Herakleion y Canopus: las m�ticas ciudades egipcias que fueron recuperadas del mar.
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Por D. Francisco Mart�n Valent� y D�a. Teresa Bedman. |
Del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto. |
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Seg�n la opini�n de t�cnicos de la Universidad de Stanford, estas ciudades fueron destruidas como consecuencia de una serie de terremotos y maremotos que asolaron las costas egipcias a causa del nacimiento de una grieta surgida en la falla marina que iba desde Sicilia hasta El Cairo. El proceso de su desaparici�n no debi� ser repentino, puesto que sabemos por las fuentes escritas que, al menos, hubo 34 terremotos en la zona del norte de Africa, entre el 320 y el 1303 de C., siendo el m�s riguroso de ellos el sufrido en el 365. Con el tiempo la costa se fue hundiendo y las ciudades existentes a lo largo de ella se fueron derrumbando y cayendo bajo el empuje de las olas, siendo gradualmente enterradas por el limo que todos los a�os depositaban las crecidas del Nilo. No obstante, alguno de los hallazgos parecen indicar que, en el caso Herakleion, el abandono de la ciudad se llev� a cabo de modo precipitado. De hecho, las m�s recientes investigaciones comunicadas en el pasado mes de junio aclaran que, en realidad, la ciudad de Herakleion probablemente se hundi� en el mar mucho antes que Canopus.
En todo caso sabemos que estas poblaciones estuvieron ubicadas en lo que una vez fue la desembocadura del brazo Can�pico del Nilo, la cual desapareci� a causa de los fen�menos s�smicos. La parte m�s importante de la destrucci�n de las ciudades pudo producirse, seg�n la tesis m�s veros�mil, hacia los siglos VII-VIII, es decir, despu�s de la conquista de Egipto por los �rabes, aunque entre los restos encontrados en Canopus hay monedas de oro del periodo Ayyub� (1117-1150 de C), lo que avalar�a la idea de que el hundimiento completo de los restos de las ciudades y su abandono final debieron producirse bastante m�s tarde. Desde entonces, estas urbes pasaron a ser poco m�s que unos nombres identificados con lugares m�ticos desaparecidos, citados en los textos cl�sicos pero, de los que los egipt�logos no osaban hablar. �Fueron una realidad o una fantas�a?. El eco de su memoria se uni� al de tantas otras ciudades de leyenda que formaban parte del mundo de lo irreal y especulativo.
Las
Leyendas de Canopus y Herakleion La mitolog�a griega cuenta que el rey espartano Menelao hizo alto en la ciudad de Herakleion cuando regresaba desde Troya con Helena. Entonces, Canopus, el timonel que gobernaba su barco, fue mordido por una serpiente venenosa y como consecuencia de ello se transform� en un ser divino. Por tal raz�n Canopus y Menuthis, su esposa, fueron inmortalizados fund�ndose las poblaciones que llevaron sus nombres. Por su parte, el viajero griego Her�doto escribi� en su libro Euterpe c�mo Helena y Paris, fugitivos de Troya fueron rechazados a las puertas de Egipto por un m�tico personaje llamado Thonis, encargado de vigilar la entrada de los extranjeros por la llamada �Boca Can�pica� del Nilo. M�s tarde, Diodoro de Sicilia aclarar�a a la posteridad que este Thonis de Her�doto era, en realidad, el nombre del centro comercial egipcio que comunicaba en la Boca Can�pica con el �mar de los griegos� que, en la lengua de los faraones se denomin� Ta-Hone. En realidad una poblaci�n portuaria que, en el Decreto de Canopo recib�a el nombre griego de Herakleion. La m�tica urbe contaba con un gran templo, relatan los textos, dedicado al dios Herakles (el H�rcules latino). Para explicar la presencia de este monumento los cronistas cl�sicos nos contaron la historia a su modo. Diodoro relata que en una ocasi�n en la que las aguas del Nilo crearon una gran ola que rompi� todos los diques de contenci�n, H�rcules consigui� frenarla y conducir al r�o a su cauce por lo que, en gratitud, el pueblo le erigi� en aqu�l lugar un templo y llam� a la ciudad Herakleion. Para ellos Am�n era Zeus y Jonsu, H�rcules.
Un
poco de historia Los reyes egipcios de la dinast�a XXVI, sa�ta, hab�an autorizado, alrededor del 570 a. de C. asentamientos griegos de mercenarios milesios y carios en la zona del Delta, relativamente cerca del emplazamiento de la futura Alejandr�a. La capital de estas poblaciones fue Naukratis, cuyo nombre egipcio fue Na-Keredye. La entrada a Egipto estaba en aqu�llos tiempos absolutamente prohibida a los extranjeros y solo se permit�an contactos regulares en puntos de tr�fico comercial perfectamente establecidos por la administraci�n fara�nica. Dos de ellos fueron Canopus y Herakleion, cuyos nombres egipcios fueron Pe-Guti y Ta-Hone, respectivamente.
Ambas, situadas a poco m�s de cinco kil�metros de distancia entre s�, estuvieron ubicadas en el brazo can�pico de la desembocadura del r�o Nilo, y, ambas, tuvieron sus or�genes en los tiempos del Imperio Nuevo (hacia el 1580 a. de C.). Realmente fueron dos emporios comerciales, en el caso de Herakleion con importantes instalaciones portuarias, que estaban rodeados de numerosas casas y contaban con grandes santuarios. En el caso de Canopus los templos se sabe que estuvieron dedicados a la diosa Isis, cuyo lugar sagrado estaba construido en un barrio de la ciudad llamado Menuthis, y los dioses Osiris y Serapis; en Herakleion se alzaban los dedicados al dios Amon-Guereb, que otorgaba la legitimidad al fara�n para regir Las Dos Tierras y al dios Jonsu; ambos estaban dotados con estatuas y con los dem�s elementos habitualmente existentes en un recinto religioso egipcio. Ambas ciudades fueron desbancadas por la esplendente Alejandr�a que, fundada en el 331 a. C., capt� toda la riqueza comercial de los dem�s puertos egipcios del Mediterr�neo.
Los
hallazgos Los
restos encontrados en las dos campa�as dadas a conocer hasta ahora han
sido de suma importancia y han establecido la identificaci�n sin g�nero
de dudas de las dos importantes ciudades egipcias de las que nos
hablaban los viajeros grecorromanos. El
naos de los decanes En los momentos iniciales el equipo de Franck Goddio hall� en Canopus un important�simo fragmento de un monumento que fue inmediatamente identificado. Se trataba de una capilla de granito negro llamada por los egipt�logos �el naos de los decanes�. La parte superior fue hallada en la playa de la bah�a de Abukir en 1776 por los integrantes de la Expedici�n francesa a Egipto y hoy se exhibe en el Museo del Louvre. Otra parte fue descubierta en 1934 y recuperada en 1940 por el arque�logo turco, pr�ncipe Omar Tusson, y hoy forma parte de los fondos del Museo Greco-Romano de Alejandr�a. Finalmente, la nueva porci�n encontrada contiene numerosas inscripciones que facilitan gran informaci�n sobre los conocimientos que en materia de calendario y astrolog�a pose�an los egipcios.
La capilla, construida por orden del rey Nectanebo I (380-362 a. C.), llevaba textos e im�genes de las estrellas que gobernaban el cielo nocturno a lo largo del a�o egipcio. Con estas im�genes e inscripciones se representaba el calendario anual de 36 decanes o periodos de 10 d�as, la semana de los antiguos egipcios. Estos periodos de diez d�as estaban marcados en su inicio y en su conclusi�n por la aparici�n y desaparici�n en el cielo nocturno de las estrellas conocidas como �los decanes�.
La
ciudad de Canopus tambi�n entreg� a los arque�logos otros restos de
gran importancia tales como un torso de una diosa Isis de tama�o
natural vestida con una sugerente t�nica de incre�bles pliegues, una
monumental cabeza de m�rmol del dios Serapis, o una magn�fica cabeza
de un fara�n desconocido, quiz� de �poca ptolemaica, esculpida en
granito negro. La Estela de Herakleion-Thonis. Durante la campa�a del 2000-2001 la misi�n arqueol�gica francesa de Goddio y el Servicio de Antig�edades de Egipto han dedicado sus trabajos preferentemente a la zona de Herakleion. De hecho, las prospecciones, concentradas en un �rea de unos 80.000 metros cuadrados, han entregado una enorme cantidad de hallazgos. El m�s importante de ellos parece haber sido una gran estela pr�cticamente id�ntica a la conocida como �Estela de Naukratis�, hoy en el Museo Egipcio de El Cairo, que fue encontrada durante la campa�a de 1899 por el arque�logo brit�nico D. G. Hogarht en la localidad de Kom Gaif. La ciudad de Naukratis estaba situada en la orilla este de la boca can�pica del Nilo, a pocos kil�metros de la ciudad de Sais, y la estela estuvo erigida en el recinto del templo de Neith de dicha ciudad. Esculpida en un bloque de granito negro, mide 1,58 m. de alto por 0.68 de ancho y en el cintro, bajo el disco solar alado, se ve representado al rey Nectanebo I ofreciendo en dos registros sim�tricos, a la diosa Neith entronizada, un collar de oro y alimentos. El documento est� fechado exactamente en el a�o 1, cuarto mes del verano, d�a trece del reinado de Nectanebo I (hacia el mes de noviembre del 380 a. C.) y recoge la creaci�n del pago de un impuesto del diez por ciento del oro, plata y madera en bruto o trabajada que viniera del llamado �mar de los griegos�, as� como de todas las cosas a favor del dominio del rey en la ciudad, y otro diez por ciento de los mismos art�culos, salvo la madera, que se manufacturasen en Naukratis, a favor de la diosa Neith.
La �estela de Herakleion-Thonis�, difiere de la de Naukratis solamente en la menci�n del lugar al que cada ejemplar de este decreto real iba destinado para ser erigido. Si la segunda se ordenaba fuera colocada en �Naukratis, en la orilla de Anu� , la ahora encontrada refleja que deber�a ser erigida en �la entrada del mar de los griegos�, es decir, en el puerto de Herakleion.
El gran templo de Amon-Guereb y de Jonsu-Herakles. Otro importante hallazgo llevado a cabo en Herakleion ha sido un magn�fico naos hecho sobre un solo bloque de granito rosa, seg�n todos los indicios epigr�ficos y en opini�n del Profesor Jean Yoyotte, perteneciente al periodo ptolemaico, aunque su factura recuerda enormemente al naos del templo de Edfu, construido por orden de Nectanebo II. El
hallazgo, ubicado cerca del antiguo muelle, se encuentra entre los
restos del gran templo de Ta-Hone
dedicado principalmente al dios Zeus-Amon
Guereb y a su hijo el dios Herakles-Jonsu,
cuyo nombre era La-Casa-de-Amon-Guereb-en-la-boca-de-Ta-Hone.
Muy cerca se han hallado tambi�n, al menos, tres colosales
estatuas de granito rosa que
representan al dios Hapy, el Nilo divinizado, y a un rey y una reina,
por el momento, no identificados.
Las futuras excavaciones del recinto del gran templo entregar�n seguramente gran cantidad de restos de sumo inter�s puesto que, de momento, han librado a los arque�logos gran cantidad de piezas tales como alcuzas de bronce, monedas de oro y numerosas piezas de joyer�a datables a finales del siglo I a. C. Los restos de diez barcos hundidos posiblemente durante la �poca greco-egipcia, prueban como mudos testigos la gran actividad portuaria que Herakleion debi� alcanzar antes de ser sustituida por la gran Alejandr�a. En suma, las ciudades sumergidas de Herakleion y Canopus a�n continuar�n desvel�ndonos sus secretos en el futuro. A pesar de ello, por el momento, todo invita a pensar en la existencia bajo el mar, en la costa mediterr�nea de Egipto, de m�s ciudades hundidas en el agua y en la bruma de los tiempos que todav�a duermen a la espera de su descubridor.
Para saber m�s: Diodoro S�culo.-
Bibliotheca Historica. Libro I. Erman, A. y Wilcken, U. �
Die Naukratisstele�. Z�S, 38 (1900), 127-135. Goddio,
F.-
Project Abukir. Mission Reports
Summary 1999-2001. Her�doto.- Los Nueve libros
de la Historia. Libro II, Euterpe. Homero.- La Il�ada. Lichtheim,
M.
Ancient Egyptian
Literature. III,
86-89. 1980.
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