LOS TEMPLOS DE KARNAK (II): 

El gran Templo de Amón.

 

Por Francisco Martín Valentín.

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Conviene aclarar, antes de entrar en la exposición del tema, que con toda probabilidad (y así ha sido demostrado en la mayor parte de los casos) la existencia del conjunto de templos, edificios, almacenes, viviendas e instalaciones, estaba íntimamente relacionada con la razón principal y finalidad religiosa del lugar; el culto y servicio del dios Amón y la práctica diaria del desarrollo de la teogonía del dios, con cuanto ello llevaba consigo, es decir el funcionamiento de todo un ejército de funcionarios y escribas, sacerdotes de órdenes mayores y menores, boyeros, caballerizos, agrimensores, artesanos, agricultores y un largo etcétera de toda clase de personal al servicio del dios.  

Foto 1. Dios Amon. © IEAE.

De este modo, en el desarrollo de esta segunda parte del artículo, veremos que se describen y analizan templos y restos de construcciones dedicados a otros dioses como Ptah, Osiris, Montu, Mut, Maat, Jonsu y Opet. Podría parecer confuso el hecho de que el culto de dichos dioses coexistiera con el del propio Amón, pero excepción hecha del practicado en relación con Mut y Jonsu (componentes de la Tríada Tebana), que recibían culto en Karnak- en tanto que componentes de las Santa familia-; el resto de los dioses mencionados pudieron ser objeto de una especie de culto sincrético desde luego en beneficio del Gran Amón, y como aspectos o manifestaciones del gran dios. De hecho los restos de Baja Época ( por ejemplo de Opet), dan pruebas inequívocas de la existencia del sincretismo entre Amón y Osiris, por ejemplo, aunque esta cuestión será analizada con mayor detalle más adelante.

 

LOS TEMPLOS Y LOS RESTOS DEL RECINTO DE AMON

Como se decía en la primera parte dedicada al templo de Amón, el lugar de Karnak está compuesto por tres grandes sectores convencionalmente denominados: recinto de Amón, recinto de Mut y finalmente el recinto de Montú (llamado también Karnak-Norte). Nos dedicaremos en primer lugar, al examen de los restos y templos existentes en el recinto de Amón.

Al norte del Gran Templo de Amón, se encuentran los restos de tres capillas, dos de ellas de época Saíta y la tercera atribuible a las divinas adoratrices Jepenupet II y Amenardis II, con una puerta jubilar de Anj-nes-neferib-Ré.

Las dos primeras  capillas (rígidas, una por Psamético III y otra por Amasis) muestran a los reyes en adoración delante de Amón, observándose igualmente el culto dado al dios cocodrilo Sobek, el dios Jonsú y a la diosa Isis. En la segunda se adora igualmente, además de los dioses mencionados, a Ptah y Sejmet.

La mezcolanza de representaciones rituales del culto de dichos dioses, empieza a anunciar el movimiento sincrético del que ya hemos hablado que, quizás admitido como factor de preeminencia del dios Amon en el Imperio Nuevo, acaba por desarrollarse totalmente en la época Ptolemaica.

La tercera de las capillas reseñadas está dedicada a Osiris “Pa-Dyed-Anj” ( el que da la vida), y realmente se trata más de una naos que de una capilla propiamente dicha, dado su pequeño tamaño. Un poco más allá de estos edificios y el mismo sector se alzan los restos del Templo de Ptah: se trata de un edificio construido bajo Thutmosis III (sus cartuchos e inscripciones fueron usurpados por Aj-en-Aton, y restaurados posteriormente por un faraón Ptolemáico desconocido. Primitivamente el santuario comprendía tan sólo un patio con pórtico precedido, en su caso, de un pilono y tres capillas, un santuario central que se abría sobre el pórtico y otros dos santuarios laterales.

Como se decía, el origen del templo se remonta al Imperio Medio (así lo acredita una estela encontrada en el lugar de Neb-Jeper-Ré Anef, rey de la XVII dinastía). Dicha estela, mencionada  en la inscripción dedicatoria del Templo de Thutmosis III describe cómo en esta capilla, y por ella sabemos que estaba construida en ladrillo; sus seres y puertas eran de madera, en suma, se trataba de una construcción modesta. Sabemos también, que después de la usurpación del Templo por el rey Hereje, aquél fue restaurado por el faraón Chabaka de la XXV dinastía, y posteriormente por los Ptolomeos, quienes añadieron un pilono precedido de un elegante pórtico con dos muros paralelos que unían ambas construcciones. Las decoraciones y relieves parietales de dichos edificios son igualmente de época Ptolemaica.

El templo propiamente dicho, resulta ser obra atribuible al período de Thutmosis III, aunque se encuentran intercaladas escenas en sus muros pertenecientes al período Ptolemaico. Las dos columnas que sostienen el techo del pórtico son de 16 caras y entre ambas se encuentra un altar de granito con el nombre del rey; entre la columna del Sur y la pared, se ha repuesto una basa de naos en granito que se remonta al reinado de Amenemhat I. Junto a la pared Norte hay un tercer altar de época Ptolemaica carente de inscripciones.  En la parte cubierta de este pórtico se observan seis nichos excavados en las paredes (dos al Norte, dos al Sur y dos al Este), que debieron estar cerrados con puertas de dos batientes; encima de cada uno de los nichos hay un disco solar alado.

En el interior del santuario se alza una estatua del dios Ptah sin cabeza. De las dos cámaras existentes a ambos lados de dicha estancia, la del Norte estaba dedicada al dios menfita, en tanto que la del Sur, lo era a la diosa Hathor (en dicha cámara hay una delicada estela de la diosa bajo el aspecto de una leona, que iluminada por un rayo de luz procedente de una abertura practicada en el techo del santuario produce al visitante, al entrar en el oscuro recinto, una impresión en cierto modo sobrecogedora); hay autores que mantienen que dicha estatua representa a la diosa Sejmet, pero dado que es anepigráfica, y que se sabe que la diosa Hathor (esposa del dios Ptah), también era representada con forma de leona, puede ser atribuida sin problemas a la segunda y no a la primera.

Foto 2. Diosa Sejmet. Museo de Luxor. © IEAE.

Algo más allá del templo de Ptah se abre el llamado “Museo del aire libre” (lugar donde se exponen a la vista de los curiosos, diversos restos de importancia, algunos de los cuales ya fueron descritos en el artículo anterior). En su explanada se pueden ver entre otros restos destacables, los casi 1.300 bloques provenientes de la fundación del tercer pilono y los 319 fragmentos de granito gris y cuarcita roja, restos de lo que fue el “Santuario de la Barca” anterior al actualmente en pie de Philipos Arrhideo. Se ve representada en el lugar la procesión de la barca Userhat, con un gran número de reposaderos cuyos nombres figuran inscritos en los relieves de los bloques.

Hay allí un dintel colosal de un edificio de Amen-Hotep I ( en reconstrucción), y algún otro resto proveniente del Imperio Medio. Pero los dos tesoros del lugar son, sin lugar a duda, los dos reposaderos citados en los bloques mencionados de la capilla roja de Hatshepsut. Uno, “la capilla blanca” de Sesostris I, del que se habló en detalle en la parte anterior de este artículo, y el otro, el reposadero o capilla de Amen-Hotep I; ambos monumentos fueron  construidos por el Servicio de Antigüedades entre 1937 y1947, bajo la dirección de M.H. Chevier.

Al Este del Templo de Amón hay un portal, obra de Nectanebo I, inconcluso en su decoración, pero bien conservado y coronado aún con su cornisa o gola (Cerca de este lugar, se descubrieron en 1925, mientras se ejecutaban trabajos para drenar las filtraciones del río hacia la Sala Hipóstila del Gran Templo de Amón, las célebres estatuas-pilares del faraón Aj-en-Aton, hoy expuestas en los Museos de El Cairo y Luxor)

Entre este ultimo y el gran templo, se pueden ver los restos de un templete erigido por Ramsés II, en el que hay una naos de un bloque en calcárea dura de la época de Thutmosis III y Hatshepsut; delante se erigió una columnata por Taharka.

Un pequeño templo dedicado a Osiris por Osorkon III, y otra capillita dedicada al mismo dios, completan el reto de los edificios de dicho lugar.

Al Sur del Gran Templo de Amón, se encuentra el Lago Sagrado, ya estudiado en la primera parte de este trabajo. Entre este último lugar y el muro  Sur del Gran Templo de Amón, está el llamado edificio de “Taharka” del Lago. Construido con bloques de otras edificaciones por el rey etíope, fue usurpado posteriormente por Psamético II. Su finalidad utilitaria pudo ser la de almacén de diversos objetos de culto. El  escarabajo gigante de granito rosa dedicado por Amen-Hotep III al dios solar Atum-Jeper-Ra, que también ha sido comentado, es otra importante pieza del lugar.  

Foto 3. Dios Atum-Jeper-Ra. © IEAE.

Dando salida al templo de Amón, y en dirección Sur ( hacia el Templo de Mut), se encuentra el que fuera llamado por Mariette Propileo del Sur, conjunto de cuatro pilonos (VII al X), unidos entre sí por muros, que formaban una especie de “ vía triunfal” o sagrada que unía el templo del dios padre Amón, con el de la diosa madre Mut.

Dichos pilonos, elevados por reyes de la XVIII dinastía  (Thutmosis II, Hatshepsut, Thutmosis III, Aj-en-Aton, Tut-anj-Amon y Horemheb) fueron analizados en la primera parte de este trabajo.

Entre pilono IX y el X, se ven los restos de una capilla de Amen-Hotep II, desafortunadamente muy deteriorada.

 

EL TEMPLO DE JONSU

Dicho edificio (situado en el llamado “barrio Sur-Oeste del recinto de Amón), resulta ser el “prototipo” ideal del templo egipcio.

Iniciado y prácticamente construido bajo Ramsés III (XIX dinastía).  Debió sustituir a un edifico anterior (probablemente de Amen-Hotep III, a juzgar por las esfinges criocéfalas con los cartuchos de dicho rey que hay delante del pilono junto al Propileo de Taharka), interviniendo en su conclusión muchos de los faraones posteriores.

Foto 4. Columna de Taharka. © IEAE.

Ramsés IV concluyó la decoración de las paredes del edifico. Paralizadas las obras hasta el reinado de Ramsés XI  (quien mandó construir la Sala Hipóstila), al ser aquéllas reiniciadas, se produce la prueba evidente de la debilidad del poder real, frente al creciente poder del clero de Amón.

El sumo Sacerdote Heri-Hor se hace representar en las paredes del templo, haciendo las ofrendas rituales al dios, en igualdad de condiciones con el débil soberano. Más concretamente, a la muerte de Ramsés XI, Heri-Hor, ya coronado faraón, continúa las obras de su antecesor y construye el patio precedido de un pilono del que, el Sacerdote-rey, Hace decorar las caras exteriores, interviniendo en el resto de la decoración Pinedjem II, y en su posterior restauración Alejandro y Ptolomeo II.  

 

El templo recibe diversas obras de embellecimiento que se llevaron a cabo entre la XXI y la XXX dinastías. (Nectanebo II rehizo las dos puertas de la Sala Hipóstila.) Los Ptolomeos y César Augusto lo restauran, quedando su aspecto final tal y como hoy lo conocemos.

En sí mismo está precedido por un magnífico Propilono Ptolemaico encastrado en la muralla que forma parte del recinto de Amón. En dicho pilono están representados Ptolomeo III, Evergetes y su esposa, Berenice II, que hacen ofrendas a la Tríada Tebana y Jonsú, Traspasado este portal, una avenida de esfinges y una columnata (de Taharka), conducían hasta el pilono, en el centro del cual hay una puerta de granito.

Ya en su recinto, la disposición y distribución nos indican claramente que se trata de lo que podríamos llamar el “ templo sintético Tebano”, especie de transición entre el templo con dos patios (Rameseum por ejemplo) y el Ptolemaico clásico (Edfú, Déndera, etc). Se observa en primer lugar, un patio rodeado en tres de sus lados por dos hiles de columnas papiriformes, de capitel cerrado, que precede a la sala Hipóstila.

En las paredes de este patio se representan las ofrendas a la Tríada, la procesión de la Barca Usthat (de Amón), remolcada por la barcaza real, en la que se ve a Heri-Hor y una representación del II pilono de Karnak.

Una rampa axial conduce desde este patio al interior de la Sala Hipóstila que tiene ocho columnas (cuatro campaniformes y otras cuatro papiriformes. Los motivos decorativos de las Sala están constituidos por escenas de adoración y ofrendas a los dioses por el rey. A continuación sigue la capilla de la Barca Sagrada de Jonsú ( abierta en sus extremos y construida con bloque de reempleo en los que se ven os cartuchos de Thutmosis III y Amen-Hotep II), rodeada de pasillos y almacenes para la guarda de los objetos de culto. Una escalera en el corredor de la derecha conduce al techo del templo. Dicha escalera se utilizaba en las ceremonias de carácter lunar que se desarrollaban en el templo, en el corredor en analogía con las de “ la exposición solar” del Templo de Amón. La práctica totalidad de los relieves de estas  estancias pertenecen a Ramsés IV.  El Vestíbulo, que precede al Santuario, tiene cuatro columnas protodóricas y ambas estancias con obras de Ramses III cuyos cartuchos y relieves así lo indican a pesar de las restauraciones allí llevadas a cabo por cuenta del Emperador Augusto.  

Foto 5. Vista general de Karnak. © IEAE.

El santuario (llamado “Sala de la Enéada”, durante la época. Ptolemaica) tiene un nicho al fondo, destinado a albergar la naos con la estatua del dios Jonsú, en tanto que dos capillas situadas a  sus lados estaban dedicadas a Osiris ( la del Este) y al culto solar (la del Oeste).  

MITOS, RITOS Y CULTO DEL TEMPLO.

Jonsú, el dios-hijo de la triada Tebana es un dios lunar. Se le representa en ocasiones bajo la figura de un hombre con cabeza de halcón y más frecuentemente (al estilo de los Ptah, Min y Osiris) envuelto en un lienzo o sudario de que sólo salen las dos manos que sujetan un cetro compuesto de los emblemas de Osiris de Ptah.  La cabeza representa la de un joven (con la trenza símbolo de la niñez), y encima de ella se ve una corona o tocado consistente en un disco encima de creciente lunar en su primer día del mes.

Llevaba un pesado collar con contrapeso dorsal (el Menat), atributo habitual de la diosa Hathor.

Este Dios calificado de “Magnánimo “ y llamado el que aleja los espíritus malignos”, podía ser, no obstante, terrible, pues al mismo tiempo se decía que expandía las enfermedades.

A pesar de lo anterior, era más conocido por sus buenas disposiciones que por las malas. Así, las propiedades curativas de este dios eran célebres, hasta tal punto que se convirtieron en leyenda que nos ha sido transmitida por medio de una estela de época persa. (C. 248 del Museo del Louvre), que fue encontrada pro Champolion  en uno de los templetes Ptolemaicos cercanos al templo.

En dicha estela se relata cómo una de las formas del dios   “Jonsú-que gobierna-en Tebas” o pequeño Jonsú, se recargó por  medios mágicos de poder curativo que le fue transmitido por “Jonsú- en –Tebas-Nefer-Hotep” (otra de las formas del dios) y fue enviado a la princesa de Bajtan, a la cual curó  de su enfermedad.

Durante el Imperio Medio le fue atribuido el título de “Señor de la alegría”, lo que le vinculaba a la diosa Hathor y sugería su patronazgo sobre las fiestas que en las noches de plenilunio se celebraban en el templo (así lo han demostrado las recientes excavaciones realizadas en una pequeña capilla adosada a la parte trasera del templo, atribuible a la XXX dinastía; la decoración de esta capilla, relacionada con las fases de los meses lunares, evoca las fiestas que se desarrollaban durante el plenilunio, conforme a antiquísimos rituales) Jonsú parece ser una creación sintética hecha en su momento por los teólogos amonianos quienes consideraron preciso dotar a Amón Re de un dios-hijo, en consonancia con la existencia de las Triadas Divinas. De otra parte, y dado que se pensaba  (según la teogonía amoniana), que la Luna había sido engendrada por el Sol, pareció Lógico que el dios-hijo tuviese naturaleza lunar.

Las  últimas excavaciones llevada a cabo en el lugar por el Centro Franco-Egipcio de Karnak han permitido, entre otros hallazgos, completar las fundaciones de la Columnata de Taharka, y han revelado la existencia de unos muy interesantes relieves (utilizados como pavimento) del faraón Osorkon III y su hijo  Takelot (XXII dinastía  817-730 a.C.)

El edificio a que dichos relieves pertenecían estaba dedicado  a la realización de ritos reales y lunares; los primeros se cree que se celebraban una vez al año coincidiendo con la inundación  (parte de dichas ceremonias consistía en la llamada “ suelta de aves”, que se refleja en un hermoso fragmento de relieve de los encontrados en el lugar. En cuanto a los ritos lunares eran celebrados mensualmente, como ya se ha dicho, coincidiendo con el plenilunio y evidentemente, estaban relacionados de modo analógico con los ritos de “ La Unión al disco solar” (en este caso “unión al disco lunar”). La decoración de los relieves era rica y profusa. (Por los restos y fragmentos de láminas de oro, existentes en sus intersticios se puede concluir que algunas figuras estaban adornadas con pan de oro.)

 

EL TEMPLO DE OPET.

Por una puerta lateral en el muro Occidental del patio del Templo de Jonsú, se accede al Templo de Opet o Tumba de Osiris en Ipet-Sut, lugar donde fue engendrado Osiris, rey de los dioses ( Amón asimilado a Osiris), el Templo de Opet es el espacio dedicado a desarrollar los ritos y mitos del tema del ciclo universal de la gestación, el nacimiento y la muerte como fenómenos cósmicos.

Consagrado a la Madre Divina (Opet), la diosa hipopótamo, síntesis de toda fecundidad, Madre Universal de las madres, fue construido tal como lo conocemos, por diversos reyes de época grecorromana, si bien la parte más importante del mismo es atribuible a Ptolomeo VIII, Evergetes II (145-116), y a César Augusto.  

Foto 6. Interior de la capilla . © IEAE.

 

No obstante lo anterior, hay vestigios de que ya en la época de Thutmosis III (XVIII dinastía), existía un templo en el lugar dedicado a Opet; igualmente, se sabe que intervino en la construcción del edificio Amen-Hotep II (XVIII dinastía). Renovado por Taharka, incluye aportaciones de Nectanebo  (378-360 a.C.), y algunas pequeñas reformas de los Ptolomeos II, III y XII Auletes  Neos Dionysos.  

La estructura del templo se desarrolla sobre un eje Oeste-Este desde la puerta perforada en el muro de entorno hasta el santuario principal denominado “La Morada del Oro, donde reside Opet-Nut,  madre de la Luz”). Un kiosco con columnas precede al pilono, y el patio del templo conserva las fundaciones o cimientos de una rampa que daba acceso a las salas del recinto construidas sobre un podium elevado.

C. De Witt ha publicado y estudiado las representaciones parietales del templo, y ha reconocido en el lugar que las salas del Norte estaban dedicadas a los renacimientos de Osiris, en tanto que las del Sur, estaban construidas para dar culto al mito del nacimiento de Horus (asimilado a Amón que renace como el Sol naciente).

En el interior de los muros y en el subsuelo del templo existen diversas criptas que, consideradas como carentes de inscripciones y relieves, han revelado recientemente (en el año 1970, a través de las investigaciones de Cl. Traunecker) que estaban cubiertas de representaciones, ocultas bajo una capa de deyecciones de murciélagos, atribuibles a Ptolomeo Evergetes II.

 

LOS MITOS, RITOS Y CULTO DEL TEMPLO.

La teología de Opet, tal y como se desprende de los textos parietales, supondría que los Ba de Amón son los que provocarían la resurrección de Osiris. En efecto, en la cripta situada en la parte Norte, todas las escenas están relacionadas con la muerte de Osiris. El dios tumbado sobre un lecho funerario entre sus hermanas Isis y Neftys, en presencia de los ocho dioses primordiales (con cabeza de rana y de serpiente), y la propia Opet, presidiendo el sueño del dios, así como los diez Ba de Amón bajo el aspecto de dioses-Nilo con cabeza de león, leona, cocodrilo, y serpiente, y uno de ellos con cabeza humana. Estos Ba serían las representaciones de las fuerzas productivas del Universo que permiten la vida y el mantenimiento de la creación bajo todos sus aspectos. Los diez Ba de Amón, que presentan su collar de vida a Osiris, expresan pues, no solamente la universalidad de Amón como demiurgo, creador de toda vida y de la fuerza vital que mantiene la creación, sino como potencia de la renovación de los ciclos y motor de todo renacimiento. Amón, señor de Karnak, resumiría en sí mismo todas las divinidades.

De este modo el templo desarrolla dos temas religiosos y míticos que son correspondientes entre sí, a saber: de una parte, el ciclo de la renovación de Amón, ya expuesto, y de otra, los ciclos de renovación vital del rey, ceremonia que se remonta a los más remotos orígenes de la civilización egipcia; esta segunda faceta está reflejada en las cámaras del sur dedicadas al tema del nacimiento de Horus. Allí se ve a la diosa Isis amamantando a su hijo (el protector de los reyes) en presencia de Osiris, Ptah y Opet.

En cuanto a la diosa Opet, a la que el templo está consagrado, se la representaba bajo la figura zoomorfa del hipopótamo hembra. Aunque este animal fue cazado por los reyes y los particulares en todas las partes de Egipto, en tanto que el enemigo tradicional de Horus, esto no impidió que en la zona del Alto Egipto y más concretamente en Tebas gozase de culto local y fervor entre la población, pues en contraposición con el aspecto maléfico de dicho animal, era considerado como diosa protectora de los partos y en tal sentido se transmitió su figura a través de la época Ptolemaica, momento en que se le dio el nombre de Thueris (la grande). Igualmente se la llamó Shepset ( la noble), Mesjenet (aquella que pare), etc.; el nombre de Opet surge, según los estudiosos en el Imperio Medio (diversos marfiles de finalidad mágica de esa época reflejan a la diosa con ese nombre). Durante el Imperio Nuevo, su representación se convierte en algo habitual como motivo decorativo de camas, sillones y objetos de aseo, viéndosela representada igualmente en los templos de Deir-el Bahari y Luxor, donde asiste al nacimiento de los niños reales  (Hatshepsut y Amen-Hotep III), en las escenas que representan el Misterio de la Teogamia de dichos reyes.

Los epítetos recibidos por la diosa nos indican, sin lugar a duda, su identificación con otras divinidades así se la llama “ Señora de los países”, “madre de Kamutef” ( epíteto de Amón), “la que engendró a los dioses” (epíteto atribuido a Nut, diosa del cielo) “Ojo de Ra” ( lo que permite identificarlo con Hathor), etc. Este extremo confirma la existencia de un gran culto sincrético, existente sin duda desde el Imperio Medio, claramente desarrollado en el Imperio Nuevo, y por fin, abiertamente expuesto en la Baja época, que confunde y mezcla deliberadamente los atributos, características y condiciones de los dioses, como si todos no fueran sino diversos aspectos de un gran principio divino.  

Foto 7. Capilla de la barca de Sethy II .

 © IEAE.

El templo Opet es en propiedad “el lugar de la concepción de Osiris”, pero todo el desarrollo teológico de este principio sucede allí bajo el signo de Amón ( se puede observar en el lugar la existencia de numerosas representaciones de Osiris y Horus, pero siempre bajo el aspecto de Amón); incluso las representaciones existentes en el lugar de Amón Mut y Jonsú  (la tríada Tebana), tienen atribuidos epítetos que los hacen ser identificados con Osiris, Isis y Horus, y así por todas partes. De este modo, se vuelve a hacer hincapié sobre el hecho de que todo el culto practicado en este templo está en función del principio del dios supremo Amón-Re. Tal circunstancia es plenamente coincidente con una de las características propias del dios Amón que, como es sabido, podía tomar aspectos bien diferentes, sin dejar de perder su propia naturaleza (se le representa en el templo bajo los aspectos del dios Min y como Horus, heredero de la Ogdoáda); en esencia se le denomina el dios del viento, o del soplo de vid y más concretamente “el oculto”

Foto 8. Hor-em-Heb delante de Atum. Museo de Luxor. © IEAE.

Los mitos representados en el templo nos dicen que Osiris fue engendrado en el Templo de Opet, y nació en Tebas, igualmente en el templo; Osiris murió y fue enterrado en el Templo de Opet, y Amón tomó la forma de Osiris para renacer. (En este punto se debe advertir que estamos analizando la teología de Osiris bajo el punto de vista del culto de Amón en el Templo de Opet, por tanto el lector no deberá incurrir en confusión, si recuerda que el culto de Osiris, y el privilegio de ser lugar de enterramiento de sus restos estaban extendidos a lo largo y ancho de todo Egipto, y más concretamente en Abidos, donde se decía estaba enterrada la cabeza del dios).  

Los ocho dioses primordiales y Amón, nacidos en Tebas, figuran igualmente en el Templo de Opet (Nun y Nunet, Hehu Hehet, Jeku y Jeket y Amón  y Amonet). Por fin se plantea la posibilidad de que Opet, según la representación de los mitos del lugar, fuese considerada como una divinidad bisexuada (en efecto, la diosa ha sido representada en el lugar diciendo de ella que es la grande, la que dio a luz a los dioses, la que engendró la luz en el interior de Pf-Ipt-Urt, y finalmente que ella dio nacimiento a la luz en el interior de Tebas, características que han hecho pensar a los autores sean la posible bisexualidad de la diosa).

Los ritos desarrollados en el templo (en cuanto se refiere al ritual diario divino), no nos han sido transmitidos a pesar de la abundancia de los textos existentes en el mismo, lo que constituye una constante con la totalidad de los templos egipcios. Sabemos que se realizaban ofrendas de incienso, perfumes, vino, agua, leche y panes; así lo indica la existencia en los relieves de representaciones de mesas repletas de diversas ofrendas,  modelos a escala de objetos de todo tipo.

Sin embargo, nada se indica del momento o lugar en que dichas ofrendas se llevaban a cabo.

Lo que sí que resulta claro, es el papel preponderante de Amón en el templo. Opet en cambio, juega un papel relativamente secundario salvo en el recinto del Santuario propiamente dicho y a la entrada del templo ( lo que justifica el nombre que se le ha dado al lugar).

En esencia, el gran rito desarrollado en el templo, su gran sentido ritual, es la representación del mito según el cual el dios-Sol Amón debe tomar la forma de Osiris para asegurar su resurrección. Amón está enterrado al Oeste de la Sala Norte del templo, bajo la forma de Osiris Tebano, para resucitar al Este de la Sala Sur del templo, bajo la forma del joven Horus, que tiene todas las características del joven Amón.

Por lo que hace a las fiestas propias del templo, allí hay nombradas dos, que son “La fiesta del toro puro en su campo”  (día del nacimiento de Osiris, que se celebraba el primero de los cinco días epagómenos del año) y “El día de la fiesta de Renenutet”, día del nacimiento de Horus niño  (celebrado el primer día del mes Pachons); además de éstas, se sabe que existían otras de carácter osiriano celebradas durante el mes Choiak.

En suma, el templo tiene como especial interés la abundancia de textos que nos enseñan y adoctrinan sobre el mito de la asimilación de Amón  a Osiris, principio encontrado en otros lugares de Egipto, pero en ninguno tan desarrollado y afirmado como en el templo de Opet.

 

LOS DROMOS

Pasemos ahora a examinar en dirección Sur y hacia el recinto de la diosa paredra Mut, uno de los llamados dromos, o avenidas de esfinges que unían entre sí a modo de vías sacras o procesionales las partes más importantes del gran laberinto que era Karnak, poniendo inclusive en relación este lugar con templos más alejados, como el de Luxor.

El primero que examinaremos es, como se ha dicho, el que une el recinto de Mut desde el X pilono con el de Amón. Tiene una longitud aproximada de 300 metros y era usado en las festividades del año en que el dios Amón-Re visitaba a su esposa Mut.

Al llegar a la fachada del recinto de la diosa Madre, la avenida entronca hacia la derecha con otra vía lateral, que bordeando el recinto va a unirse al llamado gran dromos, que tiene su inicio delante del Portal de Vergetes y unía, como se dijo, los templos de Karnak y Luxor, distantes entre sí 2 km. Esta gran vía procesional pavimentada con grandes losas, tenía una anchura total de 27 metros, incluidas las dos hileras de esfinges criocéfalas que fueron colocadas en el lugar por Amen-Hotep III al construir el Templo de Luxor (Opet del Sur) para la celebración de las Fiestas del año nuevo (en las que ya se explicó, la Triada Tebana –Amón Mut y Jonsú- salían del recinto de Karnak y eran transportados con gran boato y ceremonia en sus barcas procesionales hasta dicho templo

 

EL RECINTO DE MUT

Se trata de un amplio rectángulo con una superficie de más de 10 hectáreas hasta hace poco tiempo inexplorado en mas de la mitad de dicha superficie. (Hoy trabaja en el lugar una misión de la Universidad de Chicago, cuya labor será de gran utilidad para el conocimiento del templo y su recinto).

Tiene su entrada en la parte Norte por el dromos que acabamos de explicar, y a través de un portal cubierto de inscripciones y representaciones del faraón Ptolomeo II Filadelfo. Los edificios del recinto son básicamente tres, el principal de los cuales, el Templo de la diosa Mut, se encuentra prácticamente en ruinas, no obstante lo cual se ha podido reconstituir la distribución y estructura. Traspasado el pilono del templo. Se penetraba en un patio rectangular, cuyo pasadizo central estaba bordeado por dos hileras cuatro columnas. Una puerta o un pilono (no se puede determinar con certeza, dado el estado de las ruinas), separaba el patio anterior de otro patio más estrecho donde se podía ver una columnata central de la que nada queda. Este patio estaban bordeado en sus paredes Norte, Este y Oeste, de  un pórtico sujeto con columnas hathóricas de las que se han encontrado múltiples capiteles. El patio descrito en primer lugar (hoy totalmente en ruinas), estaba adornado con toda seguridad en sus cuatro paredes con múltiples estatuas sedentes de la diosa Sejmet de tamaño colosal, algunas de ellas usurpadas por Shenshonk I, aunque todas eran contemporáneas del rey Amen-Hotep III.

Traspasado el segundo patio, se penetraba en la Sala Hipóstila cuyo techo estaba sujeto por ocho columnas papiriformes. A ambos lado de la Sala hipóstilas había dos salas cuyo techo estaba sujeto por una sola columna. Otra pieza alargada se encontraba a cada lado de las dos salas referidas e inmediatamente después se alzaba la capilla de la barca, el Santuario propiamente dicho y algunas otras dependencias y almacenes rodeando todo aquello.

Esta parte, la más sagrada del templo, se encuentra muy destruida, de modo que su reconstrucción siempre será problemática y sujeta a diversas opiniones y criterios. En la parte Sur del templo, y a algunos metros de su recinto, se halla el segundo Lago Sagrado del lugar de Karnak, en forma de U sus brazos parecen recoger el templo como si sus aguas sagradas lo rodeasen y protegiesen. Se supone que antes del reinado de Amen-Hotep III (a quien se atribuye la construcción), existía en el lugar otro templo anterior, no siendo descartable que los restos más antiguos allí existentes pudieran haberse remontado al Imperio Medio.

 

MITO, RITO Y CULTO DEL TEMPLO.

La diosa Mut, cuyo nombre en antiguo egipcio significaba  “madre”, es la diosa-madre de la Tríada Tebana. Su creación fue propiciada por los teólogos del dios Amón para cubrir las necesidades del culto de dicho dios, y dotarle de esposa divina. La maternidad de la diosa tuvo como fruto el dios-hijo Jonsu. Era representada bajo forma humana tocada con las coronas del Alto y Bajo Egipto (Blanca y Roja) sobre un casquete en forma de buitre; también era representada zoomórficamente bajo la forma de un buitre, y su culto se confunde en ocasiones con el de la diosa Sejemet (con cabeza de leona), de la que se han encontrado numerosas estatuas en el recinto del templo.

En cualquier caso, los autores no tienen inconveniente en admitir que su naturaleza se identificaba con la de la diosa buitre Nejbet, deidad tutelar del Alto Egipto. De la práctica de su culto se sabe bien poco, dado lo escaso de las excavaciones realizadas en su recinto sagrado hasta el momento pero lo que sí es seguro es que estaba íntimamente ligado al del dios Amón y tenía características muy similares al recibido como diosa-madre por Isis, pues ya se ha observado la tendencia a identificar los diversos cultos existentes en Egipto con la propia naturaleza de la teología de Amón.

Los otros dos edificios existentes en el recinto de Mut son un pequeño templo dedicado por Amen-Hotep III a Amón-Re (cuyos restos se encuentran muy deteriorados) y el Templo de Ramsés III, erigido entre el Lago Sagrado y el muro Oeste del recinto que tampoco se encuentra en mejores condiciones: su pilono semi derruido, estaba precedido por dos estatuas reales, construidas de granito rosa; un gran patio con pilares osiriacos de los que sólo quedan las basas, conducía a través de una rampa, a una pequeña sala con cuatro columnas, después a la Sala hipóstila y por fin al Santuario propiamente dicho (piezas rodeadas como es habitual, por pequeñas estancias dedicadas a almacenes y sacristías).

 

EL RECINTO DE MONTU (KARNAK NORTE)

El  templo de Montu, dios guerrero procedente de Hermontis, cuyo culto era ancestral en el Egipto Medio, antes de la llegada y auge del Amón Tebano, fue construido por Amen-Hotep III.

Hoy, prácticamente, se encuentra a nivel de cimientos, lo que tan sólo permite reconstruir su plano. El lugar ha sido excavado por miembros del Instituto Francés de Arqueología Oriental, quienes pusieron de manifiesto la existencia de diversos depósitos de fundación y de bloques de reempleo procedentes de templos más antiguos existentes en el lugar.

En tiempos de Amen-Hotep III el recinto del templo era más grande que el existente hoy, y la entrada principal se encontraba en su parte Sur. Hoy se accede por el norte a través de una avenida de esfinges construida en época Ptolemáica. En su estado primitivo se alzaban en su puerta dos obeliscos de granito con el nombre de Amen-Hotep III, que fueron sustituidos en Baja Época  por cuatro hileras de columnas. Las cuatro paredes del Gran patio estaban bordeadas de una hilera de columnas papiriformes (doble en su parte Sur), por donde se accedía al interior de las dependencias del templo. Su distribución interior era muy similar a la del templo de la diosa Mut, ya que el santuario estaba rodeado de seis piezas secundarias que se abrían a un vestíbulo común con una escalera que salía de ese el ángulo suroeste de la Sala Hipóstila que conducía  hacia la terraza. La distribución actual del templo es fruto de diversas ampliaciones (algunas de las cuales fueron obra del mismo Amen-Hotep III), ejecutadas por diversos faraones de distintas dinastías. (En la parte noroeste del patio del templo se restauró un pequeño estanque rectangular por orden de Tajarqa.)

Pegado al Templo Montu, en su parte Este, se encuentran los restos de un pequeño santuario cuya fecha de construcción es incierta y que en origen se componía de una Sala Hipóstila, un vestíbulo, un santuario, dos cuartos laterales y una escalera que conducía a la terraza. Según las investigaciones de Varille, el templo estaba dedicado a Garpré y se supone que tuvo funciones de Mammisi, o lugar del parto de alguna deidad, y estaba relacionado con el culto de la diosa Hathor (se han encontrado capiteles con la cabeza de la diosa de la época de Akoris). Según J. Vandier, el templo no sería anterior al reino de Horemheb, ni posterior a la XXVIII dinastía, pero se halla tan destruido que la cuestión no ha podido ser dilucidada. Por fin, es de interés en el lugar la existencia de una pequeña capilla, dedicada a la diosa Maat, cuyo estado es igualmente muy ruinoso. Constaba, por lo que se sabe, de dos pilonos separados por un patio, tres pequeñas Salas Hipóstilas y otras tres habitaciones de las que en una debía ser el Santo de los Santos y el resto salas del tesoro. Este templo fue precedido en el lugar por otros templetes dedicados igualmente a la diosa Maat. Se han encontrado restos, al menos de dos de ellos.

Uno, perteneciente al reinado de Thutmosis I, y el otro al de Amen-Hotep III. El interés del edificio reside en la identificación realizada por diversos autores, con el lugar en el que se celebró el célebre proceso judicial de la XX dinastía con motivo de los saqueos de tumbas reales organizados por verdaderas bandas mafiosas de la época con la convivencia de los propios integrantes de la administración de Tebas y de su Necrópolis.

La investigación del lugar ha sido continuada a lo largo de las excavaciones allí practicadas durante los últimos cuarenta años. En este momento la historia de Karnak-Norte es más clara y conocida, aún cuando queda todavía mucho por hacer. Las últimas campañas de excavaciones bajo la supervisión del IFAO han conducido al descubrimiento del denominado edificio del tesoro de Thutmosis I, y lo que es más importante a la comprobación de la existencia en ciertos niveles de excavación de restos de una ciudad que, según todos los indicios, podría remontarse al Segundo Período Intermedio, e incluso al Imperio Medio.  

Foto 9. Capilla solar de Thutmosis III. © IEAE.

El edificio del tesoro que se ha descubierto estaba reducido a la parte baja de sus muros y a una gran superficie de la avenida que a él conducía desde el Templo de Amón por donde se sabe que el dios se dirigía desde dicho gran templo hasta este edificio del tesoro. El lugar, según las observaciones hechas en las excavaciones, estaba dedicado a la conservación del material del culto usado en el Templo de Amón; allí se preparaban colorantes, se reparaban estatuas, y en general se guardaban y mantenían objetos necesarios para el dios Amón. Queda así clara la función religiosa del denominado “tesoro”. Otras finalidades del edificio son menos claras, pero se encuentran en trance de investigación (se han encontrado talleres dedicados a la elaboración de pan, cuyo consumo cubría sin duda las necesidades del templo). El interés del edificio reside en que, hasta el momento, no se había encontrado algo parecido en Egipto, de tal modo que su estudio va a permitir la identificación por analogía de algunas otras estructuras que, conocidas hace ya tiempo, no han sabido ser suficientemente explicadas hasta el presente.

Excavando los cimientos del “Edificio del Tesoro”, la misión del IFAO encontró vestigios sumamente interesantes que indican claramente la existencia de un centro de población datable, como ya se  ha dicho, en el Segundo Período Intermedio (entre el Imperio Medio y el Imperio Nuevo).

Esta ciudad cuyos restos aparecen intermitentemente en las excavaciones, fue destruida y excavada en tiempos de Thutmosis I para construir su edificio del tesoro. En niveles más profundos de la excavación se han encontrado, en una cámara con evidentes restos de niveles de incendio, grandes cantidades de cerámica, improntas de sellos, silex tallados, un vaso de alabastro y útiles de piedra que constituyen un conjunto de suma importancia, dada su homogeneidad cronológica, que sin duda se remonta al Imperio Medio (según los análisis realizados por H. Gordon-Jacquet). Dichos hallazgos otorgan aún mayor antigüedad al lugar.  

En resumen, se puede deducir la existencia durante el Imperio Medio de una pequeña ciudad, cuya pervivencia se constata durante el Segundo Período Intermedio. Más tarde, probablemente a finales de la XVII dinastía, o en todo caso a principios de la XVIII, se construyó en la parte Sur de dicho lugar un gran edificio que más tarde fue sustituido bajo Thutmosis I por el llamado edificio del tesoro, y posteriormente por los recintos de protección de dicha construcción en tiempos  de Hatshepsut. Durante la XIX dinastía el edificio del tesoro fue destruido para construir en un sitio, algún otro que nos es desconocido, instalándose igualmente panaderías que fueron agrandadas y mejoradas durante la XX dinastía. Las excavaciones prosiguen con una meta de gran importancia por estudiar metódicamente: La ciudad del Imperio Medio y del Segundo Período Intermedio. Dicho estudio podrá llenar una gran laguna sobre la vida de los egipcios de Tebas durante una época muy antigua (hace más de 4.000 años).

CONCLUSIÓN

A través del contenido de los dos artículos que forman el conjunto de este trabajo [Los Templos de Karnak  (I y II) ], se ha examinado de modo somero y breve el conjunto de los templos existentes en el enclave, llamado en antiguo  egipcio IPET-SUT (El lugar más perfecto ); en toda su extensión flota la sombra de Amón-Re “El Oculto”, y como se ha explicado, todos los templos y edificios estaban íntimamente unidos y relacionados entre sí dependiendo del Gran Templo de Amón, en función del cual existían.

Para comprender, siquiera sea someramente, el contenido de estas afirmaciones, veamos cómo se definía la naturaleza del Amón Tebano en el Papiro de Ley de época ramésida: “Tres dioses son todos los dioses: Amón, Ra y Ptah, que no tienen parecidos. Aquel cuyo nombre es misterioso, es Amón; Ra es la cabeza; Ptah es el cuerpo. Sus ciudades sobre la tierra, establecidas para siempre, son Tebas, Heliópolis y Menfis (estables para siempre). Cuando hay un mensaje del cielo, se oye en Heliópolis; se repite en Menfis a Ptah; se elabora con él una carta, escrita en caracteres de Thot, para la ciudad de Amón.

Los dioses se han creado para él. Según su mandato. El mensaje es para dar la muerte o hacer vivir. Vida y Muerte dependen de él para todos los seres excepto para Él. Amón y para Ra (y para Ptah) unidad Trinidad” ( Traducción de A. Moret).

Por lo que hace a las posibilidades del sitio de Karnak, se podría decir que son infinitas. De cualquier modo, el lugar vuelve a convertirse en lo que antiguamente fue: un enorme yacimiento de trabajo sin principio ni fin. Hoy el centro Franco-Egipcio de Karnak trabaja sin cesar en la excavación, reconstitución y reparación general de todos los restos allí existentes. Son destacables las obras realizadas en el IX Pilono, los descubrimientos de numerosas clases de sacerdotes que se remontan al primer milenio antes de Cristo, los corrales donde se guardaban las ocas sagradas de Amón, y en general las amplias superficies  excavadas en tiempos pasados que no fueron perfectamente estudiadas y desescombradas en su momento. De igual modo prosiguen las obras de la zona de Karnak-Norte (en cuyo detalle ya nos hemos extendido) y la investigación y reconstitución del Templo de Atón (en cuyos restos trabaja una misión canadiense. El recinto de Mut está siendo excavado (lo cual se hacía preciso dado el desconocimiento del lugar) por una misión de la Universidad de Chicago cuyos trabajos serán de gran utilidad.

La tarea, no obstante, sigue siendo formidable, pues la mayoría de los restos padecen del llamado “mal de la piedra”, provocado por las filtraciones del suelo y la precipitación de la sal existente en los cimientos de los templos por efecto de la capitalización. Se encuentra en estudio igualmente, un plan para purificar las aguas del Lago Sagrado, hoy absolutamente contaminadas por colonias bacterianas, fruto de la descomposición de los restos orgánicos  existentes en el lugar (se trata de un efecto secundario consecuencia de la construcción de la Gran Presa de Assuán, dado que el Lago se llenaba anualmente a través de las capas freáticas al inundarse el valle, lo que hoy no sucede). Todas las labores reseñadas van necesariamente acompañadas de grandes trabajos fotográficos y de epigrafía, que no son bien conocidos del público, pero de suma importancia para ejecutar cualquier restauración, estudio o reconstitución. En suma, repetimos que el lugar vuelve a ser universo en ebullición, que al igual que en los tiempos antiguos, día a día se desmonta, se construye, se amplía, se modifica y se agranda sin cesar a imagen del cosmos vivo.

Desde los tiempos de Mariette, en que la excavación tenía por finalidad encontrar piezas de estatutaria y objetos transportables con los que llenar los Museos, pasando por la época del Maspero, quien dedicó su labor a asegurar la supervivencia de los monumentos mismos, hasta el momento presente, en el que nuevas perspectivas se abren en este mundo de Karnak, han pasado más de 150 años y, sin embargo la tarea no ha hecho sino comenzar.

 

BIBLIOGRAFIA.

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