El Templo de Debod como instrumento del rito�. |
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Por
Teresa Bedman Del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto. |
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Debod, una peque�a meseta situada en la Baja Nubia sobre la orilla oeste del r�o Nilo, fue el lugar donde se alz� desde principios del siglo segundo antes de Cristo el santuario dedicado a la diosa Isis y al dios Am�n que hoy adorna nuestra �Monta�a del Pr�ncipe P�o� de Madrid. El templo, situado en pleno desierto, en la frontera entre el reino de Meroe y el Egipto ptolemaico, apenas rebasada la primera catarata, era uno de los lugares santos integrados en el entramado de culto, cuyo centro se hallaba en el templo de la diosa Isis en la isla de Fil�.[1]
Los
templos egipcios. Antes
de entrar a analizar las peculiaridades rituales propias de Debod se hace
necesario expresar, siquiera brevemente, algunas ideas relativas al concepto y
naturaleza del culto divino entre los antiguos egipcios, pues el templo de
Debod, fue y es, esencialmente un templo egipcio.[2]
Hoy el mayor templo egipcio existente fuera de Egipto. Para
empezar se debe aclarar que la palabra �templo�, es un t�rmino que no
refleja adecuadamente la esencia del santuario egipcio, aunque ser� utilizado
en este art�culo por motivos de �ndole pr�ctica. En
efecto, estas construcciones religiosas representaban para los antiguos egipcios
diferentes cosas. En
principio, el templo no era un lugar para que el creyente particular realizase
sus oraciones. Aparentemente, por lo que sabemos el pueblo no penetraba en su
interior, al menos hasta ciertos lugares. Se trataba de un recinto cerrado que
solo frecuentaban los sacerdotes.[3]
El
santuario era, en primer t�rmino, la expresi�n simb�lica del Cosmos vivo, una
especie de �imago mundi� destinada
a reproducir el momento creador del primer d�a y a propiciar, por la celebraci�n
de los ritos prescritos, la permanencia y la renovaci�n de la creaci�n
original de la vida, de los dioses, de los hombres y de todo cuanto exist�a en
el cielo y en la tierra.[5]
Por tales motivos la edificaci�n de un templo egipcio nunca ten�a t�rmino
final, era como el universo viviente objeto de una constante ampliaci�n,
reedificaci�n y modificaci�n, que a�ad�a permanentemente al n�cleo central,
nuevas estancias, corredores, escaleras y pasadizos en una suerte de ampliaci�n
y renovaci�n semejante a la que experimentaba el mundo vivo que era su
referencia primera. El
templo egipcio tambi�n era, naturalmente, como se ha dicho m�s arriba el
enclave donde resid�a la divinidad. Por esa raz�n, en su interior se hac�a
todo lo necesario para que ese santuario fuese un lugar habitado por la
manifestaci�n del principio divino que reg�a el mundo y garantizaba con su
permanente presencia el orden del cosmos.[6] La
fundaci�n del Templo. El desarrollo arquitect�nico de Debod. Tenemos
conocimiento de que, durante el Imperio Medio, el lugar de Debod debi� ser
visitado por alguna expedici�n enviada por Amen-em-Hat
II, rey de la Dinast�a XII (hacia el 1922-1878 a. de C.), dado que Lepsius
encontr� all� en Agosto de 1844 una estela de un tal Antef,
relativa a una misi�n de transporte de cobre que, por otra parte, no parece
indicar que all� existiese entonces ninguna poblaci�n.[7]
Sin
embargo, no es aventurado deducir que en el mismo emplazamiento donde se ubicaba
el que hoy conocemos como templo de Debod, pudo haber alg�n tipo de santuario o
capilla, al menos desde el Imperio Nuevo en adelante.[8] De
hecho, sabemos que el lugar tuvo cierta importancia religiosa durante la Dinast�a
XIX por haberse encontrado un bloque datado en esta �poca que contiene parte
del nombre del rey Sethy
II, (1201-1196 a. de C.).[9]
No
conocemos el mes y d�a elegido para iniciar las ceremonias de construcci�n del
Templo de Debod, pero s� sabemos por otros ejemplos cual era el rito para
llevar a cabo la fundaci�n de un santuario. Lo
primero era elegir el emplazamiento donde se elevar�a el edificio religioso. Llegada
la noche y a trav�s de la observaci�n de las estrellas se decidir�a por los
astr�nomos cual ser�a la orientaci�n del templo. En el caso de Debod se eligi�
la orientaci�n Este-Oeste, con lo que el eje del santuario quedaba en el camino
trazado por el sol en el firmamento, al mismo tiempo que perpendicular al curso
del dios Hapi, el r�o Nilo. Orient�ndose
con la Estrella Polar y con Ori�n,
el sacerdote encargado de trazar en el suelo los l�mites del nuevo edificio
buscaba el horizonte artificial por medio de un muro circular llevando a cabo la
ceremonia del pedy Shes o �tirada de las
cuerdas�.[10] Para
ello se val�a del merjet y el bay, una plomada y un bast�n de con los que se determinaba con
exactitud el norte astron�mico por la observaci�n de la situaci�n en el cielo
de las citadas constelaciones al amanecer y al ocaso.[11]
Una
vez orientadas las cuatro esquinas del edificio se introduc�an en una peque�a
fosa[12],
excavada en cada una de ellas, diversos amuletos o dep�sitos de fundaci�n
encargados de proteger y de dar fuerza m�gica al nuevo edificio sagrado, como
si de semillas m�gicas se tratase.[13]
De este modo el templo ser�a un �ente� vivo, dispuesto para crecer y ser
construido. La
capilla de Adijalamani. Adijalamani,
form� parte de un grupo de reyes egipcianizados integrantes de una dinast�a
que proced�a indirectamente de los soberanos et�opes de la Dinast�a XXV
egipcia, cuyo lugar de origen fue la ciudad de Napata.[14]
Estos
reyes proven�an de Meroe,
emplazamiento situado en las estepas de Butana,
en la ribera derecha del Nilo. Este lugar fue capital, a partir del siglo VI a.
de C., de un reino africano coet�neo de los reyes Kushitas egipcios. La capital
religiosa de Meroe, fue Napata, lugar de inhumaciones reales. Estaba situada r�o
abajo de la cuarta catarata cerca de la monta�a santa actualmente llamada Guebel
Barkal.[15]
Cuando
los asirios al frente de Assurbanipal
empujaron hacia el sur, en su conquista de Tebas, al fara�n Tantamani
(664-656 a. de C.) el �ltimo de aqu�lla dinast�a africana[16],
los et�opes se llevaron consigo el culto del Amon tebano[17],
aunque, seg�n algunos indicios, la veneraci�n de este dios pudiera haber sido
familiar en la zona de Debod antes de que tales acontecimientos tuvieran lugar.[18]
Sabemos
que el elemento m�s antiguo del templo, actualmente conservado en su estado
original, fue erigido por orden de uno de estos reyes, llamado Adijalamani, (alrededor del 200-185 a. de C.)[20],
el cual estableci� el proyecto constructivo (o, quiz�, reconstructivo) de una
capilla o peque�o santuario en Debod.
El
rey indicaba en la jamba sur de la puerta de entrada a su capilla que �l la
construy� en bella piedra blanca y dura para la diosa Isis,
�la Se�ora de la Isla Pura� (Fil�?)[23],
en tanto que la jamba norte habr�a contenido la misma dedicatoria para el dios Amon.[24]
Desgraciadamente
ambas inscripciones actualmente est�n perdidas. En
todo caso, parece indudable que la capilla estuvo dedicada desde el comienzo de
su construcci�n y con car�cter principal al culto de ambos dioses. Los dos
pose�an, por lo que sabemos, su propio naos en el templo.[25] Esta
constituye una de las rarezas del templo de Debod. No es habitual en otros
templos egipcios que en una misma estancia se depositen dos naos para albergar
divinidades que, en principio, no pose�an ninguna relaci�n teol�gica entre s�.[26]
Sin
embargo, est� documentada la existencia, en el santo de los santos, construido
en �poca ptolemaica, de dos naos, uno dedicado a la diosa Isis por Ptolomeo VII,
Evergetes II (hoy desaparecido)[27],
y otro, el que hoy existe en el templo, dedicado por Ptolomeo XI al dios Amon.[28] Adem�s,
el proyecto decorativo de los relieves de las paredes de la capilla de
Adijalamani inclu�a tambi�n la representaci�n de otras deidades que, aun no
teniendo estatua divina en el templo, deb�an recibir culto en �l, a trav�s de
sus im�genes esculpidas en las paredes.[29] Entre
las mismas se encontraban Mut, Osiris,
Horus (Harp�crates), Harendotes, Ra-Hor-Ajty, Hat-Hor, Neftis, Jenum, Satis,
Anukis, Shu-Arhensnufis, Petensenis, Sejmet-Tefnut, Min, Upset, Uadyet y Nejebet.[30]
Cabe
preguntarse, as� pues, si la pretensi�n ritual de la capilla implicaba que
todas esas divinidades, all� representadas, recibir�an el culto que les era
necesario, al mismo tiempo que se les ofrec�a a los se�ores de Debod, Amon
e Isis. En
todo caso, dichas im�genes garantizaban, en virtud del principio de magia
imitativa, que la presentaci�n de ofrendas y la celebraci�n de los ritos que
los relieves evocan, har�a que las divinidades figuradas fuesen propicias al
fara�n que ante ellas oficiaba. Las
ampliaciones ptolemaicas del templo. El
dominio mero�tico sobre la zona de la primera catarata concluy� unos cincuenta
a�os despu�s del reinado de Adijalamani. En tal momento los soberanos
Ptolomeos hicieron acto de presencia y un m�s o menos efectivo dominio en toda
el �rea de la Baja Nubia. Mientras dur� esta influencia, se emprendieron obras
de ampliaci�n en los santuarios de la zona.[31]
Bajo
estos soberanos se procedi� a construir una calzada procesional desde el
embarcadero[35],
junto al r�o, hasta el templo, a trav�s de tres muros de acceso a diferentes
patios (Plano III, 18).
La
sala del santuario principal[38], estaba cerrada por dos altas puertas de madera que la
independizaban y aislaban durante la noche del resto del templo (Plano III, 1).
En su interior se depositaron dos naos, uno dedicado por Ptolomeo
VII[39]
a la diosa Isis y otro por Ptolomeo XI[40]
al dios Amon, aunque como es l�gico pensar estos naos debieron sustituir a
otros anteriormente existentes en la capilla de Adijalamani.
Igualmente,
se alzaron dos estancias a derecha e izquierda del santuario principal[44],
(Plano III, 2 y 3), dedicadas a albergar posiblemente a otras dos divinidades,
que no estamos en disposici�n de precisar, dada la ausencia de textos en ellas,
si bien la norte podr�a haber albergado una imagen de Osiris y la sur otra del dios Mahesa.[45]
Ambas estancias estaban dotadas de sendas c�maras ocultas[46]
(Plano III, 5 y 6). Se trataba del lugar donde se deb�an guardar los objetos
utilizados en el culto diario de las tres divinidades residentes en Debod. Estas
capillas podr�an tambi�n identificarse con las m�ticas Per-Ur
y Per-Nu, Capillas del Norte y del Sur, presentes en los templos
egipcios de la �poca.[47] La
escalera que, probablemente podr�a haber existido dispuesta en el muro exterior
sur del templo en �poca de Adijalamani, fue rehecha y albergada dentro de la
nueva estructura que ampliaba el per�metro de la capilla original.[48] La
Biblioteca del Templo.
Llama
la atenci�n una representaci�n existente en el muro exterior sur de la capilla
de Adijalamani, que qued� recogido en el interior de la citada c�mara
construida por los Ptolomeos, junto a la escalera de acceso a la terraza,
consistente en un extra�o diagrama[53] que podr�a ser perfectamente interpretable como un
esquem�tico mapa celeste muy parecido al que se recog�a en el techo de la
capilla sur de Osiris del templo de la diosa
Hat-Hor de Dendera.[54] Es
dif�cil analizar la finalidad ritual de este mapa estelar, aunque es innegable
que su proximidad a la escalera de ascenso a la capilla Osiriana[55]
y a la Terraza[56] del Templo, permiten vincular dicho dibujo con la
actividad de los sacerdotes hierogr�mmatas
de turno encargados de vigilar el cielo y las estrellas para proteger las horas
y determinar el momento propicio y prescrito para las pr�cticas del culto y la
celebraci�n de las fiestas religiosas.[57]
De
hecho, el graffiti incluye la divisi�n de la parte inferior de la pared
en doce secciones iguales por trazos equidistantes de 36 cms.[58],
probablemente referidas a las doce horas del d�a y de la noche. Se tratar�a
pues, de un supuesto zodiaco semejante, aunque m�s esquem�tico, al que
exist�a en el templo de D�ndera. Con tal representaci�n se expresaban
las constelaciones y se controlaba la divisi�n horaria de la jornada. Este
diagrama tambi�n recuerda a la expresi�n geom�trica del llamado tri�ngulo de oro, especie de medida universal que deb�a recoger la
unidad lineal llamada �codo
real�,[59]
adem�s de otras dimensiones como el n�mero �p�, probablemente
representadas en la base de la Gran Pir�mide de Guiza.[60]
Desde
tal punto de vista este esquema geom�trico reflejaba tambi�n una expresi�n
de la �interrelaci�n de las proporciones� destinada a formular la
manifestaci�n geom�trica del cosmos, es decir del templo y del universo,
seg�n el convencimiento de los egipcios.[61]
La
capilla Osiriana en Debod. A mano derecha de la estancia posiblemente dedicada a Biblioteca del templo se construy� el primer tramo de una escalera con quince pelda�os[62] (Planos III, 11 y IV), subidos los cuales se desemboca en un rellano desde el que se accede a otra nueva construcci�n:
Esta
sala ser�a ritualmente independiente del santuario de Osiris que podr�a
haber estado ubicado en la capilla norte[67]
(Plano III, 3), junto al santuario principal del templo. All�
se celebraban los misterios de Osiris.[68]
En ella se moldeaban im�genes de este dios con una mezcla determinada a
base de tierra y semillas de cereal que, luego se regaba con regularidad.
El grano germinaba pasados unos d�as y del cuerpo del molde con la efigie
divina surg�an las plantas, que mostraban a los ojos la resurrecci�n de
Osiris y con �l de toda la creaci�n. El Osiris
Vegetante que se hab�a conservado desde el a�o anterior se bajaba de
su capilla, junto a la terraza, siendo enterrado en lugar sagrado.[69] Lo
m�s curioso del proyecto constructivo Ptolemaico es que dej� sin
realizar ning�n relieve ni inscripci�n en las nuevas dependencias, salvo
las existentes en los naos y en la gola del portal del segundo pilono.
La Fiesta
del A�o Nuevo. La
escalera de Debod (Plano III, 11) tambi�n tuvo que estar vinculada con la
celebraci�n de la Fiesta del A�o Nuevo, tambi�n llamada Fiesta
de Ra y de todos los dioses.[70]
Subiendo otros cinco pelda�os y rebasado un nuevo descansillo se accede,
finalmente, tras otros dos pelda�os, a la terraza del templo. All�
ten�a lugar la ceremonia final de la citada festividad. Esta
fiesta estaba destinada a proteger por sus ritos m�gicos el paso de un a�o
a otro. Se preparaba en los �ltimos d�as del a�o que terminaba y
prosegu�a por lo menos hasta el cuarto d�a del mes de Thot
que iniciaba el nuevo a�o.[71]
Su finalidad era hacer volver a bajar el alma divina sobre la tierra,
recargando las estatuas con las radiaciones de los astros. Para
ello, se preparaba a las im�genes divinas para una peque�a procesi�n
que, teniendo su origen en el interior del templo, desde las capillas y el
santuario principal que hac�a las veces de sala
Mesenet[72],
llegaba hasta en la sala llamada Uabet,
(en Debod, probablemente la sala que tiene su acceso desde la puerta norte
del pronaos que tambi�n fue construida por los Ptolomeos)[73](Plano
III, 10), y conclu�a en la
terraza. (Plano IV). As�
pues, las m�s importantes estatuas divinas del templo sal�an de sus
capillas, siendo depositadas en otras, de madera y m�s ligeras que eran
transportadas por los sacerdotes. Una vez vestidas, peinadas y preparadas
para la ceremonia, lo que se deb�a llevar a cabo en el vest�bulo que
proporcionaba el espacio al aire libre delante de la sala Uabet,
se las llevaba en procesi�n, con pasos lentos, entonando letan�as y
ascendiendo por los escalones que conduc�an a la terraza.[74]
Llegado
a ella, el cortejo se dirig�a hacia un peque�o quiosco, del cual en
Debod no han quedado trazas que, normalmente, se constru�a en un rinc�n
de la azotea del templo.[75]
Su techo era m�vil, lo que permit�a ser abierto o cerrado para la pr�ctica
de la ceremonia de la exposici�n de las efigies divinas a la luz del sol.
En el interior de este quiosco eran depositadas las estatuas con el rostro
vuelto hacia el sur.[76] Para
celebrar la ceremonia se abr�a el techo y los rayos del sol ba�aban los
rostros divinos. En este instante del sagrado acto era cuando el alma de
los dioses descend�a del cielo para cargar de nuevo las im�genes que les
representaban a los ojos humanos. Terminada la ceremonia, las estatuas
divinas volv�an a su santuario y capillas respectivas.[77] El
Lago Sagrado y las fiestas sagradas en Debod.
Todos
los templos egipcios inclu�an, dentro de sus recintos, una alberca o lago
sagrado (Plano III, 19) normalmente provisto a base de las aguas de
infiltraci�n del Nilo a trav�s de las capas fre�ticas. Este lago
representaba la existencia de las aguas primordiales antes de la creaci�n
del mundo y en �l se realizaban, adem�s de las abluciones o
purificaciones rituales de los sacerdotes, ceremonias diversas
relacionadas con fiestas religiosas.[78] Es
casi seguro que Debod debi� tener su propio estanque, o al menos un pozo
m�s o menos amplio, desde la �poca de Adijalamani, aunque tal extremo no
se ha podido comprobar al no haberse realizado excavaciones rigurosas en
el �rea del t�menos antes de ser desmontado el templo.[79] Sabemos
que, por ejemplo, en el Templo de Edfu el lago Sagrado se utilizaba para
celebrar los ritos de la llamada Fiesta
de la Victoria[80],
en referencia a la victoria del dios Horus-Vengador-de-su-Padre
(Harendotes) sobre el dios Seth,
en venganza por la muerte de su padre Osiris.
Con
tal motivo se practicaba una navegaci�n ritual de las barcas divinas en
el Lago Sagrado donde se simulaba por medios m�gicos el arponeamiento de
un hipop�tamo que representaba a las fuerzas del caos y el mal. Con la
victoria m�gica de Horus se garantizaba la ordenada marcha del mundo y la
derrota, tambi�n de los enemigos del dios solar Ra en su navegaci�n
nocturna. Otra
festividad normalmente desarrollada en los templos de la �poca era la
relacionada con el matrimonio
sagrado.[81]
En Debod el matrimonio sagrado, la pareja divina por antonomasia, deber�an
ser Isis y Osiris, aunque nada impide que, como en Dendera esa pareja la
compusieran la diosa Hat-Hor y
el dios Harendotes,
representados en la capilla de Adijalamani.[82] Una
vez al a�o ambos dioses sal�an transportados en sus barcas, acompa�ados
de comitivas sacerdotales y con la compa��a de las gentes del pueblo,
para visitar el desierto y la necr�polis y, probablemente, saludar a
otros dioses de la zona yendo hasta sus santuarios. Entre
los santuarios visitados estar�an los mencionados en los textos de la
capilla de Adijalamani, tales como el de la diosa Isis de Keten-Ta,[83]
lugar existente en las inmediaciones de la Primera Catarata sin localizaci�n
moderna y, naturalmente, el templo de la diosa
Isis de Fil� de la que la de Debod era un trasunto. Tambi�n
sabemos, por los textos de Debod[84]
que, en el d�cimo d�a de la semana se llevaba a cabo una procesi�n con
la imagen de la diosa Isis, semejante a la que se celebraba en el
Abaton de Fil�.[85] El
dios Amon, el otro Se�or de
Debod, tambi�n visitar�a en sus fiestas se�aladas la necr�polis y los
santuarios que a �l dedicados en la zona de la Baja Nubia, cerca de
Debod.[86]
Tambi�n
hay que pensar que existir�a en Debod un calendario de festividades
religiosas en las que, en cada d�a se�alado, cada una de las divinidades
all� presentes recibir�a culto de modo espec�fico. Estos
calendarios se han encontrado en las paredes de los templos en lugares
principales, como es el caso de los templos de Horus
de Edfu y de Hat-Hor de Dendera;[87]
en Debod, es posible que dichos registros se hallasen recogidos en
soportes m�s endebles como el papiro o el cuero, raz�n por la cual no
han llegado hasta nosotros. Debod
en �poca romana. Los
emperadores romanos Augusto y Tiberio completaron el Templo de Debod como sucedi� con muchos
otros templos de la zona sur de Egipto. [88]
Construyeron
el pronaos (Plano III, 13) con una fachada con una puerta y dos columnas a
cada lado de �sta. Insertaron relieves en la fachada original del Templo,
de �poca ptolemaica y decoraron tambi�n los muros interiores Norte, Sur
y Este del pronaos y de los intercolumnios exteriores. S�lo se nos han
conservado indirectamente parte de estas im�genes que representaban al
emperador Augusto haciendo ritos ante los dioses Amon,
Osiris, Isis y Mahesa[89]
en la fachada exterior; al mismo emperador ante el Iun-Mutef, a Tiberio purificado por Thot y Horus delante de Amon[90]en
los intercolumnios interiores de la mitad norte del muro oeste del
pronaos; a Augusto haciendo ofrendas a Amon-Ra
y Mahesa y libaciones a Osiris,
Isis y Horus[91],
en el muro norte del pronaos; finalmente, a un emperador no identificado
en dos escenas, delante de Osiris
e Isis y delante de Osiris e Isis, Shepses-Nefert,
Harp�crates e Im-Hotep
divinizado[92], en las mitades Este y Oeste del muro interior sur del
pronaos. Como se dec�a m�s arriba, la fachada Oeste del pronaos
(probable fachada principal del templo en �poca ptolemaica) fue decorada
con representaciones referidas al culto de Isis,
Osiris, Amon, Thot de Pnubs y Mahesa.[93] Estas
�ltimas son las �nicas conservadas actualmente, y en ellas se describen
cuatro ritos distintos: 1) la escena de �Abatir
los toros y gacelas� delante de Isis, con el rito de �golpear �n� veces sobre las ofrendas�[94];
2) �La Ofrenda de los campos�
a Osiris y a Isis[95]; 3) �La
Ofrenda alimentaria� a los dioses Amon
y Mahesa[96] y 4) �La
Ofrenda l�quida con vasos Nu' al
dios Thot de Pnubs.[97] Se
ha propuesto ver en la decoraci�n parietal del pronaos del templo la
prueba de un acto de dominio romano en la frontera sur de Egipto despu�s
de un tratado de paz con las tribus nubias de la zona que se llev� a cabo
entre la reina Candaces y el Emperador
Augusto.[98] El
Mammisi de Debod. En
�poca romana, probablemente en �poca de Tiberio, o con posterioridad a
�ste, se construy� en piedra un edificio anexo, adosado aproximadamente
sobre la mitad este del muro exterior sur del templo.[99] La
asignaci�n funcional de Mammisi a
este edificio viene determinada sin duda por dos caracter�sticas
esenciales que se dan en Debod. La primera, que se trata de una construcci�n
vinculada al templo, pero exterior a �l; un anexo, tal como es el com�n
denominador de los mammisis en los templos de Baja �poca.[100]
La segunda, que existe un paralelo de �poca ptolemaica con funcionalidad
perfectamente asignada, que permite el sostenimiento de esta identificaci�n
ritual para esta estancia de Debod, aunque carezca inscripci�n o indicaci�n
alguna al respecto. Se trata del edificio de semejante disposici�n, tambi�n
construido sobre el muro exterior sur del templo de la diosa Hat-Hor
de Deir el Medina.[101] Sabemos
por paralelos de arquitectura religiosa existentes en D�ndera o en File,
donde se daba Culto a la diosa Isis y tambi�n, se adoraba a Horus
�el ni�o� (Harp�crates), que el culto de madre e hijo necesitaba
de modo imprescindible la existencia del edificio llamado por los textos Per-Mes
y que hoy conocemos con el nombre de �Mammisi�, palabra copta que significa �lugar del
nacimiento�.[102] Trat�ndose
de un elemento t�pico de culto en los templos egipcios tard�os �podr�a
haber existido en Debod tal lugar ritual como a�adido en la capilla
original de Adijalamani, quiz�s construida en barro[103]
y adosada a dicha capilla principal con anterioridad a la construcci�n
romana? o simplemente �se celebraban las ceremonias que evocaban el
alumbramiento del dios Horus en otro lugar del recinto sagrado?. No lo
sabemos. En
ese edificio se desarrollaba, al menos una vez al a�o, la dramatizaci�n
del �misterio del nacimiento
divino� (Sdi mswt-nTr).
Esta ceremonia ten�a sus or�genes en la m�s antigua historia de Egipto
y se ritualiz� a lo largo de todas las �pocas. De ello son buen ejemplo
las representaciones de las teogamias durante el Imperio Nuevo.[104]
En
el momento en que el mammisi de Debod se construy�, el rito del �nacimiento
del ni�o real� hab�a evolucionado notablemente. Poco o nada
sabemos del desarrollo de las ceremonias dentro del edificio sagrado,
aunque las escenas de las paredes de los diferentes mammisis conocidos en Edfu, Dendera, Fil�, Kom-Ombo y Esna nos pueden ilustrar sobre los
pasajes m�s importantes del rito. Tales eran la uni�n del dios con la
diosa, el modelado del ni�o real por el dios alfarero, el nacimiento
divino, el reconocimiento del ni�o por su padre, el amamantamiento y por
fin, la investidura del dios-hijo.[105] En
Debod es muy probable que el mito vinculado a su mammisi estuviera en
estrecha relaci�n con el �Horus, hijo de Osiris�, bajo la forma de Petensenis,
�El fara�n de Biga�. El culto a esta divinidad est� presente en la
capilla de Adijalamani[106] y adem�s en los templos de Dakka[107]
y de File[108].
Por ello, y habida cuenta de que estos tres templos se hallaban vinculados
en una especie de �entramado� cultual local, esta hip�tesis es muy
veros�mil. Con
estos ritos se trataba de renovar indefinidamente los efectos de la creaci�n
del primer d�a, al mismo tiempo que, por la representaci�n lit�rgica de
esta dramatizaci�n, se regeneraban las condiciones metaf�sicas y teol�gicas
en las que se deb�a encontrar el soberano reinante, bajo la forma de
Horus, hijo de Osiris, para ejercer de modo efectivo sus funciones.[109] En
el muro oeste del mammisi de Debod, existe un hueco, quiz� un armario,
probablemente destinado a guardar alguna imagen divina relacionada con el
desarrollo de las ceremonias del �nacimiento divino�, mientras que en
el muro sur existe un tragaluz que permitir�a dar a la estancia el
ambiente de penumbra con luz indirecta, adecuado para el desarrollo de los
misterios all� representados.[110] El
culto diario en Debod. Tenemos
la evidencia de que los dioses en Egipto ten�an necesidad de la atenci�n
humana; en realidad, el culto que se les rend�a no era otra cosa que un
servicio dom�stico destinado a asegurar su permanencia sobre la tierra.
As� pues, se les alimentaba, se les daba de beber se les vest�a y se les
preparaba para conciliar el sue�o durante la noche. A cambio, los dioses
garantizaban el mantenimiento de la existencia del mundo y de todos los
seres vivos.[111]
Para
comprender adecuadamente los ritos que constitu�an el culto cotidiano es
necesario recordar que la estatua del dios no era una simple efigie, sino
el soporte de una presencia real. Esta presencia deb�a ser mantenida en
el sentido m�s prosaico del t�rmino. Es
de suponer, a partir de los textos de Edfu[112]
y otros templos ptolemaicos que, en Debod se dar�a un culto diario en
todo semejante al practicado en otros templos del alto Egipto. En
virtud de ello, a lo largo del d�a y coincidiendo con los momentos claves
del decurso solar, se realizaban tres servicios rituales al dios: al
amanecer, al medio d�a y al crep�sculo.[113] El
servicio matinal comenzaba antes de que el sol blanquease el cielo por
oriente.[114]
En este momento los talleres del templo comenzaban a animarse. Se coc�an
los panes, se sacrificaban los animales para las ofrendas, en suma, se hac�a
todo lo necesario para preparar la ofrenda alimentaria del dios. Muy
poco antes del alba una doble procesi�n penetraba en el templo (Plano
III); uno de los cortejos lo hac�a por la puerta lateral sur llevando las
ofrendas s�lidas, mientras la otra, por la puerta norte del recinto,
aportar�a las ofrendas l�quidas procedentes del Lago Sagrado.[115]
Ambos
cortejos se un�an en la calzada del templo y converg�an a la entrada del
recinto, llegando en Debod hasta el
vest�bulo, o sala del altar (wsxt-Htp), (Plano III, 4), delante del santuario.[116]Por
el camino iban haciendo aspersiones y fumigaciones para purificar su
acceso al �rea m�s sagrada del templo. El
acto de la apertura constituir�a un momento solemne que coincid�a
exactamente con la aparici�n
del astro sol en el horizonte. Los portadores de ofrendas las depositaban
en altares dispuestos delante del lugar sagrado; all� las purificaban con
aspersiones de agua y fumigaciones de incienso.[117] Mientras
los oficiantes agrupados cara al santuario entonaban el himno de la ma�ana
deseando a las divinidades all� residentes un despertar pac�fico, el
sacerdote principal entraba en dicho recinto, romp�a el sello de arcilla
que cerraba las puertas del naos y entreabriendo sus hojas de madera,
expon�a la imagen divina al sol del amanecer que entraba por el tragaluz
existente en el dintel del muro de la sala de las ofrendas.[118]
El sacerdote entonces se tumbaba sobre el suelo diciendo: �Beso la tierra, abrazo a Gueb�,[119]
a continuaci�n quemaba perfumes y despu�s proced�a a devolver a cada
imagen su alma divina por medio de un abrazo conforme al ritual de la �apertura
de la boca�.[120]
Quitaba
el polvo a las im�genes con un trapo, las desvest�a y limpiaba con ung�entos
diciendo �yo te aplico ung�entos
para que se aten tus huesos, para que unan tu carne, para que diluyan tus
supuraciones�.[121]
Despu�s daba cuatro vueltas alrededor de cada dios con incienso.[122]
Las estatuas eran lavadas, ung�entadas, perfumadas y vestidas con tejidos
de lino fino. Se les aplicaban cosm�ticos, se las peinaba y adornaba con
brazaletes y pectorales.[123]
Inmediatamente,
tomando varias bandejas llenas de ofrendas eran depositadas ante las
estatuas divinas que, una vez bendecidas por el dios, eran
compartidas por los diferentes dioses y soberanos asociados al
templo: en el caso de Debod el rey Adijalamani, los faraones ptolemaicos y
los emperadores romanos all� representados. Posteriormente,
las ofrendas volver�an a las dependencia de los sacerdotes donde ser�an
consumidas por los servidores del santo recinto. Una
vez concluida esta parte del culto las estatuas eran depositadas en el
naos y sus puertas de madera cerradas, procediendo el sacerdote a salir
andando de espaldas y borrando en el suelo el rastro que sus pasos hab�an
dejado sobre el pavimento del santuario.[124]
Al
mediod�a se llevaba a cabo otra parte del rito del culto que consist�a
en la aspersi�n y fumigaci�n de los naos de los dioses asociados y de
las capillas situadas a ambos lados del santuario.[125] Por
la tarde, el culto consist�a en una reproducci�n de lo hecho por la ma�ana,
pero esta vez ante las puertas de las capillas de los dioses asociados.
Nuevas ofrendas, aspersiones y fumigaciones conclu�an con el sellado de
las hojas de madera que cerraban el naos divino hasta el d�a siguiente.[126]
Recobrado
el silencio en el templo un sacerdote permanecer�a en vela durante la
noche observando las constelaciones y determinando el paso del tiempo por
el movimiento de las estrellas, a la vez que propiciaba la protecci�n de los decanes que tutelaban las horas de la noche.[127] El
�sanatorio� de Debod El
uso ritual de Debod debi� implicar una cierta complejidad al albergar en
su interior, junto a un destacado n�mero de divinidades, la presencia de
lo que podr�amos llamar una especie de culto popular. Es
muy conocida la costumbre de �poca grecorromana de establecer
�sanatorios� en los templos. Se trataba de lugares de
peregrinaci�n en los que los devotos creyentes buscaban la esperanza para
la curaci�n de sus enfermedades. Pues
bien, en el muro oeste de entrada en el interior de la capilla de
Adijalamani, se puede observar, detr�s del dios Horus y el dios Thot,
haciendo las purificaciones rituales al soberano y
a los oficiantes, dos representaciones del venerado Im-Hotep[128],
el m�tico m�dico, arquitecto y visir del rey Netchery-Jet (Dyeser), de la Dinast�a III (2667-2648 a. de C.), que
acab� siendo divinizado a partir de la Baja Epoca, cobrando entonces su
culto un singular auge durante la �poca grecorromana[129]
y ante el cual debieron acudir en peregrinaci�n los habitantes de las
zonas circundantes al templo. Sobre
la figura de Im-Hotep se pueden
leer oraciones propiciatorias para invocar la salvaci�n f�sica y
espiritual de la mano del santo hombre.[130] La existencia de estas inscripciones en Debod implica
necesariamente la de un edificio de acogida para los peregrinos que deber�a
estar edificado en las proximidades del templo, lo que propiamente ser�a
�el sanatorio�.[131]
Las
vinculaciones rituales de Debod con el Templo de la diosa Isis de Fil�. La
zona de Debod en las
inmediaciones de la primera catarata constituy� adem�s, uno de los
lugares junto con el templo de Dakka
y otros santuarios, que formaba parte de una estructura ritual de lugares
sagrados, cuyo centro era sin duda el templo de Isis en Fil�.[132]
Se trata, ni m�s ni menos que de la manifestaci�n de un aspecto de
geograf�a religiosa que se extend�a como una red en la zona de la Baja
Nubia; como ya se ha dicho, el centro religioso de este emplazamiento habr�a
sido el templo de Fil�, en tanto que Debod constituir�a uno de los punto
principales de aquella ruta religiosa.[133] El
mito de Isis y ciertas inscripciones existentes en Fil�
y Dakka hablan de los diversos
lugares m�sticos coincidentes con localidades concretas de la Baja Nubia
donde la diosa sinti� los dolores del parto antes del alumbramiento de su
hijo, el dios Horus.[134]
Uno de estos lugares pudiera haber sido Debod, raz�n por la que �la
grande de magia, la diosa Isis� recibi� culto principal en aquel lugar. Conclusi�n. Analizar
el templo de Debod desde un punto de vista del rito es una ardua tarea por
muchos motivos. El primero y m�s importante es que, hasta el momento
actual, no ha existido unanimidad entre los investigadores para establecer
un orden id�ntico en el desarrollo del culto divino diario o las
celebraciones de fiestas.[135] Sin
embargo s� se puede afirmar que el templo de Debod constituy�, tal como
ha llegado hasta nosotros, y durante un lapso, al menos de setecientos a�os
(aproximadamente desde el 200 a. de C. hasta el 537 de C.), un efectivo
conjunto ritual que fue intensamente utilizado para las finalidades
religiosas conforme a las que fue concebido y construido. De
su ex�men, que requiere un trabajo mucho m�s profundo y exhaustivo que
el aqu� realizado, se desprende la plena naturaleza de �templo
egipcio� que este monumento tuvo. Pr�cticamente, nada le falta. Es un
completo instrumento del rito egipcio. El
templo posee sus caracter�sticas espec�ficas que lo distinguen de
cualquier otro de la zona durante el mismo periodo. De otra parte, es
sabido que no existen dos templos egipcios id�nticos. De
este modo se puede hablar del �lenguaje de Debod�, puesto que durante
este periodo en cada templo se elaboraba por los sacerdotes una especial
expresi�n escrita de la lengua reflejada en las inscripciones. Tambi�n
se puede hablar de la �teolog�a de Debod�, representada por la
presencia de divinidades especiales de la zona, pero tambi�n espec�ficas
del templo como el Amon de Debod.[136] Desde
el punto de vista ritual, si bien es cierto que se hace imprescindible
acudir a los textos y datos proporcionados por otros templos de este
periodo, para reconstruir las posibles ceremonias que se pudieron realizar
en Debod, no es menos cierto que la arquitectura religiosa del templo
habla en ocasiones por s� misma. Por
fin, las escenas que se nos conservado en el pronaos y las de la capilla
de Adijalamani muestran una selecci�n textual y de escenas rituales de
culto divino diario lo suficientemente rica y espec�fica como para poder
hablar del �rito de Debod�. En
suma, se puede afirmar que el conjunto de arquitectura religiosa que
constituy� Debod fue muy especial e importante para la zona donde el
templo estuvo ubicado durante casi un milenio. De hecho, es concluyente
que Debod gener� una intensa actividad diaria como punto religioso y
cultual, en cierto modo dependiente de Fil�, pero con una autonom�a
propia claramente definida, todo lo cual demandar� un m�s profundo
estudio de toda esta cuesti�n en el futuro.
[1] Porter, B. y Moss, R. Topographical Bibliography of Ancient Egyptian Hieroglyphic Texts, Reliefs and Paintings. VII: Nubia, The Desserts and osutside Egypt. Oxford, 1975. 8-9. [2] A prop�sito del culto divino diario se consultar� el cl�sico libro de Moret, A. Le rituel du culte divine journalier en Egypte. Paris, 1902. Reimpresi�n. Ginebra, 1988. Ver tambi�n Arnold, D. Die Tempel �gyptens: G�tterwohnungen, K�ltstatten, Baudenkm�ler. Zurich, 1992. [3]
Sauneron, S. Les pr�tres de l�ancienne
�gypte. Paris,
1988, 46. [4]
Ibidem. [5]
Baines, J. �King, temple, and cosmos: an earlier model for framing
columns in temple scenes of the Graeco-Roman Period�. En Aspekte
sp�t�gyptischer Kultur: Festschrift Erich Winter zum 65. Geburtstag. Aegyptiaca
Treverensia 7. Minas & Zeidler Eds. Mainz, 1994, 26-33. [6]
Moret, A. Op. Cit. 1902, 1-7. [7]
Roeder,
G. Debod bis Bab Kalabsche. El
Cairo, 1911, 4. Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 5. [8] Mart�n Flores, A. y Priego, C. Templo de Debod, Madrid, 1992, 13. [9]
Ibidem, 5. [10] Zaba, Z. L�orientation astronomique dans l�ancienne Egypte, et la pr�cession de l�axe du monde. Praga, 1953. El primer testimonio conocido de esta ceremonia data del reinado de Ja-Sejemuy, en la �poca tinita (hacia el 2686 a. de C.). El templo de Horus en Edfu recoge tambi�n la descripci�n de esta ceremonia. [11]
Parker, R. �Ancient Egyptian astronomy�. En Philosophical
Transactions of The Royal Society of London, 276 (1974), 51-65. [12]
Letellier, B. �Gr�ndungsbeigabe�, en L� II, Wiesbaden 1977,
906-912. [13]
Reisner, G. A. �The Barkal temples in 1916�. JEA, 4, (1917),
213-227. [14]
Shinnie, P. L. Meroe, a civilization of the Sudan. Londres, 1967. [15]
Haycock, B. G. �Towards a better understanding of the Kingdom of Cush
(Napata-Mero�). Sudan Notes and records 49 (1968), 1-16. [16] Kitchen, K. A. The Third Intermediate Period in Egypt (1100-650 BC). 2� Ed. Warminster 1986, 393-400. [17] Los nubios llegaron a pensar que el verdadero y leg�timo lugar santo del dios Amon fue la monta�a del Guebel Barkal, o �Monta�a Pura�, en el norte del Sud�n, sustituyendo este emplazamiento al tradicional dominio del dios, en Tebas. No obstante, y en contra de las teor�as que han querido ver en Amon otro dios del profundo sur que se introdujo en Egipto, hay que recordar que esta divinidad tiene ya una modesta menci�n en los textos de las Pir�mides, en tiempos de la dinast�a V (2492-2345 a. de C.), junto a la diosa Amonet y que, en realidad, era un misterioso dios del aire, patrono de los barqueros de la zona de Coptos, en el alto Egipto, al cual ten�an especial devoci�n por personificar las peligrosas corrientes de aire que hac�an zozobrar las embarcaciones en la curva del Nilo existente en dicho lugar; este dios cobr� un gran auge durante la dinast�a XI (hacia el 2055 a. de C.). Otto, E. �Amun� en L� I, Wiesbaden, 1975, 237-248. [18]
La tesis de la existencia del culto a Amon en la zona de Debod antes de
�poca mero�tica tiene su apoyo en el descubrimiento de la estela de un
personaje llamado Antef, de �poca de Amen-em-Hat II, durante la dinast�a
XII (1922-1878 a. de C.) y
otros hallazgos de �pocas posteriores que muestran que Debod era un
lugar de parada y paso a la salida de Egipto en las rutas caravaneras y
de explotaciones mineras de la Baja Nubia, lo que deb�a implicar la
puesta de dicho estrat�gico emplazamiento bajo la divinidad tutelar de
los reyes tebanos, el dios Amon. Porter
y Moss, Op. Cit. 1975, 5. [19]
Hintze, F. �The Meroitic period� En Africa
in antiquity, S. Wenig Ed. Brooklyn, 1978, 89-105. [20] Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 4. (15-22). [21] Daumas, F. y Derchain, Ph. Debod, Textes Hi�roglyphiques et description arch�ologique. C.D.E., El Cairo, 1960. Description arch�ologique, 9. Patio V. Daumas y Derchain parecen referirse a restos de �poca ptolemaica pero nada impide que pudieran ser anteriores. [22]Ibidem, 5. Roeder, G. Op. Cit.
1911, # 125-139. [23] Roeder, G. Op. Cit. 1911, # 125. Hoy solo se puede ver parte de la inscripci�n (�.rwd(.t) nfr(.t)�.) y un fragmento de una corona del Alto Egipto orientada hacia la puerta. [24] Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 4. (15). La jamba exterior derecha o norte se ha perdido. Roeder solo describe los restos de una cabeza real orientada hacia la entrada y ce�ida con la corona del Bajo Egipto. Roeder, G. Op. Cit. 1911, # 126. [25] Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 5 (23). [26]
Este fen�meno de doble culto
en un solo templo, sin embargo, est� atestiguado en �poca grecorromana
en el caso del Templo de Kom-Ombo, dedicado a los dioses Sobek y
Haroeris, y a sus respectivas familias divinas, si bien en este caso se
trata m�s bien de dos templos gemelos e independientes formando un solo
conjunto. De Morgan, J. et alii. Kom
Ombos. 2 Vols. Viena, 1909. [27]Gau,
Antiquit�s de la Nubie. Paris,
1819. Pl. 5 (b). Roeder, Op. Cit. 1911, Pls. 48-9. Porter
y Moss. Op. Cit. 1975, 5. Mart�n Flores, A. y Priego, Op. Cit.
1992, 42, Pl. b). [28]Gau Ibidem Pl. 5 (a). Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 5. Mart�n Flores, A. y Priego, Op. Cit. 1992, 30. [29] Conforme a la opini�n m�s com�nmente admitida habr�a que distinguir entre los dioses que �estaban� en el templo y los que all� �resid�an temporalmente� o �ten�an un especial importancia� en �l. Ello en funci�n de las distintas preposiciones m, Hry-ib o xnty, que introducen al nombre del dios en cada caso en las distintas inscripciones. Ver Cauville, S. La Th�ologie d�Osiris � Edfou. El Cairo, 1983, 180. [30] Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 4, (15-22). [31] Maehler, H. y Strocka, V. M. Das ptolem�ische Aegypten. Mainz, 1978. [32] Aparece en la inscripci�n que figuraba en la gola del portal del segundo pilono. Mart�n Flores, A. y Priego, Op. Cit. 1992, 15, b. [33] Actualmente se coincide en identificar al tradicional Ptolomeo VIII, Filopator II, con Ptolomeo VII, Evergetes II. Ver Vandersleyen, C. Ouadj our. WAD wr. Un autre aspect de la vall�e du Nil. Bruxelles, 1999. Fichas 98-188. [34] Igual criterio se usa para Ptolomeo XIII, hoy identificado con Ptolomeo XI, Auletes. Vandersleyen, C. Op. Cit. 1999, fichas 112 y ss. No obstante la titulatura existente en el naos de Amon de Debod es la atribuida al antiguo Ptolomeo XIII. [35] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 8-9. [36] Ibidem, 9-10. [37] Pantalacci, L. y Traunecker, C. Le Temple d�el-Qal�a. Relev�s des sc�nes et des textes. Vol. I y II, El Cairo, 1990-1998. [38] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 6. Santuario A. [39] Ibidem. Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 5. [40] Ver supra, nota 34. [41]
Pantalacci, L. y Traunecker, C. Op. Cit.
1990-1998. [42]
Sauneron, S. y Stierlin, H. Derniers
Temples d�Egypte: Edfou et Philae. Paris, 1975. 36-37. [43]
Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 4. Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit.
1960. Description arch�ologique,
5. Vest�bulo B. [44] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 6-7. Salas C y D. [45] Esta deducci�n se formula a la vista de la decoraci�n exterior de los intercolumnios que mostraba a los dioses Amon, Isis, Osiris y Mahesa como deidades principales del templo. Adem�s, en la mitad sur de la fachada oeste existe una representaci�n de Mahesa, quiz� alusiva al culto de este dios en el interior del templo. Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 5, (24). Roeder, G. Op. Cit. 1911, Pl. 43 (a), 99-100. [46] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 7. Criptas Ca y Da, Db. [47] Pantalacci, L. y Traunecker, C. Op. Cit. 1998, II, 99-132. [48] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 7-8. Escalera M. [49]
Sobre la Biblioteca del Templo de Horus de Edfu ver Alliot, M. Le
Culte d�Horus � Edfou au temps des Ptol�m�es. El Cairo, 1949, I,
204-249. Sauneron, S. y Stierlin, H., Op. Cit. 1975,
36-37. Esta Sala equivaldr�a a la n� 4 de la nomenclatura de H.
Fairman en su art�culo �Worship and Festivals in a Egyptian Temple�.
Bolet�n de la John Rylands Library. Vol. 37, n� 1. 1954, 165-203. [50]
Alliot, M. Op. Cit. 1949, I, 147. Rochemonteix, M. y Chassinat, E. Le
temple d�Edfou III, 347, 11 a 348, 3 y 351, 7-11. [51] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 7-8. Sala I. [52] Ibidem, Cripta J. Los libros escritos en rollos de papiro o de �pergamino puro�, podr�an haber estar depositados en cofres en esta cripta. [53]
Ibidem, 8. Mart�n Flores, A. y Priego, Op. Cit.
1992, 43, Pl. b). [54] Porter y Moss, Op. Cit. 1970, Tomo VI, 99-100 (72-77). Ziegler, Ch. Le Louvre. Les antiquit�s �gyptiennes. Paris, 1990, 82. [55] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 7. Sala N. [56] Ibidem, 8. [57] Por Edfu conocemos la existencia de un �Libro de la Protecci�n de las Horas�, un �Manual del Movimiento del Sol y de la Luna� y de �Una Gu�a del movimiento de las Estrellas�. Alliot, M. Op. Cit. 1949, I, 148. Consid�rese que la constelaci�n de Ori�n, por ejemplo, personificaba el llamado �glorioso esp�ritu de Osiris�, que formaba tr�ada divina con la diosa Sopedet (la constelaci�n Sothis) y el dios-hijo Soped, Se�or del desierto Este. Behrens, H. �Orion� en L� IV, Wiesbaden 1982, 609-611. Ver tambi�n Sauneron, S. Op. Cit. 1988, 155-157. Sobre
la protecci�n ritual de los templos consultar Volten, A. Demotische
Tramdeutung. Berlin,
1942. [58]
Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description
arch�ologique, 8. Sala I. [59]
Weigall, A. Weights and balances. El Cairo, 1908. [60] Dalton, W.H. Research on the Great Pyramid or fresh connections Being, Londres, 1874. El autor publica en esta obra un diagrama en todo exacto al del Templo de Debod pero referido a la base de la pir�mide de Kheops y sus proporciones. [61]
Derchain, Ph. �Le r�le du roi d��gypte dans le maintien de l�ordre
cosmique�. En Le pouvoir et le
sacr�. Ed.
Heusch L. ACRE I, Bruselas, 1962, 61-73. [62] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 7. Vestibulo H y escalera M. [63] Ibidem. [64] Ibidem, 7. Sala superior N. [65] Ibidem. Daumas y Derchain opinan que el nicho podr�a haber sido usado como armario. [66] Ibidem. El proyecto reconstructivo del templo en Madrid no ha conservado estos nichos destinados a iluminar con la luz diurna la imagen osiriana probablemente depositada en la ventana o nicho cultual del muro sur. [67]
Sala D de Daumas y Derchain, Op. Cit.
1960, 6-7. [68] Chassinat, E. Le myst�re d�Osiris au mois de Khoiak . 2 Vol. El Cairo (1966-1968). Lavier, M. C. �Les myst�res d�Osiris � Abydos d�apr�s les st�les
du Moyen Empire et du Nouvel Empire�.
Akten M�nchen 1985, III, Ed. Schoske, S. Hamburgo 1989, 289-295. [69] Wiedemann, A. �Osiris v�g�tant�, Le Mus�on, 3 (1903), 111-123. Ver tambi�n Raven, M. J. �Corn-mummies� OMRO 63, (1982), 7-38. [70]
Alliot, M. Op. Cit. 1949, I, 375-428. [71]
Ibidem 309-428. [72] En el templo de Horus de Edfu la Sala Mesenet (n� 16 de Fairman) y el santuario (n� 15 de Fairman) eran independientes. En Debod puede que ambas funciones estuvieran asignadas a la misma sala (Plano III, 1)., Santuario A de Daumas y Derchain. [73]
Sala L de Daumas y Derchain, Op. Cit.
1960, 8. [74] Alliot, M. Op. Cit. 1949, I, 375. [75]
Para Dendera, ver Porter y Moss, Op. Cit.
1970, Tomo VI, 100-103. [76]
Sauneron, S. y Stierlin, H., Op. Cit. 1975,
58. [77]
Ibidem. [78] Bonnet, H. Reallexikon der �gyotischen Religionsgeschichte. Berl�n, 1952, 694-695. Gessler-L�hr, B. Die heiligen Seen in �gyptischer Tempel. Hildesheim, 1983. [79] Almagro Basch, M. El Templo de Debod. Madrid, 1971, 30-34. [80] Hb qnt. Alliot, M. Op. Cit. 1954, II, 677-819. [81] Ibidem, 441-557. [82] Roeder, G. Op. Cit. 1911 # 227-230. Pl. 34. [83] Ibidem # 215-216. Gauthier, H. Dictionnaire des noms g�ographiques contenues dans les textes hi�roglyphiques. El Cairo, 1925-1931. V, 179. [84]
Ibidem. [85]
Winter, E. �Abaton� en L�, I,
Wiesbaden, 1975, 2. [86] Gauthier, H. Op. Cit. 1925-1931. I, 37. En la localidad de Yinef, en la Baja Nubia se adoraba espec�ficamente al Amon de Debod. Ibidem, V, 85. Tambi�n conocemos la existencia del �Lugar donde se recorre la espesura pantanosa�, en la Baja Nubia, donde hab�a un lugar de culto relacionado con el Amon de Debod. [87] Alliot, M. Op. Cit. 1949, I, 204-249. [88]
Ver Pantalacci y Traunecker, Op. Cit.
1990-1998. I, 304, n� 27. [89] Gau, F. C. Op. Cit. 1819. Pl. 6 (E). Roeder, Op. Cit. 1911, Pls. 32-34. Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 3 (1-4). Mart�n Flores, A. y Priego, Op. Cit. 1992, 35. [90] Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 3, (5-6). [91] Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 3, (8). [92] Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 3, (9-10). [93] Gau, Op. Cit. Pl. 6 [E]. Mahesa, dios con forma humana y cabeza de le�n representa una divinidad de origen egipcio, el dios Mihos que, introducido en Fil� en �poca ptolemaica, fue r�pidamente asimilado en la Baja Nubia. Ver infra nota 103. [94] Ceremonia destinada a imponer el orden abatiendo �el caos� representado por los animales del desierto abatidos por el rey. [95] Se representa en este rito el acto de ensanchar y asegurar las fronteras realizado por Horus, en este caso el emperador Augusto, a favor de su padre Osiris y de su madre, Isis. Es otra imagen de expresi�n de poder pol�tico bajo una simbolog�a ritual y religiosa. [96] Se trata de una escena de �Ofrendas s�lidas� perteneciente al culto divino diario ante dos dioses que representan poderes protectores del fara�n Augusto y de su dominio en la zona de la catarata. [97] Id�ntica reflexi�n para esta escena, tambi�n perteneciente al culto divino diario, pero referido a �Las Ofrendas l�quidas� y realizada ante un dios que tiene para la Baja Epoca una clara asimilaci�n con Onuris. Ver Kurth, D. �Thot� en L� VI. Wiesbaden, 1986, 510-511. [98] Montero Herrero, S. Comunicaci�n verbal en su conferencia �Estudio teol�gico de Debod�. Madrid, Museo de San Isidro, 23 de noviembre de 2000. [99]
Sala Q de Daumas y Derchain, Op. Cit.
1960, 8. [100] Derchain, Ph. �Geburtshaus� en L� II, Wiesbaden, 1977, 463. [101]Bruy�re, B. Rapport sur les fouilles de Deir el M�dineh. Fouilles de l�Institut fran�ais d�arch�ologie oriental du Caire. El Cairo, 1935-1940, fasc�culo I, 32-33 y 67-68. Porter y Moss, Op. Cit. 1972, II, 407 y plano XXXVIII. [102] Derchain, Ph. Op. Cit. 1977, 462-475. [103]
Ve�se el mammisi del templo de Hat-Hor en Deir El Medina, construido
con adobe. Bruy�re,
B. Op. Cit. 1935-1940. Porter y Moss, Op. Cit. 1972, II, 407. [104]
Derchain, Ph. Op. Cit. 1977, 465. [105]
Ibidem, 466-472. [106]
Roeder, G. Op. Cit. 1911, # 166-168. [107]
Roeder,
G. Der Tempel von Dakke. El
Cairo, 1930, I,
228; II, Pl. 89. [108] Junker, H. y Winter, E. Das Geburtshaus des Tempels der Isis in Phil�. Viena, 1965, II, 40, 350. [109] Ibidem, 472. [110] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 8. Sala Q. Extra�amente Derchain habla de la pared este como lugar de localizaci�n del presunto armario, en tanto que omite referencia alguna al tragaluz. [111]
Moret, A. Op. Cit. 1902, 220. [112]
Alliot, M. Op. Cit. 1949, I, 1-195. [113]
Ibidem. [114] Ibidem, 9. [115] Ibidem, 7. [116]
En Debod, el vest�bulo (Pl. III, 4) har�a tambi�n las veces de la
�sala del altar', tambi�n llamada �de las OfrendasܥhW� [128]
Martin, K. �Sanatorium� en L�, V, Wiesbaden, 1984, 376-379. [128]
Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 4 (16-18). Roeder,
G. Op. Cit. 1911, # 137 y 139. [129]
Wildung, D. Imhotep und Amenhotep: Gottwerdung im alten �gypten. Berl�n, 1977. [130]
Roeder, G. Op. Cit. 1911, # 135-137. [131]
Martin, K. Op. Cit. 1984, 377,
fig. 1. [132]
Winter, E. �Philae� en L�, IV, Wiesbaden, 1982, 1022-1027. [133]
Mart�n Flores, A. y Priego, C. Op. Cit.
1992, 17. [134]
Gauthier, H. Op. Cit.
1925-1931. I, 110; II, 6, 38, 76, 151. [135] De Wit, C. Les inscriptions du Temple d�Opet � Karnak. III, Bruselas, 1968, 145 y ss. [136]
Ver supra nota 86.
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