EL REINADO DE AJ-EN-ATON ANTES DE AMARNA: el sue�o del "Horizonte de Aton en Tebas" |
Por. D. Francisco Mart�n Valent�n. |
Director del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto. |
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Veamos
los hechos, tal como probablemente fueron....... En
tiempos del rey Amen-Hotep III (1387-1348 a. C.) Egipto hab�a alcanzado
su cenit en todos los �rdenes. Aunque
no hay documento que lo pueda confirmar, todos los indicios apuntan hacia
el hecho de que, en el a�o 13 del reinado, debi� nacer en la ciudad real
de Per Hai ( lugar hoy conocido con el nombre de Malkata), en la orilla
occidental de Tebas, o en el palacio de Medinet Abu Ghurob,-el lugar
exacto no se sabe con certeza-, un ni�o al que se impuso el nombre de
Amen-Hotep. Era el primer var�n habido de la uni�n entre la Gran Esposa
Real Tiy y el fara�n. Su nombre significaba Am�n est� satisfecho,
pero, �realmente lo estar�a?. Acababa
de comenzar la vida del personaje probablemente m�s controvertido de toda
la historia de Egipto. Los
padres del pr�ncipe Amen-Hotep.
Los padres del pr�ncipe Amen-Hotep fueron el rey Amen-Hotep III y una mujer de origen noble, elevada al rango real, llamada Tiy. Ambos dos, y cada uno por su parte, representaban una especial situaci�n familiar que configuraba muy especialmente a la instituci�n real en el momento en que el futuro rey naci�.
De
este modo, se daban unas especiales caracter�sticas en los representantes
de la dinast�a que, sin duda, influyeron notablemente en la personalidad
del futuro heredero al trono. El
Pr�ncipe Amen-Hotep
Es
curioso que no se sepa pr�cticamente nada de la infancia del pr�ncipe
Amen-Hotep. Era pr�ctica habitual que las esposas e hijos del fara�n no
desempe�asen ning�n papel relevante en la corte mientras no eran m�s
que meras �expectativas de realeza�. Esta situaci�n cambiar�a
precisamente a partir del reinado de nuestro personaje. De
hecho, conocemos un solo y �nico documento donde Amen-Hotep aparece
citado a t�tulo de �pr�ncipe�; se trata de un tap�n de jarra que
lleva la inscripci�n �(Grasa) Dyeda del dominio del Hijo Real Verdadero
Amen-Hotep�. Por
tal motivo y porque las fuentes egipcias raramente nos han transmitido las
vicisitudes de los infantes reales antes de alcanzar la condici�n de
herederos al trono, cual era el caso del pr�ncipe, se hace dif�cil
tratar de recomponer las circunstancias de su infancia. Sin embargo, hay
que suponer, a partir de las im�genes que de �l se nos han conservado,
que ser�a desde ni�o un ser enfermizo y d�bil por cuya vida nadie
apostaba nada. Las
anomal�as del pr�ncipe de Egipto.
Parece
indiscutible que una de los rasgos que han caracterizado a la �poca del
Amarna sea la extra�a apariencia f�sica del rey y de la familia real.
Sobre esta cuesti�n se han vertido aut�nticos r�os de tinta.
As�
pues, y habida cuenta que, la tasa de mortalidad infantil en el Egipto
fara�nico parece debi� ser muy elevada, �cu�nto m�s dudosa ser�a la
supervivencia de un ni�o que reuniese las deficiencias org�nicas del pr�ncipe?.
El
verdadero heredero del trono: el pr�ncipe Thutmosis
Cuando
el pr�ncipe Amen-Hotep naci� no estaba destinado a ocupar el trono de
Egipto. Por
el contrario, en los complejos planes de sucesi�n din�stica que se
desarrollaban en el palacio real y los �mbitos de la corte, figuraba como
heredero, otro ni�o, el pr�ncipe
Thutmosis, primog�nito var�n nacido alrededor del a�o 11/12 del reinado
de Amen-Hotep III, posible fruto de la uni�n del soberano reinante con la
Gran Esposa Real Kilu-Hepa, hija del rey de Mitanni. De
hecho, la �nica representaci�n que se conoce de Amen-Hotep III en compa��a
del heredero al trono parece referirse a este �ltimo pr�ncipe. As�
pues, la Gran Esposa Real Tiy no deb�a encontrarse especialmente feliz,
habida cuenta que no hab�a podido dar a su regio esposo el primer hijo
var�n. Resulta obvio que el nacimiento de Thutmosis, hermano mayor de Amen-Hotep, estorbaba, desde luego, los planes y proyectos de la Primera Gran Esposa Real de Amen-Hotep III en orden a perpetuar su sangre en el trono de Egipto. Todo
ello significa que el hijo var�n de la reina Tiy nunca fue considerado, a
no ser por su propia madre, como el sucesor del fara�n hasta que su
hermano mayor, Thutmosis, hubo fallecido, lo que podr�a haber acontecido
alrededor del a�o 26 del reinado de Amen-Hotep III. Con
la muerte de Thutmosis, el joven Amen-Hotep accedi�, pues, a la categor�a
de �Hijo mayor del Rey�, lo que equival�a a heredero al trono. En
aqu�l tiempo el pr�ncipe debi� ser instruido en las antiqu�simas
doctrinas solares que hac�an del dios Atum-Ra el creador del mundo por
los sacerdotes de Heli�polis, la sagrada ciudad del sol. Tambi�n
parece que, a la muerte del pr�ncipe heredero Thutmosis, Amen-Hotep hered�
todas las funciones y cargos que aqu�l
hab�a pose�do. En
consecuencia habr�a ocupado el cargo de
Sumo Sacerdote del dios Ptah de Menfis. En calidad de tal, �l ser�a
�El m�s grande los artesanos�, responsable del dise�o de
todos los trabajos art�sticos que
se hicieran en Egipto. El
pr�ncipe Amen-Hotep sube al Trono de las Dos Tierras.
La
instituci�n de la corregencia, en virtud de la cual se produc�a el
reinado de dos soberanos al mismo tiempo, el viejo rey junto al nuevo fara�n
que deber�a sucederle en el trono, fue una costumbre relativamente
habitual en la historia de Egipto No
obstante estos antecedentes, una de las cuestiones que han caracterizado
el estudio de este periodo ha sido la discusi�n entre investigadores a
prop�sito de si hubo o no corregencia entre el pr�ncipe Amen-Hotep
y su padre. Sin
embargo, hay una enorme cantidad de indicios que, examinados en su
conjunto, avalan la posibilidad de que hubiera habido corregencia entre
padre e hijo. Es
probable, pues, que durante el primer mes de peret (estaci�n de la germinaci�n)
del a�o 28 de su padre ( hacia finales de
octubre o noviembre del a�o 1360 a. de C.), el joven pr�ncipe
Amen-Hotep fuese alzado a la realeza, a fin de gobernar las Dos Tierras
(el Alto y el Bajo Egipto). Comenzaba
as� uno de los episodios m�s dram�ticos de la historia del antiguo
Egipto. Su ascenso al trono debi� ser celebrado como un bien para el pa�s.
Nadie pod�a sospechar los tiempos turbulentos que se avecinaban. Es
sabido que, cuando los reyes egipcios sub�an al trono adoptaban cinco
nombres diferentes, dos de los cuales se encerraban dentro de cartuchos,
constituyendo todos, en su conjunto, la llamada �titulatura real�.
Estas titulaturas de los reyes egipcios encerraban en su enunciado una
especie de pronunciamiento program�tico del nuevo reinado. Pues bien, los
nombres que adopt� el joven Amen-Hotep IV fueron bastante equ�vocos en
alguno de sus sentidos y demasiado claros en otros. La
titulatura asumida por el
nuevo rey fue la siguiente: El
de Horus �Toro poderoso de las Dos Altas Plumas�. El
de las Dos Se�oras �El que es grande de realeza en Ipet Sut (Karnak)�. El
de Horus de Oro �El que lleva puestas las coronas en On del Sur (Hermonthis)�. El
Rey del Alto y del Bajo Egipto �Nefer-Jeperu-Ra
Ua-en-Ra (Perfectas son las evoluciones de Ra: �l es el �nico que
pertenece a Ra.)� El
Hijo de Ra �Amen-Hotep Netcher Heka Uaset.(Amon, el divino regente de Tebas, est�
satisfecho).� De
una parte, su adscripci�n al dios imperial tebano quedaba establecida de
modo indudable. �l era el de las
Dos Altas Plumas, ep�teto inequ�vocamente amoniano. Tambi�n
proclamaba que su Realeza era grande en Ipet Sut (Karnak), siendo este el lugar por
excelencia donde el dios Am�n ten�a su principal centro de culto y de
poder. Sin
embargo, su nombre de Horus de Oro probablemente hac�a referencia al
lugar donde se hab�an celebrado sus ceremonias de entronizaci�n y
consagraci�n ante los dioses como rey de las Dos Tierras. Este era
Hermonthis, la ciudad sagrada del dios solar y guerrero Montu. Ello
quiere decir que, por primera vez desde la fundaci�n de la dinast�a, el
nuevo fara�n no recib�a las coronas y las insignias de la realeza en los
dominios del dios Am�n, haci�ndolo, por el contrario, en el recinto
sagrado de un dios tebano m�s antiguo, al cual hab�a eclipsado el
primero en su imparable avance como todopoderoso dios tutelar de la dinast�a.
Amen-Hotep
IV fue el cuarto rey de la dinast�a que, a trav�s de su nombre que
significaba �Am�n esta satisfecho� estaba bajo la tutela
directa del gran dios de Tebas. Sin embargo, �l iba a ser el mayor y m�s
sa�udo enemigo del dios y de su poder. Los
primeros a�os del reinado.
R�pidamente,
el joven rey organiz� su propia corte para llevar a cabo el proyecto de
reinado. De
hecho, de modo casi inmediato a su subida al trono, Amen-Hotep IV comenz�
a hacer imperar los principios y conceptos religiosos solares en los que
se hab�a formado durante el ejercicio del cargo de Sumo Sacerdote de Ra
en Heli�polis. Cre� su
propia escuela art�stica, al frente de la cual puso al Jefe de Escultores
Bak, hijo de Men, que era el Jefe de Escultores de Amen-Hotep III. Bak nos
cuenta en una inscripci�n que fue el propio rey quien le instruy� sobre
la manera como se deb�a representar la realidad. Durante
el tiempo que medi� entre la subida al trono del nuevo rey y la apertura
de ese nuevo estilo que, se puede calcular en un a�o y medio
aproximadamente, la presencia de la Reina madre Tiy cerca de su hijo se
hace totalmente evidente, en realidad estar�an siempre unidos de un modo
muy especial. Su mayordomo, el noble Jeruef, hizo representar en su tumba
a los soberanos, padres del corregente, recibiendo culto de su hijo; pero
tambi�n muestra a la Reina madre y al hijo, separados, pero simb�licamente
vinculados, en las representaciones del interior de la capilla. Las
primeras inscripciones oficiales del reinado son las existentes en Sernij
y en Guebel el-Silsila. La
primera de estas inscripciones est� relacionada con la ejecuci�n de
ciertas obras a favor Nejebt, la diosa tutelar del Alto Egipto. Es seguro
que, desde la subida al trono el nuevo rey hizo patente su orientaci�n
hacia el nuevo culto solar. As� en la citada inscripci�n de Sernij, el
rey es representado haciendo una ofrenda a Amon, aunque a continuaci�n de
sus nombres , el rey hace consignar que �l es el Primer
Profeta de Hor-Ajty que se alza en el cielo en su nombre de Shu (luz
solar) que est� en el Disco (Aton). La
inscripci�n del Guebel el-Silsila, tiene que ver, sin embargo con el
inicio de las obras para edificar un templo al dios solar Ra Hor-Ajty.
Este templo comenz� a construirse dentro del mismo recinto del templo de
Am�n en Karnak. Es este, uno de los indicios que permite comprender que
el ambiente en la capital de Tebas deb�a ya, desde el principio, ser muy
tenso. Parece
que el nombre del dios Ra Hor-Ajty se insert� dentro de cartuchos, como
en los nombres reales, en cierta fase de construcci�n de su templo en
Karnak. Su imagen, en origen antropomorfa con cabeza de halc�n, se
modific� luego para mostrar al dios bajo la forma de un sol radiante con
m�ltiples manos en actitud de bendecir. No se sabe con certeza si el
templo fue finalmente concluido. Lo m�s veros�mil es pensar que dicha
construcci�n no lleg� a pasar de sus inicios. Es posible que la reacci�n
airada del clero tebano en contraste con la vertiginosa evoluci�n del
pensamiento religioso del monarca condujesen a la r�pida suspensi�n de
los trabajos en el recinto del templo de Karnak. Por
otra parte, casi al mismo tiempo, la figura del joven rey fue
inmediatamente incorporada dentro de los programas de obras concebidas por
el clero de Amon en Karnak. All� se estaba concluyendo el m�s colosal de
los pilonos de acceso al templo del dios de Tebas. Lo hab�a ordenado
construir Amen-Hotep III y en aquel momento se estaba llevando a cabo la
decoraci�n de sus caras con los temas cl�sicos en
los que la realeza era mostrada llevando a cabo actos rituales de
poder inequ�vocamente emanado de la protecci�n recibida de su padre, el
dios Amon. En
la cara oeste de la torre sur del pilono se comenz� a representar a
Amen-Hotep IV ejecutando una escena de masacre ritual de los enemigos de
Egipto. Al mismo periodo puede pertenecer el triple templete dedicado a la
tr�ada tebana, los dioses Am�n, Mut y Jonsu, a nombre del rey en Sesebi,
entre la segunda y tercera cataratas. El
desposamiento de Amen-Hotep
IV con la reina Nefert-Ity.
De
hecho, se la supone descendiente de la reina Ahm�s Nefert-Ary. En cuanto
a su padre, todo parece indicar que fue Ay, hermano de la reina Tiy. Por
el contrario, de su madre no se sabe nada. Solo consta que la posible
segunda esposa de Ay, la Dama Tiyi, port� el t�tulo de �nodriza� de
la reina, lo que hace pensar que se encarg� de su crianza. En
ninguno de los monumentos e inscripciones citados se ve representada a la
futura reina Nefert-Ity, por esa raz�n es l�gico pensar que el rey la
despos� con posterioridad a su nombramiento como corregente, puede que,
entre el a�o uno y el dos de su reinado. Con
tal motivo, e imitando lo que su padre hizo cuando contrajo matrimonio con
la reina Tiy se hizo una emisi�n, con dos versiones textuales ligeramente
diferentes entre s�, del �nico escarabeo conmemorativo conocido de
Amen-Hotep IV. En
todo caso, la que podr�a ser la primera imagen conocida de la pareja
real, es datable con cierta seguridad alrededor del a�o 30 de Amen-Hotep
III, es decir del a�o dos de su reinado. Se trata de la representaci�n
realizada en el nuevo estilo art�stico que, en adelante ser�a el
habitual hasta el final del Amarna, existente en la tumba del Visir
Ra-Mose que muestra a Amen-Hotep IV y a Nefert-Ity en la Ventana de las Apariciones del Guemet-pa-Iten
del Templo de Aton en Karnak. Merece
la pena destacar el hecho de que, hasta que este matrimonio se produjo,
las representaciones del rey obedec�an a�n a los c�nones ortodoxos. Fue
a partir del momento en que Nefert-Ity apareci� en escena cuando se
instaur� el nuevo estilo art�stico que ser�a el usual en el mundo am�rnico.
A partir de esta observaci�n se ha afirmado el papel preponderante que,
presumiblemente, debi� desempe�ar la reina en el desenvolvimiento de los
acontecimientos del mundo de El Amarna.
Aunque
Nefert-Ity dio, al menos, seis hijas a Aj-en-Aton, solo las dos primeras
nacieron antes de que el rey abandonase Tebas para fundar su nueva ciudad
de Ajet-Aton, en el actual El Amarna; �stas fueron la princesa
Merit-Aton, nacida en el a�o 4, y la princesa Meket-Aton, en el 5. Las otras cuatro princesas
nacer�an en la nueva ciudad del Disco Solar. El
Horizonte de Aton en Tebas.
Contra
todo lo que generalmente se cree, Amen-Hotep IV no fund� su primer lugar de adoraci�n del disco Aton en
Amarna, sino en Tebas. Sabemos que el programa de reinado de Amen-Hotep IV
se comenz� a desarrollar poniendo en marcha una gran serie de obras
constructivas en la tradicional capital de Amon, Tebas y, probablemente en
otras capitales de Egipto, tales como Menfis en el Bajo Egipto o Herm�polis,
en el Egipto Medio. En todas ellas procedi�
a declarar la existencia del Ajet-Aton u �Horizonte-del-Disco�,
haciendo referencia al lugar por donde, al amanecer, sale el sol, es
decir, el Este. Dentro de esta pol�tica religiosa, parece que Amen-Hotep
IV, decidiera que Tebas fuera el m�s importante de todos los lugares de
adoraci�n del disco solar. Incluso intent� cambiar el nombre de la
ciudad, suprimiendo el tradicional de �Uaset� y otorg�ndole el de
�Ajet-Aton� que, a partir del a�o 5 de su reinado, dar�a
definitivamente a la nueva ciudad fundada en Amarna. Es evidente que la primera ruptura frontal hacia la nueva orientaci�n pol�tica y religiosa se produjo en las cercan�as del a�o 30/31 de Amen-Hotep III. Estos dos primeros a�os del reinado tuvieron una enorme trascendencia para la configuraci�n de la llamada ��poca am�rnica�, que surgir�a a partir del a�o cinco. El
marco de las celebraciones del primer ciclo de treinta a�os de reinado,
el llamado festival Sed, de su padre,Amen-Hotep III, dio al nuevo rey la
pauta de su nueva orientaci�n religioso-pol�tica.
De este Jubileo, Amen-Hotep IV, a su vez , se beneficiar�a como soberano de Egipto. As� se inaugur� el Guemet Pa Iten, o �Lugar donde se halla el Disco Aton�. En
primer t�rmino se decidi� la construcci�n del
Guemet-pa-Iten que result� ser un ensayo general de la futura
arquitectura religiosa de El Amarna. Pero la actividad constructiva debi�
ser enorme. Pi�nsese que, en la zona Este de Tebas se han identificado al
menos ocho templos construidos con el procedimiento de los bloques de
peque�o tama�o. El
orden de construcci�n de los edificios ser�a el siguiente: El
Guemet-Pa-Iten y el Hut Ben-Ben; el Rudi Menu y,
finalmente, el Teni Menu. Existen
restos de otros edificios todav�a mal identificados como el
Hai-em-Ajet y el
Maru Septentrional de Aton. Resulta,
pues, que en el momento de su ascensi�n al trono, Amen-Hotep IV
hab�a concebido ya todo su sistema de pensamiento que aparecer�a casi
inmediatamente por escrito en la definici�n de Ra Hor-Ajty y,
poco despu�s, en el lenguaje pl�stico, el cual ir�a variando
durante todo el reinado, pero sin perder nunca sus caracteres
fundamentales. Pero tambi�n resulta evidente que en la materializaci�n
de dicho programa tuvo mucho que ver la nueva reina, la Gran Esposa Real
de Amen-Hotep IV, Nefert-Ity. La
ruptura con el clero del dios
Amon se hace inevitable. Sin
embargo, hay datos que permitir�an pensar que, al menos durante los
primeros cuatro a�os del reinado, se prosiguieron sin aparentes problemas
las relaciones normales entre el rey y el clero de Amon. Tal es el caso de
los grafitos del Uadi El-Hammamat que representan al rey haciendo ofrendas
al dios Amon-Ra. Bajo
tal 'realidad oficial', quiz�s impuesta por los sacerdotes, se advierte,
no obstante, c�mo el joven rey se opuso a esta forzada integraci�n, lo
que debi� hacer de modo tajante. Por ejemplo, la decoraci�n del tercer
pilono en el templo de Karnak
qued� inconclusa de una manera radical. La contradicci�n de los
acontecimientos es flagrante; es evidente que, al mismo tiempo, el rey hab�a
concebido ya su idea de la ciudad del Horizonte de Aton sin pensar en El
Amarna. En realidad el rey hab�a decidido que la orilla Este de Tebas ser�a
la capital de su nuevo dios. As� lo prueban varias inscripciones
documentadas en diversos objetos hallados en la zona tebana. Pero,�Cu�les
fueron los acontecimientos puntuales que desencadenaron la dr�stica
decisi�n real de abandonar la ciudad de Am�n?. Sin
duda las evidencias nos indican que debi� escuchar grandes quejas, puesto
que as� lo hizo saber en los textos de las estelas de frontera de
Ajet-Aton en El Amarna. Tambi�n
parece evidente el profundo sentimiento de rabia que tal contrariedad debi�
producir al monarca. As� pues, en el a�o cinco de su reinado, Amen-Hotep IV, adopt� dos graves decisiones que significaban la ruptura total con el mundo de Tebas y con su propio mundo anterior: Primero, cambi� su nombre de Amen-Hotep (Am�n est� satisfecho) por el de Aj-en-Aton (El esp�ritu luminoso de At�n), con el que pasar� a la historia; inmediatamente despu�s, orden� el abandono de Tebas y decret� la fundaci�n de la nueva ciudad del Horizonte del Disco Solar, Ajet-Aton, en un lugar situado unos 450 kil�metros al norte de Tebas que no pertenec�a a ning�n dios o diosa y que, a tales fines, le hab�a sido revelado por su padre el dios Aton. Es
muy probable que, al mismo tiempo que decidi� su abandono de la capital
de Amon, se produjeron las primeras persecuciones de funcionarios y
cortesanos partidarios de este dios. Seg�n
todos los indicios, despu�s de la celebraci�n del primer Jubileo del a�o
30 de Amen-Hotep III, comenz� la implantaci�n a marchas forzadas del
nuevo sistema atoniano. Quiz�s una de las razones de mayor peso para abandonar Tebas fuera obtener el necesario alejamiento de un centro de oposici�n en el que, de momento, tampoco se pod�a actuar de modo dr�stico para doblegar la osada oposici�n a los designios del nuevo rey. Todo este conjunto de sensaciones se pueden captar a partir de documentos tales como los fragmentos de los decretos por los que se acordaba que los templos de los dem�s dioses deb�an pagar impuestos muy onerosos en favor del nuevo dios Aton. En
el fondo, la salida de Tebas fue, m�s bien, el abandono de Tebas. Era
obvio que los planes del rey no saldr�an adelante en medio del hostil
ambiente de la capital del sur. En resumen, la experiencia tebana de
Amen-Hotep IV fue la expresi�n del fracaso del proyecto de implantaci�n
de su nuevo sistema religioso en dicho lugar. |