El Templo de Debod como instrumento del rito�.

Por Teresa Bedman

Del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto.

 

Debod, una peque�a meseta situada en la Baja Nubia sobre la orilla oeste del r�o Nilo, fue el lugar donde se alz� desde principios del siglo segundo antes de Cristo el santuario dedicado a la diosa Isis y al dios Am�n que hoy adorna nuestra �Monta�a del Pr�ncipe P�o� de Madrid. El templo, situado en pleno desierto, en la frontera entre el reino de Meroe y el Egipto ptolemaico, apenas rebasada la primera catarata, era uno de los lugares santos integrados en el entramado de culto, cuyo centro se hallaba en el templo de la diosa Isis en la isla de Fil�.[1]  

 Figura 1.Templo de Debod en Madrid.

Los templos egipcios.

 

Antes de entrar a analizar las peculiaridades rituales propias de Debod se hace necesario expresar, siquiera brevemente, algunas ideas relativas al concepto y naturaleza del culto divino entre los antiguos egipcios, pues el templo de Debod, fue y es, esencialmente un templo egipcio.[2] Hoy el mayor templo egipcio existente fuera de Egipto.

Para empezar se debe aclarar que la palabra �templo�, es un t�rmino que no refleja adecuadamente la esencia del santuario egipcio, aunque ser� utilizado en este art�culo por motivos de �ndole pr�ctica.

En efecto, estas construcciones religiosas representaban para los antiguos egipcios diferentes cosas.

En principio, el templo no era un lugar para que el creyente particular realizase sus oraciones. Aparentemente, por lo que sabemos el pueblo no penetraba en su interior, al menos hasta ciertos lugares. Se trataba de un recinto cerrado que solo frecuentaban los sacerdotes.[3]

Todo parece indicar que los templos eran lugares eminentemente sagrados, santificados por la presencia del dios descendida del cielo para animar su imagen divina, por lo que, era necesario preservar este recinto a salvo de toda impureza exterior que pudiera atenuar este car�cter divino o incitar a la divinidad a abandonar el lugar.[4]  

El santuario era, en primer t�rmino, la expresi�n simb�lica del Cosmos vivo, una especie de �imago mundi� destinada a reproducir el momento creador del primer d�a y a propiciar, por la celebraci�n de los ritos prescritos, la permanencia y la renovaci�n de la creaci�n original de la vida, de los dioses, de los hombres y de todo cuanto exist�a en el cielo y en la tierra.[5] Por tales motivos la edificaci�n de un templo egipcio nunca ten�a t�rmino final, era como el universo viviente objeto de una constante ampliaci�n, reedificaci�n y modificaci�n, que a�ad�a permanentemente al n�cleo central, nuevas estancias, corredores, escaleras y pasadizos en una suerte de ampliaci�n y renovaci�n semejante a la que experimentaba el mundo vivo que era su referencia primera.

El templo egipcio tambi�n era, naturalmente, como se ha dicho m�s arriba el enclave donde resid�a la divinidad. Por esa raz�n, en su interior se hac�a todo lo necesario para que ese santuario fuese un lugar habitado por la manifestaci�n del principio divino que reg�a el mundo y garantizaba con su permanente presencia el orden del cosmos.[6]

 

La fundaci�n del Templo. El desarrollo arquitect�nico de Debod.

Tenemos conocimiento de que, durante el Imperio Medio, el lugar de Debod debi� ser visitado por alguna expedici�n enviada por Amen-em-Hat II, rey de la Dinast�a XII (hacia el 1922-1878 a. de C.), dado que Lepsius encontr� all� en Agosto de 1844 una estela de un tal Antef, relativa a una misi�n de transporte de cobre que, por otra parte, no parece indicar que all� existiese entonces ninguna poblaci�n.[7]

Sin embargo, no es aventurado deducir que en el mismo emplazamiento donde se ubicaba el que hoy conocemos como templo de Debod, pudo haber alg�n tipo de santuario o capilla, al menos desde el Imperio Nuevo en adelante.[8]

De hecho, sabemos que el lugar tuvo cierta importancia religiosa durante la Dinast�a XIX por haberse encontrado un bloque datado en esta �poca que contiene parte del nombre  del rey Sethy II, (1201-1196 a. de C.).[9]

No conocemos el mes y d�a elegido para iniciar las ceremonias de construcci�n del Templo de Debod, pero s� sabemos por otros ejemplos cual era el rito para llevar a cabo la fundaci�n de un santuario.

Lo primero era elegir el emplazamiento donde se elevar�a el edificio religioso.

Llegada la noche y a trav�s de la observaci�n de las estrellas se decidir�a por los astr�nomos cual ser�a la orientaci�n del templo. En el caso de Debod se eligi� la orientaci�n Este-Oeste, con lo que el eje del santuario quedaba en el camino trazado por el sol en el firmamento, al mismo tiempo que perpendicular al curso del dios Hapi, el r�o Nilo.

Orient�ndose con la Estrella Polar y con Ori�n, el sacerdote encargado de trazar en el suelo los l�mites del nuevo edificio buscaba el horizonte artificial por medio de un muro circular llevando a cabo la ceremonia del pedy Shes o �tirada de las cuerdas�.[10]

Para ello se val�a del merjet y el bay, una plomada y un bast�n de con los que se determinaba con exactitud el norte astron�mico por la observaci�n de la situaci�n en el cielo de las citadas constelaciones al amanecer y al ocaso.[11]

Una vez orientadas las cuatro esquinas del edificio se introduc�an en una peque�a fosa[12], excavada en cada una de ellas, diversos amuletos o dep�sitos de fundaci�n encargados de proteger y de dar fuerza m�gica al nuevo edificio sagrado, como si de semillas m�gicas se tratase.[13] De este modo el templo ser�a un �ente� vivo, dispuesto para crecer y ser construido.

 

La capilla de Adijalamani.

Adijalamani, form� parte de un grupo de reyes egipcianizados integrantes de una dinast�a que proced�a indirectamente de los soberanos et�opes de la Dinast�a XXV egipcia, cuyo lugar de origen fue la ciudad de Napata.[14]

Estos reyes proven�an de Meroe, emplazamiento situado en las estepas de Butana, en la ribera derecha del Nilo. Este lugar fue capital, a partir del siglo VI a. de C., de un reino africano coet�neo de los reyes Kushitas egipcios. La capital religiosa de Meroe, fue Napata, lugar de inhumaciones reales. Estaba situada r�o abajo de la cuarta catarata cerca de la monta�a santa actualmente llamada Guebel Barkal.[15]

Cuando los asirios al frente de Assurbanipal empujaron hacia el sur, en su conquista de Tebas, al fara�n Tantamani (664-656 a. de C.) el �ltimo de aqu�lla dinast�a africana[16], los et�opes se llevaron consigo el culto del Amon tebano[17], aunque, seg�n algunos indicios, la veneraci�n de este dios pudiera haber sido familiar en la zona de Debod antes de que tales acontecimientos tuvieran lugar.[18]

En todo caso, los reyes de Meroe, expresaron su realeza en la tradicional forma egipcia, como soberanos del Alto y del Bajo Egipto, aunque tal afirmaci�n fuese m�s la expresi�n de un deseo que la de una realidad, puesto que el ejercicio de su soberan�a nunca rebas� la zona de Fil�.[19] 

Sabemos que el elemento m�s antiguo del templo, actualmente conservado en su estado original, fue erigido por orden de uno de estos reyes, llamado Adijalamani, (alrededor del 200-185 a. de C.)[20], el cual estableci� el proyecto constructivo (o, quiz�, reconstructivo) de una capilla o peque�o santuario en Debod.

La capilla probablemente estuviera rodeada por un muro para delimitar un espacioso patio ceremonial delante de la misma.[21] En su interior podr�an haberse albergado casas para los sacerdotes y otro edificio, situado en el �ngulo noroeste para usos rituales que desconocemos.[22] (Plano I).  

Plano I. Capilla de Adijalamani.

�Bedman y Mart�n Valent�n.

El rey indicaba en la jamba sur de la puerta de entrada a su capilla que �l la construy� en bella piedra blanca y dura para la diosa Isis, �la Se�ora de la Isla Pura� (Fil�?)[23], en tanto que la jamba norte habr�a contenido la misma dedicatoria para el dios Amon.[24]

Desgraciadamente ambas inscripciones actualmente est�n perdidas.

En todo caso, parece indudable que la capilla estuvo dedicada desde el comienzo de su construcci�n y con car�cter principal al culto de ambos dioses. Los dos pose�an, por lo que sabemos, su propio naos en el templo.[25]

Esta constituye una de las rarezas del templo de Debod. No es habitual en otros templos egipcios que en una misma estancia se depositen dos naos para albergar divinidades que, en principio, no pose�an ninguna relaci�n teol�gica entre s�.[26]

Sin embargo, est� documentada la existencia, en el santo de los santos, construido en �poca ptolemaica, de dos naos, uno dedicado a la diosa Isis por Ptolomeo VII, Evergetes II (hoy desaparecido)[27], y otro, el que hoy existe en el templo, dedicado por Ptolomeo XI al dios Amon.[28]

Adem�s, el proyecto decorativo de los relieves de las paredes de la capilla de Adijalamani inclu�a tambi�n la representaci�n de otras deidades que, aun no teniendo estatua divina en el templo, deb�an recibir culto en �l, a trav�s de sus im�genes esculpidas en las paredes.[29]

Entre las mismas se encontraban Mut, Osiris, Horus (Harp�crates), Harendotes, Ra-Hor-Ajty, Hat-Hor, Neftis, Jenum, Satis, Anukis, Shu-Arhensnufis, Petensenis, Sejmet-Tefnut, Min, Upset, Uadyet y Nejebet.[30]

Cabe preguntarse, as� pues, si la pretensi�n ritual de la capilla implicaba que todas esas divinidades, all� representadas, recibir�an el culto que les era necesario, al mismo tiempo que se les ofrec�a a los se�ores de Debod, Amon e Isis.

En todo caso, dichas im�genes garantizaban, en virtud del principio de magia imitativa, que la presentaci�n de ofrendas y la celebraci�n de los ritos que los relieves evocan, har�a que las divinidades figuradas fuesen propicias al fara�n que ante ellas oficiaba.

 

 

Las ampliaciones ptolemaicas del templo.

El dominio mero�tico sobre la zona de la primera catarata concluy� unos cincuenta a�os despu�s del reinado de Adijalamani. En tal momento los soberanos Ptolomeos hicieron acto de presencia y un m�s o menos efectivo dominio en toda el �rea de la Baja Nubia. Mientras dur� esta influencia, se emprendieron obras de ampliaci�n en los santuarios de la zona.[31]

En Debod intervinieron en sucesivas etapas dif�ciles de distinguir Ptolomeo VI[32], Ptolomeo VII[33] y Ptolomeo XI[34] (entre el 180 y el 80 a. de C.). (Plano II).  

Plano II. El templo durante el periodo ptolemaico.

�Bedman y Mart�n Valent�n.

Bajo estos soberanos se procedi� a construir una calzada procesional desde el embarcadero[35], junto al r�o, hasta el templo, a trav�s de tres muros de acceso a diferentes patios (Plano III, 18).  

Estos muros se traspon�an por medio de grandes portales de piedra flanqueados por pilonos que, como es sabido, quer�an representar los dos horizontes por donde sal�a y se pon�a el sol. Estaban construidos con adobe y recubiertos al exterior con planchas de piedra arenisca  (Plano III, 15, 16 y 17).[36] 

El exterior de la capilla de Adijalamani fue completado con diversas edificaciones necesarias para el desarrollo de los cultos conforme a los nuevos criterios de arquitectura religiosa imperantes durante el periodo ptolemaico.  

Las reformas y ampliaciones llevadas a cabo durante este periodo y el posterior romano, dar�an como resultado una arquitectura ritual muy semejante a las de otros templos egipcios del sur de Egipto como por ejemplo la del templo de Min, Isis y Horus, en El Qala, junto a Coptos, cerca de Luxor.[37]  

 

La sala del santuario principal[38], estaba cerrada por dos altas puertas de madera que la independizaban y aislaban durante la noche del resto del templo (Plano III, 1). En su interior se depositaron dos naos, uno dedicado por Ptolomeo VII[39] a la diosa Isis y otro por Ptolomeo XI[40] al dios Amon, aunque como es l�gico pensar estos naos debieron sustituir a otros anteriormente existentes en la capilla de Adijalamani.

A su vez, la Sala del Altar o de las Ofrendas[41]que, al mismo tiempo hac�a las veces de Vest�bulo  (Plano III, 4), tambi�n fue dotada de dos puertas de madera que la separaban de la capilla de Adijalamani, convertida con esta reforma arquitect�nica en Sala de las Fiestas (Plano III, 9), al estilo de la del Templo de Edfu o Dendera.[42] Para ello se rompi� el muro oeste de la capilla, donde se abri� la puerta que comunicar�a con la primera.[43]  

Plano III. Capilla de Adijalamani.

�Bedman y Mart�n Valent�n.

Igualmente, se alzaron dos estancias a derecha e izquierda del santuario principal[44], (Plano III, 2 y 3), dedicadas a albergar posiblemente a otras dos divinidades, que no estamos en disposici�n de precisar, dada la ausencia de textos en ellas, si bien la norte podr�a haber albergado una imagen de Osiris y la sur otra del dios Mahesa.[45] Ambas estancias estaban dotadas de sendas c�maras ocultas[46] (Plano III, 5 y 6). Se trataba del lugar donde se deb�an guardar los objetos utilizados en el culto diario de las tres divinidades residentes en Debod. Estas capillas podr�an tambi�n identificarse con las m�ticas Per-Ur y Per-Nu, Capillas del Norte y del Sur, presentes en los templos egipcios de  la �poca.[47]

La escalera que, probablemente podr�a haber existido dispuesta en el muro exterior sur del templo en �poca de Adijalamani, fue rehecha y albergada dentro de la nueva estructura que ampliaba el per�metro de la capilla original.[48]

 

La Biblioteca del Templo.

Conocemos en Edfu y Dendera la existencia de cuartos o estancias dedicadas a bibliotecas, las Casas del Libro (pr mDAt ), lugares donde se depositaban los rollos de papiro o de cuero curtido con los textos y escritos sagrados, de astronom�a, medicina , etc. que constitu�an los m�s preciosos dep�sitos de los santuarios.[49] Son las inscripciones existentes en sus muros las que indican la funci�n de dichas salas.[50] En Debod no hay inscripciones que puedan aclarar definitivamente la existencia de esta sala en el templo. Sin embargo, existe una que se abre a la derecha de la puerta sur de acceso a la terraza del templo[51] y que comunica con una cripta que le es aneja[52], en la que pudieran haberse desempe�ado funciones destinadas a Biblioteca ( Plano III, 7 y 8).

Llama la atenci�n una representaci�n existente en el muro exterior sur de la capilla de Adijalamani, que qued� recogido en el interior de la citada c�mara construida por los Ptolomeos, junto a la escalera de acceso a la terraza, consistente en un extra�o diagrama[53] que podr�a ser perfectamente interpretable como un esquem�tico mapa celeste muy parecido al que se recog�a en el techo de la capilla sur de Osiris del templo de la diosa Hat-Hor de Dendera.[54]

Es dif�cil analizar la finalidad ritual de este mapa estelar, aunque es innegable que su proximidad a la escalera de ascenso a la capilla Osiriana[55] y a la Terraza[56] del Templo, permiten vincular dicho dibujo con la actividad de los sacerdotes hierogr�mmatas de turno encargados de vigilar el cielo y las estrellas para proteger las horas y determinar el momento propicio y prescrito para las pr�cticas del culto y la celebraci�n de las fiestas religiosas.[57]

 

  Figura n� .  Diagrama del Zodiaco de Debod.

De hecho, el graffiti incluye la divisi�n de la parte inferior de la pared en doce secciones iguales por trazos equidistantes de 36 cms.[58], probablemente referidas a las doce horas del d�a y de la noche. Se tratar�a pues, de un supuesto zodiaco semejante, aunque m�s esquem�tico, al que exist�a en el templo de D�ndera. Con tal representaci�n se expresaban las constelaciones y se controlaba la divisi�n horaria de la jornada.

Este diagrama tambi�n recuerda a la expresi�n geom�trica del llamado tri�ngulo de oro, especie de medida universal que deb�a recoger la unidad lineal llamada �codo real�,[59] adem�s de otras dimensiones como el n�mero �p�, probablemente representadas en la base de la Gran Pir�mide de Guiza.[60] 

Desde tal punto de vista este esquema geom�trico reflejaba tambi�n una expresi�n de la �interrelaci�n de las proporciones� destinada a formular la manifestaci�n geom�trica del cosmos, es decir del templo y del universo, seg�n el convencimiento de los egipcios.[61]

 

La capilla Osiriana en Debod.

A mano derecha de la estancia posiblemente dedicada a Biblioteca del templo se construy� el primer tramo de una escalera con quince pelda�os[62] (Planos III, 11 y IV), subidos los cuales se desemboca en un rellano desde el que se accede a otra nueva construcci�n: 

una peque�a estancia cuadrangular con una ventana de unos 60 cms. de lado[63] en su pared sur y otro en la oeste. El primero de los nichos estar�a posiblemente destinado a ser utilizado como nicho cultual de pr�ctica de los misterios osirianos.[64] El segundo, en el muro oeste, utilizado como armario.[65]  Seg�n Daumas y Derchain exist�an tambi�n dos tragaluces abiertos a la altura del techo en el muro norte de esta sala. (Plano IV).[66]Es claro que estar�an destinados a proporcionar luz diurna indirecta para la imagen del Osiris Vegetante depositado en la ventana del muro sur.  

Plano IV. El templo en �poca romana. Terraza.

�Bedman y Mart�n Valent�n.

Esta sala ser�a ritualmente independiente del santuario de Osiris que podr�a haber estado ubicado en la capilla norte[67] (Plano III, 3), junto al santuario principal del templo.

All� se celebraban los misterios de Osiris.[68] En ella se moldeaban im�genes de este dios con una mezcla determinada a base de tierra y semillas de cereal que, luego se regaba con regularidad. El grano germinaba pasados unos d�as y del cuerpo del molde con la efigie divina surg�an las plantas, que mostraban a los ojos la resurrecci�n de Osiris y con �l de toda la creaci�n. El Osiris Vegetante que se hab�a conservado desde el a�o anterior se bajaba de su capilla, junto a la terraza, siendo enterrado en lugar sagrado.[69]

Lo m�s curioso del proyecto constructivo Ptolemaico es que dej� sin realizar ning�n relieve ni inscripci�n en las nuevas dependencias, salvo las existentes en los naos y en la gola del portal del segundo pilono.  

 

La Fiesta del A�o Nuevo.

La escalera de Debod (Plano III, 11) tambi�n tuvo que estar vinculada con la celebraci�n de la Fiesta del A�o Nuevo, tambi�n llamada Fiesta de Ra y de todos los dioses.[70] Subiendo otros cinco pelda�os y rebasado un nuevo descansillo se accede, finalmente, tras otros dos pelda�os, a la terraza del templo.

All� ten�a lugar la ceremonia final de la citada festividad.

Esta fiesta estaba destinada a proteger por sus ritos m�gicos el paso de un a�o a otro. Se preparaba en los �ltimos d�as del a�o que terminaba y prosegu�a por lo menos hasta el cuarto d�a del mes de Thot que iniciaba el nuevo a�o.[71] Su finalidad era hacer volver a bajar el alma divina sobre la tierra, recargando las estatuas con las radiaciones de los astros.

Para ello, se preparaba a las im�genes divinas para una peque�a procesi�n que, teniendo su origen en el interior del templo, desde las capillas y el santuario principal que hac�a las veces de sala Mesenet[72], llegaba hasta en la sala llamada Uabet, (en Debod, probablemente la sala que tiene su acceso desde la puerta norte del pronaos que tambi�n fue construida por los Ptolomeos)[73](Plano III, 10), y conclu�a en la terraza. (Plano IV).

As� pues, las m�s importantes estatuas divinas del templo sal�an de sus capillas, siendo depositadas en otras, de madera y m�s ligeras que eran transportadas por los sacerdotes. Una vez vestidas, peinadas y preparadas para la ceremonia, lo que se deb�a llevar a cabo en el vest�bulo que proporcionaba el espacio al aire libre delante de la sala Uabet, se las llevaba en procesi�n, con pasos lentos, entonando letan�as y ascendiendo por los escalones que conduc�an a la terraza.[74] 

Llegado a ella, el cortejo se dirig�a hacia un peque�o quiosco, del cual en Debod no han quedado trazas que, normalmente, se constru�a en un rinc�n de la azotea del templo.[75] Su techo era m�vil, lo que permit�a ser abierto o cerrado para la pr�ctica de la ceremonia de la exposici�n de las efigies divinas a la luz del sol. En el interior de este quiosco eran depositadas las estatuas con el rostro vuelto hacia el sur.[76]

Para celebrar la ceremonia se abr�a el techo y los rayos del sol ba�aban los rostros divinos. En este instante del sagrado acto era cuando el alma de los dioses descend�a del cielo para cargar de nuevo las im�genes que les representaban a los ojos humanos. Terminada la ceremonia, las estatuas divinas volv�an a su santuario y capillas respectivas.[77]

 

El Lago Sagrado y las fiestas sagradas en Debod.

Todos los templos egipcios inclu�an, dentro de sus recintos, una alberca o lago sagrado (Plano III, 19) normalmente provisto a base de las aguas de infiltraci�n del Nilo a trav�s de las capas fre�ticas. Este lago representaba la existencia de las aguas primordiales antes de la creaci�n del mundo y en �l se realizaban, adem�s de las abluciones o purificaciones rituales de los sacerdotes, ceremonias diversas relacionadas con fiestas religiosas.[78]

Es casi seguro que Debod debi� tener su propio estanque, o al menos un pozo m�s o menos amplio, desde la �poca de Adijalamani, aunque tal extremo no se ha podido comprobar al no haberse realizado excavaciones rigurosas en el �rea del t�menos antes de ser desmontado el templo.[79]

Sabemos que, por ejemplo, en el Templo de Edfu el lago Sagrado se utilizaba para celebrar los ritos de la llamada Fiesta de la Victoria[80], en referencia a la victoria del dios Horus-Vengador-de-su-Padre (Harendotes) sobre el dios Seth, en venganza por la muerte de su padre Osiris.

Con tal motivo se practicaba una navegaci�n ritual de las barcas divinas en el Lago Sagrado donde se simulaba por medios m�gicos el arponeamiento de un hipop�tamo que representaba a las fuerzas del caos y el mal. Con la victoria m�gica de Horus se garantizaba la ordenada marcha del mundo y la derrota, tambi�n de los enemigos del dios solar Ra en su navegaci�n nocturna.

Otra festividad normalmente desarrollada en los templos de la �poca era la relacionada con el matrimonio sagrado.[81] En Debod el matrimonio sagrado, la pareja divina por antonomasia, deber�an ser Isis y Osiris, aunque nada impide que, como en Dendera esa pareja la compusieran la diosa Hat-Hor y el dios Harendotes, representados en la capilla de Adijalamani.[82]

Una vez al a�o ambos dioses sal�an transportados en sus barcas, acompa�ados de comitivas sacerdotales y con la compa��a de las gentes del pueblo, para visitar el desierto y la necr�polis y, probablemente, saludar a otros dioses de la zona yendo hasta sus santuarios.

Entre los santuarios visitados estar�an los mencionados en los textos de la capilla de Adijalamani, tales como el de la diosa Isis de Keten-Ta,[83] lugar existente en las inmediaciones de la Primera Catarata sin localizaci�n moderna y, naturalmente, el templo de la diosa  Isis de Fil� de la que la de Debod era un trasunto. Tambi�n sabemos, por los textos de Debod[84] que, en el d�cimo d�a de la semana se llevaba a cabo una procesi�n con la imagen de la diosa Isis, semejante a la que se celebraba en el Abaton de Fil�.[85]

El dios Amon, el otro Se�or de Debod, tambi�n visitar�a en sus fiestas se�aladas la necr�polis y los santuarios que a �l dedicados en la zona de la Baja Nubia, cerca de Debod.[86]

Tambi�n hay que pensar que existir�a en Debod un calendario de festividades religiosas en las que, en cada d�a se�alado, cada una de las divinidades all� presentes recibir�a culto de modo espec�fico.

Estos calendarios se han encontrado en las paredes de los templos en lugares principales, como es el caso de los templos de Horus de Edfu y de Hat-Hor de Dendera;[87] en Debod, es posible que dichos registros se hallasen recogidos en soportes m�s endebles como el papiro o el cuero, raz�n por la cual no han llegado hasta nosotros.

 

Debod en �poca romana.

Los emperadores romanos Augusto y Tiberio completaron el Templo de Debod como sucedi� con muchos otros templos de la zona sur de Egipto. [88] 

Construyeron el pronaos (Plano III, 13) con una fachada con una puerta y dos columnas a cada lado de �sta. Insertaron relieves en la fachada original del Templo, de �poca ptolemaica y decoraron tambi�n los muros interiores Norte, Sur y Este del pronaos y de los intercolumnios exteriores. S�lo se nos han conservado indirectamente parte de estas im�genes que representaban al emperador Augusto haciendo ritos ante los dioses Amon, Osiris, Isis y Mahesa[89] en la fachada exterior; al mismo emperador ante el Iun-Mutef, a Tiberio purificado por Thot y Horus delante de Amon[90]en los intercolumnios interiores de la mitad norte del muro oeste del pronaos; a Augusto haciendo ofrendas a Amon-Ra y Mahesa y libaciones a Osiris, Isis y Horus[91], en el muro norte del pronaos; finalmente, a un emperador no identificado en dos escenas, delante de Osiris e Isis y delante de Osiris e Isis, Shepses-Nefert, Harp�crates e Im-Hotep divinizado[92], en las mitades Este y Oeste del muro interior sur del pronaos. Como se dec�a m�s arriba, la fachada Oeste del pronaos (probable fachada principal del templo en �poca ptolemaica) fue decorada con representaciones referidas al culto de Isis, Osiris, Amon, Thot de Pnubs y Mahesa.[93]

Estas �ltimas son las �nicas conservadas actualmente, y en ellas se describen cuatro ritos distintos: 1) la escena de �Abatir los toros y gacelas� delante de Isis, con el rito de �golpear �n� veces sobre las ofrendas�[94]; 2) �La Ofrenda de los campos� a Osiris y a Isis[95];  3) �La Ofrenda alimentaria� a los dioses Amon y Mahesa[96] y 4) �La Ofrenda l�quida con vasos Nu'  al dios Thot de Pnubs.[97]

Se ha propuesto ver en la decoraci�n parietal del pronaos del templo la prueba de un acto de dominio romano en la frontera sur de Egipto despu�s de un tratado de paz con las tribus nubias de la zona que se llev� a cabo entre la reina Candaces y el Emperador Augusto.[98]

 

 

El Mammisi de Debod.

En �poca romana, probablemente en �poca de Tiberio, o con posterioridad a �ste, se construy� en piedra un edificio anexo, adosado aproximadamente sobre la mitad este del muro exterior sur del templo.[99]

La asignaci�n funcional de Mammisi a este edificio viene determinada sin duda por dos caracter�sticas esenciales que se dan en Debod. La primera, que se trata de una construcci�n vinculada al templo, pero exterior a �l; un anexo, tal como es el com�n denominador de los mammisis en los templos de Baja �poca.[100] La segunda, que existe un paralelo de �poca ptolemaica con funcionalidad perfectamente asignada, que permite el sostenimiento de esta identificaci�n ritual para esta estancia de Debod, aunque carezca inscripci�n o indicaci�n alguna al respecto. Se trata del edificio de semejante disposici�n, tambi�n construido sobre el muro exterior sur del templo de la diosa Hat-Hor de Deir el Medina.[101]

Sabemos por paralelos de arquitectura religiosa existentes en D�ndera o en File, donde se daba Culto a la diosa Isis y tambi�n, se adoraba a Horus �el ni�o� (Harp�crates), que el culto de madre e hijo necesitaba de modo imprescindible la existencia del edificio llamado por los textos Per-Mes y  que hoy conocemos con el nombre de �Mammisi�, palabra copta que significa �lugar del nacimiento�.[102]

Trat�ndose de un elemento t�pico de culto en los templos egipcios tard�os �podr�a haber existido en Debod tal lugar ritual como a�adido en la capilla original de Adijalamani, quiz�s construida en barro[103] y adosada a dicha capilla principal con anterioridad a la construcci�n romana? o simplemente �se celebraban las ceremonias que evocaban el alumbramiento del dios Horus en otro lugar del recinto sagrado?. No lo sabemos.

En ese edificio se desarrollaba, al menos una vez al a�o, la dramatizaci�n del �misterio del nacimiento divino� (Sdi mswt-nTr). Esta ceremonia ten�a sus or�genes en la m�s antigua historia de Egipto y se ritualiz� a lo largo de todas las �pocas. De ello son buen ejemplo las representaciones de las teogamias durante el Imperio Nuevo.[104]

En el momento en que el mammisi de Debod se construy�, el rito del �nacimiento del ni�o real� hab�a evolucionado notablemente. Poco o nada sabemos del desarrollo de las ceremonias dentro del edificio sagrado, aunque las escenas de las paredes de los diferentes mammisis conocidos en Edfu, Dendera, Fil�, Kom-Ombo y Esna nos pueden ilustrar sobre los pasajes m�s importantes del rito. Tales eran la uni�n del dios con la diosa, el modelado del ni�o real por el dios alfarero, el nacimiento divino, el reconocimiento del ni�o por su padre, el amamantamiento y por fin, la investidura del dios-hijo.[105]

En Debod es muy probable que el mito vinculado a su mammisi estuviera en estrecha relaci�n con el �Horus, hijo de Osiris�, bajo la forma de Petensenis, �El fara�n de Biga�. El culto a esta divinidad est� presente en la capilla de Adijalamani[106] y adem�s en los templos de Dakka[107] y de File[108]. Por ello, y habida cuenta de que estos tres templos se hallaban vinculados en una especie de �entramado� cultual local, esta hip�tesis es muy veros�mil.

Con estos ritos se trataba de renovar indefinidamente los efectos de la creaci�n del primer d�a, al mismo tiempo que, por la representaci�n lit�rgica de esta dramatizaci�n, se regeneraban las condiciones metaf�sicas y teol�gicas en las que se deb�a encontrar el soberano reinante, bajo la forma de Horus, hijo de Osiris, para ejercer de modo efectivo sus funciones.[109]

En el muro oeste del mammisi de Debod, existe un hueco, quiz� un armario, probablemente destinado a guardar alguna imagen divina relacionada con el desarrollo de las ceremonias del �nacimiento divino�, mientras que en el muro sur existe un tragaluz que permitir�a dar a la estancia el ambiente de penumbra con luz indirecta, adecuado para el desarrollo de los misterios all� representados.[110]

 

 

El culto diario en Debod.

Tenemos la evidencia de que los dioses en Egipto ten�an necesidad de la atenci�n humana; en realidad, el culto que se les rend�a no era otra cosa que un servicio dom�stico destinado a asegurar su permanencia sobre la tierra. As� pues, se les alimentaba, se les daba de beber se les vest�a y se les preparaba para conciliar el sue�o durante la noche. A cambio, los dioses garantizaban el mantenimiento de la existencia del mundo y de todos los seres vivos.[111]

Para comprender adecuadamente los ritos que constitu�an el culto cotidiano es necesario recordar que la estatua del dios no era una simple efigie, sino el soporte de una presencia real. Esta presencia deb�a ser mantenida en el sentido m�s prosaico del t�rmino.

Es de suponer, a partir de los textos de Edfu[112] y otros templos ptolemaicos que, en Debod se dar�a un culto diario en todo semejante al practicado en otros templos del alto Egipto.

En virtud de ello, a lo largo del d�a y coincidiendo con los momentos claves del decurso solar, se realizaban tres servicios rituales al dios: al amanecer, al medio d�a y al crep�sculo.[113]

El servicio matinal comenzaba antes de que el sol blanquease el cielo por oriente.[114] En este momento los talleres del templo comenzaban a animarse. Se coc�an los panes, se sacrificaban los animales para las ofrendas, en suma, se hac�a todo lo necesario para preparar la ofrenda alimentaria del dios.

Muy poco antes del alba una doble procesi�n penetraba en el templo (Plano III); uno de los cortejos lo hac�a por la puerta lateral sur llevando las ofrendas s�lidas, mientras la otra, por la puerta norte del recinto, aportar�a las ofrendas l�quidas procedentes del Lago Sagrado.[115]

Ambos cortejos se un�an en la calzada del templo y converg�an a la entrada del recinto, llegando en Debod hasta el vest�bulo, o sala del altar (wsxt-Htp), (Plano III, 4), delante del santuario.[116]Por el camino iban haciendo aspersiones y fumigaciones para purificar su acceso al �rea m�s sagrada del templo.

El acto de la apertura constituir�a un momento solemne que coincid�a exactamente  con la aparici�n del astro sol en el horizonte. Los portadores de ofrendas las depositaban en altares dispuestos delante del lugar sagrado; all� las purificaban con aspersiones de agua y fumigaciones de incienso.[117]

Mientras los oficiantes agrupados cara al santuario entonaban el himno de la ma�ana deseando a las divinidades all� residentes un despertar pac�fico, el sacerdote principal entraba en dicho recinto, romp�a el sello de arcilla que cerraba las puertas del naos y entreabriendo sus hojas de madera, expon�a la imagen divina al sol del amanecer que entraba por el tragaluz existente en el dintel del muro de la sala de las ofrendas.[118] El sacerdote entonces se tumbaba sobre el suelo diciendo: �Beso la tierra, abrazo a Gueb�,[119] a continuaci�n quemaba perfumes y despu�s proced�a a devolver a cada imagen su alma divina por medio de un abrazo conforme al ritual de la �apertura de la boca�.[120]

Quitaba el polvo a las im�genes con un trapo, las desvest�a y limpiaba con ung�entos diciendo �yo te aplico ung�entos para que se aten tus huesos, para que unan tu carne, para que diluyan tus supuraciones�.[121] Despu�s daba cuatro vueltas alrededor de cada dios con incienso.[122] Las estatuas eran lavadas, ung�entadas, perfumadas y vestidas con tejidos de lino fino. Se les aplicaban cosm�ticos, se las peinaba y adornaba con brazaletes y pectorales.[123]

Inmediatamente, tomando varias bandejas llenas de ofrendas eran depositadas ante las estatuas divinas que, una vez bendecidas por el dios, eran  compartidas por los diferentes dioses y soberanos asociados al templo: en el caso de Debod el rey Adijalamani, los faraones ptolemaicos y los emperadores romanos all� representados.

Posteriormente, las ofrendas volver�an a las dependencia de los sacerdotes donde ser�an consumidas por los servidores del santo recinto.

Una vez concluida esta parte del culto las estatuas eran depositadas en el naos y sus puertas de madera cerradas, procediendo el sacerdote a salir andando de espaldas y borrando en el suelo el rastro que sus pasos hab�an dejado sobre el pavimento del santuario.[124]

Al mediod�a se llevaba a cabo otra parte del rito del culto que consist�a en la aspersi�n y fumigaci�n de los naos de los dioses asociados y de las capillas situadas a ambos lados del santuario.[125]

Por la tarde, el culto consist�a en una reproducci�n de lo hecho por la ma�ana, pero esta vez ante las puertas de las capillas de los dioses asociados. Nuevas ofrendas, aspersiones y fumigaciones conclu�an con el sellado de las hojas de madera que cerraban el naos divino hasta el d�a siguiente.[126]

Recobrado el silencio en el templo un sacerdote permanecer�a en vela durante la noche observando las constelaciones y determinando el paso del tiempo por el movimiento de las estrellas, a la vez que propiciaba la protecci�n de los decanes que tutelaban las horas de la noche.[127]

 

 

 

El �sanatorio� de Debod

El uso ritual de Debod debi� implicar una cierta complejidad al albergar en su interior, junto a un destacado n�mero de divinidades, la presencia de lo que podr�amos llamar una especie de culto popular.

Es muy conocida la costumbre de �poca grecorromana de establecer  �sanatorios� en los templos. Se trataba de lugares de peregrinaci�n en los que los devotos creyentes buscaban la esperanza para la curaci�n de sus enfermedades.

Pues bien, en el muro oeste de entrada en el interior de la capilla de Adijalamani, se puede observar, detr�s del dios Horus y el dios Thot, haciendo las purificaciones rituales al soberano y  a los oficiantes, dos representaciones del venerado Im-Hotep[128], el m�tico m�dico, arquitecto y visir del rey Netchery-Jet (Dyeser), de la Dinast�a III (2667-2648 a. de C.), que acab� siendo divinizado a partir de la Baja Epoca, cobrando entonces su culto un singular auge durante la �poca grecorromana[129] y ante el cual debieron acudir en peregrinaci�n los habitantes de las zonas circundantes al templo.

Sobre la figura de Im-Hotep se pueden leer oraciones propiciatorias para invocar la salvaci�n f�sica y espiritual de la mano del santo hombre.[130] La existencia de estas inscripciones en Debod implica necesariamente la de un edificio de acogida para los peregrinos que deber�a estar edificado en las proximidades del templo, lo que propiamente ser�a �el sanatorio�.[131]

 

 

Las vinculaciones rituales de Debod con el Templo de la  diosa Isis de Fil�.

La zona de Debod en las inmediaciones de la primera catarata constituy� adem�s, uno de los lugares junto con el templo de Dakka y otros santuarios, que formaba parte de una estructura ritual de lugares sagrados, cuyo centro era sin duda el templo de Isis en Fil�.[132] Se trata, ni m�s ni menos que de la manifestaci�n de un aspecto de geograf�a religiosa que se extend�a como una red en la zona de la Baja Nubia; como ya se ha dicho, el centro religioso de este emplazamiento habr�a sido el templo de Fil�, en tanto que Debod constituir�a uno de los punto principales de aquella ruta religiosa.[133]

El mito de Isis y ciertas inscripciones existentes en Fil� y Dakka hablan de los diversos lugares m�sticos coincidentes con localidades concretas de la Baja Nubia donde la diosa sinti� los dolores del parto antes del alumbramiento de su hijo, el dios Horus.[134] Uno de estos lugares pudiera haber sido Debod, raz�n por la que �la grande de magia, la diosa Isis� recibi� culto principal en aquel lugar.

 

 

Conclusi�n.

Analizar el templo de Debod desde un punto de vista del rito es una ardua tarea por muchos motivos. El primero y m�s importante es que, hasta el momento actual, no ha existido unanimidad entre los investigadores para establecer un orden id�ntico en el desarrollo del culto divino diario o las celebraciones de fiestas.[135]

Sin embargo s� se puede afirmar que el templo de Debod constituy�, tal como ha llegado hasta nosotros, y durante un lapso, al menos de setecientos a�os (aproximadamente desde el 200 a. de C. hasta el 537 de C.), un efectivo conjunto ritual que fue intensamente utilizado para las finalidades religiosas conforme a las que fue concebido y construido.

De su ex�men, que requiere un trabajo mucho m�s profundo y exhaustivo que el aqu� realizado, se desprende la plena naturaleza de �templo egipcio� que este monumento tuvo. Pr�cticamente, nada le falta. Es un completo instrumento del rito egipcio.

El templo posee sus caracter�sticas espec�ficas que lo distinguen de cualquier otro de la zona durante el mismo periodo. De otra parte, es sabido que no existen dos templos egipcios id�nticos.

De este modo se puede hablar del �lenguaje de Debod�, puesto que durante este periodo en cada templo se elaboraba por los sacerdotes una especial expresi�n escrita de la lengua reflejada en las inscripciones. Tambi�n se puede hablar de la �teolog�a de Debod�, representada por la presencia de divinidades especiales de la zona, pero tambi�n espec�ficas del templo como el Amon de Debod.[136]

Desde el punto de vista ritual, si bien es cierto que se hace imprescindible acudir a los textos y datos proporcionados por otros templos de este periodo, para reconstruir las posibles ceremonias que se pudieron realizar en Debod, no es menos cierto que la arquitectura religiosa del templo habla en ocasiones por s� misma.

Por fin, las escenas que se nos conservado en el pronaos y las de la capilla de Adijalamani muestran una selecci�n textual y de escenas rituales de culto divino diario lo suficientemente rica y espec�fica como para poder hablar del �rito de Debod�.

En suma, se puede afirmar que el conjunto de arquitectura religiosa que constituy� Debod fue muy especial e importante para la zona donde el templo estuvo ubicado durante casi un milenio. De hecho, es concluyente que Debod gener� una intensa actividad diaria como punto religioso y cultual, en cierto modo dependiente de Fil�, pero con una autonom�a propia claramente definida, todo lo cual demandar� un m�s profundo estudio de toda esta cuesti�n en el futuro.

 



[1] Porter, B.  y  Moss, R.  Topographical Bibliography of Ancient Egyptian Hieroglyphic Texts, Reliefs and Paintings. VII: Nubia, The Desserts and osutside Egypt. Oxford, 1975. 8-9.

[2] A prop�sito del culto divino diario se consultar� el cl�sico libro de Moret, A. Le rituel du culte divine journalier en Egypte. Paris, 1902. Reimpresi�n. Ginebra, 1988. Ver tambi�n Arnold, D. Die Tempel �gyptens: G�tterwohnungen, K�ltstatten, Baudenkm�ler. Zurich, 1992.

[3] Sauneron, S. Les pr�tres de l�ancienne �gypte. Paris, 1988, 46.

[4] Ibidem.

[5] Baines, J. �King, temple, and cosmos: an earlier model for framing columns in temple scenes of the Graeco-Roman Period�. En Aspekte sp�t�gyptischer Kultur: Festschrift Erich Winter zum 65. Geburtstag. Aegyptiaca Treverensia 7. Minas & Zeidler Eds. Mainz, 1994, 26-33.

[6] Moret, A. Op. Cit. 1902, 1-7.

[7] Roeder, G. Debod bis Bab Kalabsche. El Cairo, 1911, 4. Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 5.

[8] Mart�n Flores, A. y Priego, C. Templo de Debod, Madrid, 1992, 13.

[9] Ibidem, 5.

[10] Zaba, Z. L�orientation astronomique dans l�ancienne Egypte, et la pr�cession de l�axe du monde. Praga, 1953. El primer testimonio conocido de esta ceremonia data del reinado de Ja-Sejemuy, en la �poca tinita (hacia el 2686 a. de C.). El templo de Horus en Edfu recoge tambi�n la descripci�n de esta ceremonia.

[11] Parker, R. �Ancient Egyptian astronomy�. En Philosophical Transactions of The Royal Society of London, 276 (1974), 51-65.

[12] Letellier, B. �Gr�ndungsbeigabe�, en L� II, Wiesbaden 1977, 906-912.  

[13] Reisner, G. A. �The Barkal temples in 1916�. JEA, 4, (1917), 213-227.

[14] Shinnie, P. L. Meroe, a civilization of the Sudan.  Londres, 1967.

[15] Haycock, B. G. �Towards a better understanding of the Kingdom of Cush (Napata-Mero�). Sudan Notes and records 49 (1968), 1-16.

[16] Kitchen, K. A. The Third Intermediate Period in Egypt (1100-650 BC). 2� Ed. Warminster 1986, 393-400.

[17] Los nubios llegaron a pensar que el verdadero y leg�timo lugar santo del dios Amon fue la monta�a del Guebel Barkal, o �Monta�a Pura�, en el norte del Sud�n, sustituyendo este emplazamiento al  tradicional dominio del dios, en Tebas. No obstante, y en contra de las teor�as que han querido ver en Amon otro dios del profundo sur que se introdujo en Egipto, hay que recordar que esta divinidad tiene ya una modesta menci�n en los textos de las Pir�mides, en tiempos de la dinast�a V (2492-2345 a. de C.), junto a la diosa Amonet y que, en realidad, era un misterioso dios del aire,  patrono de los barqueros de la zona de Coptos, en el alto Egipto, al cual ten�an especial devoci�n por personificar las peligrosas corrientes de aire que hac�an zozobrar las embarcaciones en la curva del Nilo existente en dicho lugar; este dios cobr� un gran auge durante la dinast�a XI (hacia el 2055 a. de C.).  Otto, E. �Amun� en L� I, Wiesbaden, 1975, 237-248.

[18] La tesis de la existencia del culto a Amon en la zona de Debod antes de �poca mero�tica tiene su apoyo en el descubrimiento de la estela de un personaje llamado Antef, de �poca de Amen-em-Hat II, durante la dinast�a XII (1922-1878 a. de C.)  y otros hallazgos de �pocas posteriores que muestran que Debod era un lugar de parada y paso a la salida de Egipto en las rutas caravaneras y de explotaciones mineras de la Baja Nubia, lo que deb�a implicar la puesta de dicho estrat�gico emplazamiento bajo la divinidad tutelar de los reyes tebanos, el dios Amon. Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 5.

[19] Hintze, F. �The Meroitic period� En Africa in antiquity, S. Wenig Ed. Brooklyn, 1978, 89-105.

[20] Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 4. (15-22).

[21] Daumas, F. y Derchain, Ph. Debod, Textes Hi�roglyphiques et description arch�ologique. C.D.E., El Cairo, 1960. Description arch�ologique, 9. Patio V. Daumas y Derchain parecen referirse a restos de �poca ptolemaica pero nada impide que pudieran ser anteriores.

[22]Ibidem, 5. Roeder, G. Op. Cit. 1911, # 125-139.

[23] Roeder,  G. Op. Cit. 1911, # 125. Hoy solo se puede ver parte de la inscripci�n (�.rwd(.t) nfr(.t)�.) y un fragmento de una corona del Alto Egipto orientada hacia la puerta. 

[24] Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 4. (15). La jamba exterior derecha o norte se ha perdido. Roeder solo describe los restos de una cabeza real orientada hacia la entrada y ce�ida con la corona del Bajo Egipto. Roeder,  G. Op. Cit. 1911, # 126.

[25] Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 5 (23).

[26] Este fen�meno de doble culto en un solo templo, sin embargo, est� atestiguado en �poca grecorromana en el caso del Templo de Kom-Ombo, dedicado a los dioses Sobek y Haroeris, y a sus respectivas familias divinas, si bien en este caso se trata m�s bien de dos templos gemelos e independientes formando un solo conjunto. De Morgan, J. et alii. Kom Ombos. 2 Vols. Viena, 1909.

[27]Gau, Antiquit�s de la Nubie. Paris, 1819. Pl. 5 (b). Roeder, Op. Cit. 1911, Pls. 48-9. Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 5. Mart�n Flores, A. y Priego, Op. Cit. 1992, 42, Pl. b).

[28]Gau Ibidem Pl. 5 (a). Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 5. Mart�n Flores, A. y Priego, Op. Cit. 1992, 30.

[29] Conforme a la opini�n m�s com�nmente admitida habr�a que distinguir entre los dioses que �estaban� en el templo y los que all� �resid�an temporalmente� o �ten�an un especial importancia� en �l. Ello en funci�n de las distintas preposiciones m, Hry-ib o xnty, que introducen al nombre del dios en cada caso en las distintas inscripciones. Ver Cauville, S. La Th�ologie d�Osiris � Edfou. El Cairo, 1983, 180.

[30] Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 4, (15-22).

[31] Maehler, H. y Strocka, V. M. Das ptolem�ische Aegypten. Mainz, 1978.

[32] Aparece en la inscripci�n que figuraba en la gola del portal del segundo pilono. Mart�n Flores, A. y Priego, Op. Cit. 1992, 15, b.

[33] Actualmente se coincide en identificar al tradicional Ptolomeo VIII, Filopator II, con Ptolomeo VII, Evergetes II. Ver Vandersleyen, C. Ouadj our. WAD wr. Un autre aspect de la vall�e du Nil. Bruxelles, 1999. Fichas 98-188.

[34] Igual criterio se usa para Ptolomeo XIII, hoy identificado con Ptolomeo XI,  Auletes. Vandersleyen, C. Op. Cit. 1999, fichas 112 y ss. No obstante la titulatura existente en el naos de Amon de Debod es la atribuida al antiguo Ptolomeo XIII.

[35] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 8-9.

[36] Ibidem, 9-10.

[37] Pantalacci, L. y Traunecker, C. Le Temple d�el-Qal�a. Relev�s des sc�nes et des textes.  Vol. I y II,  El Cairo, 1990-1998.

[38] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 6. Santuario A.

[39] Ibidem. Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 5.

[40] Ver supra, nota 34.

[41] Pantalacci, L. y Traunecker, C. Op. Cit. 1990-1998.

[42] Sauneron, S. y Stierlin, H. Derniers Temples d�Egypte: Edfou et Philae. Paris, 1975. 36-37.

[43] Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 4. Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 5. Vest�bulo B.

[44] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 6-7. Salas C y D.

[45] Esta deducci�n se formula a la vista de la decoraci�n exterior de los intercolumnios que mostraba a los dioses Amon, Isis, Osiris y Mahesa como deidades principales del templo. Adem�s, en la mitad sur de la fachada oeste existe una representaci�n de Mahesa, quiz� alusiva al culto de este dios en el interior del templo. Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 5, (24). Roeder, G. Op. Cit. 1911, Pl. 43 (a), 99-100.

[46] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 7. Criptas Ca y Da, Db.

[47] Pantalacci, L. y Traunecker, C. Op. Cit. 1998, II, 99-132.

[48] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 7-8. Escalera M.

[49] Sobre la Biblioteca del Templo de Horus de Edfu ver Alliot, M. Le Culte d�Horus � Edfou au temps des Ptol�m�es. El Cairo, 1949, I, 204-249. Sauneron, S. y Stierlin, H., Op. Cit. 1975,  36-37. Esta Sala equivaldr�a a la n� 4 de la nomenclatura de H. Fairman en su art�culo �Worship and Festivals in a Egyptian Temple�. Bolet�n de la John Rylands Library. Vol. 37, n� 1. 1954, 165-203.

[50] Alliot, M. Op. Cit. 1949, I, 147. Rochemonteix, M. y Chassinat, E. Le temple d�Edfou III, 347, 11 a 348, 3 y 351, 7-11.

[51] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 7-8. Sala I.

[52] Ibidem, Cripta J. Los libros escritos en rollos de papiro o de �pergamino puro�, podr�an haber estar depositados en cofres en esta cripta.

[53] Ibidem, 8. Mart�n Flores, A. y Priego, Op. Cit. 1992, 43, Pl. b).

[54] Porter y Moss, Op. Cit. 1970, Tomo VI, 99-100 (72-77). Ziegler, Ch. Le Louvre. Les antiquit�s �gyptiennes. Paris, 1990, 82.

[55] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 7. Sala N.

[56] Ibidem, 8.

[57] Por Edfu conocemos la existencia de un �Libro de la Protecci�n de las Horas�, un �Manual del Movimiento del Sol y de la Luna� y de �Una Gu�a del movimiento de las Estrellas�. Alliot, M. Op. Cit. 1949, I, 148.

Consid�rese que la constelaci�n de Ori�n, por ejemplo, personificaba el llamado �glorioso esp�ritu de Osiris�, que formaba tr�ada divina con la diosa Sopedet (la constelaci�n Sothis) y el dios-hijo Soped, Se�or del desierto Este. Behrens, H. �Orion� en L� IV, Wiesbaden 1982, 609-611. Ver tambi�n Sauneron, S. Op. Cit. 1988,  155-157.

Sobre la protecci�n ritual de los templos consultar Volten, A. Demotische Tramdeutung. Berlin, 1942.

[58] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 8. Sala I.

[59] Weigall, A. Weights and balances. El Cairo, 1908.

[60] Dalton, W.H. Research on the Great Pyramid or fresh connections Being, Londres, 1874. El autor publica en esta obra un diagrama en todo exacto al del Templo de Debod pero referido a la base de la pir�mide de Kheops y sus proporciones.

[61] Derchain, Ph. �Le r�le du roi d��gypte dans le maintien de l�ordre cosmique�. En Le pouvoir et le sacr�. Ed. Heusch L. ACRE I, Bruselas, 1962, 61-73.

[62] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 7. Vestibulo H  y escalera M.

[63] Ibidem.

[64] Ibidem, 7. Sala superior N.

[65] Ibidem. Daumas y Derchain opinan que el nicho podr�a haber sido usado como armario.

[66] Ibidem.  El proyecto reconstructivo del templo en Madrid no ha conservado estos nichos destinados a iluminar con la luz diurna la imagen osiriana probablemente depositada en la ventana o nicho cultual del muro sur.

[67] Sala D de Daumas y Derchain, Op. Cit. 1960, 6-7.

[68] Chassinat, E. Le myst�re d�Osiris au mois de Khoiak . 2 Vol. El Cairo (1966-1968).

Lavier,  M. C. �Les myst�res d�Osiris � Abydos d�apr�s les st�les du Moyen Empire et du Nouvel Empire�. Akten M�nchen 1985, III, Ed. Schoske, S. Hamburgo 1989, 289-295.

[69] Wiedemann, A. �Osiris v�g�tant�, Le Mus�on, 3 (1903), 111-123. Ver tambi�n Raven, M. J. �Corn-mummies� OMRO 63, (1982), 7-38.

[70] Alliot, M. Op. Cit. 1949, I, 375-428.

[71] Ibidem 309-428.

[72] En el templo de Horus de Edfu la Sala Mesenet (n� 16 de Fairman) y el santuario (n� 15 de Fairman) eran independientes. En Debod puede que ambas funciones estuvieran asignadas a la misma sala (Plano III, 1)., Santuario A de Daumas y Derchain.

[73] Sala L de Daumas y Derchain, Op. Cit. 1960, 8.

[74] Alliot, M. Op. Cit. 1949, I, 375.

[75] Para Dendera, ver Porter y Moss, Op. Cit. 1970, Tomo VI, 100-103.

[76] Sauneron, S. y Stierlin, H., Op. Cit. 1975,  58.

[77] Ibidem.

[78] Bonnet, H. Reallexikon der �gyotischen Religionsgeschichte. Berl�n, 1952, 694-695. Gessler-L�hr, B. Die heiligen Seen in �gyptischer  Tempel. Hildesheim, 1983.

[79] Almagro Basch, M. El Templo de Debod. Madrid, 1971, 30-34.

[80] Hb qnt. Alliot, M. Op. Cit. 1954, II, 677-819.

[81] Ibidem, 441-557.

[82] Roeder, G. Op. Cit. 1911 # 227-230. Pl. 34.

[83] Ibidem # 215-216. Gauthier, H. Dictionnaire des noms g�ographiques contenues dans les textes hi�roglyphiques. El Cairo, 1925-1931. V, 179.

[84] Ibidem.

[85] Winter, E. �Abaton� en L�,  I, Wiesbaden, 1975, 2.

[86] Gauthier, H.  Op. Cit. 1925-1931. I, 37. En la localidad de Yinef, en la Baja Nubia se adoraba espec�ficamente al Amon de Debod. Ibidem, V, 85. Tambi�n conocemos la existencia del �Lugar donde se recorre la espesura pantanosa�, en la Baja Nubia, donde hab�a un lugar de culto relacionado con el Amon de Debod.

[87] Alliot, M. Op. Cit. 1949, I, 204-249.

[88] Ver Pantalacci y Traunecker, Op. Cit. 1990-1998. I,  304, n� 27.

[89] Gau, F. C. Op. Cit. 1819. Pl. 6 (E). Roeder, Op. Cit. 1911, Pls. 32-34. Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 3 (1-4). Mart�n Flores, A. y Priego, Op. Cit. 1992, 35.

[90] Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 3, (5-6).

[91] Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 3, (8).

[92] Porter y Moss. Op. Cit. 1975, 3, (9-10).

[93] Gau, Op. Cit. Pl. 6 [E]. Mahesa, dios con forma humana y cabeza de le�n representa una divinidad de origen egipcio, el dios Mihos que, introducido en Fil� en �poca ptolemaica, fue r�pidamente asimilado en la Baja Nubia. Ver infra nota 103.

[94] Ceremonia destinada a imponer el orden abatiendo �el caos� representado por los animales del desierto abatidos por el rey.

[95] Se representa en este rito el acto de ensanchar y asegurar las fronteras realizado por Horus, en este caso el emperador Augusto, a favor de su padre Osiris y de su madre, Isis. Es otra imagen de expresi�n de poder pol�tico bajo una simbolog�a ritual y religiosa.

[96] Se trata de una escena de �Ofrendas s�lidas� perteneciente al culto divino diario ante dos dioses que representan poderes protectores del fara�n Augusto y de su dominio en la zona de la catarata.

[97] Id�ntica reflexi�n para esta escena, tambi�n perteneciente al culto divino diario, pero referido a �Las Ofrendas l�quidas� y realizada ante un dios que tiene para la Baja Epoca una clara asimilaci�n con Onuris. Ver Kurth, D. �Thot� en L� VI. Wiesbaden, 1986, 510-511.

[98] Montero Herrero, S.  Comunicaci�n verbal en su conferencia �Estudio teol�gico de Debod�. Madrid, Museo de San Isidro, 23 de noviembre de 2000.

[99] Sala Q de Daumas y Derchain, Op. Cit. 1960, 8.

[100] Derchain, Ph. �Geburtshaus� en L� II, Wiesbaden, 1977, 463.

[101]Bruy�re, B. Rapport sur les fouilles de Deir el M�dineh. Fouilles de l�Institut fran�ais d�arch�ologie oriental du Caire. El Cairo, 1935-1940, fasc�culo I, 32-33 y 67-68. Porter y Moss, Op. Cit. 1972, II, 407 y plano XXXVIII.

[102] Derchain, Ph. Op. Cit. 1977, 462-475.

[103] Ve�se el mammisi del templo de Hat-Hor en Deir El Medina, construido con adobe. Bruy�re, B. Op. Cit. 1935-1940. Porter y Moss, Op. Cit. 1972, II, 407.

[104] Derchain, Ph. Op. Cit. 1977, 465.

[105] Ibidem, 466-472.

[106] Roeder,  G. Op. Cit. 1911, # 166-168.

[107] Roeder, G. Der Tempel von Dakke. El Cairo, 1930, I, 228; II, Pl. 89.

[108] Junker, H. y Winter, E. Das Geburtshaus des Tempels der Isis in Phil�. Viena, 1965, II, 40, 350.

[109] Ibidem, 472.

[110] Daumas, F. y Derchain, Ph., Op. Cit. 1960. Description arch�ologique, 8. Sala Q. Extra�amente Derchain habla de la pared este como lugar de localizaci�n del presunto armario, en tanto que omite referencia alguna al tragaluz.

[111] Moret, A. Op. Cit. 1902, 220.

[112] Alliot, M. Op. Cit. 1949, I, 1-195.

[113] Ibidem.

[114] Ibidem, 9.

[115] Ibidem, 7.

[116] En Debod, el vest�bulo (Pl. III, 4) har�a tambi�n las veces de la �sala del altar', tambi�n llamada �de las OfrendasܥhW�

[128] Martin, K. �Sanatorium� en L�, V, Wiesbaden, 1984, 376-379.

[128] Porter y Moss, Op. Cit. 1975, 4 (16-18). Roeder,  G. Op. Cit. 1911, # 137 y 139.

[129] Wildung, D. Imhotep und Amenhotep: Gottwerdung im alten �gypten. Berl�n, 1977.

[130] Roeder,  G. Op. Cit. 1911, # 135-137.

[131] Martin, K. Op. Cit. 1984,  377, fig. 1.

[132] Winter, E. �Philae� en L�, IV, Wiesbaden, 1982, 1022-1027.

[133] Mart�n Flores, A. y Priego, C. Op. Cit. 1992, 17.

[134] Gauthier, H.  Op. Cit. 1925-1931. I, 110; II, 6, 38, 76, 151.

[135] De Wit, C. Les inscriptions du Temple d�Opet � Karnak. III, Bruselas, 1968, 145 y ss.

[136] Ver supra nota 86.