EL REINADO DE AJ-EN-ATON ANTES DE AMARNA: el sue�o del "Horizonte de Aton en Tebas"

 

Por. D. Francisco Mart�n Valent�n.

Director del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto.

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Casi todos hemos o�do hablar de la revoluci�n de Amarna; la historia del fara�n hereje que quiso imponer el monote�smo predicando un reino de igualdad para todos los hombres, de amor a la verdad y de paz: el m�stico Aj-en-Aton, el rey que construy� una nueva ciudad para su dios.

Sien embargo pocos son los que conocen que, antes de Amarna, sucedieron muchos acontecimientos sin los que la experiencia am�rnica nunca hubiera existido.

 

 Aje-en-Aton, procedente de Karnak. � I.EA.E.

Veamos los hechos, tal como probablemente fueron.......

En tiempos del rey Amen-Hotep III (1387-1348 a. C.) Egipto hab�a alcanzado su cenit en todos los �rdenes.  Aunque no hay documento que lo pueda confirmar, todos los indicios apuntan hacia el hecho de que, en el a�o 13 del reinado, debi� nacer en la ciudad real de Per Hai ( lugar hoy conocido con el nombre de Malkata), en la orilla occidental de Tebas, o en el palacio de Medinet Abu Ghurob,-el lugar exacto no se sabe con certeza-, un ni�o al que se impuso el nombre de Amen-Hotep. Era el primer var�n habido de la uni�n entre la Gran Esposa Real Tiy y el fara�n. Su nombre significaba Am�n est� satisfecho, pero, �realmente lo estar�a?.

Acababa de comenzar la vida del personaje probablemente m�s controvertido de toda la historia de Egipto.

 

Los padres del pr�ncipe Amen-Hotep.

Los padres del pr�ncipe Amen-Hotep fueron el rey Amen-Hotep III y una mujer de origen noble, elevada al rango real, llamada Tiy. Ambos dos, y cada uno por su parte, representaban una especial situaci�n familiar que configuraba muy especialmente a la instituci�n real en el momento en que el futuro rey naci�.

 

El rey Amen-Hotep III,  noveno fara�n de la dinast�a reinante, era el hijo y sucesor de Thutmosis IV. Su ascendencia ten�a una serie de antecedentes que, aunque perteneciente a la l�nea din�stica, mostraba la desviaci�n del original tronco ahm�sida que hab�an tra�do consigo las sucesivas alteraciones sucesorias a trav�s de mujeres que no descend�an directamente de los fundadores de la dinast�a.

 El rey, Amen-Hotep III.�I.E.A.E

La madre, la reina Tiy, resultaba ser la hija de una mujer que llev� el t�tulo de �Ornamento Real�; dicho t�tulo implicaba una posible relaci�n con Thutmosis IV, de modo que aqu�lla pudiera haber estado directamente emparentada consangu�neamente con su esposo a t�tulo de medio-hermana. Oficialmente sabemos que los padres de la reina Tiy fueron la noble dama Tuia y el General de Carros Yuia. Este �ltimo parece, seg�n todas las evidencias, que era de ascendencia extranjera, mientras que Tuia pertenec�a a la nobleza local del Egipto medio.

Gran Esposa Real, Tiy

De este modo, se daban unas especiales caracter�sticas en los representantes de la dinast�a que, sin duda, influyeron notablemente en la personalidad del futuro heredero al trono.

 

El Pr�ncipe Amen-Hotep

Es curioso que no se sepa pr�cticamente nada de la infancia del pr�ncipe Amen-Hotep. Era pr�ctica habitual que las esposas e hijos del fara�n no desempe�asen ning�n papel relevante en la corte mientras no eran m�s que meras �expectativas de realeza�. Esta situaci�n cambiar�a precisamente a partir del reinado de nuestro personaje.

De hecho, conocemos un solo y �nico documento donde Amen-Hotep aparece citado a t�tulo de �pr�ncipe�; se trata de un tap�n de jarra que lleva la inscripci�n �(Grasa) Dyeda del dominio del Hijo Real Verdadero Amen-Hotep�.

Por tal motivo y porque las fuentes egipcias raramente nos han transmitido las vicisitudes de los infantes reales antes de alcanzar la condici�n de herederos al trono, cual era el caso del pr�ncipe, se hace dif�cil tratar de recomponer las circunstancias de su infancia. Sin embargo, hay que suponer, a partir de las im�genes que de �l se nos han conservado, que ser�a desde ni�o un ser enfermizo y d�bil por cuya vida nadie apostaba nada.

 

Las anomal�as del pr�ncipe de Egipto.

Parece indiscutible que una de los rasgos que han caracterizado a la �poca del Amarna sea la extra�a apariencia f�sica del rey y de la familia real. Sobre esta cuesti�n se han vertido aut�nticos r�os de tinta.

Aldred crey� ver en las representaciones f�sicas de Aj-en-Aton la existencia del llamado s�ndrome de Frh�lich, trastorno endocrino que altera las caracter�sticas sexuales de los individuos.

Sin embargo, en sus recientes investigaciones, Bob Bryer ha propuesto que la enfermedad cong�nita que delatan las im�genes de Aj-en-Aton deber�a identificarse preferiblemente con el s�ndrome de Marfan. Esto explicar�a mejor el hecho de que sus descendientes tambi�n estuviesen afectados por semejantes caracter�sticas f�sicas deformantes.

En cualquier caso parece l�gico asumir preferiblemente la hip�tesis de la existencia de una tara f�sica que la de una simple moda de representaci�n est�tica para explicar el anormal aspecto  f�sico de Aj-en-Aton y sus descendientes.

As� pues, y habida cuenta que, la tasa de mortalidad infantil en el Egipto fara�nico parece  debi� ser muy elevada, �cu�nto m�s dudosa ser�a la supervivencia de un ni�o que reuniese las deficiencias org�nicas del pr�ncipe?.

 

El verdadero heredero del trono: el pr�ncipe Thutmosis .

Cuando el pr�ncipe Amen-Hotep naci� no estaba destinado a ocupar el trono de Egipto.

Por el contrario, en los complejos planes de sucesi�n din�stica que se desarrollaban en el palacio real y los �mbitos de la corte, figuraba como heredero, otro ni�o,  el pr�ncipe Thutmosis, primog�nito var�n nacido alrededor del a�o 11/12 del reinado de Amen-Hotep III, posible fruto de la uni�n del soberano reinante con la Gran Esposa Real Kilu-Hepa, hija del rey de Mitanni.

De hecho, la �nica representaci�n que se conoce de Amen-Hotep III en compa��a del heredero al trono parece referirse a este �ltimo pr�ncipe.

As� pues, la Gran Esposa Real Tiy no deb�a encontrarse especialmente feliz, habida cuenta que no hab�a podido dar a su regio esposo el primer hijo var�n.

Resulta obvio que el nacimiento de Thutmosis, hermano mayor de Amen-Hotep, estorbaba, desde luego, los planes y proyectos de la Primera Gran Esposa Real de Amen-Hotep III en orden a perpetuar su sangre en el trono de Egipto.

Todo ello significa que el hijo var�n de la reina Tiy nunca fue considerado, a no ser por su propia madre, como el sucesor del fara�n hasta que su hermano mayor, Thutmosis, hubo fallecido, lo que podr�a haber acontecido alrededor del a�o 26 del reinado de Amen-Hotep III.

Con la muerte de Thutmosis, el joven Amen-Hotep accedi�, pues, a la categor�a de �Hijo mayor del Rey�, lo que equival�a a heredero al trono.

En aqu�l tiempo el pr�ncipe debi� ser instruido en las antiqu�simas doctrinas solares que hac�an del dios Atum-Ra el creador del mundo por los sacerdotes de Heli�polis, la sagrada ciudad del sol.

Tambi�n parece que, a la muerte del pr�ncipe heredero Thutmosis, Amen-Hotep hered� todas las funciones y cargos que  aqu�l hab�a pose�do.  En consecuencia habr�a ocupado el cargo de  Sumo Sacerdote del dios Ptah de Menfis. En calidad de tal, �l ser�a �El m�s grande los artesanos�, responsable del dise�o de todos los trabajos art�sticos  que se hicieran en Egipto.

 

El pr�ncipe Amen-Hotep sube al Trono de las Dos Tierras.

La instituci�n de la corregencia, en virtud de la cual se produc�a el reinado de dos soberanos al mismo tiempo, el viejo rey junto al nuevo fara�n que deber�a sucederle en el trono, fue una costumbre relativamente habitual en la historia de Egipto

No obstante estos antecedentes, una de las cuestiones que han caracterizado el estudio de este periodo ha sido la discusi�n entre investigadores a prop�sito de si hubo o no corregencia entre el pr�ncipe Amen-Hotep  y su padre.

Sin embargo, hay una enorme cantidad de indicios que, examinados en su conjunto, avalan la posibilidad de que hubiera habido corregencia entre padre e hijo.

Es probable, pues, que durante el primer mes de peret (estaci�n de la germinaci�n) del a�o 28 de su padre ( hacia finales de  octubre o noviembre del a�o 1360 a. de C.), el joven pr�ncipe Amen-Hotep fuese alzado a la realeza, a fin de gobernar las Dos Tierras (el Alto y el Bajo Egipto).

Comenzaba as� uno de los episodios m�s dram�ticos de la historia del antiguo Egipto. Su ascenso al trono debi� ser celebrado como un bien para el pa�s. Nadie pod�a sospechar los tiempos turbulentos que se avecinaban.

Es sabido que, cuando los reyes egipcios sub�an al trono adoptaban cinco nombres diferentes, dos de los cuales se encerraban dentro de cartuchos, constituyendo todos, en su conjunto, la llamada �titulatura real�. Estas titulaturas de los reyes egipcios encerraban en su enunciado una especie de pronunciamiento program�tico del nuevo reinado. Pues bien, los nombres que adopt� el joven Amen-Hotep IV fueron bastante equ�vocos en alguno de sus sentidos y demasiado claros en otros.

La titulatura asumida  por el nuevo rey fue la siguiente:

El de Horus �Toro poderoso de las Dos Altas Plumas�.

El de las Dos Se�oras �El que es grande de realeza en Ipet Sut (Karnak)�.

El de Horus de Oro �El que lleva puestas las coronas en On del Sur (Hermonthis)�.

El Rey del Alto y del Bajo Egipto �Nefer-Jeperu-Ra Ua-en-Ra (Perfectas son las evoluciones de Ra: �l es el �nico que pertenece a Ra.)�

El Hijo de Ra �Amen-Hotep Netcher Heka Uaset.(Amon, el divino regente de Tebas, est� satisfecho).�

De una parte, su adscripci�n al dios imperial tebano quedaba establecida de modo indudable. �l era el de las Dos Altas Plumas, ep�teto inequ�vocamente amoniano. Tambi�n proclamaba que su Realeza era grande en Ipet Sut (Karnak), siendo este el lugar por excelencia donde el dios Am�n ten�a su principal centro de culto y de poder.

Sin embargo, su nombre de Horus de Oro probablemente hac�a referencia al lugar donde se hab�an celebrado sus ceremonias de entronizaci�n y consagraci�n ante los dioses como rey de las Dos Tierras. Este era Hermonthis, la ciudad sagrada del dios solar y guerrero Montu.

Ello quiere decir que, por primera vez desde la fundaci�n de la dinast�a, el nuevo fara�n no recib�a las coronas y las insignias de la realeza en los dominios del dios Am�n, haci�ndolo, por el contrario, en el recinto sagrado de un dios tebano m�s antiguo, al cual hab�a eclipsado el primero en su imparable avance como todopoderoso dios tutelar de la dinast�a.

Amen-Hotep IV fue el cuarto rey de la dinast�a que, a trav�s de su nombre que significaba �Am�n esta satisfecho� estaba bajo la tutela directa del gran dios de Tebas. Sin embargo, �l iba a ser el mayor y m�s sa�udo enemigo del dios y de su poder.

Los primeros a�os del reinado.

R�pidamente, el joven rey organiz� su propia corte para llevar a cabo el proyecto de reinado.

De hecho, de modo casi inmediato a su subida al trono, Amen-Hotep IV comenz� a hacer imperar los principios y conceptos religiosos solares en los que se hab�a formado durante el ejercicio del cargo de Sumo Sacerdote de Ra en Heli�polis. Cre�  su propia escuela art�stica, al frente de la cual puso al Jefe de Escultores Bak, hijo de Men, que era el Jefe de Escultores de Amen-Hotep III. Bak nos cuenta en una inscripci�n que fue el propio rey quien le instruy� sobre la manera como se deb�a representar la realidad.

Durante el tiempo que medi� entre la subida al trono del nuevo rey y la apertura de ese nuevo estilo que, se puede calcular en un a�o y medio aproximadamente, la presencia de la Reina madre Tiy cerca de su hijo se hace totalmente evidente, en realidad estar�an siempre unidos de un modo muy especial. Su mayordomo, el noble Jeruef, hizo representar en su tumba a los soberanos, padres del corregente, recibiendo culto de su hijo; pero tambi�n muestra a la Reina madre y al hijo, separados, pero simb�licamente vinculados, en las representaciones del interior de la capilla.

Las primeras inscripciones oficiales del reinado son las existentes en Sernij y en Guebel el-Silsila. La primera de estas inscripciones est� relacionada con la ejecuci�n de ciertas obras a favor Nejebt, la diosa tutelar del Alto Egipto. Es seguro que, desde la subida al trono el nuevo rey hizo patente su orientaci�n hacia el nuevo culto solar. As� en la citada inscripci�n de Sernij, el rey es representado haciendo una ofrenda a Amon, aunque a continuaci�n de sus nombres , el rey hace consignar que �l es el Primer Profeta de Hor-Ajty que se alza en el cielo en su nombre de Shu (luz solar) que est� en el Disco (Aton).

La inscripci�n del Guebel el-Silsila, tiene que ver, sin embargo con el inicio de las obras para edificar un templo al dios solar Ra Hor-Ajty. Este templo comenz� a construirse dentro del mismo recinto del templo de Am�n en Karnak. Es este, uno de los indicios que permite comprender que el ambiente en la capital de Tebas deb�a ya, desde el principio, ser muy tenso.

Parece que el nombre del dios Ra Hor-Ajty se insert� dentro de cartuchos, como en los nombres reales, en cierta fase de construcci�n de su templo en Karnak. Su imagen, en origen antropomorfa con cabeza de halc�n, se modific� luego para mostrar al dios bajo la forma de un sol radiante con m�ltiples manos en actitud de bendecir. No se sabe con certeza si el templo fue finalmente concluido. Lo m�s veros�mil es pensar que dicha construcci�n no lleg� a pasar de sus inicios. Es posible que la reacci�n airada del clero tebano en contraste con la vertiginosa evoluci�n del pensamiento religioso del monarca condujesen a la r�pida suspensi�n de los trabajos en el recinto del templo de Karnak.

Por otra parte, casi al mismo tiempo, la figura del joven rey fue inmediatamente incorporada dentro de los programas de obras concebidas por el clero de Amon en Karnak. All� se estaba concluyendo el m�s colosal de los pilonos de acceso al templo del dios de Tebas. Lo hab�a ordenado construir Amen-Hotep III y en aquel momento se estaba llevando a cabo la decoraci�n de sus caras con los temas cl�sicos en  los que la realeza era mostrada llevando a cabo actos rituales de poder inequ�vocamente emanado de la protecci�n recibida de su padre, el dios Amon.

En la cara oeste de la torre sur del pilono se comenz� a representar a Amen-Hotep IV ejecutando una escena de masacre ritual de los enemigos de Egipto. Al mismo periodo puede pertenecer el triple templete dedicado a la tr�ada tebana, los dioses Am�n, Mut y Jonsu, a nombre del rey en Sesebi, entre la segunda y tercera cataratas.

El desposamiento  de Amen-Hotep IV con la reina Nefert-Ity.

Nerfert-Ity fue, con la reina Tiy, el personaje m�s influyente cerca de Amen-Hotep IV. Surge en la historia del reinado de repente. De hecho, el origen de esta reina es un tema muy debatido entre los especialistas del periodo. En ninguna de las inscripciones halladas hasta el momento que se refieren a ella se la menciona como hija o hermana real, lo que no hace descartar en su origen vinculaci�n directa alguna con Amen-Hotep III.

De otra parte se ha pensado que pudiera haber sido familia de la Reina Madre Tiy.

De hecho, se la supone descendiente de la reina Ahm�s Nefert-Ary. En cuanto a su padre, todo parece indicar que fue Ay, hermano de la reina Tiy. Por el contrario, de su madre no se sabe nada. Solo consta que la posible segunda esposa de Ay, la Dama Tiyi, port� el t�tulo de �nodriza� de la reina, lo que hace pensar que se encarg� de su crianza.

En ninguno de los monumentos e inscripciones citados se ve representada a la futura reina Nefert-Ity, por esa raz�n es l�gico pensar que el rey la despos� con posterioridad a su nombramiento como corregente, puede que, entre el a�o uno y el dos de su reinado.

Con tal motivo, e imitando lo que su padre hizo cuando contrajo matrimonio con la reina Tiy se hizo una emisi�n, con dos versiones textuales ligeramente diferentes entre s�, del �nico escarabeo conmemorativo conocido de Amen-Hotep IV.

En todo caso, la que podr�a ser la primera imagen conocida de la pareja real, es datable con cierta seguridad alrededor del a�o 30 de Amen-Hotep III, es decir del a�o dos de su reinado. Se trata de la representaci�n realizada en el nuevo estilo art�stico que, en adelante ser�a el habitual hasta el final del Amarna, existente en la tumba del Visir Ra-Mose que muestra a Amen-Hotep IV y a Nefert-Ity en la Ventana de las Apariciones del Guemet-pa-Iten del Templo de Aton en Karnak. 

Merece la pena destacar el hecho de que, hasta que este matrimonio se produjo, las representaciones del rey obedec�an a�n a los c�nones ortodoxos. Fue a partir del momento en que Nefert-Ity apareci� en escena cuando se instaur� el nuevo estilo art�stico que ser�a el usual en el mundo am�rnico. A partir de esta observaci�n se ha afirmado el papel preponderante que, presumiblemente, debi� desempe�ar la reina en el desenvolvimiento de los acontecimientos del mundo de El Amarna.

Despu�s de esta primera aparici�n junto a su esposo, la reina Nefert-Ity disfrut� de un muy relevante puesto en la vida p�blica al lado de Amen-Hotep IV. Nunca antes, incluida la propia reina Tiy, una Gran Esposa Real hab�a tenido tanto protagonismo, en igualdad de condiciones con el mismo rey. Nefert-Ity formar� parte de todos los acontecimientos pol�ticos y religiosos del reinado, al menos hasta el a�o 12 de Aj-en-Aton.

Aunque Nefert-Ity dio, al menos, seis hijas a Aj-en-Aton, solo las dos primeras nacieron antes de que el rey abandonase Tebas para fundar su nueva ciudad de Ajet-Aton, en el actual El Amarna; �stas fueron la princesa Merit-Aton, nacida en el a�o 4,  y la princesa Meket-Aton, en el 5. Las otras cuatro princesas nacer�an en la nueva ciudad del Disco Solar.

 

El Horizonte de Aton en Tebas.

Contra todo lo que generalmente se cree, Amen-Hotep IV no  fund� su primer lugar de adoraci�n del disco Aton en Amarna, sino en Tebas. Sabemos que el programa de reinado de Amen-Hotep IV se comenz� a desarrollar poniendo en marcha una gran serie de obras constructivas en la tradicional capital de Amon, Tebas y, probablemente en otras capitales de Egipto, tales como Menfis en el Bajo Egipto o Herm�polis, en el Egipto Medio. En todas ellas procedi�  a declarar la existencia del Ajet-Aton u �Horizonte-del-Disco�, haciendo referencia al lugar por donde, al amanecer, sale el sol, es decir, el Este. Dentro de esta pol�tica religiosa, parece que Amen-Hotep IV, decidiera que Tebas fuera el m�s importante de todos los lugares de adoraci�n del disco solar. Incluso intent� cambiar el nombre de la ciudad, suprimiendo el tradicional de �Uaset� y otorg�ndole el de �Ajet-Aton� que, a partir del a�o 5 de su reinado, dar�a definitivamente a la nueva ciudad fundada en Amarna.

Es evidente que la primera ruptura frontal hacia la nueva orientaci�n pol�tica y religiosa se produjo en las cercan�as del a�o 30/31 de Amen-Hotep III. Estos dos primeros a�os del reinado tuvieron una enorme trascendencia para la configuraci�n de la llamada ��poca am�rnica�, que surgir�a a partir del a�o cinco.

El marco de las celebraciones del primer ciclo de treinta a�os de reinado, el llamado festival Sed, de su padre,Amen-Hotep III, dio al nuevo rey la pauta de su nueva orientaci�n religioso-pol�tica.

R�pidamente se aprovecharon los trabajos de extracci�n de piedra en el Guebel El-Silsila para, modificando el tama�o de los bloques, ejecutar un nuevo proyecto constructivo en Tebas y, especialmente, cerca del templo de Karnak, pero fuera de su per�metro.

As� pues, se orden� que se alzase al Este del templo del dios Amon, un nuevo santuario para dar culto al dios Aton. El nuevo recinto sagrado ten�a tambi�n por finalidad albergar la pr�ctica de las ceremonias de un Festival Sed que Amen-Hotep IV iba a celebrar como Primer Profeta de Ra Hor-Ajty en honor del nuevo dios Aton.

De este Jubileo, Amen-Hotep IV, a su vez , se beneficiar�a como soberano de Egipto.  As� se inaugur� el Guemet Pa Iten, o �Lugar donde se halla el Disco Aton�.

En primer t�rmino se decidi� la construcci�n del Guemet-pa-Iten que result� ser un ensayo general de la futura arquitectura religiosa de El Amarna. Pero la actividad constructiva debi� ser enorme. Pi�nsese que, en la zona Este de Tebas se han identificado al menos ocho templos construidos con el procedimiento de los bloques de peque�o tama�o.

El orden de construcci�n de los edificios ser�a el siguiente: El Guemet-Pa-Iten y el Hut Ben-Ben; el Rudi Menu  y, finalmente, el Teni Menu.

Existen restos de otros edificios todav�a mal identificados como el Hai-em-Ajet  y el Maru Septentrional de Aton.

Resulta,  pues, que en el momento de su ascensi�n al trono, Amen-Hotep IV hab�a concebido ya todo su sistema de pensamiento que aparecer�a casi inmediatamente por escrito en la definici�n de Ra Hor-Ajty y,  poco despu�s, en el lenguaje pl�stico, el cual ir�a variando durante todo el reinado, pero sin perder nunca sus caracteres fundamentales. Pero tambi�n resulta evidente que en la materializaci�n de dicho programa tuvo mucho que ver la nueva reina, la Gran Esposa Real de Amen-Hotep IV, Nefert-Ity.

 

La ruptura  con el clero del dios Amon se hace inevitable.

Sin embargo, hay datos que permitir�an pensar que, al menos durante los primeros cuatro a�os del reinado, se prosiguieron sin aparentes problemas las relaciones normales entre el rey y el clero de Amon. Tal es el caso de los grafitos del Uadi El-Hammamat que representan al rey haciendo ofrendas al dios Amon-Ra.

Bajo tal 'realidad oficial', quiz�s impuesta por los sacerdotes, se advierte, no obstante, c�mo el joven rey se opuso a esta forzada integraci�n, lo que debi� hacer de modo tajante. Por ejemplo, la decoraci�n del tercer pilono en el templo de  Karnak qued� inconclusa de una manera radical. La contradicci�n de los acontecimientos es flagrante; es evidente que, al mismo tiempo, el rey hab�a concebido ya su idea de la ciudad del Horizonte de Aton sin pensar en El Amarna. En realidad el rey hab�a decidido que la orilla Este de Tebas ser�a la capital de su nuevo dios. As� lo prueban varias inscripciones documentadas en diversos objetos hallados en la zona tebana.

Pero,�Cu�les fueron los acontecimientos puntuales que desencadenaron la dr�stica decisi�n real de abandonar la ciudad de Am�n?.

Sin duda las evidencias nos indican que debi� escuchar grandes quejas, puesto que as� lo hizo saber en los textos de las estelas de frontera de Ajet-Aton en El Amarna.

Tambi�n parece evidente el profundo sentimiento de rabia que tal contrariedad debi� producir al monarca.

As� pues, en el a�o cinco de su reinado, Amen-Hotep IV, adopt� dos graves decisiones que significaban la ruptura total con el mundo de Tebas y con su propio mundo anterior: Primero, cambi� su nombre de Amen-Hotep (Am�n est� satisfecho) por el de Aj-en-Aton (El esp�ritu luminoso de At�n), con el que pasar� a la historia; inmediatamente despu�s, orden� el abandono de Tebas y decret� la fundaci�n de la nueva ciudad del Horizonte del Disco Solar, Ajet-Aton, en un lugar situado unos 450 kil�metros al norte de Tebas que no pertenec�a a ning�n dios o diosa y que, a tales fines, le hab�a sido revelado por su padre el dios Aton.

Es muy probable que, al mismo tiempo que decidi� su abandono de la capital de Amon, se produjeron las primeras persecuciones de funcionarios y cortesanos partidarios de este dios.

Seg�n todos los indicios, despu�s de la celebraci�n del primer Jubileo del a�o 30 de Amen-Hotep III, comenz� la implantaci�n a marchas forzadas del nuevo sistema atoniano.

Quiz�s una de las razones de mayor peso para abandonar Tebas fuera obtener el necesario alejamiento de un centro de oposici�n en el que, de momento, tampoco se pod�a actuar de modo dr�stico para doblegar la osada oposici�n a los designios del nuevo rey. Todo este conjunto de sensaciones se pueden captar a partir de documentos tales como los fragmentos de los decretos por los que se acordaba que los templos de los dem�s dioses deb�an pagar impuestos muy onerosos en favor del nuevo dios Aton.

En el fondo, la salida de Tebas fue, m�s bien, el abandono de Tebas. Era obvio que los planes del rey no saldr�an adelante en medio del hostil ambiente de la capital del sur. En resumen, la experiencia tebana de Amen-Hotep IV fue la expresi�n del fracaso del proyecto de implantaci�n de su nuevo sistema religioso en dicho lugar.