LOS TEMPLOS DE KARNAK (II): El gran Templo de Am�n. |
Por Francisco Mart�n Valent�n. |
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De este modo, en el desarrollo de esta segunda parte del art�culo, veremos que se describen y analizan templos y restos de construcciones dedicados a otros dioses como Ptah, Osiris, Montu, Mut, Maat, Jonsu y Opet. Podr�a parecer confuso el hecho de que el culto de dichos dioses coexistiera con el del propio Am�n, pero excepci�n hecha del practicado en relaci�n con Mut y Jonsu (componentes de la Tr�ada Tebana), que recib�an culto en Karnak- en tanto que componentes de las Santa familia-; el resto de los dioses mencionados pudieron ser objeto de una especie de culto sincr�tico desde luego en beneficio del Gran Am�n, y como aspectos o manifestaciones del gran dios. De hecho los restos de Baja �poca ( por ejemplo de Opet), dan pruebas inequ�vocas de la existencia del sincretismo entre Am�n y Osiris, por ejemplo, aunque esta cuesti�n ser� analizada con mayor detalle m�s adelante. LOS TEMPLOS Y LOS
RESTOS DEL RECINTO DE AMON
Como se dec�a en la primera parte dedicada al templo de Am�n, el lugar de Karnak est� compuesto por tres grandes sectores convencionalmente denominados: recinto de Am�n, recinto de Mut y finalmente el recinto de Mont� (llamado tambi�n Karnak-Norte). Nos dedicaremos en primer lugar, al examen de los restos y templos existentes en el recinto de Am�n. Al norte del Gran Templo de Am�n, se encuentran los restos de tres capillas, dos de ellas de �poca Sa�ta y la tercera atribuible a las divinas adoratrices Jepenupet II y Amenardis II, con una puerta jubilar de Anj-nes-neferib-R�. Las
dos primeras capillas (r�gidas,
una por Psam�tico III y otra por Amasis) muestran a los reyes en adoraci�n
delante de Am�n, observ�ndose igualmente el culto dado al dios cocodrilo
Sobek, el dios Jons� y a la diosa Isis. En la segunda se adora
igualmente, adem�s de los dioses mencionados, a Ptah y Sejmet. La mezcolanza de representaciones rituales del culto de dichos dioses, empieza a anunciar el movimiento sincr�tico del que ya hemos hablado que, quiz�s admitido como factor de preeminencia del dios Amon en el Imperio Nuevo, acaba por desarrollarse totalmente en la �poca Ptolemaica. La
tercera de las capillas rese�adas est� dedicada a Osiris �Pa-Dyed-Anj�
( el que da la vida), y realmente se trata m�s de una naos que de una
capilla propiamente dicha, dado su peque�o tama�o. Un poco m�s all�
de estos edificios y el mismo sector se alzan los restos del Templo de Ptah: se trata de un edificio construido bajo Thutmosis
III (sus cartuchos e inscripciones fueron usurpados por Aj-en-Aton, y
restaurados posteriormente por un fara�n Ptolem�ico desconocido.
Primitivamente el santuario comprend�a tan s�lo un patio con p�rtico
precedido, en su caso, de un pilono y tres capillas, un santuario
central que se abr�a sobre el p�rtico y otros dos santuarios
laterales. Como
se dec�a, el origen del templo se remonta al Imperio Medio (as� lo
acredita una estela encontrada en el lugar de Neb-Jeper-R�
Anef, rey de la XVII dinast�a). Dicha estela, mencionada en la inscripci�n dedicatoria del Templo de Thutmosis III
describe c�mo en esta capilla, y por ella sabemos que estaba construida
en ladrillo; sus seres y puertas eran de madera, en suma, se trataba de
una construcci�n modesta. Sabemos tambi�n, que despu�s de la usurpaci�n
del Templo por el rey Hereje, aqu�l fue restaurado por el fara�n
Chabaka de la XXV dinast�a, y posteriormente por los Ptolomeos, quienes
a�adieron un pilono precedido de un elegante p�rtico con dos muros
paralelos que un�an ambas construcciones. Las decoraciones y relieves
parietales de dichos edificios son igualmente de �poca Ptolemaica. El
templo propiamente dicho, resulta ser obra atribuible al per�odo de
Thutmosis III, aunque se encuentran intercaladas escenas en sus muros
pertenecientes al per�odo Ptolemaico. Las dos columnas que sostienen el
techo del p�rtico son de 16 caras y entre ambas se encuentra un altar
de granito con el nombre del rey; entre la columna del Sur y la pared,
se ha repuesto una basa de naos en granito que se remonta al reinado de
Amenemhat I. Junto a la pared Norte hay un tercer altar de �poca
Ptolemaica carente de inscripciones.
En la parte cubierta de este p�rtico se observan seis nichos
excavados en las paredes (dos al Norte, dos al Sur y dos al Este), que
debieron estar cerrados con puertas de dos batientes; encima de cada uno
de los nichos hay un disco solar alado. En el interior del santuario se alza una estatua del dios Ptah sin cabeza. De las dos c�maras existentes a ambos lados de dicha estancia, la del Norte estaba dedicada al dios menfita, en tanto que la del Sur, lo era a la diosa Hathor (en dicha c�mara hay una delicada estela de la diosa bajo el aspecto de una leona, que iluminada por un rayo de luz procedente de una abertura practicada en el techo del santuario produce al visitante, al entrar en el oscuro recinto, una impresi�n en cierto modo sobrecogedora); hay autores que mantienen que dicha estatua representa a la diosa Sejmet, pero dado que es anepigr�fica, y que se sabe que la diosa Hathor (esposa del dios Ptah), tambi�n era representada con forma de leona, puede ser atribuida sin problemas a la segunda y no a la primera.
Algo
m�s all� del templo de Ptah se abre el llamado �Museo
del aire libre� (lugar donde se exponen a la vista de los
curiosos, diversos restos de importancia, algunos de los cuales ya
fueron descritos en el art�culo anterior). En su explanada se pueden
ver entre otros restos destacables, los casi 1.300 bloques provenientes
de la fundaci�n del tercer pilono y los 319 fragmentos de granito gris
y cuarcita roja, restos de lo que fue el �Santuario de la Barca�
anterior al actualmente en pie de Philipos Arrhideo. Se ve representada
en el lugar la procesi�n de la barca Userhat, con un gran n�mero de
reposaderos cuyos nombres figuran inscritos en los relieves de los
bloques. Hay
all� un dintel colosal de un edificio de Amen-Hotep I ( en reconstrucci�n),
y alg�n otro resto proveniente del Imperio Medio. Pero los dos tesoros
del lugar son, sin lugar a duda, los dos reposaderos citados en los
bloques mencionados de la capilla roja de Hatshepsut. Uno, �la capilla
blanca� de Sesostris I, del que se habl� en detalle en la parte
anterior de este art�culo, y el otro, el reposadero o capilla de Amen-Hotep
I; ambos monumentos fueron
construidos por el Servicio de Antig�edades entre 1937 y1947,
bajo la direcci�n de M.H. Chevier. Al
Este del Templo de Am�n hay un portal, obra de Nectanebo I, inconcluso
en su decoraci�n, pero bien conservado y coronado a�n con su cornisa o
gola (Cerca de este lugar, se descubrieron en 1925, mientras se
ejecutaban trabajos para drenar las filtraciones del r�o hacia la Sala
Hip�stila del Gran Templo de Am�n, las c�lebres estatuas-pilares del
fara�n Aj-en-Aton, hoy expuestas en los Museos de El Cairo y Luxor) Entre
este ultimo y el gran templo, se pueden ver los restos de un templete
erigido por Rams�s II, en el que hay una naos de un bloque en calc�rea
dura de la �poca de Thutmosis III y Hatshepsut; delante se erigi� una
columnata por Taharka. Un
peque�o templo dedicado a Osiris por Osorkon III, y otra capillita
dedicada al mismo dios, completan el reto de los edificios de dicho
lugar.
Dando
salida al templo de Am�n, y en direcci�n Sur ( hacia el Templo de
Mut), se encuentra el que fuera llamado por Mariette Propileo del Sur, conjunto de cuatro pilonos (VII al X),
unidos entre s� por muros, que formaban una especie de � v�a
triunfal� o sagrada que un�a el templo del dios padre Am�n, con el
de la diosa madre Mut. Dichos
pilonos, elevados por reyes de la XVIII dinast�a
(Thutmosis II, Hatshepsut, Thutmosis III, Aj-en-Aton, Tut-anj-Amon
y Horemheb) fueron analizados en la primera parte de este trabajo. Entre
pilono IX y el X, se ven los restos de una capilla de Amen-Hotep II,
desafortunadamente muy deteriorada. EL TEMPLO DE JONSUDicho edificio (situado en el llamado �barrio Sur-Oeste del recinto de Am�n), resulta ser el �prototipo� ideal del templo egipcio.Iniciado
y pr�cticamente construido bajo Rams�s III (XIX dinast�a).
Debi� sustituir a un edifico anterior (probablemente de Amen-Hotep
III, a juzgar por las esfinges crioc�falas con los cartuchos de dicho
rey que hay delante del pilono junto al Propileo de Taharka),
interviniendo en su conclusi�n muchos de los faraones posteriores.
El
templo recibe diversas obras de embellecimiento que se llevaron a cabo
entre la XXI y la XXX dinast�as. (Nectanebo II rehizo las dos puertas
de la Sala Hip�stila.) Los Ptolomeos y C�sar Augusto lo restauran,
quedando su aspecto final tal y como hoy lo conocemos.
En
s� mismo est� precedido por un magn�fico Propilono Ptolemaico
encastrado en la muralla que forma parte del recinto de Am�n. En dicho
pilono est�n representados Ptolomeo III, Evergetes y su esposa, Berenice
II, que hacen ofrendas a la Tr�ada Tebana y Jons�, Traspasado este
portal, una avenida de esfinges y una columnata (de Taharka), conduc�an
hasta el pilono, en el centro del cual hay una puerta de granito.
Ya
en su recinto, la disposici�n y distribuci�n nos indican claramente
que se trata de lo que podr�amos llamar el � templo sint�tico Tebano�, especie de transici�n entre el
templo con dos patios (Rameseum por ejemplo) y el Ptolemaico cl�sico (Edf�,
D�ndera, etc). Se observa en primer lugar, un patio rodeado en tres de
sus lados por dos hiles de columnas papiriformes, de capitel cerrado,
que precede a la sala Hip�stila. En
las paredes de este patio se representan las ofrendas a la Tr�ada, la procesi�n de la Barca Usthat (de Am�n), remolcada por la
barcaza real, en la que se ve a Heri-Hor y una representaci�n del II
pilono de Karnak. Una
rampa axial conduce desde este patio al interior de la Sala Hip�stila
que tiene ocho columnas (cuatro campaniformes y otras cuatro
papiriformes. Los motivos decorativos de las Sala est�n constituidos
por escenas de adoraci�n y ofrendas a los dioses por el rey. A
continuaci�n sigue la capilla de la Barca Sagrada de Jons� ( abierta
en sus extremos y construida con bloque de reempleo en los que se ven os
cartuchos de Thutmosis III y Amen-Hotep II), rodeada de pasillos y
almacenes para la guarda de los objetos de culto. Una escalera en el
corredor de la derecha conduce al techo del templo. Dicha escalera se
utilizaba en las ceremonias de car�cter lunar que se desarrollaban en
el templo, en el corredor en analog�a con las de � la exposici�n
solar� del Templo de Am�n. La pr�ctica totalidad de los relieves de
estas estancias pertenecen
a Rams�s IV. El Vest�bulo,
que precede al Santuario, tiene cuatro columnas protod�ricas y ambas
estancias con obras de Ramses III cuyos cartuchos y relieves as� lo
indican a pesar de las restauraciones all� llevadas a cabo por cuenta
del Emperador Augusto.
El
santuario (llamado �Sala de la En�ada�, durante la �poca.
Ptolemaica) tiene un nicho al fondo, destinado a albergar la naos con la
estatua del dios Jons�, en tanto que dos capillas situadas a sus lados estaban dedicadas a Osiris ( la del Este) y al
culto solar (la del Oeste). MITOS,
RITOS Y CULTO DEL TEMPLO. Jons�, el dios-hijo de la triada Tebana es un dios lunar. Se le representa en ocasiones bajo la figura de un hombre con cabeza de halc�n y m�s frecuentemente (al estilo de los Ptah, Min y Osiris) envuelto en un lienzo o sudario de que s�lo salen las dos manos que sujetan un cetro compuesto de los emblemas de Osiris de Ptah. La cabeza representa la de un joven (con la trenza s�mbolo de la ni�ez), y encima de ella se ve una corona o tocado consistente en un disco encima de creciente lunar en su primer d�a del mes. Llevaba
un pesado collar con contrapeso dorsal (el Menat), atributo habitual de
la diosa Hathor. Este
Dios calificado de �Magn�nimo � y llamado el que aleja los esp�ritus
malignos�, pod�a ser, no obstante, terrible, pues al mismo tiempo se
dec�a que expand�a las enfermedades. A
pesar de lo anterior, era m�s conocido por sus buenas disposiciones que
por las malas. As�, las propiedades curativas de este dios eran c�lebres,
hasta tal punto que se convirtieron en leyenda que nos ha sido
transmitida por medio de una estela de �poca persa. (C. 248 del Museo
del Louvre), que fue encontrada pro Champolion
en uno de los templetes
Ptolemaicos cercanos al templo. En
dicha estela se relata c�mo una de las formas del dios
�Jons�-que gobierna-en Tebas� o peque�o Jons�, se recarg�
por medios m�gicos de
poder curativo que le fue transmitido por �Jons�- en �Tebas-Nefer-Hotep�
(otra de las formas del dios) y fue enviado a la princesa de Bajtan, a
la cual cur� de su
enfermedad. Durante
el Imperio Medio le fue atribuido el t�tulo de �Se�or de la alegr�a�,
lo que le vinculaba a la diosa Hathor y suger�a su patronazgo sobre las
fiestas que en las noches de plenilunio se celebraban en el templo (as�
lo han demostrado las recientes excavaciones realizadas en una peque�a
capilla adosada a la parte trasera del templo, atribuible a la XXX
dinast�a; la decoraci�n de esta capilla, relacionada con las fases de
los meses lunares, evoca las fiestas que se desarrollaban durante el
plenilunio, conforme a antiqu�simos rituales) Jons� parece ser una
creaci�n sint�tica hecha en su momento por los te�logos amonianos
quienes consideraron preciso dotar a Am�n Re de un dios-hijo, en
consonancia con la existencia de las Triadas Divinas. De otra parte, y
dado que se pensaba (seg�n
la teogon�a amoniana), que la Luna hab�a sido engendrada por el Sol,
pareci� L�gico que el dios-hijo tuviese naturaleza lunar. Las
�ltimas excavaciones llevada a cabo en el lugar por el Centro
Franco-Egipcio de Karnak han permitido, entre otros hallazgos, completar
las fundaciones de la Columnata de Taharka, y han revelado la existencia
de unos muy interesantes relieves (utilizados como pavimento) del fara�n
Osorkon III y su hijo Takelot
(XXII dinast�a 817-730
a.C.) El
edificio a que dichos relieves pertenec�an estaba dedicado
a la realizaci�n de ritos reales y lunares; los primeros se cree
que se celebraban una vez al a�o coincidiendo con la inundaci�n
(parte de dichas ceremonias consist�a en la llamada � suelta
de aves�, que se refleja en un hermoso fragmento de relieve de los
encontrados en el lugar. En cuanto a los ritos lunares eran celebrados
mensualmente, como ya se ha dicho, coincidiendo con el plenilunio y
evidentemente, estaban relacionados de modo anal�gico con los ritos de
� La Uni�n al disco solar� (en este caso �uni�n al disco
lunar�). La decoraci�n de los relieves era rica y profusa. (Por los
restos y fragmentos de l�minas de oro, existentes en sus intersticios
se puede concluir que algunas figuras estaban adornadas con pan de oro.) EL
TEMPLO DE OPET. Por una puerta lateral en el muro Occidental del patio del Templo de Jons�, se accede al Templo de Opet o Tumba de Osiris en Ipet-Sut, lugar donde fue engendrado Osiris, rey de los dioses ( Am�n asimilado a Osiris), el Templo de Opet es el espacio dedicado a desarrollar los ritos y mitos del tema del ciclo universal de la gestaci�n, el nacimiento y la muerte como fen�menos c�smicos. Consagrado
a la Madre Divina (Opet), la diosa hipop�tamo, s�ntesis de toda
fecundidad, Madre Universal de las madres, fue construido tal como lo
conocemos, por diversos reyes de �poca grecorromana, si bien la parte m�s
importante del mismo es atribuible a Ptolomeo VIII, Evergetes II
(145-116), y a C�sar Augusto.
La
estructura del templo se desarrolla sobre un eje Oeste-Este desde la
puerta perforada en el muro de entorno hasta el santuario principal
denominado �La Morada del Oro, donde reside Opet-Nut,
madre de la Luz�). Un kiosco con columnas precede al pilono, y
el patio del templo conserva las fundaciones o cimientos de una rampa
que daba acceso a las salas del recinto construidas sobre un podium
elevado. C.
De Witt ha publicado y estudiado las representaciones parietales del
templo, y ha reconocido en el lugar que las salas del Norte estaban
dedicadas a los renacimientos de Osiris, en tanto que las del Sur,
estaban construidas para dar culto al mito del nacimiento de Horus
(asimilado a Am�n que renace como el Sol naciente). En
el interior de los muros y en el subsuelo del templo existen diversas
criptas que, consideradas como carentes de inscripciones y relieves, han
revelado recientemente (en el a�o 1970, a trav�s de las
investigaciones de Cl. Traunecker) que estaban cubiertas de
representaciones, ocultas bajo una capa de deyecciones de murci�lagos,
atribuibles a Ptolomeo Evergetes II. LOS
MITOS, RITOS Y CULTO DEL TEMPLO. La
teolog�a de Opet, tal y como se desprende de los textos parietales,
supondr�a que los Ba de Am�n son los que provocar�an la resurrecci�n
de Osiris. En efecto, en la cripta situada en la parte Norte, todas las
escenas est�n relacionadas con la muerte de Osiris. El dios tumbado
sobre un lecho funerario entre sus hermanas Isis y Neftys, en presencia
de los ocho dioses primordiales (con cabeza de rana y de serpiente), y
la propia Opet, presidiendo el sue�o del dios, as� como los diez Ba de
Am�n bajo el aspecto de dioses-Nilo con cabeza de le�n, leona,
cocodrilo, y serpiente, y uno de ellos con cabeza humana. Estos Ba ser�an
las representaciones de las fuerzas productivas del Universo que
permiten la vida y el mantenimiento de la creaci�n bajo todos sus
aspectos. Los diez Ba de Am�n, que presentan su collar de vida a
Osiris, expresan pues, no solamente la universalidad de Am�n como
demiurgo, creador de toda vida y de la fuerza vital que mantiene la
creaci�n, sino como potencia de la renovaci�n de los ciclos y motor de
todo renacimiento. Am�n, se�or de Karnak, resumir�a en s� mismo
todas las divinidades. De
este modo el templo desarrolla dos temas religiosos y m�ticos que son
correspondientes entre s�, a saber: de una parte, el ciclo de la
renovaci�n de Am�n, ya expuesto, y de otra, los ciclos de renovaci�n
vital del rey, ceremonia que se remonta a los m�s remotos or�genes de
la civilizaci�n egipcia; esta segunda faceta est� reflejada en las c�maras
del sur dedicadas al tema del nacimiento de Horus. All� se ve a la
diosa Isis amamantando a su hijo (el protector de los reyes) en
presencia de Osiris, Ptah y Opet. En
cuanto a la diosa Opet, a la que el templo est� consagrado, se la
representaba bajo la figura zoomorfa del hipop�tamo hembra. Aunque este
animal fue cazado por los reyes y los particulares en todas las partes
de Egipto, en tanto que el enemigo tradicional de Horus, esto no impidi�
que en la zona del Alto Egipto y m�s concretamente en Tebas gozase de
culto local y fervor entre la poblaci�n, pues en contraposici�n con el
aspecto mal�fico de dicho animal, era considerado como diosa protectora
de los partos y en tal sentido se transmiti� su figura a trav�s de la
�poca Ptolemaica, momento en que se le dio el nombre de Thueris (la
grande). Igualmente se la llam� Shepset ( la noble), Mesjenet (aquella
que pare), etc.; el nombre de Opet surge, seg�n los estudiosos en el
Imperio Medio (diversos marfiles de finalidad m�gica de esa �poca
reflejan a la diosa con ese nombre). Durante el Imperio Nuevo, su
representaci�n se convierte en algo habitual como motivo decorativo de
camas, sillones y objetos de aseo, vi�ndosela representada igualmente
en los templos de Deir-el Bahari y Luxor, donde asiste al nacimiento de
los ni�os reales (Hatshepsut
y Amen-Hotep III), en las escenas que representan el Misterio de la
Teogamia de dichos reyes.
El
templo Opet es en propiedad �el lugar de la concepci�n de Osiris�,
pero todo el desarrollo teol�gico de este principio sucede all� bajo
el signo de Am�n ( se puede observar en el lugar la existencia de
numerosas representaciones de Osiris y Horus, pero siempre bajo el
aspecto de Am�n); incluso las representaciones existentes en el lugar
de Am�n Mut y Jons� (la
tr�ada Tebana), tienen atribuidos ep�tetos que los hacen ser
identificados con Osiris, Isis y Horus, y as� por todas partes. De este
modo, se vuelve a hacer hincapi� sobre el hecho de que todo el culto
practicado en este templo est� en funci�n del principio del dios
supremo Am�n-Re. Tal circunstancia es plenamente coincidente con una de
las caracter�sticas propias del dios Am�n que, como es sabido, pod�a
tomar aspectos bien diferentes, sin dejar de perder su propia naturaleza
(se le representa en el templo bajo los aspectos del dios Min y como
Horus, heredero de la Ogdo�da); en esencia se le denomina el dios del
viento, o del soplo de vid y m�s concretamente �el oculto�
Los
ocho dioses primordiales y Am�n, nacidos en Tebas, figuran igualmente
en el Templo de Opet (Nun y Nunet, Hehu Hehet, Jeku y Jeket y Am�n
y Amonet). Por fin se plantea la posibilidad de que Opet, seg�n
la representaci�n de los mitos del lugar, fuese considerada como una
divinidad bisexuada (en efecto, la diosa ha sido representada en el
lugar diciendo de ella que es la grande, la que dio a luz a los dioses,
la que engendr� la luz en el interior de Pf-Ipt-Urt, y finalmente que
ella dio nacimiento a la luz en el interior de Tebas, caracter�sticas
que han hecho pensar a los autores sean la posible bisexualidad de la
diosa). Los
ritos desarrollados en el templo (en cuanto se refiere al ritual diario
divino), no nos han sido transmitidos a pesar de la abundancia de los
textos existentes en el mismo, lo que constituye una constante con la
totalidad de los templos egipcios. Sabemos que se realizaban ofrendas de
incienso, perfumes, vino, agua, leche y panes; as� lo indica la
existencia en los relieves de representaciones de mesas repletas de
diversas ofrendas, modelos a escala de objetos de todo tipo. Sin
embargo, nada se indica del momento o lugar en que dichas ofrendas se
llevaban a cabo. Lo
que s� que resulta claro, es el papel preponderante de Am�n en el
templo. Opet en cambio, juega un papel relativamente secundario salvo en
el recinto del Santuario propiamente dicho y a la entrada del templo (
lo que justifica el nombre que se le ha dado al lugar). En esencia, el gran rito desarrollado en el templo, su gran sentido ritual, es la representaci�n del mito seg�n el cual el dios-Sol Am�n debe tomar la forma de Osiris para asegurar su resurrecci�n. Am�n est� enterrado al Oeste de la Sala Norte del templo, bajo la forma de Osiris Tebano, para resucitar al Este de la Sala Sur del templo, bajo la forma del joven Horus, que tiene todas las caracter�sticas del joven Am�n. Por
lo que hace a las fiestas propias del templo, all� hay nombradas dos,
que son �La fiesta del toro puro en su campo�
(d�a del nacimiento de Osiris, que se celebraba el primero de
los cinco d�as epag�menos del a�o) y �El d�a de la fiesta de
Renenutet�, d�a del nacimiento de Horus ni�o
(celebrado el primer d�a del mes Pachons); adem�s de �stas, se
sabe que exist�an otras de car�cter osiriano celebradas durante el mes
Choiak. En suma, el templo tiene como especial inter�s la abundancia de textos que nos ense�an y adoctrinan sobre el mito de la asimilaci�n de Am�n a Osiris, principio encontrado en otros lugares de Egipto, pero en ninguno tan desarrollado y afirmado como en el templo de Opet. LOS DROMOS Pasemos
ahora a examinar en direcci�n Sur y hacia el recinto de la diosa
paredra Mut, uno de los llamados dromos, o avenidas de esfinges que un�an
entre s� a modo de v�as sacras o procesionales las partes m�s
importantes del gran laberinto que era Karnak, poniendo inclusive en
relaci�n este lugar con templos m�s alejados, como el de Luxor. El
primero que examinaremos es, como se ha dicho, el que une el recinto de
Mut desde el X pilono con el de Am�n. Tiene una longitud aproximada de
300 metros y era usado en las festividades del a�o en que el dios Am�n-Re
visitaba a su esposa Mut. Al
llegar a la fachada del recinto de la diosa Madre, la avenida entronca
hacia la derecha con otra v�a lateral, que bordeando el recinto va a
unirse al llamado gran dromos, que tiene su inicio delante del Portal de
Vergetes y un�a, como se dijo, los templos de Karnak y Luxor, distantes
entre s� 2 km. Esta gran v�a procesional pavimentada con grandes
losas, ten�a una anchura total de 27 metros, incluidas las dos hileras
de esfinges crioc�falas que fueron colocadas en el lugar por Amen-Hotep
III al construir el Templo de Luxor (Opet del Sur) para la celebraci�n
de las Fiestas del a�o nuevo (en las que ya se explic�, la Triada
Tebana �Am�n Mut y Jons�- sal�an del recinto de Karnak y eran
transportados con gran boato y ceremonia en sus barcas procesionales
hasta dicho templo EL RECINTO DE MUT Se
trata de un amplio rect�ngulo con una superficie de m�s de 10 hect�reas
hasta hace poco tiempo inexplorado en mas de la mitad de dicha
superficie. (Hoy trabaja en el lugar una misi�n de la Universidad de
Chicago, cuya labor ser� de gran utilidad para el conocimiento del
templo y su recinto). Tiene
su entrada en la parte Norte por el dromos que acabamos de explicar, y a
trav�s de un portal cubierto de inscripciones y representaciones del
fara�n Ptolomeo II Filadelfo. Los edificios del recinto son b�sicamente
tres, el principal de los cuales, el Templo de la diosa Mut, se
encuentra pr�cticamente en ruinas, no obstante lo cual se ha podido
reconstituir la distribuci�n y estructura. Traspasado el pilono del
templo. Se penetraba en un patio rectangular, cuyo pasadizo central
estaba bordeado por dos hileras cuatro columnas. Una puerta o un pilono
(no se puede determinar con certeza, dado el estado de las ruinas),
separaba el patio anterior de otro patio m�s estrecho donde se pod�a
ver una columnata central de la que nada queda. Este patio estaban
bordeado en sus paredes Norte, Este y Oeste, de
un p�rtico sujeto con columnas hath�ricas de las que se han
encontrado m�ltiples capiteles. El patio descrito en primer lugar (hoy
totalmente en ruinas), estaba adornado con toda seguridad en sus cuatro
paredes con m�ltiples estatuas sedentes de la diosa Sejmet de tama�o
colosal, algunas de ellas usurpadas por Shenshonk I, aunque todas eran
contempor�neas del rey Amen-Hotep III. Traspasado el segundo patio, se penetraba en la Sala Hip�stila cuyo techo estaba sujeto por ocho columnas papiriformes. A ambos lado de la Sala hip�stilas hab�a dos salas cuyo techo estaba sujeto por una sola columna. Otra pieza alargada se encontraba a cada lado de las dos salas referidas e inmediatamente despu�s se alzaba la capilla de la barca, el Santuario propiamente dicho y algunas otras dependencias y almacenes rodeando todo aquello. Esta parte, la m�s sagrada del templo, se encuentra muy destruida, de modo que su reconstrucci�n siempre ser� problem�tica y sujeta a diversas opiniones y criterios. En la parte Sur del templo, y a algunos metros de su recinto, se halla el segundo Lago Sagrado del lugar de Karnak, en forma de U sus brazos parecen recoger el templo como si sus aguas sagradas lo rodeasen y protegiesen. Se supone que antes del reinado de Amen-Hotep III (a quien se atribuye la construcci�n), exist�a en el lugar otro templo anterior, no siendo descartable que los restos m�s antiguos all� existentes pudieran haberse remontado al Imperio Medio. MITO, RITO Y CULTO DEL
TEMPLO. La
diosa Mut, cuyo nombre en antiguo egipcio significaba
�madre�, es la diosa-madre de la Tr�ada Tebana. Su creaci�n
fue propiciada por los te�logos del dios Am�n para cubrir las
necesidades del culto de dicho dios, y dotarle de esposa divina. La
maternidad de la diosa tuvo como fruto el dios-hijo
Jonsu. Era representada bajo forma humana tocada con las coronas
del Alto y Bajo Egipto (Blanca y Roja) sobre un casquete en forma de
buitre; tambi�n era representada zoom�rficamente bajo la forma de un
buitre, y su culto se confunde en ocasiones con el de la diosa Sejemet
(con cabeza de leona), de la que se han encontrado numerosas estatuas en
el recinto del templo. En
cualquier caso, los autores no tienen inconveniente en admitir que su
naturaleza se identificaba con la de la diosa buitre Nejbet, deidad
tutelar del Alto Egipto. De la pr�ctica de su culto se sabe bien poco,
dado lo escaso de las excavaciones realizadas en su recinto sagrado
hasta el momento pero lo que s� es seguro es que estaba �ntimamente
ligado al del dios Am�n y ten�a caracter�sticas muy similares al
recibido como diosa-madre por Isis, pues ya se ha observado la tendencia
a identificar los diversos cultos existentes en Egipto con la propia
naturaleza de la teolog�a de Am�n. Los otros dos edificios existentes en el recinto de Mut son un peque�o templo dedicado por Amen-Hotep III a Am�n-Re (cuyos restos se encuentran muy deteriorados) y el Templo de Rams�s III, erigido entre el Lago Sagrado y el muro Oeste del recinto que tampoco se encuentra en mejores condiciones: su pilono semi derruido, estaba precedido por dos estatuas reales, construidas de granito rosa; un gran patio con pilares osiriacos de los que s�lo quedan las basas, conduc�a a trav�s de una rampa, a una peque�a sala con cuatro columnas, despu�s a la Sala hip�stila y por fin al Santuario propiamente dicho (piezas rodeadas como es habitual, por peque�as estancias dedicadas a almacenes y sacrist�as). EL RECINTO DE MONTU
(KARNAK NORTE) El
templo de Montu, dios guerrero procedente de Hermontis, cuyo
culto era ancestral en el Egipto Medio, antes de la llegada y auge del
Am�n Tebano, fue construido por Amen-Hotep III. Hoy,
pr�cticamente, se encuentra a nivel de cimientos, lo que tan s�lo
permite reconstruir su plano. El lugar ha sido excavado por miembros del
Instituto Franc�s de Arqueolog�a Oriental, quienes pusieron de
manifiesto la existencia de diversos dep�sitos de fundaci�n y de
bloques de reempleo procedentes de templos m�s antiguos existentes en
el lugar. En
tiempos de Amen-Hotep III el recinto del templo era m�s grande que el
existente hoy, y la entrada principal se encontraba en su parte Sur. Hoy
se accede por el norte a trav�s de una avenida de esfinges construida
en �poca Ptolem�ica. En su estado primitivo se alzaban en su puerta
dos obeliscos de granito con el nombre de Amen-Hotep III, que fueron
sustituidos en Baja �poca por
cuatro hileras de columnas. Las cuatro paredes del Gran patio estaban
bordeadas de una hilera de columnas papiriformes (doble en su parte
Sur), por donde se acced�a al interior de las dependencias del templo.
Su distribuci�n interior era muy similar a la del templo de la diosa
Mut, ya que el santuario estaba rodeado de seis piezas secundarias que
se abr�an a un vest�bulo com�n con una escalera que sal�a de ese el
�ngulo suroeste de la Sala Hip�stila que conduc�a
hacia la terraza. La distribuci�n actual del templo es fruto de
diversas ampliaciones (algunas de las cuales fueron obra del mismo Amen-Hotep
III), ejecutadas por diversos faraones de distintas dinast�as. (En la
parte noroeste del patio del templo se restaur� un peque�o estanque
rectangular por orden de Tajarqa.) Pegado
al Templo Montu, en su parte Este, se encuentran los restos de un peque�o
santuario cuya fecha de construcci�n es incierta y que en origen se
compon�a de una Sala Hip�stila, un vest�bulo, un santuario, dos
cuartos laterales y una escalera que conduc�a a la terraza. Seg�n las
investigaciones de Varille, el templo estaba dedicado a Garpr� y se
supone que tuvo funciones de Mammisi, o lugar del parto de alguna
deidad, y estaba relacionado con el culto de la diosa Hathor (se han
encontrado capiteles con la cabeza de la diosa de la �poca de Akoris).
Seg�n J. Vandier, el templo no ser�a anterior al reino de Horemheb, ni
posterior a la XXVIII dinast�a, pero se halla tan destruido que la
cuesti�n no ha podido ser dilucidada. Por fin, es de inter�s en el
lugar la existencia de una peque�a capilla, dedicada a la diosa Maat,
cuyo estado es igualmente muy ruinoso. Constaba, por lo que se sabe, de
dos pilonos separados por un patio, tres peque�as Salas Hip�stilas y
otras tres habitaciones de las que en una deb�a ser el Santo de los
Santos y el resto salas del tesoro. Este templo fue precedido en el
lugar por otros templetes dedicados igualmente a la diosa Maat. Se han
encontrado restos, al menos de dos de ellos.
El
edificio del tesoro que se ha descubierto estaba reducido a la parte
baja de sus muros y a una gran superficie de la avenida que a �l conduc�a
desde el Templo de Am�n por donde se sabe que el dios se dirig�a desde
dicho gran templo hasta este edificio del tesoro. El lugar, seg�n las
observaciones hechas en las excavaciones, estaba dedicado a la
conservaci�n del material del culto usado en el Templo de Am�n; all�
se preparaban colorantes, se reparaban estatuas, y en general se
guardaban y manten�an objetos necesarios para el dios Am�n. Queda as�
clara la funci�n religiosa del denominado �tesoro�. Otras
finalidades del edificio son menos claras, pero se encuentran en trance
de investigaci�n (se han encontrado talleres dedicados a la elaboraci�n
de pan, cuyo consumo cubr�a sin duda las necesidades del templo). El
inter�s del edificio reside en que, hasta el momento, no se hab�a
encontrado algo parecido en Egipto, de tal modo que su estudio va a
permitir la identificaci�n por analog�a de algunas otras estructuras
que, conocidas hace ya tiempo, no han sabido ser suficientemente
explicadas hasta el presente. Excavando
los cimientos del �Edificio del Tesoro�, la misi�n del IFAO encontr�
vestigios sumamente interesantes que indican claramente la existencia de
un centro de poblaci�n datable, como ya se
ha dicho, en el Segundo Per�odo Intermedio (entre el Imperio
Medio y el Imperio Nuevo). Esta
ciudad cuyos restos aparecen intermitentemente en las excavaciones, fue
destruida y excavada en tiempos de Thutmosis I para construir su
edificio del tesoro. En niveles m�s profundos de la excavaci�n se han
encontrado, en una c�mara con evidentes restos de niveles de incendio,
grandes cantidades de cer�mica, improntas de sellos, silex tallados, un
vaso de alabastro y �tiles de piedra que constituyen un conjunto de
suma importancia, dada su homogeneidad cronol�gica, que sin duda se
remonta al Imperio Medio (seg�n los an�lisis realizados por H.
Gordon-Jacquet). Dichos hallazgos otorgan a�n mayor antig�edad al
lugar. En resumen, se puede deducir la existencia durante el Imperio Medio de una peque�a ciudad, cuya pervivencia se constata durante el Segundo Per�odo Intermedio. M�s tarde, probablemente a finales de la XVII dinast�a, o en todo caso a principios de la XVIII, se construy� en la parte Sur de dicho lugar un gran edificio que m�s tarde fue sustituido bajo Thutmosis I por el llamado edificio del tesoro, y posteriormente por los recintos de protecci�n de dicha construcci�n en tiempos de Hatshepsut. Durante la XIX dinast�a el edificio del tesoro fue destruido para construir en un sitio, alg�n otro que nos es desconocido, instal�ndose igualmente panader�as que fueron agrandadas y mejoradas durante la XX dinast�a. Las excavaciones prosiguen con una meta de gran importancia por estudiar met�dicamente: La ciudad del Imperio Medio y del Segundo Per�odo Intermedio. Dicho estudio podr� llenar una gran laguna sobre la vida de los egipcios de Tebas durante una �poca muy antigua (hace m�s de 4.000 a�os). CONCLUSI�N A
trav�s del contenido de los dos art�culos que forman el conjunto de
este trabajo [Los Templos de Karnak
(I y II) ], se ha examinado de modo somero y breve el conjunto de
los templos existentes en el enclave, llamado en antiguo
egipcio IPET-SUT (El lugar m�s perfecto ); en toda su extensi�n
flota la sombra de Am�n-Re �El Oculto�, y como se ha explicado,
todos los templos y edificios estaban �ntimamente unidos y relacionados
entre s� dependiendo del Gran Templo de Am�n, en funci�n del cual
exist�an. Para
comprender, siquiera sea someramente, el contenido de estas
afirmaciones, veamos c�mo se defin�a la naturaleza del Am�n Tebano en
el Papiro de Ley de �poca ram�sida: �Tres dioses son todos los
dioses: Am�n, Ra y Ptah, que no tienen parecidos. Aquel cuyo nombre es
misterioso, es Am�n; Ra es la cabeza; Ptah es el cuerpo. Sus ciudades
sobre la tierra, establecidas para siempre, son Tebas, Heli�polis y
Menfis (estables para siempre). Cuando hay un mensaje del cielo, se oye
en Heli�polis; se repite en Menfis a Ptah; se elabora con �l una
carta, escrita en caracteres de Thot, para la ciudad de Am�n. Los
dioses se han creado para �l. Seg�n su mandato. El mensaje es para dar
la muerte o hacer vivir. Vida y Muerte dependen de �l para todos los
seres excepto para �l. Am�n y para Ra (y para Ptah) unidad Trinidad�
( Traducci�n de A. Moret). Por
lo que hace a las posibilidades del sitio de Karnak, se podr�a decir
que son infinitas. De cualquier modo, el lugar vuelve a convertirse en
lo que antiguamente fue: un enorme yacimiento de trabajo sin principio
ni fin. Hoy el centro Franco-Egipcio de Karnak trabaja sin cesar en la
excavaci�n, reconstituci�n y reparaci�n general de todos los restos
all� existentes. Son destacables las obras realizadas en el IX Pilono,
los descubrimientos de numerosas clases de sacerdotes que se remontan al
primer milenio antes de Cristo, los corrales donde se guardaban las ocas
sagradas de Am�n, y en general las amplias superficies
excavadas en tiempos pasados que no fueron perfectamente
estudiadas y desescombradas en su momento. De igual modo prosiguen las
obras de la zona de Karnak-Norte (en cuyo detalle ya nos hemos
extendido) y la investigaci�n y reconstituci�n del Templo de At�n (en
cuyos restos trabaja una misi�n canadiense. El recinto de Mut est�
siendo excavado (lo cual se hac�a preciso dado el desconocimiento del
lugar) por una misi�n de la Universidad de Chicago cuyos trabajos ser�n
de gran utilidad. La
tarea, no obstante, sigue siendo formidable, pues la mayor�a de los
restos padecen del llamado �mal de la piedra�, provocado por las
filtraciones del suelo y la precipitaci�n de la sal existente en los
cimientos de los templos por efecto de la capitalizaci�n. Se encuentra
en estudio igualmente, un plan para purificar las aguas del Lago
Sagrado, hoy absolutamente contaminadas por colonias bacterianas, fruto
de la descomposici�n de los restos org�nicos
existentes en el lugar (se trata de un efecto secundario
consecuencia de la construcci�n de la Gran Presa de Assu�n, dado que
el Lago se llenaba anualmente a trav�s de las capas fre�ticas al
inundarse el valle, lo que hoy no sucede). Todas las labores rese�adas
van necesariamente acompa�adas de grandes trabajos fotogr�ficos y de
epigraf�a, que no son bien conocidos del p�blico, pero de suma
importancia para ejecutar cualquier restauraci�n, estudio o
reconstituci�n. En suma, repetimos que el lugar vuelve a ser universo
en ebullici�n, que al igual que en los tiempos antiguos, d�a a d�a se
desmonta, se construye, se ampl�a, se modifica y se agranda sin cesar a
imagen del cosmos vivo. Desde los tiempos de Mariette, en que la excavaci�n ten�a por finalidad encontrar piezas de estatutaria y objetos transportables con los que llenar los Museos, pasando por la �poca del Maspero, quien dedic� su labor a asegurar la supervivencia de los monumentos mismos, hasta el momento presente, en el que nuevas perspectivas se abren en este mundo de Karnak, han pasado m�s de 150 a�os y, sin embargo la tarea no ha hecho sino comenzar.
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