TANIS
Se lee en el Viaje de Unamón , un texto literario de la XXII dinastía:
Unamón debe conseguir madera del Líbano para la barca de Amón en Tebas, y para cumplir con su misión pide el consenso y la ayuda de los señores del Delta. Es la primera mención en los textos de Tanis, citada en la biblia como Xoan y próspera hasta la época romana. La ciudad, cuyo nombre egipcio era Djanety fue capital del XIV nomo del Bajo Egipto, Kent-Iabty («Punta de Oriente»), surgió en la orilla del ramal tanítico del Nilo, en el Delta oriental. Un tell cercano a San el Haggar, en una enorme y árida llanura donde el viento levanta nubes de arena, es el emplazamiento de sus ruinas, las más interesantes del Delta. Ningún otro sitio de Egipto, excepto Karnak, ha dado tantas esculturas, ahora en buena parte en el Museo de El Cairo. Las construcciones cuyas ruinas se ven no datan más que de la XXI dinastía, de la cual Tanis fue la capital, pero en ellas fueron utilizados elementos de Avaris y de Pi-Ramsés y se han hallado también objetos de la V y VI dinastías. Dada la presencia de monumentos anteriores a la XXI dinastía, se creyó en el pasado que éste fue también el emplazamiento de Avaris y de Pi-Ramsés, pero, después de que el enigma quedara aclarado por las excavaciones de E. Daba, resulta evidente que «los monumentos ramésidas precedentes (de Tanis) deben haber sido llevados de otro sitio. Algunos fueron reempleados como materiales de construcción (una práctica egipcia casi universal; en el Delta los monumentos líticos viajaron a menudo distancias considerables), mientras que otros fueron usados para adornar templos de nueva construcción» (J. Malek). Una impresionante muralla rectangular de ladrillos, con otra en la parte más interior que coincide parcialmente y cuyos ladrillos llevan la marca de Psusenes I (XXI dinastía), delimita un campo de ruinas en el que se ven obeliscos caídos, estatuas colosales, columnas, arquitrabes. El edificio principal es el gran templo de Amón, del que a duras penas se pueden individualizar la puerta monumental de Sesonq III (XXII dinastía), las ruinas de una columnata con capiteles palmiformes del Imperio Nuevo, una serie de obeliscos caídos, muros y esculturas en su mayor parte de Ramsés II, con tres colosos del mismo rey, y finalmente la zona del santuario. Además, al norte del templo de Amón está el lago sagrado, al este las ruinas de un templo de granito, y fuera de las murallas el templo de Mut y Jonsu, conocido también como templo de Anta, divinidad cananea. En un ángulo de la muralla de Psusenes I, Montet encontró la necrópolis subterránea que, aparte de la tumba de Tut-Anj-Amón, que por lo demás había sido violada varias veces, ha dado las únicas sepulturas reales intactas. Se trata de algunas tumbas de varias cámaras decoradas con relieves e inscripciones, entre ellas las de Psusenas I (XXI dinastía), Osorkon II y Sesonq III (XXII dinastía). Algunas habían sido utilizadas como depósito de cuerpos procedentes de otras tumbas: la tumba de Psusenas I contenía siete cuerpos, entre ellos el de Sesonq II, la de Osorkon contenía en cambio el cuerpo de Tekelot II. Los preciosos sarcófagos de plata, las máscaras de oro y las joyas funerarias se hallan en el Museo de El Cairo. Hay que señalar también, en el interior del recinto de Psusenas, la presencia de una construcción monumental de notable interés para el conocimiento de los ritos particulares religiosos y de fundación: de hecho podría tratarse de una rara representación simbólica de la colina primordial sagrada, que contiene sacrificios de fundación. El lugar conserva también restos de viviendas privadas grecorromanas y una palacio de ladrillos. El Muro del Príncipe y el Camino de Horus En egipcio antiguo el primer nombre sonaba Inbw-hega , y designaba la antigua vía caravanera que llevaba aproximadamente de Heliópolis a Pelusio; era pues una de las vías de tránsito de y para el Oriente Medio; fue creada por Amenemhat I y unos siglos más tarde recorrida en el éxodo hebráico, y en el otro sentido por los semitas que inmigraban a Egipto. Del Muro del Príncipe partía el «Camino de Horus», la vía hacia Palestina que iba de Taru o Tjaru a Gaza y comprendía 24 fortines con pozos. Los faraones la hicieron fortificar para controlar el tráfico y la entrada de masas de población que buscaban refugio en la rica Keme (en Egipto) en los períodos de guerra o carestía que golpeaban periódicamente la zona medio oriental. Un ejemplo de estas características fortificaciones (llamadas migdol ) se encuentra a una decena de kilómetros al noroeste de El-Qantara, en tierra sinaíta, en las ruinas de Tell el-Heir. Los migdol eran fortines con características torrecillas almenadas, como podemos ver en las imágenes dejadas por los faraones o en la entrada monumental del templo funerario de Ramés III en Medinet Habu. Las importantes ciudades fronterizas se llamaban Mesen o Behdet - Meht (para los griegos Siles ) y Tjaru (o Taru), capital del XIV nomo junto a Avaris; la fortaleza de Tjaru se hallaba en la zona llamada Ta - Denit , «La División, el Corte», que o bien indica la imagen de la frontera o la de los canales que unen los lagos Amargos. La misión egipcia de la Egyptian Antiquities Organization dio en 1989 noticia de las excavaciones que, en la zona de El-Qantara, sacaron a la luz una ciudad del II milenio a.C.; la ciudad, fortificada, estaba rodeada de murallas, y de ella se ha excavado una puerta (probablemente la principal) y algunas torres. La estratigrafía revela que este centro estaba construido sobre las ruinas de un asentamiento de la época de los hicsos; podría tratarse de la ciudad de Taru; una necrópolis se halla en el cercano Tell Abu Seifa. Al sur de la interconexión de los lagos Amargos con el canal de Suez hallamos dos montañas, Gebel Murr y Gebel Abu Hassa, en las cuales Ramsés II hizo grabar estelas y restaurar un templo de la XVIII dinastía dedicado a Horus y Hator, objeto de posteriores restauraciones en la época romana. El Muro del Príncipe seguía en su recorrido el canal empleado por los faraones para alcanzar el mar Rojo; este canal, hoy seco, es conocido como Wadi Tumilat, y a lo largo de su recorrido se hallan las ruinas de varios centros egipcios. A cerca de quince kilómetros de Ismailia hallamos Tell el-Maskuta, la egipcia Tjeku , capital del VIII nomo del bajo Egipto. Entre las ruinas de la ciudad se han identificado una gran muralla de ladrillos y los restos de un templo. Probablemente las ruinas son identificadas como la egipcia Per - Atum («La Casa de Atum»), la bíblica Pithom:
Una quincena de kilómetros más al este se encuentra Tell el-Rotab, cuyo templo, quizá dedicado a Atum en la época de Ramsés II, hizo identificar la ciudad como Sukkoth , también de bíblica memoria:
Siempre siguiendo Uadi Tumilat, a 13 kilómetros más al este se encuentra Tell el-Kebir, cuyas colinas custodian enormes ruinas ue se remontan al menos al Imperio Medio, a juzgar por los bloques de una tumba hallada.
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