LA ESCRITURA JEROGL�FICA EGIPCIA EN LA LITERATURA GRIEGA CL�SICA IGNACIO ARES REGUERAS Universidad de Valladolid Cuando las fuentes literarias cl�sicas son utilizadas para el estudio del Egipto fara�nico, los testimonios suelen reducirse a la lectura del libro segundo de la Historia de Her�doto, titulado Euterpe[1]. No obstante, en un primer an�lisis del tema, percibimos que son muchos m�s los autores que nos proporcionan informaci�n, no solamente sobre el Egipto antiguo en general, sino sobre la escritura jerogl�fica en particular[2]. Si bien es verdad que Her�doto es pr�cticamente el �nico, junto a Diodoro y Estrab�n, que ofrece una visi�n panor�mica amplia y estructurada de esta cultura, no debemos dar la espalda al resto de escritores porque, sin embargo, s�lo incluyeran unas breves l�neas en su obra. En muchos casos, como el que nos ata�e, estos autores considerados normalmente menores o secundarios dentro del mundo de la Egiptolog�a, si son comparados con Her�doto, proporcionan datos en ocasiones m�s ricos y originales. La escritura jerogl�fica nace en Egipto en torno a la Primera dinast�a, es decir en el 3.100 a. C. Su consolidaci�n se asienta ya en la Tercera dinast�a donde encontramos documentos que as� lo demuestran[3]. Por otro lado, la �ltima muestra de este tipo de escritura la encontramos en el a�o 394 d. C. en el templo de la isla de Filae. Entre estas dos fechas hubo diversas variantes de la escritura jerogl�fica[4]. Un espacio de tiempo tan dilatado de casi tres mil quinientos a�os, es un per�odo considerable como para que m�s de un autor griego dedicara alguna de sus p�ginas a tan singular herramienta de comunicaci�n. Griegos y romanos, aunque en mayor n�mero los primeros, se vieron atraidos por esta civilizaci�n y en particular, como decimos, por su forma de escribir. La variedad de opiniones que provocaron los jerogl�ficos fue paralela a la cantidad de errores e incoherencias que sobre ellos se citaron. Aun as�, muchos de esos errores han llegado hasta nuestros d�as en forma de t�picos, que han sido utilizados, incluso por la misma ciencia, para denominar lo que realmente quer�an decir esos autores. El apelativo de los diferentes tipos de escritura jerogl�fica se debe principalmente al uso de esos t�rminos acu�ados con mayor o menor fortuna por uno de los autores cl�sicos. Ya a comienzos del siglo XIX de nuestra Era fue Champollion quien, tras descifrar esta escritura por medio de la piedra de Rosetta[5], dio un nombre a cada uno de los estilos bas�ndose en los testimonios de la literatura grecolatina. Esta divisi�n comprende principalmente tres tipos: jerogl�fica, hier�tica o cursiva, y dem�tica o popular. En esencia son las tres iguales pero con diferente estilo en el trazo. En la jerogl�fica pura, que podr�amos llamar, aparecen los signos en sus proporciones naturales, trazados sobre la piedra con todo detalle. En cambio en la hier�tica y en la dem�tica, los rasgos se alargan y desarrollan sobre una escritura m�s r�pida, producto de unas necesidades administrativas y religiosas que requer�an m�s eficacia y rapidez en el trabajo. Grosso modo, la diferencia entre el jerogl�fico y el hier�tico y dem�tico puede asemejarse a nuestra letra de imprenta y la manuscrita, respectivamente. Si la hier�tica aparece ya en el Imperio Antiguo (ca. 2700 a. C.), la dem�tica es exclusiva de la �ltima etapa hist�rica del antiguo Egipto (a partir del siglo VIII a. C.). Realmente aunque aqu� nos ci�amos a la c�lebre trilog�a, cada uno de estos tipos tiene sus variantes seg�n �pocas y estilos[6]. La aparici�n de estas voces no tiene una sucesi�n cronol�gica en el tiempo. La propia expresi�n jerogl�fico, est� tomada de una de estas imprecisiones de los autores griegos. Fue Clemente de Alejandr�a (150-215 d. C.) quien en sus Stromatai mencion� este t�rmino por primera vez[7]. Esta obra tiene de caracter�stico la inclusi�n de un pasaje en el que encontramos la primera clasificaci�n textual de los diferentes tipos de escritura jerogl�fica[8]. El alejandrino distingue tres modelos bien diferenciados: en primer lugar la escritura epistologr�fica; un segundo estilo llamado hier�tico, que �l identifica con las letras sagradas[9], y finalmente un modelo jerogl�fico, que se sirve, seg�n Clemente de Alejandr�a, de algunos fundamentos de sus antecesoras. A su vez este �ltimo tipo se subdivide en otras tres variantes: simb�lica, o que se sirve de s�mbolos; la que lo hace con tropos; y finalmente la que se sirve de alegor�as. No podemos deducir de la lectura del texto que el autor griego conociera, ni siquiera tras leer los breves comentarios que hace al respecto, que los tres tipos b�sicos o troncales eran una sola escritura con tres formas diferentes. No obstante propone una explicaci�n bastante acertada del funcionamiento de la propia escritura[10], utilizando para ello, al igual que hoy, los t�picos: un dibujo de un sol , significa "sol" y un dibujo de una luna , significa "luna", que si bien no lo son todo, s� debemos reconocer que nos encontramos ante el primer intento de explicaci�n del funcionamiento de esta graf�a. En l�neas generales se aprecia cierta ambig�edad en el desarrollo de la explicaci�n de los componentes que definen la escritura egipcia, como bien ha se�alado Gardiner[11]. Denotamos, de igual manera, que el autor intu�a por lo menos los tres tipos, si bien no supo comprender su significado, gui�ndose al final por su propia visi�n del conjunto a la hora de exponer el significado y m�todo de la graf�a. Sin embargo, el t�rmino jerogl�fico se ha conservado hasta nuestros d�as para designar el nombre de esta escritura. Las palabras iJerovs y gluvfw (iJeroglufhn) hac�an alusi�n, de una manera muy literal, al sentido sagrado que se supon�a en la escritura de los egipcios y a una forma muy determinada de realizarla: se pensaba que estos signos s�lo eran utilizados para escribir sobre superficies duras, es decir piedra y madera. A pesar de todo, debemos afirmar que nos encontramos ante una definici�n parcial de la escritura que no refleja la verdadera realidad de la misma. Si bien la interpretaci�n de Clemente de Alejendr�a en s� no es del todo incorrecta, el contenido debi� de resultar ambiguo ya en su momento si lo comparamos con la concepci�n fant�stica que de esta graf�a ten�a la mayor parte del mundo cl�sico[12]. No obstante, los primeros testimonios relativos a la escritura jerogl�fica pertenecen a Her�doto, y fueron escritos en el siglo V a. C[13]. En �l descubrimos dos novedades. La primera es la de introducir una nueva tipolog�a: es decir popular; y en segundo lugar la primera menci�n al sentido de la lectura y por lo tanto la orientaci�n de la escritura dentro del texto. Con el t�rmino dem�tico, se est� refiriendo a la escritura epistologr�fica de la que hablar�a Clemente de Alejandr�a seiscientos a�os despu�s. Es curioso que los dos autores griegos, tanto Her�doto como Clemente, concluyeran en errores interpretativos en lo que concierne a este modelo de escritura. El primero pensaba que la graf�a dem�tica era utilizada por el pueblo en general, cuando en verdad un porcentaje muy elevado de la poblaci�n no sab�a leer ni escribir. Esta graf�a, una versi�n muy r�pida de la jerogl�fica tradicional, se utilizaba principalmente en la vida diaria para todo tipo de documentos no religiosos. Por su parte, Clemente de Alejandr�a con su t�rmino epistologr�fica daba a entender que era el tipo de letra usada para escribir cartas, definici�n, por lo menos, parcial. Una duda que se plantea ante esta confecci�n de t�rminos totalmente artificiales es el desconocimiento, por nuestra parte, de las fuentes de informaci�n que utilizaron estos autores para dar nombre a los tipos de letra. Aunque los dos llegan a conclusiones muy similares por caminos diferentes, debemos rechazar la idea de "plagio", fen�meno que no se entend�a como tal en la Antig�edad, al creer que Clemente de Alejandr�a copiara de Her�doto ya que aqu�l aporta datos novedosos que �ste no proporcion�. El segundo elemento in�dito que suministra Her�doto es la orientaci�n de la propia escritura[14], haciendo menci�n a que los egipcios escrib�an de derecha a izquierda, hecho que le llam� la atenci�n al ser lo contrario a lo que hac�an los griegos. Esta orientaci�n era, en verdad, la utilizada para la escritura hier�tica y dem�tica (las dos �nicas que menciona Her�doto), mientras que para la jerogl�fica pura se pod�a usar en ambos sentidos y de arriba a abajo. Este hecho, que no es aludido por Her�doto, nos hace creer que realmente no conoc�a los tipos de graf�a utilizados en Egipto, al no hacer tampoco menci�n de ellos en la otra referencia a la escritura jerogl�fica cuando habla de los textos grabados en las caras de las pir�mides[15]. Siglos m�s tarde, Diodoro de Sicilia copia, literalmente, de las afirmaciones de Her�doto. A la hora de hablar de la educaci�n que recib�an los hijos de los egipcios, menciona la existencia de los mismos tipos de escritura: la sagrada, y la utilizada para la instrucci�n general, es decir la "p�blica"[16]. Si hasta el momento nos hemos limitado a hablar de hechos aparentemente anecd�ticos, como son los problemas suscitados por la nomenclatura, no lo son los planteamientos propuestos por autores posteriores a Her�doto. Sin lugar a dudas el m�s importante es Plat�n (428-347 a. C.) quien en su obra introdujo testimonios personales recogidos durante su estancia en Egipto[17]. De todos ellos estudiamos dos por su relaci�n con la escritura. La primera pertenece al Fedro[18] y hace referencia a las creaciones realizadas por el dios egipcio Thot[19]. Entre ellas cabe destacar el invento de los n�meros, la geometr�a, el c�lculo, la astronom�a, y sobre todo, por lo que nos compete, la invenci�n de los caracteres de la escritura. En este breve pasaje se relata la presentaci�n de todas estas artes al rey Tamus de Egipto[20]. Thot justifica la importancia de las letras como remedio contra el olvido y la dificultad para retener las cosas. Como vemos, no se declara nada relativo a la propia escritura jerogl�fica en s�, sino que hace un juicio de valor sobre la importancia de �sta para el hombre. S� es m�s interesante, en cambio, el fragmento que sobre las letras encontramos en el Filebo[21]. En �l descubrimos la clasificaci�n de las letras que hizo el dios Thot, distinguiendo tres tipos diferentes. El primero est� compuesto por las vocales, que seg�n Thot eran abundantes. En segundo lugar un tipo de emisiones de voz que sin tener sonido tienen, sin embargo, un ruido. Finalmente un tercer tipo compuesto por las vocales mudas. Con estos tres tipos, contin�a, hizo una clasificaci�n[22]. Quiz�s sea el �ltimo hecho mencionado en el pasaje del Filebo el m�s significativo. Plat�n parece dar a entender la existencia de un "orden alfab�tico" en el conjunto de las letras. De ser as� la Egiptolog�a resolver�a algunas de las dudas planteadas acerca de la estructuraci�n de los jerogl�ficos. Hoy se utiliza para la comodidad en el trabajo con los jerogl�ficos, la clasificaci�n propuesta por Gardiner[23]. No hemos conservado, si es que hubo alguna vez, alg�n testimonio arqueol�gico que podamos identificar como una "gram�tica" que fuera utilizada por los antiguos egipcios para la ense�anza de esta escritura en las antiguas escuelas o Casas de la Vida[24]. Ni tampoco alg�n documento que nos ofrezca una clasificaci�n de los jerogl�ficos. En este sentido, desconocemos si su naturaleza era fon�tica o part�a de una clasificaci�n jer�rquica seg�n la importancia de los logogramas representados. Por ello es l�gico pensar que en primer lugar estar�an los dioses, luego la realeza y sus s�mbolos, descendiendo as� de rango paulatinamente, hasta llegar, posiblemente, a los elementos de la vida cotidiana. No obstante el �nico testimonio que podr�a demostrarlo es el descubrimiento de alguna fuente que as� lo probara. Esta posible clasificaci�n se encuentra justificada por otra menci�n de otro autor griego. Plutarco menciona en su Moralia[25] al mismo dios Thot[26], llamado por �l Hermes, como descubridor de la escritura y cuyo s�mbolo, el p�jaro ibis, era la primera letra de los egipcios. Con ello parece demostrar la existencia de un tipo de ordenamiento en la clasificaci�n de los jerogl�ficos, que no se ha conservado hasta nuestros d�as[27]. La afirmaci�n m�s llamativa de Plutarco, en este breve pasaje, se realiza cuando menciona que esta letra no tiene ni voz ni sonido por lo que no comprende, en su entender, c�mo pudieron colocar en cabeza de las letras a una con estas caracter�sticas. La "Sign List" de Gardiner[28] ofrece tres variantes de este pictograma. �stas son la G25, ibis con cresta (Ibis Comata), y G26-G27, dos variantes del ibis sagrado (Ibis Religiosa). El primero de ellos, el G25, se translitera 3h. El G26 y G27 se transliteran y leen de igual manera, es decir, hb. Luego, contradiciendo a Plutarco, s� ten�a voz y sonido.
G25, G26 y G27 El texto de Plutarco confiere una importancia singular a este pictograma que, en apariencia, no debi� de destacar especialmente entre el resto de ideogramas, ya que no conservamos ning�n texto egipcio que demuestre lo contrario. Sin embargo, parece l�gico que el dios que para los egipcios hab�a inventado la escritura, ocupara el lugar primog�nito dentro de la clasificaci�n de los jerogl�ficos. A partir de este momento los testimonios que conservamos pierden peso. Recordemos que la �ltima inscripci�n jerogl�fica pertenece al a�o 394 d. C., por lo que todos los testimonios posteriores a esta fecha carecen de la fiabilidad que a primera vista ten�an los testimonios anteriores. El �ltimo ejemplo, muy claro, lo encontramos en Horapollo[29], egipcio nacido en el siglo V d. C., quien ya demostraba los primeros atisbos del ocaso de esta lengua. Sus c�lebres "traducciones" de palabras y textos ilustran de alguna manera lo que decimos[30]. Aunque algunos de sus comentarios eran relativamente ajustados a la realidad, la gran mayor�a no fueron m�s que interpretaciones muy alejadas del sentido correcto de la escritura jerogl�fica. Al ser el �nico documento antiguo que explicaba, grosso modo, la mec�nica de la gram�tica egipcia fue utilizado por todos los estudiosos hasta Champollion, como punto de partida de sus investigaciones: de ah� la escasa fortuna de todos ellos a la hora de proponer alguna tentativa de traducci�n. [1] Cfr. I. Ares Regueras, "Her�doto y la Esfinge. Una nueva interpretaci�n del cap�tulo 124 en su libro II, titulado Euterpe", B.A.E.D.E. 6, 1.995, 69-78.
[2] Cfr. I. Ares regueras, La interpretaci�n grecorromana del mundo oriental. Un estudio cr�tico de las fuentes cl�sicas. Memoria de Licenciatura in�dita, Valladolid 1.995.
[3] En el complejo funerario del rey Zoser en Sakkara (2.700 a.C.) encontramos testimonios escritos que evidencian un amplio desarrollo en lo que a las cuestiones gramaticales se refire. Un poco m�s tard�o a este per�odo (2.500 a.C.) son los textos de las pir�mides, caracterizados por su complejidad gramatical y por ser los primeros textos religiosos egipcios conservados. K. Sethe, Die alt�gyptischen Pyramidentexte, I-IV, Leipzig 1.908-1.922. [4] Principalmente se reducen a tres: jerogl�fica, hier�tica y dem�tica. El copto, utilizado por los cristianos egipcios, tiene la particularidad de que es la �nica versi�n del jerogl�fico en donde se escriben las vocales. Cfr. Walter C. Till, Koptische Grammatik, Leipzig 1.974. [5] Se trata de una estela triling�e de basalto negro de Ptolomeo V Ep�fanes (204-180 a. C.). En ella se grab� la misma inscripci�n en jerogl�fico (14 l�neas), en dem�tico (32 l�neas), y en griego (54 l�neas). A partir del griego, Young primero y finalmente Champollion, pudieron descifrar el jerogl�fico. Trad. W. Budge, The Rosetta Stone, New York 1.989. [6] Un comentario profundo al respecto lo encontramos en A. Gardiner Egyptian Grammar, being an introduction to the study of hieroglyphs, Oxford 1.957, 5. [7] Clem. Al. Strom. 5, 4, 20, 3. [8] Bien es cierto que Her�doto (Hdt. 2, 36) en el siglo V antes de Cristo ya propuso una primera clasificaci�n. No obstante, entendemos que la de Clemente de Alejandr�a es m�s aproximada a la realidad que la de su antecesor Her�doto, quien �nicamente habla de dos tipos de letra; Hdt. 2, 36 [9] Los propios egipcios consideraban la escritura como algo sagrado si atendemos al nombre con que ellos denominaban a la escritura: mdw ntr, es decir, "palabras del dios". [10] Clem. Al. Strom. 5, 4, 20, 4 - 5, [11] A. Gardiner, Egypt of the Pharaohs, Oxford 1.962, 10 [12] A. Gardiner, Egypt... Oxford 1.961, 19-26 [13] Hdt. 2, 36. [14] Hdt. 2, 36. A su vez un excelente tratado que estudia el significado de la orientaci�n de los jerogl�ficos la encontramos en: H. G. Fischer, L'ecriture et l'art de l'Egypte Ancienne, Paris 1.986. [15] Hdt. 2, 125. [16] D. S. 1, 16, 2
[17] L. Brisson, "L'Egypte de Platon", Les �tudes Philosophiques 2-3, 1.987, 153-167 [18] Pl. Phdr 274 c. [19] El nombre utilizado por Plat�n para denominar a este dios, "Theuth", es mucho m�s cercano fon�ticamente a la realidad, que el Thot que usamos hoy, si pensamos que en jerogl�fico este dios se escrib�a Dhwty, literalmente "djeuti". [20] Sobre el rey Tamus
[21] Pl. Phlb 18c [22] La escritura jerogl�fica consta �nicamente de veinticuatro sonidos. Cada uno tiene un logograma (dibujo) que lo identifica, recibiendo el nombre de unil�tero. El resto de sonidos -bil�teros, tril�teros y cuatril�teros- se construyen a partir de los primeros veinticuatro. As� las combinaciones son ampl�simas. De igual manera, una de sus caracter�sticas m�s se�alables es que la lengua egipcia no tiene vocales sino una especie de vocales fuertes, m�s cercanas a las consonantes. Los egipt�logos por arbitrariedad suelen utilizar la vocal "e" para leer fon�ticamente las palabras. A. Gardiner Egyptian Grammar..., 27
[23] A. Gardiner Egyptian Grammar..., 438-548. Se trata de una divisi�n en conjuntos, grosso modo, a partir de la parcelaci�n de los grupos tipol�gicos (hombres y mujeres y sus ocupaciones, dioses, plantas, animales, muebles, etc.). Est� realizada con una finalidad puramente pr�ctica. De existir una en la realidad seguramente los signos ocupar�an una posici�n jer�rquiza. Todo ello, no obstante, aparece acompa�apo de un �til comentario fon�tico y l�xico. [24] En estos lugares, a modo de escuelas, se aprend�a el oficio de escriba encaminado principalmente a la administraci�n. Este oficio fue el m�s codiciado dentro de la actividad laboral egipcia. Prueba de ello es la c�lebre S�tira de los oficios donde se elogia esta profesi�n en detrimento de las desventajas de los trabajos manuales. Trad. M. Lichtheim, Ancient Egyptian Literature, (The satire of the trades), I, Los Angeles 1.973, 184-192. [25] Plu. Moralia 638 E [26] C. J. Bleeker, Hathor and Thot: Two key figures of the ancient Egyptian religion, Leiden 1.973. [27] Podemos deducir la existencia de algo parecido a un m�todo en la ordenaci�n de los jerogl�ficos si atendemos a la disposici�n correlativa que nos muestran algunas listas de nombres conservadas. [28] A. Gardiner, Egyptian Grammar..., 470. Un an�lisis art�stico y tipol�gico de este ideograma lo encontramos en: R. H. Wilkinson, Reading Egyptian Art. A hieroglyphic guide to ancient Egyptian painting and sculpture, London, 1.992, 88-89. [29] Horap. Hieroglyphica, seguimos la edici�n de J. M. Gonz�lez de Z�rate, Madrid 1.991. Existe la creencia generalizada de que fue escrita en lengua copta aunque s�lo conservemos una copia en griego. En su obra, Horapollo combina nociones correctas de los significados de muchos jerogl�ficos con aut�nticos desprop�sitos a la hora de justificarlos. Ver A. Gardiner, Egyptian Grammar..., 11. Su principal error fue el considerar la escritura jerogl�fica como una escritura de im�genes por lo que durante siglos fue utilizado como base de los trabajos en busca de una traducci�n a partir del simbolismo de los dibujos. [30] Interpretaba el t�rmino "aut�crator", un t�tulo portado por los emperadores romanos, como: "Osiris es el creador de la fertilidad y de toda la vegetaci�n, y su fuerza engendradora es tra�da por el sagrado Mophta del cielo a su reino". |