado, en tiempos de Mentuhotep III llegará a ser el modelo clásico.
Su riqueza iconográfica quedará acrecentada por el dominio técnico con
que se trabaja la piedra. La estatuaria real en piedra, que había caído
en desuso en el Bajo Egipto durante el Primer Periodo Intermedio, se
mantuvo, por el contrario en el Alto Egipto, donde se siguieron fabricando
en los talleres provinciales. Se caracterizan por se de muy grandes
proporciones, aparentemente toscas y muy desproporcionadas, aunque su
calidad se mide en razón de las simetrías que presentan.
Asistimos al triunfo
de la religión osiriana que se asienta en Abydos y que a lo largo de la dinastía
XI, se convierte en el centro principal de su culto. Siguiendo esta moda,
al rey se le identifica como Osiris y este tipo de estatuaria será la
precursora de las estatuas y pilares osirianos posteriores.
En este momento de
estabilidad política sube al trono de Egipto la dinastía XII, que estaba
formado por ocho soberanos (siete reyes y una reina) y que gestará un
nuevo modelo de reino cuyas instituciones políticas, religiosas, económicas
así como sus canones culturales, serán tomados como modelos en las
generaciones siguientes.
El Canon de Turín
sitúa a la muerte de Mentuhotep III “siete años vacíos”, que
corresponden con el reinado de su sucesor y último rey de la dinastía
XI. Un nuevo rey, Amenemhat, sube al trono de las Dos Tierras, tomando
como nombre de Horus el de UHEM-MESUT,
“El que renueva los nacimientos”, y que
como parece que nos indica su nombre es el primero de una nueva
familia en el trono de Egipto.
Sabemos que la
transición de poder de una dinastía a otra no se hizo de una manera pacífica;
incluso había al menos dos pretendientes al trono. De todos modos, parece
que el ascenso al trono de Amenemhat no fue cuestionada por la mayoría,
los lazos con la dinastía XI no se rompieron del todo y no existió vacío
de poder.
Pero no vamos hablar
de los amenemhat sino que vamos avanzar en la dinastía hasta situarnos en
las proximidades de 1879 a.C., que es cuando presumiblemente, sube al
trono de Egipto el que ha sido tomado como prototipo del rey egipcio, el
legendario JA-KAU-RA Sesostris
III.
Una de las primeras
decisiones del nuevo rey fue terminar con el problema de los nomarcas, ya
que algunos de ellos seguían teniendo importantes cuotas de poder desde
el Primer Período Intermedio. Los reyes de la dinastía XII, uno tras
otro, habían ido menguando ese poder con hábiles medidas políticas. El
nuevo rey puso fin a la cuestión suprimiendo pura y simplemente el cargo
de nomarca.
La nueva organización
política sitúa a todo el país bajo la autoridad directa de la
Residencia a través de tres departamento llamados
Waret[2],
“Waret del Norte”, “Waret del Sur” y “Waret de la Cabeza del
Sur”, que coincidían geográficamente con el Bajo y Alto Egipto,
los dos primeros y el tercero con Elefantina y con la Baja Nubia.
La larga paz reinante
bajo los reinados de Amenemhat II y Sesostris II habían animado a las
tribus sudanesas a infiltrarse peligrosamente al norte de la tercera
catarata. De nuevo Sesostris III tomará medidas enérgicas. Comienza por
hacer ensanchar el canal que el rey Merenre[3]
había mandado excavar para facilitar el paso de los navios por los rápidos
de la primera catarata. Este canal será utilizado en el año 8 en una
primera expedición punitiva contra Kush, una segunda en el año 10 y una
tercera en el 16.
En el año 19, los
egipcios remontan el río hasta la Segunda Catarata donde la frontera es
reforzada por una cadena de fortalezas de adobe entre Semna y Buhem. En el
Próximo Oriente se conoce una campaña de Sesostris III en la zona de
Sirio Palestina destinada a controlar a los Mentjiau.
Tras la muerte de
Sesostris III le sucede en el trono su hijo NI
MAAT RA ,Amenemhat III. Durante los cuarenta años que dura su
reinado este rey llevó a Egipto a la cumbre de la prosperidad, culminando
la gran obra de consolidación del país basada en la centralización de
la administración. La paz reinará tanto en el exterior como en el
interior.
La puesta en
explotación del Fayúm, con un aumento de las tierras cultivables
en más de 7.000 hectáreas, va unido
al desarrollo de nuevos sistemas de irrigació en el Valle del Nilo y con
la intensa actividad en las minas y en las canteras. Toda esta intensa
actividad económica se traduce en numerosas construcciones que hacen del
reinado de Amenemhat III una de la cimas de la grandeza de Egipto.
A su muerte le
sucederá su hijo Amenemhat IV que tendrá un breve reinado de cuatro años.
Como sucediese en el
Imperio Antiguo, el Imperio Medio se cierra con el reinado de una mujer,
la reina del Alto y Bajo Egipto Neferu Sobek.
Cuando la reina sube
al trono del Doble País parece que la situación de Egipto tiende de
nuevo a degradarse, quizás por las mismas razones que causaron el fin del
Imperio Antiguo. Es poco lo que se conoce del reinado de esta soberana.
Incluso no está clara su filiación, se piensa que fue una hermana del
rey Amenemhat IV.
No existen documentos
que nos informen del fin de esta dinastia XII, pero la siguiente, con la
que comienza el Segundo Periodo Intermedio, parece que sigue una sucesión
legítima de la XII, pues toma el poder un tal Sekhemre Khutaui, que bien
se casó con la reina Neferu Sobek o despojó a esta de su autoridad,
inaugurando asi de este modo la dinastía XIII.
Esta, debió ser sin
duda un período de incertidumbre pues en aproximadamente 133 años suben
al poder 51 reyes. A esta inestabilidad rea, hay que añadir un período
de “vacas flacas”, de hambrunas que sacudirán a Oriente, Palestina y
el levante Mediterráneo. Egipto, a pesar de su inestabilidad dinástica n
sucumbirá ante esta primera crisis, ya que el gran aparato administrativo
seguía funcionando. Bietak relaciona el cambio de los mercados
tradicionales de Biblos y Megiddo (por falta de mercancías), con los asentamientos
de una nueva población de comerciantes en Avaris. Estos emigrantes estarían
formados en su mayoría por sirios-palestinos. En la zona de Tell el Daba,
la misión austriaca ha localizado en los últimos años, una serie de
santuarios de tipo cananeo, con una extensión de aproximadamente
3.500m2 de área sagrada, lo que no puede dar una idea de
la importancia de la colonia. Pero también tenemos constancia de
que se producen hambrunas dentro de Egipto hacia finales de la dinastía
XIII. Condicionantes climáticos desestabilizaron el sistema agrícola. En
el desfiladero de Semna y en la isla de Askut en Nubia, una serie de
grafitos registran, con cierta preocupación unos niveles desusadamente
elevados de inundación. También en una estela, procedente del templo de
Karnak, nos habla de la inundación que sufrió el propio templo de Amón.
Estos datos, unidos a la ya precaria estabilidad real, producen un
debilitamiento y una segunda crisis de tal calibre que el Egipto, sucumbe
y se fracciona, abriendo nuevas heridas políticas y reapareciendo el
viejo sistema señorial del Alto Egipto. En el Delta, que no había
existido nunca este sistema señorial, ya que la zona era mas propicia a
la agricultura y al comercio, el momento es aprovechado por gobernadores o
por altos cargos de la administración del propio gobierno egipcio para
hacerse con el poder. Y como si formase parte de un rito cíclico, hacia
el 1715 a.C., Egipto se fracciona en dos reinos: uno feudal en el Alto
Egipto con capital en Tebas al frente del cual se encuentra un rey llamado
Ibiya Wahibre y otro en el Bajo Egipto, con capital en Xois, gobernado por
Menibre Nehesi, iniciándose en esta zona la dinastía XIV.
De este Menibre
Nehesi, apodado “el negro” y basándose
en este sobrenombre, se ha venido diciendo tradicionalmente que ya era
vasallo hicso. Creemos que 1715, es una fecha muy temprana para pensar ya
en una instalación de la dinastía hicsa. Pensamos que más bien, Nehesi,
pudiera ser un alto funcionario de la administración egipcia, extranjero,
que da un golpe de mano ante la creciente inestabilidad. Creemos que para
hablar del comienzo del reino Hicso trendríamos que bajar la fecha hasta
aproximadamente el 1650 a.C., pues siguiendo la cronología propuesta por
Hayes y por Rose, en esta fecha, en la dinastía XIV de Xois, se sienta
una rey llamado Seth Shasu. Para este mismo año se propone el comienzo
del reinado de los gobernadores locales, que tradicionalemente se han
venido llamando el reino de los
“pequeños Hicsos”, es decir la dinastía XVI, encabezada por Yakebmu.
Rose, propone una datación para el comienzo de la dinastía XV (la hicsa)
de 1652 s.C., que consideramos errónea, pues si en la zona de Xois y en
la de Avaris, existen ya a partir de 1650 unos tributarios o gobernadores
locales, tienen que existir obligatoriamente ya, un reino Hicso
establecido, con capital en Avaris.
Para la dinastía XIV
de Xois, Hayes y Rose, dan una cronología de 1715-1650 a.C., (65 años) y
formada por 34 reyes. Para la dinastía XV de Avaris las fechas propuestas
serían de 1650-1544 a.C., (108 años), con 6 reyes. Para la dinastía XVI
de 1650-1552 a.C., (98 años) con 28 gobernadores. Y para la dinastía
XVII tebana de 1652-1554 a.C., (98 años) con 15 reyes. Las propuesta que
hice en el Congreso Internacional de Egiptólogos celebrado en Septiembre
de 1995 en Cambridge fue subir esta cronología, no al 1715 como proponen
algunos autores porque considero que es muy tempana, pero tampoco bajarla
hasta el 1652 a.C., ya que 65 años son muchos años para una dinastía
inestable y de transito como debió ser la de Xois.
Siempre que se habla
de los Hicsos, surgen las preguntas de ¿quienes fueron?, ¿de donde venían?
Hacia el 2000 a.C.,
se produce un cambio climático en Europa. A lo largo de toda la historía
de la humanidad los pueblos se han movilizado siempre por condicionantes
económicos o bien obligados a moverse por otros pueblos más fuertes.
Tenemos también constancia que, un pueblo de origen indoeuropeo llamado
Hurrita, procedente posiblemente de la región del lago Van, presiona la
zona septentrional de Mesopotamia. Militarmente son superiores y
conocedores del caballo y del carro como elemento de guerra. De estos
Hurritas se sabe que invaden Asiría, Mesopotámia Central, Siria y
Palestina y se han localizado restos arqueológicos identificados como
Hurritas en Tell Billa (cerca de Nínive), Karkemish, Alepo, Qatna y Qadesh.
Creemos que no sería muy desacertado pensar que estos bien pudieran haber
sido el agente movilizador que puso en marcha el mecanismo de la emigración
de otros pueblos hacia el Delta de Egipto. Además, hay que pensar que
Egipto, fue desde siempre el sueño verde de multitud de pueblos sedientos
y que si no había sido invadido hasta ese momento, fue porque sus
soberanos habían sido fuertes. La escasez de alimentos en los mercados tradicional,
también es otro factor que hace que todos los ojos se vuelvan hacia
Egipto.
Si analizamos el
vocablo “hicso” = “príncipes de países extranjeros”, nos está
indicando la propia pluralidad de quienes formaban este grupo.
Consideramos errónea pues, la postura de aquellos que intentan encontrar
un sólo pueblo al que podamos identificar como Hicso.
Del texto de Manetón,
a pesar de que hay que tomarlo con mucha precaución, podemos sacar varias
conclusiones. En primer lugar él hace referencia a “gentes de oscura
raza venida del Oriente”. El término “oscura raza”, se puede
interpretar de dos modos: ·
Que no se sabía la procedencia étnica. ·
Que el color de su piel era oscuro (el color de la piel de
los habitantes del Delta es la
más clara de todo Egipto, es de tipo caucasiano).
Si recordamos la
tumba nº3 de Khnoumhotep, en Beni Hassan, en los registros de su pared
norte, nos está describiendo la entrada de “asiáticos” en Egipto. A
estos asiáticos, por su indumentaria podríamos clasificarlos como de
tipo cananita. Como se puede apreciar en estas pinturas, se trata de
clanes completos, esposas, hijos y enseres. El color de su piel es muy
similar a la egipcia. Los rasgos de su cara son semitas: nariz típicamente
aguileña, el mentón alargado, utilizan barba... En el yacimiento de Tell
el Daba, se han localizado algunas estatuas de este período. Los rasgos
distan mucho de er similares: no utilizan barba, la nariz es achatada, el
rostro redondeado, los ojos almendrados, labios gruesos, el color de su
piel no nos es posible clarificarlo pues las estatuas están realizadas en
granito, aunque este es de color negro.
El estado actual
sobre el posible origen étnico de los Hicsos apuntan hacia los
sirio-cananeos, como los candidatos más idóneos. La estratigrafía y una
gran variedad de hallazgos arqueológicos sustentan esta teoría. Los
restos hicsos encontrados en Tell el Daba, corresponden a los estratos del
Bronce Medio II BC. Bietak, también ha localizado abundantes restos de
cerámica, este mismo tipo de cerámica ha sido localizada en el
yacimiento de Tell-el Yahudiyeh, correspondiendo también a la misma
cronología de estrato del Bronce Medio II BC. Pero esta “claridad”
arqueológica, choca con la propia oposición egipcia: en la llamada
“estela de Amada”, del tiempo de Amenhotep II (1431-1405), se hace
referencia a los Hicsos de una parte y
a los “Príncipes de Retenu” (Palestina) de otra. Es decir que
los egipcios los diferenciaban, eran etnias diferentes.
A pesar de que hay
unas claras aportaciones hurritas, no se han encontrado restos de esta
civilización en yacimientos egipcios. Los restos hurritas más próximos,
se han localizado en Kadehs.
Recientemente Bietak
ha localizado los cimientos de una gran fortificación que puede
corresponder a una ciudadela. Más al sur de esta, ha localizado otra más
pequeña y otras dos más en las inmediaciones de la primera. También
parece ser que entre las fortificaciones existió una zona que bien era de
cultivo o se trataban de zonas ajardinadas. Esto estaría relacionado con
la secuencia cultural del mundo palestino, que estaba constituído por
pequeñas confederaciones de pequeños estados bajo el liderazgo de una
ciudad principal y su rey. Este, gobernaba bajo un sistema de vasallaje.
Este sistema explicaría la lista real de la dinastía XVI.
Otro dato curioso es
la forma de enterramiento. Las necrópolis localizadas en este yacimiento,
nos hablan de una población con costumbres urbanas. En 1966, la misión
austríaca localizó un pequeño cementerio familiar, de tipo claramente
no egipcio, que correspondía a rituales y costumbres sirias y del Bonce
Medio II. Junto a las sepulturas de niños, con restos quemados y
custodiados en “pithoi”, se encontraron
otras tumbas en fosa, con revestimiento de ladrillo crudo y
cubierta arqueada. Los cuerpos yacían en posición levemente contraída
sobre uno de sus lados. El ajuar funerario estaba compuesto por puñales
de hoja triangular y hachas de guerra de tipo sirio. Este tipo de
enterramiento con técnica de bóveda era muy común en la zona de Mesopotámia
Influidos por los
textos de Manetón y de Flavio Josefo, tenemos la tendencia a ver a los
Hicsos como unos feroces destructores, viendo guerreros, posiblemente
donde no hubieron tantos. Si vamos al texto de Flavio Josefo, él mismo
nos indica: “Sin dificultad, ni combate...”. La arqueología parece
corroborar estas palabras, pues
los niveles de incendio localizados, estarían en los estratos correspondientes
a la dinastía XIII. No se han localizado restos que nos indiquen que hubo
resistencia y asedio a ciudades. Para hablar de luchas entre hicsos y
egipcios tenemos que esperar hasta Seqenenre Taa II, quien será quien
comience con las hostilidades.
El propio nombre de
Avaris Hwt w’rt “Cuartel general del departamento”, nos está
indicando que los hicsos heredaron unas estructuras comerciales
preexistentes en la zona. Avaris pasaría a ser un gran complejo comercial
como lo había sido hasta ese momento la zona de Biblos. Se ha especulado
mucho sobre un “imperio hicso”. Creemos que deberíamos pensar más en
una expansión comercial aprovechando los cauces egipcios, que en la
fuerza de las armas. Como ya hemos visto anteriormente tan sólo podemos
dar una duración aproximada para el periodo hicso de 108 años. Un tiempo
demasiado corto para pensar en el levantamiento de un gran imperio
militar. La hipótesis en la que estamos trabajando
propone que el mundo hicso creó bajo estructuras egipcias y
experiencias propias, un gran imperio comercial. Esto, estaría n
concordancia con los grandes almacenes localizados en Avaris con restos de
ánforas, aceite, vino... También
se sabe que a la zona se trasladaron grandes artesanos en la fabricación
de barcos y que los hicsos controlaban el comercio fluvial. Los últimos
hallazgos de la misión austriaca, son miles de fragmentos arquitectónicos,
procedentes de suelos y paredes de lo que puede ser un palacio. La
decoración, es lo más significativo, pues son restos de pintura minoica.
Como bien dice Bietak, “es difícil
la explicación de este tipo de pintura en Tell el Daba”. Su hipótesis
de trabajo se basa en nexos dinásticos entre ambas cortes. Sería esta
una explicación lógica y nos aclararía en gran medida, la tapa de
alabastro localizada por Evans en Cnosos con el nombre del rey hicso Khian.
También se sabe que entre el reino hicso y el tebano, existieron acuerdos
fronterizos, de pastos, así como el pago de impuestos. Estas alianzas se
cimentaron con casamientos diplomáticos. En el yacimiento de Tell el
Daba, se ha localizado el fragmento de una inscripción con el nombre de
una princesa llamada Tany donde se la denomina “hermana
del rey”. Su nombre está rodeado por un cartucho, lo que la vincula
a la familia real hicsa. La partícula “ta” de su nombre es muy
característico de la dinastía XVII y nos hace pensar en la procedencia
tebana de la princesa. También tenemos constancia de acuerdos militares
entre los hicsos y el reino de Kush
Pasada la crisis del
asentamiento Hicso, todo Egipto se encuentra pagando tributos a estos
soberanos extranjeros. La documentación contemporánea, no nos aportan
muchos datos sobre el estado político del Alto Egipto. Tan sólo un
documento localizado en Coptos sobre un decreto de Nebkheperre Antef, nos
lanza una luz sobre lo que podía estar ocurriendo en el Alto Egipto. El
texto alude al tercer año de este rey donde al parecer se cometió un
crimen en el templo de Min en Coptos, el culpable , un tal Teti, hijo de
Minhotep se vio desposeído de sus funciones que ejercía en el templo. La
maldición dice:
“En cuanto a todo rey del Alto Egipto, en cuanto a todo jefe que
se muestre compadecido hacía él, no podrá recibir la corona blanca, ni
ceñirá la corona roja. No podrá sentarse en el trono de Horus y las dos
diosas (Uadjet y Nejbet), no lo favorecerán como favorecen a quienes
ellas aman”.
Según este texto,
parece que en esa época existían muchos reyes del Alto Egipto y que se
podía llegar al poder sin ser de sangre real. Por este motivo, creo, que
la dinastía XVII fue contemporánea de las XV y XVI hicsas. Tebas sería
un reino casi independiente donde la principal consecuencia de la invasión
hicsa fue la de haber robustecido la feudalidad, lo que explica que la
monarquía reapareciera en Tebas con el advenimiento de la dinastía XVII,
bajo la forma de una realeza propiamente feudal, en la que el rey era
elegido por los príncipes de los nomos. La invasión hicsa no fue
suficiente motivo para anular de golpe
el resultado de muchos siglos de evolución. Y aunque diezmados
económicamente, aceptaron ser tributarios del Delta, hasta que su poder
local fue lo suficientemente fuerte otra vez.
Pero a pesar de unas
aparentes buenas relaciones, lo cierto es que la aristocracia tebana, jugó
el papel de organizar el pequeño reino y reavivar entre sus súbditos el
sentimiento nacional y hacer nacer en ellos el deseo de expulsar de Egipto
al extranjero.
Manetón atribuye
seis reyes para este período: Salitis, Bnon, Apajnam, Apofis, Innas,
Kertos, y da una duración exagerada de 259 años de reinado. El
Canon de Turín, como ya hemos mencionada, atribuye un reinado de
108 años para la dinastía XV. Según esto el primer rey hicso estaría
ya en el trono de Avaris hacia el 1652 a.C., fundando la dinastía XV.
Hacia el 1650 a.C., sube al trono Nubkare, fundando una dinastía paralela
de príncipes hicos: la XVI.
Mientras tanto, en la
zona tebana, en 1652 a.C., sube al trono
Rahotep que fundará la dinastía XVII, y que es contemporánea de
la XV y XVI.
Hacia el 1594 a.C., Apofis
I se hace con el trono. Hace política matrimonial, casa a su hija Herit
con un rey tebano, lo que no se sabe es, si fue, como consecuencia de
estrechar aún más lo lazos de amistad o para sofocar las tensiones que
del lado tebano comienzan producirse. La monarquía tebana, se había
contentado con el papel de mera vasalla hicsa conservando un halo de
“independencia”. Se sabe que los príncipes tebanos de éste período,
no se caracterizaban precisamente por su fuerza: Djehouty, contemporáneo
de rey hicso Kyan no permaneció en el trono de Tebas más de un año. De
su sucesor Mentuhotep VII, del que se ha localizado una esfinge en Edfu,
se sabe que no realizó ninguna gran hazaña y que su reinado no fue
demasiado largo. Pero a Apofis I, no le será tan simple mantener la paz
con sus vecinos tebano, pues sangre nueva sube al trono de Tebas. Apofis I,
tendrá como aponente a Antef VII. El origen de este rey es incierto.
Desarrollará una gran labor constructiva que ha quedado patente en
Coptos, Abydos, El Kab, Karnak. A Antef VII, por parte tebana, le sucede
Senakhtenre Taa, el anciano. Su esposa Teticheri, durante la dinastía
XVIII, fue objeto de culto, como la gran abuela del libertador Ahmosis. A
este le sucederá su hijo Sequenenre Taa, quien comenzará ya de una forma
abierta las hostilidades con los Hicsos, que son recogidas en el papiro
Sallier Y, aunque este es una copia de época de Menptah. Se sabe que el
joven rey se lanza al combate y muere en la batalla. Su momia fue
localizada por Masperó 1881 en la cachette de Deir el Bahari, con
evidentes signos de una muerte violenta producidos por los golpes de un
hacha de tipo Bronce Medio II similares a las encontradas en Avaris. Le
sucederá su hijo Kamose que también morirá en los enfrentamientos.
Muerto su esposo,
muerto su hijo, y con un futuro rey de no más de cinco años, la Gran
Esposa Real Ahotep, se pone al frente de la monarquía tebana. Se inicia
la dinastía XVIII, y ella será la precursora de una serie de mujeres que
tendrán una importancia crucial en el desarrollo de esta dinastía.
Sin duda la reina tomó
el poder, haciendo una auténtica regencia durante la minoría de edad de
Ahmosis, pues sabemos que él no reanuda la lucha contra los hicsos hasta
el años 15 de su reinado. Entre el año 15 y el 22 se sabe que Avaris fue
tomada y el ejercito enemigo perseguido hasta la fortaleza de Sharuhen (Canaan);
el asedio duró 3 años con la victoria finalmente para el ejercito
egipcio.
La primera mitad de
la dinastía XVIII, se caracteriza por un proceso expansión territorial.
Así tenemos que Ahmosis y su ejercito restaurarán
las antiguas vias comerciales dirigiéndose al país de Djahy
(Fenicia). Posteriormente el faraón realizará tres campañas de castigo
contra Nubia llevando las fronteras hasta Buhem (segunda catarata).
Con Amenhotep I, el
proceso de expansión no se detiene y así continua la ocupación egipcia
de Nubia llegando hasta Karoy en las proximidades de la tercera catarata.
Aunque es dudosa parece que existió una campaña contra los libios. La
información de la expansión egipcia de este periodo lo encontramos en la
tumba del funcionario Ahmosis
hijo de Abana, en el Kab.
Con la regencia de la
reina Hatshepsut sobre Thutmosis III, comienza una era caracterizada por
la paz en los territorios egipcios ocupados, que conlleva el que la reina
realice una política interior activa de reconstrucciones y organización
nacional; es en definitiva, una política en la más pura tradición
egipcia de los Imperio Antiguo y Medio. Simultáneamente prepara su
derecho al trono en el año 7 de su reinado, relegando a Thutmosis III a
un segundo plano y haciéndose rodear de un equipo extraordinario, en el
que destacan Hapuseneb como el Sumo Sacerdote de Amón y Senenmut como su
administrador y Jefe de obras, sus más fieles valedores.
Hatshepsut, hija de
Amón, como lo expresa la teogamia en Deir el Bahari y en las
inscripciones del reposadero de la barca de Amón (capilla roja), emprende
innumerables obras en los templos egipcios, destacando especialmente las
llevadas a cabo en Karnak. Un hecho singular en su reinado es la expedición
realizada al País de Punt en el año 9. La construcción más importante
llevada a cabo por Hatshepsut es su templo funerario en Deir el Bahari.
Thutmosi III como corregente emprende expediciones militares al Sinaí.
A la muerte de
Hatshepsut en el año 22, Thutmosis III queda como único rey, debiendo
hacer frente a una coalición de 330 pueblos asiáticos sublevados bajo
los auspicios de Mitanni y dirigidos por el rey de Kadesh.
Desde Gebel Barkal,
en la cuarta catarata del Nilo hasta el Eúfrates, Thutmosis III consigue
el mayor Imperio de la historia de Egipto. Según los Anales de Karnak, el
rey domina en Asia Menor a un total de 110 estados. Su ejercito estaba
compuesto por dos divisiones de infantería con un total de 8.000 hombres
divididos en arqueros y
unidades de choque. Anexo a cada ejercito, una unidad de carros compuesta
por 150 carros. Fue también un gran constructor, embellece Karnak y manda
construir su templo funerario al lado del de Hatshepsut.
En este período de
aproximadamente cincuenta años se producirán una serie de
acontecimientos, incluido parcialmente Amarna, cuyo desarrollo produce la
sensación de que es en estos momentos cuando la historia de Egipto hace
una inflexión que marca el inicio del declive de esta gran civilización.
Thutmosis IV sucede a
su padre Amenhotep II, pero existen indicios que parecen apuntar hacia la
posibilidad de que el nuevo rey no reunía todos los requisitos de una
completa legitimidad para ser el rey de Egipto. Además existe otro
documento llamado “Estela del Sueño”,
estela que se encuentra entre las patas de la Esfinge de Gizeh. En dicho
texto es el mismisimo dios Khepri-Re-Atum, quien le otorga el derecho para
ocupar el trono de las Dos Tierras, es decir, la divinidad solar en sus
plenas tres manifestaciones: nacimiento, cenit y ocaso. De esta forma se
acerca las tesis tradicionales solares de Heliópolis, buscando el apoyo
de este antiquísimo centro religioso como contrapeso al cada vez, más asfixiante
poder del dios Amón tebano.
El reinado de
Thutmosis IV, no fue muy extenso, actualmente se calculan en 10 años la
duración del mismo (hay otra tesis que le atribuyen 20 años de reinado)
Su política de construcciones es muy intensa para el corto período de su
reinado. Construyó un templo solar en las inmediaciones de la Esfinge de Gizeh.
De igual modo se constata una importante actividad constructiva ordenada
por el monarca en las inmediaciones de Menfis
Pero la mayor parte de las construcciones que han llegado hasta nosotros
corresponden del Templo de Amón en Karnak. En su nombre se construyó un
patio alrededor del Santuario del templo con pilares osiriacos, al que los
textos llaman la Sal Uadjet. También manda construir un espléndido pórtico
delante del Pilono de Thutmosis I. Hay testimonio de su actividad en el
Templo de la diosa Mut (aunque su constructor fue Amenhotep III). Se trata
de una capilla en la que se representa una teogamia, en muy mal estado,
referida a Thutmosis IV, como hijo divino de Amón. Una vez más, se
confirma la necesidad de afianzar la legitimidad para ocupar el trono,
esta vez, proclamándose hijo de Amón (al igual que lo hizo la reina
Hatsetsup y posteriormente lo hará su hijo Amenhotep III).
A su muerte le sucede
su hijo Amenhotep III, que era un niño de aproximadamente 10 años. En el
año 2 de su reinado contrae matrimonio con una mujer representante de la
nobleza local del Egipto Medio y posiblemente lejanamente emparentada con
la prestigiosa reina Ahmosis-Nefertari, esposa del fundador de la gloriosa
dinastía XVIII, el rey Ahmosis. Se trata de la reina Tiy, hija de Tuya y
Yuya. Su padre Tuya, era muy probablemente una guerrero de ascendencia
unitaria, en tanto que la madre Yuya pertenecía a la nobleza local de la
ciudad de Akhmin, donde ostentaba entre otros títulos, el de
“Superiora de las Reclusas Miu”. Lo extraño de este matrimonio es
que por primera vez (no hay otro paralelo), el nombre de particulares no
pertenecientes a la casa real, se vea unido al de un rey, lo que atentaba
contra todas las tradiciones conocidad hasta ese momento. Este será el
inicio de los ambiciosos planes establecidos por la familia política del
soberano que llevará a cabo la influyente, intrigante y poderosa reina
Tiy.
El reinado de
Amnehotep III, podríamos dividirlo en cuatro etapas: ·
Desde el inicio hasta
el año 11 del rey:
Será
un periodo estable y tranquilo donde se continuará con
las directrices políticas establecidas por su padre. ·
Desde el año 12 a 28:
Este
será el periodo más estable y fructífero del reinado de
Amenhotep III. Se produce una intensa consolidación de las
relaciones tanto nacionales como internacionales. ·
Desde el año 28 al 30:
En
estos años se produce la subida al trono del heredero de
Amenhotep III, su hijo Amenhotep IV en corregencia con su
padre. También tienen lugar los preparativos y celebración de su
Primer Jubileo.
Durante toda estas
fases del reinado de Amenhotep III fue decisiva la presencia en la sombra
de un hombre excepcional, Amenhotep hijo de Hapu. Este hombre gobernó de
hecho en Egipto durante los 30 primeros años del reinado de su soberano.
Procedente de la
ciudad que actualmente lleva el nombre de Athribis en el Delta Oriental,
no se sabe muy bien como llegó a gozar de la confianza del rey, aunque es
claro que representaba la influencia del clero de Amón frente a las
intrigas palaciegas de la familia real.
Conocemos su carrera administrativa,
a través de una serie de estatuas biográficas descubiertas en diversos
lugares, principalmente en el Templo de Amón en Karnak. Sabemos que, con
cerca de 50 años, Amenhotep hijo de Hapu, fue nombrado Jefe de todos los
Escribas Reales. Mas tarde se le asignó el cargo de Jefe de las Levas en
todo Egipto, lo que le hacia tener capacidad de disponer de todas las
fuerzas de trabajo en todos el país. Como motivo de la celebración del
Primer Jubileo del rey, fue nombrado Intendente General de todos los
trabajos y con jurisdicción completa para controlar los impuestos, los
elementos productivos y hasta el ejercito. Los curioso de este personaje
es que ostenta el poder más completo sobre la administración egipcia y
sin embargo, no posee ninguno de los títulos administrativos usuales en
el Imperio Nuevo.
De los textos de sus
estatuas se desprende que Amenhotep hijo de Hapu, era un experto en el
conocimiento de los libros antiguos, y estaba instruido en las enseñanzas
secretas del dios Thot, patrón de la magia. Este hombre, era, sin duda,
conocedor de los arcanos del conocimiento egipcio. Probablemente de ahí
procedería su gran poder. Titular del gobierno real de Egipto, siempre
fue representado bajo el aspecto de un smple y humilde escriba.
Concentrándonos en
el examen del período a que se refieren los años 28 al 29 de Amenhotep
III, es de destacar el inicio de la preparación de la Gran Fiesta Jubilar
que se calebraría en el años 30. Probablemente en esta época se puso en
marcha en todo el país bajo la dirección de Amenhotep hijo de Hapu, un
grandioso proyecto constructivo, como nunca antes se había llevado a
cabo. Se concluirá el Templo del Ipet Resit o el Harem Meridional (Templo
de Luxor). En el se recogerán escenas del Jubileo del faraón y la célebre
teogamia por la que Amenhotep III es reconocido como hijo carnal del dios
Amón.
Para la celebración
también de este Jubileo, Amenhoteo hijo de Hapu construyó para su rey el
Templo de Soleb en Nubia, donde Amenhotep III se autodeificó como
encarnación viviente del dios Aten.
También construyó
para su soberano en el año 8, “Pr
h’j “La ciudad de la alegría” , su residencia real en la orilla
oeste de Tebas (hoy se conoce como Malkata). Muy próxima a esta en Kom el
Heittan levantó un espléndido templo funerario del que hoy solo restan
los llamados Colosos de Memnon.
Hay constancia de la
ejecución de más obras, en Elefantina, en Menfis, el templo de Montú y
Mut en Karnak. También por orden directa del rey, Amenhotep hijo de Hapu,
inicia una campaña de construcciones de tumbas en la necrópolis tebana
para albergar los cuerpos y los ajuares de los funcionarios que han
colaborado activamente en la celebración del Primer Jubileo o Fiesta Heb
Sed.
Esta fiesta jubilar
que debía celebrarse cada 30 años de reinado, con el fin de renovar mágicamente
la vitalidad y la fuerza del faraón, tuvo en el caso de Amenhotep III una
trascendencia especialísima.
En los texto que se
encuentran en la tumba de Kheruef, se nos indica que, para esta ocasión
se consultaron libro antiquísimos para reproducir los ritos de renovación,
que ya nadie recordaba en Egipto. Para la celebración de estos
complicados ritos mágico-religiosos, se requería la participación
personal de diversas personas (todos altos personajes de la corte) que
desempeñarían diversos papeles interpretando, o aún mejor, activando mágicamente
personalidades míticas, especialmente fuerzas espirituales, que llevan en
los textos nombres incomprensibles para nosotros hoy. Hay que mencionar,
que en las persecuciones que se llevarán a cabo contra los cortesanos de
Tebas de Amenhotep III durante el reinado de Akhenaten, se procede de modo
especialmente sañudo contra los cortesanos que desempeñaron estas
representaciones mágicas.
Todo este esplendente
mundo de refinamiento, poder, estabilidad y riqueza, hará crisis de modo
inexcusable con la muerte (muy posiblemente le hicieron desaparecer) de
Amenhotep hijo de Hapu, que se debió producir entre el año 30/31, pues
hay un documento conocido como el decreto de constitución de la fundación
funeraria de su templo que está fechada en el año 31 del rey.
Por lo tanto, nada más
celebrarse el Jubileo del Rey, este gran hombre, desaparece y se inicia la
cuarta y última fase del reinado de Amenhotep III. ·
Desde el año 31 hasta 38/39.
Según todos los
indicios en el años 28 se produjo la iniciación de una corregencia entre
el anciano Amenhotep III y su hijo Amenhotep IV. En un principio se
establece un pacto político-religioso entre las corrientes solares de la
casa real y la autoridad del poderoso
Amón tebano, representada por el clero y por los cortesanos de
Amenhotep III, a cuya cabeza estaba Amenhotep hijo de Hapu. Pero este acto
se romperá a los dos años de iniciada la corregencia, pues se producen
una serie de acontecimientos, en virtud de los cuales comienza a caer la
corte ortodoxa del viejo rey y, con la ayuda de la reina Tiy y otros
miembros de su familia, se procede a la sustitución y supresión de
funcionarios leales a Amón, por otros nuevos que se inclinan
decididamente por el culto a Re-Horakhty en su nombre de Atem.
Coincidiendo con el Jubileo del año 30 de Amenhotep III, parece que se
celebra en el año 2/3 de su hijo un anómalo jubileo para el dios Atem.
Estos acontecimientos se pueden constatar en la tumba TT55 de Ramose.
Amenhotep IV, construye un templo a su dios en la zona este del recinto de
Karnak el Genef pa Iten.
Desaparecidos sus
funcionarios leales, Amenhotep III, se encuentra cada vez mas viejo y
enfermo, controlado exclusivamente por la familia de la ambiciosa Tiy.
Sabemos que aún celebrará otros dos Jubileos más, en el año 34 y en el
37.
Durante los años que
median entre el 2º y el 3º Jubileo, se desencadenan feroces
persecuciones contra los funcionarios que aún quedaban del antiguo
aparato administrativo, de los que fueron posiblemente responsables Tiy y
el Padre divino Ay y los tres hijos de este: Aenen, Primer profeta de Montú,
que presidirá la coronación de Amenhotep IV en Hermontis, Nefertity, según
todos los indicios hermana de éste último y por lo tanto hija de Ay, y
el general Makhtmin, otro oscuro y ambicioso personaje que perpetuará sus
influencias hasta el reinado de Tut-anj-amon
Amenhotep III morirán
entre el año 38/39 y su enterramiento se llevará a cabo en el valle
occidental en el tumba 22. Con su muerte se abre un paréntesis de
atormentados acontecimientos en la historia de Egipto que traerá consigo
la extinción de la dinastía XVIII.
El príncipe
Amenhotep, el futuro Amenhotep IV, era hijo de la reina Tiy y de Amenhotep
III, pero no fue el primer heredero al trono. Sabemos que existió un
hermano llamado Tutmosis que debió morir o le hicieron desaparecer entre
los años 16 al 27 de su padre. Como ya he comentado anteriormente, es muy
posible que el nuevo rey subiera al trono en corregencia con su padre
hacia el año 28 de este. Sabemos que Amenhotep IV, siendo príncipe, se
educó en Menfis, capital del Bajo Egipto, muy cerca de la capital
religiosa e Heliópolis, lo que, sin duda, facilitaría también su
aprendizaje en los antiguos cultos solares. Al subir al trono, el nuevo
rey sabemos que era Sumo Sacerdote del dios Ptah de Menfis y de un dios
reciente, al dios Atem. Estas dos características, dan forma a algunas de
las cuestiones que caracterizarán su reinado. Por una estela del Jefe de
escultores Bek, sabemos que este fue directamente instruído por su
Majestad a propósito de lo que debía hacers en materia artística.
Cuando fue entronizado, el nuevo rey celebró sus ceremonia de coronación
en dos capitales de alto signifado solar: Heliópolis y Hermontis. En
Tebas capital tradicional para acceder al trono para los reyes del Imprio
Nuevo no se celebró ninguna ceremonia con este motivo. Por razones que
también desconocemos no desposó a su hermana la princesa Satamon, sino a
Nefertity, que según todos los indicios parece que due hija de Ay.
Cuando desaparece
Amenhotep hijo de Hapu en el año 30/31 de Amenhotep III, se produjeron
profundas reformas de orden artístico, político y religioso que
anunciaban una ruptura total. Esto lo podemos apreciar muy bien en las
tumbas de Ramose y en la de Jeruef.
A partir del años 5
de su reinado, modifica su nombre de Amenhotep IV por el de Ajenaten. Este
hecho pudo coincidir con la elección del lugar donde se ubicaría su
ciudad Ajet-Aten “El horizonte de Aten”. A partir de este momento se trasladan
artesanos y obreros especializados desde Tebas a Amarna, al objeto de
construir rápidamente una ciudad. Se calcula que en año 6 Ajet-Aten,
estuvo lista para ser ocupada.
En el año 12
Ajen-Aten se decide a celebrar una especial ceremonia de pleitesía y
sumisión a su realeza en la Corte de Amarna. Esta entrega total a su dios
Aten le hacen descuidar su política exterior. De nuevo hay revueltas e
intrigas constantes en Asia. Para calmar los ánimos se sigue con la política
de alianzas matrimoniales, Ajen-Aten se casa con la princesa Taduhepa,
hija de Tushratta. Pero los hititas habían destruido el reino de Mitani y
ya nada se interponía entre ellos y la zona de influencia egipcia en
Asia. La aparente dejación del ejercicio del poder militar, hace pensar
que Ajen-Aten era contrario al empleo de la fuerza, pero más bien cabe
pensar que el rey, encerrado en su universo de El Amarna, hacía poco o
ningún caso de los acontecimientos del gobierno Egipcio y sus zonas de
influencias.
En este mismo año la
situación en Amarna parece degradarse, se habla por diversos autores de
una posible epidemia que diezma a la familia real y a la población de la
nueva ciudad. La reina Tiy que residía en Amarna desaparece poco después
de estas fechas, e igual sucede con la reina Nefertity, siendo reemplazada
en su papel en la corte por su hija mayor Merit-Aten.
Ajen-Aten, llevando a
cabo una costumbre sólo conocida en estos últimos momentos de la dinastía
XVIII, desposó a su propia hija Merit-Aten, de la que se sabe tuvo otra
Merit-Aten-ta-Sherit. En el extraño mundo de relaciones incestuosas de El
Amarna, la princesa sería entregada como esposa más tarde a Semenkare,
que muy posiblemente fuese otro hijo de Amenhotep III y por tanto hermano
o medio hermano de Ajen-Aten. Aunque sabemos muy poco de este personaje,
si conocemos que fue nombrado corregente del propio Ajen-Aten y que su
reinado no duraría más de 3 ó 4 años, así como que s hizo construir
su tumba en Tebas y no en Amarna. Concretamente un grafito fechado en el años
3 de Semenkare, nos dice que el templo funerario de este rey se había construido
en el recinto de Amón, lo que evidencia un acercamiento al clero de este
dios buscando, probablemente, una reconciliación.
Este personaje debió
jugar un extraño papel en la corte de Amarna. De un lado conocemos esta
escultura inacabada en la que
se ve a Semenkare sentado sobre Ajen-Aten unidos por la boca y de otra
parte sabemos que utilizó el título de Nefer-Neferu-Aten que, antes había
llevado la propia Nefertity y que disfrutaba del epíteto “amado de su
Señor”, lo que ha inducido a ciertos autores a pensar en una unión
homosexual.
La tercera de las
hijas de Ajen-Aten, Anjes-en-pa-Aten, fue igualmente desposada por su
padre y de él tuvo una hija.
Todos estos datos
evidencia una total decadencia del ambiente amarniense donde las continuas
evoluciones del cisma religioso desembocaban, a través de la creencia en
que Ajen-Aten era el propio disco viviente, en una serie de aberraciones
en un intento de preservar la
sangre solar.
En el año 17
Ajen-Aten desaparece de la historia en medio de muy oscuros acontecmientos,
subiendo al trono un niño llamado Tut-anj-aten. El origen del joven rey
es objeto hoy día de una fuerte controversia. Mientras que para algunos
autores Tut-anj-aten, sería hijo de Ajen-aten y de su segunda esposa real
Kiya, para otros sería un hijo menor de Amenhotep III. Poco antes de su
coronación, se casa con la tercera hija de Ajen-Aten, Anj-es-en-pa-aten,
y pasan a residir a la ciudad de Menfis. No obstante, alrededor del joven
rey, seguía vivo y latente, el nefasto entramado familiar de la reina Tiy.
Se trataba del Padre divino Ay, tio del joven rey y abuelo de la reina. Ay
fue promovido durante el reinado de Tut-anj-amen a lo cargos de Visir y
Regente. Otro personaje influyente, fue el general Najt-Min, probablemente
hijo de Ay, y un militar de carrera llamado Pa-Aten-em-heb, que
posteriormente restauraría por el de Hor-em-heb, que se casó con la
princesa Mut-nedyk-met, hija de Ay y hermana de Nefertity, y a través de
la cual adquiriría derechos para ocupar en su día el trono de las Dos
Tierras.
La situación, a la
subida al trono de Tut-anj-aten, era caótica. En el año 4 de su reinado
cambia su nombre por el de Tut-anj-amon. Restaura los antiguos cultos, reconstruyó
los templos, manda hacer nuevas estatuas de los dioses, abolió el culto
al dios Atem. Continuó con la obra interrumpida de Amenhotep III en los
templos de Luxor y Soleb. Mandó construirse su tumba en el valle occidental,
no lejos de la de su padre, pero nunca la ocupó.
Es casi seguro, que
el gobernante en la sombra durante estos años fue el Padre Divino Ay.
Tut-anj-amen murió sin descendencia durante el décimo año de su reinado
y con el se extinguió la gloriosa familia de Ahmosis, fundador de la
dinastía XVIII.
En estos momentos el
Imperio asíatico se desmorona. Los egipcios habían sido derrotados en
Siria y los hititas, rompiendo un pacto de no agresión con Egipto,
habían invadido el Líbano. Posiblemente sea éste el momento en
que debe ubicarse la carta encontrada en los archivos hititas de la ciudad
de Boc-az-Koey, en la que la reina, probablemente Anj-es-en-Amen, pide a
Shupiliuluima, rey de los hititas, que la envíe a uno de sus hijos para hacerle
rey de Egipto. El rey envia a su hijo Zennanza que nunca llegaría al
valle del Nilo, pués fue asesinado durante el viaje.
Todos estos gravísimos
acontecimientos, debieron suceder durante el periodo de las exequias de
Tut-anj-amen (setenta Díaz), que debieron ser vigilados muy de cerca por
el Padre Divino Ay, quien ofició en los funerales del joven rey y después
se coronó como nuevo faraón de Egipto. Se cree que desposaría a la
viuda del rey fallecido, su propia nieta Anj-es-en-Amen, para acabar de
legitimar su accesión al trono. Tras este acontecimiento la joven reina
desaparece. De hecho Ay se hace representar en la tumba que usurpa a
Tut-anj-Amen en el Valle Occidental de Tebas con su esposa Teye.
El reinado de Ay es
corto, se calcula que unos cuatro año. A su muerte sobrevenida también
de un modo rápido, le sucede el General Hor-em-heb, que debió contar con
el apoyo del clero de Amón para suprimir y suceder a Ay en el trono.
A pesar de haber
accedido al trono siendo ya mayor, Hor-em-heb reinó cerca de 27 años,
durante los cuales actuó con gran energía, reorganizando a Egipto en el
interior, mientras en el exterior derrotó a los hititas, asegurando de
nuevo las fronteras de Egipto.
Al carecer de
descendencia para sucederle en el trono, nombra sucesor a otro militar
procedente del Delta, el general Pa-Ramesus, el futuro Ramsés I, fundador
de la dinastía XIX
El ascenso de la
dinastía XIX llevará a Egipto a su último momento de esplendor. Tres
serán los monarcas que destacaremos de este período: Sethy I, Ramsés II
y Ramsés III.
Cuando Sethy I sucede
a su padre este estaba asociado al trono,
y ostentaba el cargo de comandante en jefe del ejercito. Lo que
cabe destacar de su reinado fue que logró reconducir la política
exterior de Egipto pacificando la zona de Sirio-Palestina y que equilibró
y afianzó en el trono de las Dos Tierras a su estirpe.
En la zona que hoy conocemos como Gurna, mandó levantar su templo
funerario, pero será sobre todo en Abydos donde podemos admirar el
refinamiento en el relieve que se alcanza en este período.
Su tumba, localizada
en el Valle de los Reyes, es uno de las más impresionantes. Decorada con
textos de libros funerarios, destacas su hermoso techo astronómico.
Descendiente de
militares pero también hijo de Dios, el joven príncipe Ramsés fue desde
el principio designado para suceder a su padre Sethy I. Su nombre de
coronación ya nos indica su designio Setep-en-Ra, “el que Ra ha
escogido”.
Ramsés tenía
aproximadamente 25 años cuando sube al poder, era ya un príncipe
experimentado que estaba al corriente de las gestión del imperio. Su
reinado fue uno de los más largos, 67 años, y durante este tiempo
escribió una página gloriosa en la historia de Egipto. Cubrió el Valle
del Nilo con estelas y monumentos. El nombre de Ramsés ha quedado
imborrable en el tiempo.
Originario del Delta,
de una ciudad llamada Per-Rases, la
antigua Avaris, capital de los hicsos.
Ramsés así como todos los ramésidas trasladan la capital de
Luxor a Per-Ramsés. De ahora en adelante la capital será una nueva
ciudad, en los límites entre Egipto y Asia, una ciudad medio egipcia,
medio asíatica, una verdadera capital para un vasto imperio cosmopolita.
Su primera esposa fue
Isis-Nofret, que como él era originaria del Delta. Para afianzar su peso
en el Alto Egipto toma como segunda esposa a una joven y noble dama de la
corte de Tebas. El amor que profesó a esta mujer le llevó a convertirla
en su Gran Esposa Real: se trataba de
Nefertary-Merit-em-Mut, “por la que el sol brilla”. A partir
del año 1 de su afamado esposo la vemos participando en todos los actos
oficiales, en el Templo de Luxor, en Karnak, ayuda a mantener buenas
relaciones diplomáticas con los hititas cuando se hubo alcanzado la paz
con estos. Su muerte debió acontecer aproximadamente en el año 25 de Ramsés,
pues en la ceremonia de la inauguración del Templo de Abu Simbel, será
su hija la que oficie la ceremonia. Su tumba es la más bella del Valle de
los Reyes.
Ramsés II reforzó
su poder, desarrollando los emplazamientos egipcios ya existentes y
haciendo construir más de 7 templos entre la primera y la segunda
catarata. Vamos a ver algunos de su monumentos.
Ramsés II falleció
después de uno de los reinado mas largos que la historia de eguito
recuerde, dejando al país en la cumbre de la potencia y de la influencia
cultural, pero también una familia en medio de dificultades de sucesión,
a pesar que la tradición le atribuye más de cien hijos. Desgraciadamente
el soberano, que celebró 14 fiestas Heb Sed, vio la muerte de la mayoría
de sus herederos. A Meren-Ptah, su hijo decimotercero, le dejó el título
y el gobierno del país de los Dos Tierras.
A partir de este
momento se abre una crisis que terminará con la extinción de esta dinastía.
Y con usurpaciones y
cambios bruscos de poder se inicia la dinastía XX. Su segundo soberano, Ramsés
III, será el último gran rey del Imperio Nuevo, y muy posiblemente el último
gran rey de Egipto.
Este tomará como
modelo a Ramsés II, sus sucesores harían lo mismo, pero él fue quién
tuvo más voluntad de asimilación, desde la elección de la titulatura
hasta la construcción de un templo funerario siguiendo como modelo el
Rameseum.
Aunque Ramsés III no
llegase a igualar a su glorioso predecesor, bajo su autoridad Egipto tuvo,
por última vez, un peso específico con el vecino Oriente.
Ramsés III eligió,
para construir su propio templo funerario, un lugar situado a 1 Km.
aproximadamente del Rameseum. Su nombre actual es Medinet Habu e indica en
realidad la ciudad cristiana instalada dentro del recinto del templo,
durante la conquista árabe.
Cuando Ramsés III
decidió constuir este templo, el lugar ya tenía un complejo comenzado
por Amenhotep I y terminado por Hatshepsut y Tutmosis III que fue objeto
de sucesivas ampliaciones hasta la época romana.
El primer patio da
acceso al palacio que comprende, además de las salas de representaciones,
también estancias privadas. La batallas de Ramsés III son representadas
en el interior del templo y sobre todo en la parte exterior del muro del
recinto. Este, narraba año a año, las campañas militares del rey, sobre
todo la batalla naval contra los Pueblos del Mar. Estos relieves eran
vistos por el pueblo, convirtiéndose el templo en una escaparate de la
propaganda real. Los textos y las representaciones de carácter militar
son, en sentido propio, un monumento que se escapa al tiempo por su valor
de arquetipo: Ramsés III aquí vence eternamente a los confederados
libios y a los Pueblos del Mar.
A partir del año 12,
el reinado de Ramsés III, comenzaron las dificultades, tanto en el
exterior como en el orden interno. Retiró su visir de Athribis y tuvo que
controlar las asignaciones a los templos. En Deir el Medina, la ciudad
donde vivían los obreros encargados de la construcción de las tumbas
reales, pararon sus trabajos y se fueron a lamentar al visir Ta que residía
en el Rameseum. Las dificultades eran imputadas a motivos económicos,
pero denotan un debilitamiento del estado frente al clero, y a las
propiedades de los templos, a quienes se les había dado demasiado poder.
También tenemos noticias de una conjura para asesinar al rey, pero
este plan fracasó y los conjurados fueron invitados a suicidarse.
En poco menos de un
siglo le sucedieron ocho soberanos. Todos llevaron el nombre de Ramsés y
todos tuvieron como referencia, de algún modo, a Ramsés II, convertido
en el modelo de la pasada grandeza del país.
Al final de esta
dinastía XX, encontramos un Egipto dividido de nuevo en sus dos fronteras
naturales: el Alto y el Bajo Egipto. Nunca volvió a tener el esplendor de
la dinastía XVIII o la gloria de la XIX.
Kemet, la tierra
negra, el país donde gobernaban los hijos de Ra estaba condenado a su extinción,
pero en su larga agonía aún nos deparará
momentos de gloria, momentos de belleza, como ninguna otra civilización. BIBLIOGRAFÍA Aldred,C:
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