SEN-EN-MUT, FAVORITO DE LA REINA HATSHEPSUT
El arquitecto real se convirti� en el hombre de confianza de la famosa reina de Egipto.

Los perfiles de la historia del antiguo Egipto muestran una galer�a de personajes fascinantes que asoman sus rostros entre las brumas del pasado. Uno de ellos es, sin duda, Sen-en-Mut.

En Egipto no existi� un rey famoso sin un personaje en la sombra que controlase los resortes del poder. Alguien que conoc�a perfectamente los secretos recovecos de los templos. Uno que hablaba cuando todas las bocas guardaban silencio. Un esp�ritu superior que controlaba el pa�s, tanto a los altos cortesanos como a los humildes excavadores de canales, a los que observan el cielo y a los que guardaban los reba�os del dios. En suma, un hombre sabio que conoc�a perfectamente los secretos de las divinidades y los temores de los hombres. Sen-en-Mut fue uno de estos contados elegidos. Control� Egipto junto a Hatshepsut (1479-1457 a.C) durante los veintid�s a�os que dur� el reinado de esta c�lebre soberana.

SEN-EN-MUT, EL M�S GRANDE
ENTRE LOS GRANDES

Hatshepsut dio a Sen-en-Mut una posici�n superior que �ste no se recat� en proclamar, como indica un fragmento de una inscripci�n en una estatua de Am�n en Karnak: "Soy el m�s grande de los grandes en el pa�s entero, uno que escucha lo que debe ser escuchado, el �nico entre los �nicos, el mayordomo de Am�n Sen-en-Mut. [...] Soy el que entra [en el palacio real] siendo amado y [cuando] sale [de �l] es alabado, regocijando el coraz�n del rey diariamente, el Amigo, Gobernador de Palacio, Sen-en-Mut".

Nacido en el seno de una familia humilde, ascendi� a los m�ximos puestos del poder de la naci�n m�s poderosa de la tierra. Nacido en Iuny (Hermontis), centro de culto a Montu, dios de la guerra, all� vivi� sus primeros a�os de vida. Probablemente fue soldado en los ej�rcitos de c�lebres reyes guerreros como Amenhotep I y Tutmosis I, y con ellos, conoci� los gloriosos momentos de la expansi�n egipcia en el Pr�ximo Oriente y en Nubia.

Pero r�pidamente abandon� sus actividades militares para escalar los m�s importantes puestos de confianza en la corte, hasta que el fara�n Tutmosis I le nombr� preceptor de su hija, la princesa Hatshepsut.

La sucesi�n en el trono a la muerte de Tutmosis I provoc� una de las primeras crisis din�sticas del Imperio Nuevo. Hatshepsut, hija primog�nita de la Gran Esposa Real Ahmes Tasherit y de Tutmosis I, fue desposada con el hijo de una esposa secundaria, el enfermizo Tutmosis II, �nico descendiente var�n de su padre.

Este matrimonio no dur� mucho: cuatro a�os despu�s de subir al trono, Tutmosis II muri�, habiendo engendrado dos hijas con Hatshepsut y un var�n con una esposa secundaria, el futuro Tutmosis III, que ten�a poco m�s de cinco a�os al morir su padre. De este modo, Hatshepsut se vio due�a de Egipto. Al fin y al cabo ella era la primog�nita del rey y de la Gran Esposa Real, descendiente en l�nea directa de Ahmes Nefertari.

As� pues, Hatshepsut y Sen-en-Mut emprendieron la singladura de un fruct�fero reinado. �l fue, sin duda, su mentor, su asesor y gobernante en la sombra: un aut�ntico rey sin corona. Ella, fue el fara�n. Juntos pusieron en marcha uno de los m�s grandiosos programas de gobierno que conoci� la dinast�a XVIII.

EL TIEMPO DE SEN-EN-MUT

La prioridad de Sen-en-Mut fue conseguir que su soberana se erigiese en rey en plenos poderes, en un fara�n con todas las caracter�sticas y condiciones tradicionales. Luego abordaron unidos un ambicioso programa constructivo que incluy� la remodelaci�n de Tebas, la gran capital del sur de Egipto. El templo de Am�n de Karnak tambi�n fue renovado bajo la supervisi�n de Sen-en-Mut.

Todo ello fue la consecuencia de un proceso de divinizaci�n de la reina. Primero fue declarada hija carnal del dios Am�n, y despu�s se la asimil� a poderosas divinidades. La reina fue convertida en una nueva diosa Hathor, en su magn�fico templo de Deir el-Bahari; en la poderosa Satis, en la isla de Elefantina, y en la terrible diosa leona Pajet, en el Speos Artemidos, el templo excavado en la roca de Nubia por orden de la soberana.

Pero, sobre todo, Sen-en-Mut se encarg� de que la memoria de su reina perdurase por toda la eternidad. Para ello, busc� y dise�� el lugar de su culto perpetuo, el magn�fico Dyeser Dyeseru o "Maravilla de las Maravillas", como �l lo llam�: el templo de millones de a�os de Hatshepsut en Deir el-Bahari, concebido para unir a la reina con sus antepasados y con el poderoso dios Am�n de Tebas.

LA TUMBA DE SEN-EN-MUT

El equipo de la misi�n arqueol�gica del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto ha regresado a Espa�a despu�s de desarrollar la segunda campa�a (a�o 2004) del Proyecto sen-en-Mut, junto al templo de Deir el-Bahari, el Luxor occidental. Los trabajos de excavaci�n y conservaci�n llevados a cabo este a�o en el monumento TT 353, que perteneci� al Mayordomo de Am�n sen-en-Mut, constructor del templo de deir el-Bahari para la reina Hatshepsut, han dado unos extraordinarios resultados. El equipo de la misi�n ha realizado interesantes descubrimientos dentro del hipogeo y en el exterior del monumento. Se han encontrado fragmentos de paramentos con jerogl�ficos, abundantes restos cer�micos del Imperio Nuevo y otros elementos que servir�n para comprender mejor un �rea tan importante como es Deir el-Bahari, as� como el significado del monumento subterr�neo que se investiga. Una de las c�maras guarda en su interior el techo astron�mico m�s antiguo del mundo y las inscripciones de sus muros son de un alt�simo inter�s, por tratarse de textos egipcios religiosos �nicos e in�ditos. Su desciframiento, a cargo del equipo espa�ol, revelar� importantes datos sobre las creencias y pr�cticas religiosas en el antiguo Egipto.

Sin embargo, este lugar ser�a mucho m�s, ya que al otro lado del macizo rocoso donde se excavar�a el sancta sanctorun del templo, hab�a un uadi (el cauce seco de un r�o) que hoy conocemos como Valle de los Reyes. Pues bien, Sen-en-Mut construir�a para Hatshepsut su tumba en este valle sagrado, siendo la primera vez que se utilizaba como necr�polis real. De esta manera, el lugar donde descansar�a su cuerpo dentro del sarc�fago, en su tumba, estar�a conectado de una forma m�gica con la parte m�s profunda y sagrada de su templo funerario.

Mientras tanto, Sen-en-Mut hab�a sido nombrado preceptor de la princesa Neferure, hija de Hatshepsut. Son numerosas las estatuas que muestran al Mayordomo de Am�n Sen-en-Mut en una actitud muy paternal con la joven princesa (oficialmente hija de Hatshepsut y del difunto Tutmosis II), por lo que la hip�tesis de que fuese hija de ambos entra dentro de los veros�mil.

Como favorito de la reina, Sen-en-Mut alcanz� cuantos cargos cabe imaginar: ostent� hasta noventa y dos t�tulos religiosos y administrativos. Pero, por encima de todo, dej� sobradas huellas de su personalidad de hombre sabio. Dominaba el arte de la arquitectura y ciencias como la geometr�a y la astronom�a, de cuyo profundo conocimiento da cuenta el monumento TT353, una depencia subterr�nea del templo de la reina en Deir el-Bahari que hasta ahora hab�a sido mal denominada como su segunda tumba, y que recoge en el interior de una de sus c�maras el techo celeste m�s antiguo del mundo, donde est�n representados las constelaciones y los planetas conocidos en aquella �poca. Sus textos religiosos, redactados por el mismo Sen-en-Mut, se encuentran entre los m�s interesantes del antiguo Egipto.

El Mayordomo de Am�n no tuvo esposa ni hijos conocidos. La historia nos lo muestra como un hombre dedicado a servir en cuerpo y alma a su amada reina y que aspir� a compartir con ella la supervivencia en la eternidad, por medio de las numerosas representaciones que dej� de s� mismo en Deir el-bahari y en su propio monumento privado (TT71), construido para recibir culto personal y exacavado en la monta�a tebana. Hoy nos anima la esperanza de desvelar todos sus secretos.

Francisco Mart�n Valent�n y Teresa Bedman
Directores del Proyecto Sen-en-Mut
Revista Historia National Geographic
Marzo de 2005