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La
droga en el Antiguo Egipto
CASAL ARETXABALETA, B� del
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CONCLUSIONES FINALES
- No hay efectos
midri�ticos en ninguna representaci�n art�stica del Antiguo Egipto
anterior al Imperio Nuevo; por tanto, las sugestivas miradas que se
plasmaron en las producciones art�sticas egipcias a partir del reinado de
Tutmosis III, se debieron al uso de la mandr�gora importada por este
monarca, que fue sacralizada en el a�o 25 de su reinado.
- La presencia del fruto
de la mandr�gora en los adornos florales, destinados a estar en contacto
con el cuerpo es un hecho perfectamente documentado.
- La preparaci�n de
diversas f�rmulas l�quidas o cremosas en las que pudo intervenir el jugo
de mandr�gora, es una posibilidad bastante l�gica.
- La midriasis ocasionada
por su uso, en la b�squeda de un sue�o inducido y pre�ado de alucinaciones
que les permitiera acompa�ar a sus seres queridos hasta los mismos
umbrales del M�s All�, est� sobradamente demostrada en las escenas de
banquete funerario.
- A partir del reinado de
Tutmosis III, la presencia de la mandr�gora en el culto osiriaco es
constante.
- El colorido y orden de
las plantas pintadas en el friso del muro Este de la tumba de Sennedjem se
repite en varios cofres del tesoro de Tutankhamon, en un paralelo de la
cenefa de casetones tradicionalmente usada para encuadrar escenas de alto
contenido religioso.
- La composici�n del tr�o
de plantas sagradas (mandr�gora azulejo y adormidera) tiene entre s� una
relaci�n ente�gena y otra terap�utica, �sta, como tratamiento de los
efectos c�licos de la solan�cea
a) La intoxicaci�n por
mandr�gora produce midriasis y un sopor acompa�ado de alucinaciones, al
que siguen los dolores g�stricos, v�mitos y diarreas.
b) El azulejo llega a
Egipto con la mandr�gora, seguramente que como tratamiento probado.
c) La adormidera, que
siendo una planta aut�ctona de Egipto no se ve representada hasta el
Imperio Nuevo alcanza, entonces, una popularidad inusitada, y debe su auge
a las cualidades medicinales del opio en el tratamiento de la intoxicaci�n
por mandr�gora .
- El uso de otra planta
solan�cea, la dulcamara, probablemente estuviera destinado a sacar de la
estupefaci�n a los usuarios de la mandr�gora, y puede que tambi�n se usara
como estimulante.
- El hecho de encontrar
representaciones del fruto de la mandr�gora en joyas y mobiliario, puede
hacer pensar en el uso habitual m�s all� del �mbito religioso, pero en la
cultura egipcia es muy dif�cil separar lo sacro del quehacer cotidiano;
por tanto, es temerario aventurar hip�tesis en este sentido.
- Los antiguos egipcios
tuvieron a su alcance, como puerta de entrada al mundo m�gico, otros
varios productos narc�ticos. Por v�a cut�nea u oral el alcohol, l�tex de
la lechuga, el loto, la mandr�gora, etc. Por inhalaci�n la marihuana
y el opio.
- El abandono de los
asuntos de estado, que empieza a manifestase desde los �ltimos reinados de
la dinast�a XVIII, pudo estar relacionado con toxicoman�as producidas por
la introducci�n del opio en las ceremonias religiosas.
- Durante las dinast�as
XIX y XX, salvo en los casos de Ramses II y Ramses III respectivamente, la
debilidad del poder es manifiesta en unos soberanos cuyos reinados duran
poco tiempo, bien porque se dejan usurpar el trono, bien porque fallecen
prematuramente (recordemos que la sobredosis de opio lleva a la muerte).
- La apat�a mental y el
deterioro f�sico que produce el consumo continuado del opio pudo ser
causante, junto con otros agentes mejor documentados, del final fulminante
del Imperio Nuevo que naci� pujante y consigui� en su primera etapa logros
espl�ndidos.
- La desaparici�n de la
adormidera en los elementos decorativos funerarios es un hecho que se
observa a partir de la dinast�a XXI. Pero, en contraposici�n, est�
documentada la permanencia de la mandr�gora, lo que hace sospechar que los
sacerdotes tebanos de Amon, casi due�os de la situaci�n pol�tico-religiosa
de Egipto, siguen usando las solan�ceas, pero ya hab�an asociado el efecto
nocivo del opio con el declive del Imperio; �sto, en el caso de que no
hubieran tenido una responsabilidad directa e interesada en la supuesta
adici�n al opio de las anteriores dinast�as gobernantes.
EP�LOGO
Pudo haber ocurrido as�,
pero volviendo al tema central, la mandr�gora, queda por decir que, ella,
sola o mezclada con otras especies vegetales, ha pasado a trav�s del
tiempo dando disgustos y alegr�as a la Humanidad.
Hay quien remonta el
descubrimiento de sus poderes hasta el G�nesis (CARTER, 1976 135),
asegurando que su fruto es la manzana del amor .
En Grecia se la consider�
un anest�sico.
Su ra�z se us�, dilu�da en
alcohol, como afrodis�aco y sopor�fero en la Roma Imperial y en Palestina
.
Teofrasto, recogi� en sus
escritos un m�todo muy folkl�rico para hacerse con la codiciada ra�z
.
Plinio, en un relato
pr�ximo a la ciencia-ficci�n, nos dej� unos consejos sobre la complicada
forma de arrancar la planta de ra�z .
Flavio Josefo tampoco se
qued� atr�s en fantas�a, al atribuir peculiares poderes a las que crec�an
en torno al Mar Muerto .
La familia Borgia, utiliz�
sus ra�ces para acelerar el paso de sus enemigos por esta
vida.
Shakespeare la cit� en su
obra �Romeo y Julieta� .
Durante la �poca de
esplendor de la hechicer�a europea, se utiliz� para elaborar pomadas y
l�quidos alucin�genos que propiciaran los vuelos de los brujos hasta los
akelarres.
Constat�ndose su uso en la
farmacopea occidental hasta el siglo pasado.
AGRADECIMIENTOS
Desde aqu�, y como autora
de esta obra, deseo expresar mi agradecimiento a los Profesores D.
Federico Lara Peinado y a D. Antonio Malalana, por sus sabias correcciones
a la misma; a D. Sa�l, D�a. Irene y D�a. Arantzazu P�rez-Juana, por los
pacientes, valiosos e ilimitados apoyos de todo tipo que me han prestado;
as� mismo, a D. Juan P�rez-Juana, la realizaci�n a mano alzada de las
ilustraciones n� III y n� XV.
Mar�a Bego�a del Casal
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