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KHEOPS� |
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� � Por. D. Francisco Mart�n Valent�n. |
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Director del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto. |
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Her�doto, el llamado �Padre de la historia�, que visit� Egipto en el siglo III a de C, nos cuenta en el libro II de su Historia, llamado Euterpe, que el rey Kheops, arruinado por los gastos que se produjeron por la construcci�n de su pir�mide, decret� el cierre de los templos, esclaviz� a su pueblo, obligando a los egipcios a extraer y arrastrar los bloques de piedra para la construcci�n de su monumento funerario, desde la cordillera ar�biga hasta el Nilo y, desde all�, hasta la cordillera l�bica, e indujo a su hija a la prostituci�n para obtener los fondos necesarios para realizar tan magn�fica construcci�n. Esta informaci�n, probablemente obtenida en las calles de Menfis por el viajero griego a partir de los relatos de la �poca podr�a haber sido exagerada,� aunque se pueden reconocer en ella los ecos de la magna empresa que fue la construcci�n de la gran pir�mide de la meseta de Guizeh. De hecho, el descubrimiento de la ciudad de los obreros de las pir�mides nos ha permitido conocer la realidad de dichos relatos y comprender el estilo de vida de aqu�llos trabajadores de la eternidad que dejaron sus vidas al servicio de su augusto y divino se�or. Este rey, hijo de Snefru y, probablemente, de la reina Hetep-Her-es, fue el m�s importante rey de la IV dinast�a. Se supone que naci� en una ciudad del Alto Egipto que entonces se llamaba La Nodriza de Snefru. Dado que la divinidad principal de la regi�n era el dios carnero Jenum, el nuevo ni�o real recibi� el nombre de Jenum-Jufu, que viene a significar �el dios Jenum es su protector�, que fue abreviado posteriormente como Jufu, nombre trascrito por los griegos como� Kheops. La figura de este rey, est� vinculada a la construcci�n de su gran pir�mide, pero ya era c�lebre por sus haza�as, entre su propio pueblo, casi mil a�os despu�s de su muerte. El Canon Real de Tur�n nos informa que Kheops rein� 23 a�os Su personalidad debi� ser muy fuerte. Un cuento del Imperio Medio, recogido en un papiro de �poca posterior, llamado Papiro Westcar, nos cuenta c�mo los pr�ncipes, sus hijos, le relataban historias con el fin de distraerle. Este relato, muy popular entre los egipcios, es la prueba de que este rey era un mito ante sus ojos, y que su pir�mide representaba un monumento admirable ya para ellos. De hecho, en el citado relato literario del Imperio Medio se achaca a este rey estar muy interesado en el descubrimiento de las �C�maras secretas del dios Thot� con la evidente intenci�n de incluirlas probablemente en el interior de su pir�mide. �ste resulta ser en nuestros d�as el �ltimo de los misterios pendientes de ser desvelados: todav�a resuenan las palabras de quienes dicen haber descubierto nuevas c�maras ignotas en el interior del m�s extra�o y magn�fico de los monumentos existentes sobre el planeta. Sin embargo, no poseemos de Kheops m�s que una imagen que nos lo muestra como un rey mofletudo, sentado sobre el trono y tocado con la corona roja. Se trata de una peque�a estatua de marfil de apenas 9 cm. de altura que fue encontrada� por el gran egipt�logo y arque�logo brit�nico Sir Williams Flindres Petrie en el a�o de 1903, en el templo de Osiris, en Abidos. Esta imagen del soberano m�s poderoso del Imperio Antiguo nos confirma la naturaleza aparentemente autoritaria de este rey. Sin ese aparentemente duro car�cter habr�a sido dif�cil la ejecuci�n de obras tan importantes como la Gran Pir�mide. En efecto, el gran legado de este rey para la humanidad ha sido, sin duda, la construcci�n de la Gran Pir�mide. Su nombre en antiguo egipcio era Ajet-Jufu, lo que quiere significar �Kheops pertenece al Horizonte�. Es conocido que, en su construcci�n se emplearon 2.300.000 bloques de piedra caliza, dispuestos originalmente en doscientas diez hileras, y que el peso medio de cada bloque se calcula en unas dos toneladas y media No obstante, y a pesar de toda la grandeza derivada de la presencia hasta nuestros d�as de este soberbio monumento, lo curioso es que, desde el punto de vista hist�rico, no se conoce demasiado acerca del reinado de este soberano. En realidad, el eco m�s s�lido que nos ha llegado es la certidumbre de que Kheops recibi� culto en la �poca Sa�ta (hacia el 672-525 a. C.), y en �poca romana. La constancia de que llev� a cabo campa�as de castigo contra las tribus beduinas del Sina� nos han sido proporcionadas por una inscripci�n rupestre existente en el Uadi Meghara y la de sus actividades para extraer diorita, quiz�s para la construcci�n de su pir�mide, nos constan a partir de una estela encontrada en unas canteras del desierto de Nubia, al oeste de Abu Simbel. En el fondo bien poco para saber algo de tan importante personaje. � |