THUTMOSIS III |
Por. D�a Teresa Bedman. |
Del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto. |
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Permaneci� bajo la tutela de Hatshepsut hasta el a�o 22 del reinado, aunque todo indica que Hatshepsut no tuvo mayores problemas para reconocerle como rey. En todo caso, cuando la reina desapareci� de la escena p�blica, Thutmosis III asumi� el poder en solitario convirti�ndose en el m�s importante rey guerrero del Imperio Nuevo. Si hubiera que definir el reinado de este fara�n, lo m�s exacto ser�a subrayar el car�cter militar que impregn� la vida de Egipto en aqu�lla �poca. Diecisiete campa�as militares en territorio sirio fueron encabezadas por el rey durante los veinte a�os de reinado que siguieron a su subida al poder en solitario. Quiz�s, el ambiente excesivamente pacifico de Egipto durante el reinado de Hatshepsut hab�a permitido a los asi�ticos reorganizarse y constituir de nuevo un peligro para los intereses egipcios en la regi�n que iba desde el pasillo sirio-palestino hasta el E�frates. Se supo que los pr�ncipes del Retenu hab�a concentrado fuerzas militares alrededor de la ciudad de Meggido; para conjurar ese peligro, Thutmosis III atraves� la frontera de Egipto en el a�o 23 del reinado, el primero en solitario, conquist� Gaza y lleg� a las puertas de Meggido. Para llegar hasta la ciudad eligi� el camino m�s dif�cil que, a la vez, era el m�s directo, encabezando personalmente la marcha de sus tropas. La victoria estaba asegurada aunque la ciudad no pudo ser conquistada sino despu�s de un sitio que dur� siete meses. Finalmente los jefes asi�ticos se rindieron entregando como bot�n enormes cantidades de oro, plata, lapisl�zuli y turquesa, y otros muchos productos valiosos, as� como caballos y carros. Las campa�as militares en Asia fueron muy numerosas, aunque hoy sepamos que solo cinco de ellas merecieron el nombre de tales. Tom� la ciudad de Kadesh, cuyo pr�ncipe alentaba la resistencia contra la penetraci�n egipcia en la zona. Adem�s, ocup� los puertos de la costa fenicia, lo que le permiti� controlar la navegaci�n costera del Mediterr�neo oriental. Una victoria al oeste de Alepo le asegur� el camino de Mesopotamia y la conquista de Karkemish le abri� sus puertas. Pero tambi�n combati� en el sur, marchando hacia el coraz�n profundo de Africa para controlar los intentos invasores de las tribus negras del actual Sud�n. En el Guebel el Barkal, casi a la altura de la cuarta catarata del r�o Nilo, se realizaron construcciones sagradas a favor del dios Am�n, se�al inequ�voca de su dominio sobre la zona.
Sin embargo, el rey Thutmosis III que, sin duda, tuvo muchas esposas y concubinas, no fue especialmente condescendiente con sus reinas. No permiti� que ninguna mujer aspirase a ejercer el deseo de controlar el trono. Su Gran Esposa Real parece haber sido la reina Merit-Ra Hatshepsut, pues de ella tuvo a su heredero, el futuro Amen-Hotep II.
Aunque Thutmosis III sea considerado como uno de los m�s importantes reyes que tuvo Egipto, durante su reinado comenzaron a hacerse patentes ciertos s�ntomas de desequilibrio que amenazar�an la estabilidad de la dinast�a. En efecto, de una parte, la influencia del clero del dios Amon de Tebas comenz� a ser de tal importancia que empez� a amenazar la independencia de la propia casa real. De otra parte, la pol�tica llevada a cabo para controlar a las mujeres de sangre real ser�a la causa de la anormal reacci�n de las mujeres reales en la segunda mitad de la dinast�a. Adem�s, durante el tiempo de Thutmosis III se inici� la costumbre de incorporar tanto al gineceo real como a los ej�rcitos del fara�n a personas de origen urrita y sirio-cananeo que, a la larga, aportar�an elementos de alteraci�n en el tradicional mundo egipcio. Todos estos factores desencadenar�a las grandes crisis posterior3es del final de la dinast�a . Tras treinta y tres a�os de reinado en solitario, el rey guerrero por excelencia de esta dinast�a muri�. Fue enterrado en el Valle de los Reyes en la tumba que hoy lleva el n�mero 34 del Valle de los Reyes, en cuyo interior se incluyeron magn�ficos textos funerarios inscritos en jerogl�fico cursivo expresi�n est�tica sobria y equilibrada que aun hoy nos maravilla. |